"Solo el pueblo salva al pueblo. Solo los políticos salvan a sus políticos"
¿Se han fijado? Las dos oraciones simples del título parecen iguales. Su estructura es idéntica. Coincide la composición del sujeto y complemento directo; sin embargo, la distancia entre el pueblo y los políticos sigue siendo demasiado grande para que unos u otros se den cuenta de su propia existencia.
Recuerden sus días cuando estudiaban morfosintaxis...
La irresponsabilidad e incapacidad de algunos políticos ha permitido que la primera frase sea "la forma" que tiene hoy el "populismo" de derechas para atacar a la política y a los políticos, especialmente si son de izquierdas
La irresponsabilidad e incapacidad de algunos políticos ha permitido que la primera frase sea "la forma" que tiene hoy el "populismo" de derechas para atacar a la política y a los políticos, especialmente si son de izquierdas:
-¡El Gobierno de Pedro Sánchez ha abandonado a Valencia!-
Esta fórmula comunicativa a través de redes, se realiza desde las visiones y posiciones ideológicas más ultras.
Esta última semana habrán escuchado lo siguiente repetidamente de aquellos que quieren dar ejemplo y alertan de la maldad intrínseca de los políticos:
-Yo no soy de izquierdas o derechas. Yo no tengo estudios (ni me hace falta). Yo no he aprobado una oposición, pero sí sé ganarme la vida (acompañado de una mirada orgullosa). Si alguien quiere dedicarse a la política, tiene que tener la espaldas cubiertas, etc...-.
¿Cómo se trasladan estas visiones polarizantes que crean odio y tensión entre la ciudadanía y sus representantes políticos electos y/o institucionales?
A través de dos vías: La primera es la que intenta instrumentalizar el dolor que estamos sintiendo los valencianos, especialmente aquellos vecinos y vecinas que han sufrido directamente las consecuencias de La Dana.
Es necesario la viralización del dolor frente a la élite, que mira hacia otro lado. Una visión bipolar que alimenta el rating de redes y algunos medios de comunicación.
La segunda vía la representa la manipulación del movimiento de solidaridad de los miles de voluntarios y españoles que están intentando ayudar a las víctimas de la Dana.
Pareciera, solo pareciera, que los voluntarios tienen que autogestionarse. Los voluntarios tienen que sustituir al Estado, porque las instituciones públicas están abandonando a Valencia
Pareciera, solo pareciera, que los voluntarios tienen que autogestionarse. Los voluntarios tienen que sustituir al Estado, porque las instituciones públicas están abandonando a Valencia.
Así se construye el relato en contra del sistema. Así se habla mal de los políticos y se delimita la participación política entre aquellos que los influencers o periodistas especializados deciden que tienen el mérito y capacidad para ser los líderes absolutos.
Esta visión simple, elitista y polarizante de la vida me parece muy peligrosa para el bienestar de nuestro modelo de convivencia llamado democracia.
Sin embargo el título tiene dos frases. ¿Recuerdan?
La gestión de lo público desde las alturas, las eternas batallas por ganar el relato en redes, la maduración de los hiperliderazgos absolutos y las mejorables políticas públicas creadas por parte de nuestros representantes públicos no se escapan al actual conflicto que afecta directamente a la desafección política en nuestro país.
El caso Koldo y el poder desmesurado de algunas personalidades políticas (elegidas a dedo a través de mecanismos de lealtad personal). Un ejemplo de corrupción más donde parece que determinados políticos quisieron utilizar su posición privilegiada para beneficiarse personalmente.
La dimisión de Errejón que representa la incoherencia ética y la nula visión ideológica de algunos políticos respecto a lo que supuestamente defienden en público y aquello que realizan en privado.
La incompetencia de determinados representantes públicos (electos e institucionales), como el gobierno liderado por el popular Carlos Mazón en la Comunidad Valenciana, junto a sus equipos (personal eventual), frente a la confección de políticas públicas que hagan frente común a crisis sociales cíclicas, como la que está sufriendo más de 60 municipios de la provincia de Valencia (recuerdo que ha provocado no solo víctimas personales, sino que una región entera en un solo día haya viajado al pasado más de 100 años).
Son tres ejemplos que representan el peligro de la pérdida de credibilidad de la clase política que curiosamente siempre surge desde su propia (y nunca reconocida) irresponsabilidad e incapacidad.
En la mayoría de casos no hay autocrítica y cada vez más se especializan en monopolizar el canal para intentar proteger sus existencia limitando las herramientas de renovación cíclica y regeneración democrática
Políticos que no conocen (ni se han dignado a conocer) cuál es la mejor forma de gestionar las herramientas de nuestra Administración. Personalidades ególatras que no paran pegarse tiros al pie (muchos de ellos conscientes) y no se dan cuenta que estas actuaciones mejorables solo alimentan de más combustible al fuego mediático en contra del sistema. En la mayoría de casos no hay autocrítica y cada vez más se especializan en monopolizar el canal para intentar proteger sus existencia limitando las herramientas de renovación cíclica y regeneración democrática.
La dignificación de la política y nuestros políticos se realiza desde el ejemplo y la convicción de que nos creemos eso de que somos una democracia consolidada. Así es, además de mucha argumentación no polarizante, cómo se lucha contra los populismos contemporáneos. Contra los ataques de credibilidad, ya sean externos o internos, que sufre cada día nuestro modelo de convivencia.
Pedagogía y transparencia pública, responsabilidad colectiva, humildad institucional y competencia personal. No para hacer, deshacer, mandar o imponer; sino para gestionar conjuntamente el futuro de aquello que compartimos tanto el pueblo como sus políticos.
¿Seguimos?