Artículo de Opinión de Antonio Folgoso Olmo, abogado laboralista

'Siete años después del día en que todo cambió'

Política - Antonio Folgoso Olmo - Martes, 15 de Mayo de 2018
Artículo de Opinión de Antonio Folgoso, abogado laboralista, que recuerda el 15M, en el séptimo aniversario de un movimiento que, según el autor, 'lo cambió todo'. No pases de largo.
Acampada en la Puerta del Sol el 15M.
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Acampada en la Puerta del Sol el 15M.

No es una fecha cualquiera. Lo cambió todo.

Ahora es fácil encontrar sesudos análisis sobre el 15 M, aunque lo cierto es que en aquel momento poca gente entendía qué estaba ocurriendo exactamente. La indignación era generalizada y se mezclaba la sensación asfixiante que nos provocaba ver como todo parecía inamovible con una juventud preparada y a diario criticada por su (supuesto) desinterés por la política. Casi nadie podía imaginar que de un día para otro íbamos a vivir una revolución de esas proporciones.

De repente, saltó la chispa, y ese 15 de mayo salimos a la calle para exigir un cambio. No nos representaban, eso lo teníamos claro. Ni esa clase política corrupta que se podía permitir hacer lo que quisiese con total impunidad ni esos banqueros que se lucraban a costa de nuestros derechos más elementales (como la vivienda)

De repente, saltó la chispa, y ese 15 de mayo salimos a la calle para exigir un cambio. No nos representaban, eso lo teníamos claro. Ni esa clase política corrupta que se podía permitir hacer lo que quisiese con total impunidad ni esos banqueros que se lucraban a costa de nuestros derechos más elementales (como la vivienda).

Dos días más tarde la prensa nos recordaba que la policía había cargado en Madrid y otras ciudades. De forma espontánea nos reunimos y asumimos que nos tocaba mover ficha: había que dar una respuesta. Nos dirigimos a la Plaza del Carmen y acordamos quedarnos allí. Contra las órdenes de la Policía, de los jueces y de la Junta Electoral. Decidimos que era el momento de cambiar las cosas. Ahí y ahora.

La reacción que nos encontramos no fue nada amable. En los primeros días, a las personas allí reunidas se nos calificaba como “piojosas”, “vagas”, etc. La Policía (como no) nos golpeó y nos arrastró. Los medios (como no) nos descalificaron y ridiculizaron. Pero resistimos. Y lo que conseguimos fue mágico.

Imposible olvidar esos primeros días. Miles de personas se acercaban a la Plaza del Pueblo a unirse, a compartir o, simplemente, a curiosear. Surgieron oficinas encargadas de conectarnos a través de las redes sociales con las otras acampadas en tiempo real, ludotecas espontáneas, comedores ecológicos, auténticas escuelas de asamblearismo fraternal y de política… No nos atrevíamos a poner palabras a lo que allí pasaba. Simplemente sabíamos que era necesario permanecer, aguantar, lo que constituía por sí un firme acto político.

Pero somos optimistas. Pese al tiempo transcurrido, pese al oportunismo, pese a los desengaños, pese a las desilusiones…  la llama sigue viva, y más fuerte que nunca. Se nos hace difícil imaginar hace diez años a decenas de militantes parando desahucios cada semana, protestando delante de las oficinas bancarias, recibiendo sin temor decenas de multas, organizándose en asambleas para hacer Política –por supuesto, en clave feminista- y dándole mucho más sentido a las palabras Pan, Trabajo, Techo y Dignidad

Cuando los medios asumieron que no les quedaba otra opción que darnos voz, nuestra reacción siempre era la misma: actuábamos de manera extremadamente cuidadosa, sin atrevernos a asumir ninguna posición de liderazgo ni de portavocía. Todo debía someterse a la asamblea, que era soberana. No cabían protagonismos. El 15 M era de todas y de todos, pero a la vez no era de nadie.

Han pasado siete años desde entonces. Ahora ya los medios no nos reflejan como un problema, sino como una anécdota simpática (obviamente, lo hacen desde la distancia, conscientes de que si se repitiese algo similar no dudarían en tratar de hacernos tropezar). Como no, surgieron oportunistas que trataron incluso de enriquecerse a costa de las luchas colectivas y los problemas de la gente. También surgieron algunas personas que nunca pasaron por allí, ni recibieron ningún golpe, ni fueron multadas, ni vivieron la necesidad de desobedecer al precio que fuese, pero que se apresuraron a colocarse la etiqueta del 15 M para legitimar su incipiente carrera política, reivindicando un estilo en el que realmente nunca creyeron, lo que demostraron en cuanto llegaron a las instituciones, convirtiéndose en más de lo mismo.

Pero somos optimistas. Pese al tiempo transcurrido, pese al oportunismo, pese a los desengaños, pese a las desilusiones… la llama sigue viva, y más fuerte que nunca. Se nos hace difícil imaginar hace diez años a decenas de militantes parando desahucios cada semana, protestando delante de las oficinas bancarias, recibiendo sin temor decenas de multas, organizándose en asambleas para hacer Política –por supuesto, en clave feminista- y dándole mucho más sentido a las palabras Pan, Trabajo, Techo y Dignidad.

Granada es distinta y ya nunca volverá a ser igual. Esa primavera lo cambió todo. La primavera en que nuestros sueños germinaron.

Antonio Folgoso Olmo es abogado laboralista