Granada Festival FusiÓN

'A hip hop renaissance #1': Regresos, revolución, reacción

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Miércoles, 10 de Septiembre de 2025
Malice y Pusha T forman el mítico dúo Clipse.
Malice y Pusha T forman el mítico dúo Clipse.

Se ha vuelto casi una tradición en este blog que, cada pocos meses, haga un repaso de los discos recientes más interesantes de hip hop. Ya a principios de verano tenía claro que quería escribir otro artículo similar a la vuelta de vacaciones, pero es que esta vez se me ha acumulado el trabajo. De las cenizas del histórico beef del año pasado está surgiendo lo que algunos han llamado ya un renacimiento del género, y la cantidad de álbumes relevantes es tal que voy a tener que dejar varios de ellos fuera, además de dividir el artículo en tres partes en aras de la claridad del mismo. Y es que no solo quiero hablar de un puñado de buenos discos: quiero poner en perspectiva esta explosión de calidad, tratar de explicar por qué se está dando ahora y responder a mis propios reparos de hace unos meses sobre la salud del hip hop en el futuro. Vamos a ello, empezando por el evento que más conversaciones ha generado y que más aclamación ha despertado en el mundo del hip hop en estos meses: la llegada del nuevo disco de Clipse.

En la siguiente década, Pusha T consiguió convertirse, de la mano de Kanye West, en una de las voces más autorizadas del hip hop; por su parte, su hermano, horrorizado por las consecuencias de sus actos, cambió su nombre a No Malice y lanzó un par de álbumes de rap cristiano

Para quien no lo sepa, Clipse es el dúo formado por Pusha T (de él seguro que habéis oído hablar: fue el primero en ganarle un beef a Drake) y su hermano mayor, Malice. Originarios de Virginia, estos dos se hicieron conocidos en los años 2000 con dos discos míticos, Lord Willin' (2002) y Hell Hath No Fury (2006). Combinando la precisión e ingenio de las rimas de los hermanos Thornton con la potencia y originalidad de la producción de sus paisanos The Neptunes (el equipo formado por Pharrell Williams y Chad Hugo), estos dos álbumes elevaron el coke rap a la categoría de arte contemporáneo. Sin embargo, tras un tercer álbum decepcionante y acosados por las consecuencias legales de su cercanía con el narcotráfico, el grupo se disolvió en 2009. En la siguiente década, Pusha T consiguió convertirse, de la mano de Kanye West, en una de las voces más autorizadas del hip hop; por su parte, su hermano, horrorizado por las consecuencias de sus actos, cambió su nombre a No Malice y lanzó un par de álbumes de rap cristiano.

La exquisita campaña promocional nos fue poniendo los dientes largos, y cuando por fin llegó el 11 de julio, el aplauso fue atronador. Let God Sort Em Out es un disco que consigue recordar a los clásicos del dúo al mismo tiempo que presenta un sonido más oscuro y amenazante, más apropiado al momento que vivimos en 2025

Parecía imposible que volvieran, pero en 2019 hubo un pequeño guiño: los hermanos acompañaron a Kanye en una canción de su (por otro lado pésimo) disco de gospel Jesus Is King. En 2022 volvieron a cantar juntos en el último corte del álbum más reciente de Pusha, el notable It's Almost Dry. No solo eso, sino que el mayor de los Thornton volvió a hacerse llamar Malice a secas. Finalmente, el año pasado llegó la confirmación: habría nuevo disco de Clipse, y lo produciría de nuevo Pharrell. La exquisita campaña promocional nos fue poniendo los dientes largos, y cuando por fin llegó el 11 de julio, el aplauso fue atronador. Let God Sort Em Out es un disco que consigue recordar a los clásicos del dúo al mismo tiempo que presenta un sonido más oscuro y amenazante, más apropiado al momento que vivimos en 2025. A nivel lírico, tanto Pusha como un Malice que parece poseído se superan: no solo siguen encontrando nuevas e ingeniosas maneras de hacer juegos de palabras relativos a la compraventa de cocaína, sino que presentan ideas más complejas y maduras que nunca, sin olvidarse tampoco de lanzar beef a todo el que se descuide (pobre Travis Scott).

El inicio con “The Birds Don't Sing” es ya historia del hip hop. Sobre un instrumental minimalista, cada uno de los hermanos habla sobre la muerte de uno de sus progenitores, presentando el dolor, las contradicciones, los conflictos y el amor que sentían por ellos en un equilibrio perfecto

En particular, el inicio con “The Birds Don't Sing” es ya historia del hip hop. Sobre un instrumental minimalista, cada uno de los hermanos habla sobre la muerte de uno de sus progenitores, presentando el dolor, las contradicciones, los conflictos y el amor que sentían por ellos en un equilibrio perfecto. El precioso estribillo de John Legend es la culminación ideal para uno de los mejores inicios para un disco que recuerdo, sin importar el género. Y el cierre del LP también es brillante, mostrando su agradecimiento por haber salido indemnes de sus actividades delictivas “By the Grace of God”. En medio de ambas hay una colección de grandes canciones de puro rap old school con varias colaboraciones estelares (entre las que destaca, naturalmente, Kendrick), y donde Malice en particular nos conquista al mostrar que su regreso se produce después de mucha introspección y crecimiento personal y espiritual. Todo ello sin dejar de sonar como dos tipos que, por decirlo claro, dan puto miedo. No es de extrañar que algunos lo estén llamando ya el disco de hip hop de la década.

Pero el tracklist no tiene una progresión lógica y la sensación que dejan es que, frente a la capacidad de Clipse para crecer artísticamente, Gibbs y Al se conforman con hacer un refrito. Que ese refrito funcione a nivel comercial e incluso crítico parece una prueba más de que entramos en un momento más bien conservador y viejuno

Personalmente, me parece que la producción de Pharrell es de alta calidad, pero quizás no tan indeleble y original como lo era hace veinte años. Al mismo tiempo, cómo negar el poder de “So Be It”, “M.T.B.T.T.F.” o “Inglorious Bastards”. Así pues, los halagos, aunque quizás algo excesivos, son merecidos. Pero aquí cabría seguir preguntándose lo que anunciaba en mis artículos del años pasado: ¿es la revolución del hip hop en realidad un movimiento reaccionario? El éxito indiscutible de dos hombres en torno a la cincuentena haciendo lo mismo que hacían hace dos décadas, ¿no demuestra el agotamiento del género? Otro de los discos del verano así parecería indicarlo: Alfredo 2, la secuela de la excelente colaboración de Freddie Gibbs y The Alchemist de 2020. Gibbs es un gran MC y Al es uno de los mejores productores del panorama, pero la realidad es que el álbum parece una colección de bonus tracks del anterior Alfredo. La calidad de las pistas individuales es en general bastante alta, y la consistencia del estilo supone una ventaja importante frente a los dos últimos trabajos de Gibbs, que se acabaron haciendo algo tediosos. Pero el tracklist no tiene una progresión lógica y la sensación que dejan es que, frente a la capacidad de Clipse para crecer artísticamente, Gibbs y Al se conforman con hacer un refrito. Que ese refrito funcione a nivel comercial e incluso crítico parece una prueba más de que entramos en un momento más bien conservador y viejuno.

El hip hop sigue representando esas experiencias, solo que de maneras más diversas, menos estandarizadas por las exigencias comerciales; y no solo eso, sino que está sirviendo para representar experiencias cada vez más amplias y ricas

El riesgo de que el hip hop deje de ser cosa de jóvenes, desmintiendo a André 3000, es que esto podría significar un divorcio entre el género y aquellos a quienes siempre representó: los jóvenes afroestadounidenses de zonas urbanas empobrecidas. Pues bien, pese a lo dicho hasta ahora, viendo los éxitos de este verano, mi tesis es que no es así. El hip hop sigue representando esas experiencias, solo que de maneras más diversas, menos estandarizadas por las exigencias comerciales; y no solo eso, sino que está sirviendo para representar experiencias cada vez más amplias y ricas. De este modo, gracias en parte a la guerra santa iniciada por Kendrick el año pasado, estamos en un momento de confluencia entre esos dos polos que se separaron en los noventa: el gangsta rap comercial y el conscious rap más alternativo. Para demostrarlo, en la segunda parte de este artículo hablaré sobre los discos lanzados este verano que son más cercanos a esa experiencia originaria, la del barrio urbano empobrecido. Para terminar, en una tercera parte hablaré de otros LPs que han salido y que se enmarcan en otras tendencias, representan otras perspectivas y marcan otros caminos para el género.

 

 

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com