Inagra en Navidad

Dimitir, un apellido ruso

Blog - El ojo distraído - Jesús Toral - Viernes, 13 de Abril de 2018
Cifuentes se fotografía con dos vecinas de Madrid en un acto, este jueves.
@ccifuentes
Cifuentes se fotografía con dos vecinas de Madrid en un acto, este jueves.

Reconozco que me he resistido a hablar del tema porque creo que está tan manido que empieza a oler a rancio, pero es que el surrealismo más absoluto se ha cernido sobre este país con el llamado “caso Cifuentes”. Si Berlanga levantara la cabeza estaría preparando ya el guión de una película desternillante.

No creo que haya en este país muchas personas que desconozcan lo sucedido con la presidenta de la Comunidad de Madrid, ni la férrea postura de apoyo inicial de todos sus colegas, para ir reculando poco a poco y caerse como aceitunas de un olivo. Lo más grave, a mi entender, del caso Cifuentes no es si consiguió por méritos propios o no el famoso máster, que a la vista está que no, ni siquiera si tuvo trato de favor, que a la vista está que sí, ni que haya una universidad pública que muchos acabamos de enterarnos de que aparentemente favorece los intereses de un partido y que se creó para equilibrar la balanza porque había otra que hacía lo propio con otro partido, algo que ya de por sí es para salir corriendo del país y no mirar atrás hasta llegar al Lejano Oriente por lo menos.

Hay una palabra que da la impresión de que ni el director del famoso máster de Cifuentes, ni el resto de profesores implicados, ni la propia política, ni siquiera el rector parecen conocer, que se llama responsabilidad

Lo realmente grave es que estemos en un país donde los políticos consideran que dimitir no es una opción. Estoy harto de escuchar excusas de representantes públicos cuando son pillados en algo moralmente reprobable porque, al igual que los presos, siempre son inocentes y nos intentan hacer comulgar con ruedas de molino.

Hay una palabra que da la impresión de que ni el director del famoso máster de Cifuentes, ni el resto de profesores implicados, ni la propia política, ni siquiera el rector parecen conocer, que se llama responsabilidad. Y es que es vergonzoso que un director de máster culpe a su jefe de obligarle a falsificar un documento para salvar el culo, aunque habría que decirle que ningún jefe puede obligar a un subordinado a incumplir la ley; es vergonzoso que un rector salga a dar una rueda de prensa para defender la postura de sus profesores y unos días después reconozca que se equivocó, porque tal vez se la hayan jugado pero es un acto de responsabilidad asumir los errores y si son graves, como en este caso, dimitir por el bien de la empresa en la que has ocupado el principal cargo de responsabilidad. Y, en especial, es vergonzoso que una política exhiba documentos falsos, que mienta repetidamente ante sus electores y el resto de ciudadanos, que trate de arremeter contra el medio que la ha descubierto, que reciba ovaciones de sus colegas como si se tratara de una heroína, que se resista hasta el final como si le fuera la vida en ello, haciendo el ridículo frente a todo un país donde ya nadie se atreve a defenderla abiertamente porque cada día conocemos algún dato nuevo que la pone en evidencia.

Y mientras su partido calla en público y despotrica en privado sobre la susodicha, excepto en casos como el del presidente del PP de León que osa decir algo tan llamativo como: “vale, no tiene el máster, ¿y cuál es el problema?” y se queda tan ancho, uno no tiene más remedio que pensar en si ese apoyo tácito del presidente del gobierno no tendrá que ver con que no se trate de un único caso o que ella tenga información comprometida con la que haya amenazado a su propia ejecutiva

Y mientras su partido calla en público y despotrica en privado sobre la susodicha, excepto en casos como el del presidente del PP de León que osa decir algo tan llamativo como: “vale, no tiene el máster, ¿y cuál es el problema?” y se queda tan ancho, uno no tiene más remedio que pensar en si ese apoyo tácito del presidente del gobierno no tendrá que ver con que no se trate de un único caso o que ella tenga información comprometida con la que haya amenazado a su propia ejecutiva. El hecho es que la justificación más extendida es esparcir mierda por doquier, decir que los demás también hacen lo mismo, como si quisieran anunciarles a los ciudadanos: no os engañéis, que somos todos igual de mentirosos, no hemos hecho nada que no hayan hecho muchos otros de otros partidos, así que ¡seguid confiando en nosotros! Y es peor aún cuando tratan de dejar pasar el tema sin hacer absolutamente nada, como si pensaran que los ciudadanos somos estúpidos y cuando nos cansemos de hablar de ese asunto, el agua volverá a su cauce y nos olvidaremos sin más. Tal vez estén deseando que aparezca uno de esos terribles casos de un asesino de niños que encauce todo nuestro rencor hacia él y nos olvidemos así de los actos repudiables que ellos mismos llevan cometiendo años impunemente.

Pero al margen de todo esto, lo que a mí más me llama la atención es que si Cifuentes ha mentido en su currículum vitae con la connivencia de uno ó varios profesores de una universidad, quizás sea porque estaba convencida de que no la pillarían. ¿No es lógico entonces deducir que no es la única que lo ha hecho?

No dudo de la honradez de muchos políticos y de sus méritos académicos, pero me da verdadera tristeza pensar que hay representantes públicos que consideran que es necesario acumular diplomas, títulos o máster del universo para recibir el apoyo de los suyos o para colocarse a un nivel social superior. ¿Es que cuando todavía no hemos conseguido evitar las diferencias sociales entre pobres y ricos vamos a iniciar otra brecha: entre aquellos que acumulan decenas de títulos y los que tienen uno o ninguno?

No dudo de la honradez de muchos políticos y de sus méritos académicos, pero me da verdadera tristeza pensar que hay representantes públicos que consideran que es necesario acumular diplomas, títulos o máster del universo para recibir el apoyo de los suyos o para colocarse a un nivel social superior

Lo reconozco: solo cuento en mi haber con mi título de licenciado en ciencias de la comunicación. No tuve la suerte de hacer un máster, me lo ofrecieron, pero tenía que pagar más de 6000 euros y desplazarme a Madrid desde el País Vasco y consideré que mis padres ya se habían sacrificado suficiente pagándome la carrera en Bilbao, con piso y manutención incluidos, como para seguir gastando en mi educación. De hecho, es cierto que hay estudiantes que se han sacrificado y han sacado sus títulos a golpe de esfuerzo y pagándolos con su propio sueldo pero también hay otros que los acumulan porque tienen una familia con muchas posibilidades económicas y pocas necesidades laborales.

Por tanto, no solo no considero que por tener más títulos alguien sea más que los demás, sino que me parece infantil tener que mentir de esa manera para sentirte superior frente a tu electorado. ¿De verdad alguien antes de ahora conocía o le importaba el currículum vitae completo de la tal Cifuentes, o el de Pedro Sánchez o incluso el de Mariano Rajoy? ¿Había necesidad de conseguir dudosamente ese título como si la hiciera más lista a ojos del resto? ¿De verdad alguien alguna vez le ha otorgado más valía por ese máster? ¿Le compensa seguir aferrada al puesto con el desgaste personal que esto supone? ¿No ve que cuanto más tiempo tarde en irse más trapos sucios saldrán sobre ella?

Por tanto, no solo no considero que por tener más títulos alguien sea más que los demás, sino que me parece infantil tener que mentir de esa manera para sentirte superior frente a tu electorado. ¿De verdad alguien antes de ahora conocía o le importaba el currículum vitae completo de la tal Cifuentes, o el de Pedro Sánchez o incluso el de Mariano Rajoy? ¿Había necesidad de conseguir dudosamente ese título como si la hiciera más lista a ojos del resto?

Es penoso, dramático, ver como esta política deja de ser considerada parte de la regeneración de su partido y poco a poco se va transformando en un cadáver político que se sujeta con todas sus fuerzas a un tronco frente a la embestida del viento que a la vez que se la va llevando permite ver sus vergüenzas más ocultas.

Como el chiste, a los representantes públicos de este país parece que dimitir les suena a nombre ruso más que a una palabra del castellano más castizo. Es inaudito escuchar hablar a los colegas de Cifuentes, porque ella ni siquiera se digna a hacerlo ya ante los medios, decir que si su jefe se lo pide, se irá. Claro que se irá, aunque probablemente ni siquiera dependa de ella elegir el momento. Al fin y al cabo, lo más importante ahora para Cifuentes es que, aunque tenga que dejar la política, le encuentren un puesto acorde donde siga cobrando un sueldo abultado y mostrándose como una mujer de éxito y para eso tal vez tenga que seguir las directrices de sus jefes en este instante. Y es que el éxito ya no se mide por la valía personal o profesional ni por los logros sino por la cantidad de amigos poderosos de la que puedas alardear.

Imagen de Jesús Toral

Nací en Ordizia (Guipúzcoa) porque allí emigraron mis padres desde Andalucía y después de colaborar con periódicos, radios y agencias vascas, me marché a la aventura, a Madrid. Estuve vinculado a revistas de informática y economía antes de aceptar el reto de ser redactor de informativos de Telecinco Granada. Pasé por Tesis y La Odisea del voluntariado, en Canal 2 Andalucía, volví a la capital de la Alhambra para trabajar en Mira Televisión, antes de regresar a Canal Sur Televisión (Andalucía Directo, Tiene arreglo, La Mañana tiene arreglo y A Diario).