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Un análisis crítico

Podemos se desangra en una encrucijada orgánica e ideológica

Política - Juan I. Pérez - Domingo, 27 de Enero de 2019
La profunda crisis de Podemos también alcanza de lleno a la organización en Granada. La marcha de Carmen Lizárraga supone el punto y seguido de un tortuoso proceso, acelerado con la explosión de Vamos Granada en la capital, que debilita la confluencia con IU, ante la pérdida de fuelle en cada cita electoral. Un análisis crítico sobre una fuerza en una encrucijada orgánica e ideológica.
Podemos afronta su mayor crisis.
M.R.
Podemos afronta su mayor crisis.

Aunque una organización impera y debe seguir primando por encima de las personas que la componen, la primitiva idiosincrasia de Podemos, inevitablemente vinculada a la amistad estrecha de sus fundadores, le aportaba una buena dosis del idealismo tan necesario para conectar con la sociedad harta y, por encima de todo, una sólida unión para impulsar un movimiento de poder popular y regeneración, de la que cinco años después hoy poco se reconoce.

De aquel grupo de seis pioneros, que supieron convertir en instrumento vital de transformación social, -entonces, casi imparable, por la fuerza con la que irrumpió- el espíritu del 15M, ya solo queda Pablo Iglesias, tras las salidas de Juan Carlos Monedero, Carolina Bescansa y Luis Alegre. Y en la penúltima crisis y más sonada, Íñigo Errejón, la otra cara de Podemos, derrotado en el Vista Alegre II. Como el irreconocible con el paso de los años Felipe González y Alfonso Guerra, protagonistas del otro drama de la izquierda española, dos amigos íntimos ya no pueden convivir en el mismo partido.

Pero ya no sólo está en juego el futuro de la organización de Madrid y la alcaldía. También lo está el partido alumbrado en 2014, que soñó con asaltar los cielos desde la izquierda y está devorando a sus protagonistas sin haberlo conseguido. Como esa frase tan devastada por su uso: quisieron cambiar el mundo, pero el mundo les cambió a ellos, en este caso, por luchas de poderes y conspiraciones, que suele pasar cuando el deseo se da de bruces con la realidad

La confección de la lista que acompañará en Madrid a la alcaldesa Manuela Carmena, el detonante que ha dinamitado los cimientos de Podemos. La dimisión de Ramón Espinar, uno de los fieles de Iglesias desde los orígenes de la formación, -que deja el liderazgo de Podemos en Madrid y su escaño en el Parlamento regional y el Senado, y se une a la larga lista de caídos de la formación morada, donde se cuentan ceses, dimisiones y suspensiones de militancia- y la declaración de Toledo, en la que diez secretarios generales autonómicos -sin presencia de Andalucía- reclaman al líder de Podemos que negocie con Errejón son los últimos episodios de una larga serie de despropósitos.

Pero ya no sólo está en juego el futuro de la organización de Madrid y la alcaldía. También lo está el partido alumbrado en 2014, que soñó con asaltar los cielos desde la izquierda y está devorando a sus protagonistas sin haberlo conseguido. Como esa frase tan devastada por su uso: quisieron cambiar el mundo, pero el mundo les cambió a ellos, en este caso, por luchas de poderes y conspiraciones, que suele pasar cuando el deseo se da de bruces con la realidad.

Parecido a lo que detestaban

Para la legión de seguidores de la formación morada, Podemos no nació como un partido más, sino diferente, y su principal atractivo era la capacidad de aglutinar el descontento generalizado de una izquierda, cansada de los partidos tradicionales, que ofrecía una nueva forma de idear y practicar la política, de regeneración democrática, participativo y plural, transparente, que lo hacía radicalmente distinto.

Mitin central en Granada de Podemos, con Íñigo Errejón, que cuenta con muchos seguidores en la provincia. M.R.

La presencia de paracaidistas, -como el ex Jemad Julio Rodríguez, de Zaragoza a Almería y ahora Madrid, tras ganar las primarias, como relevo nada oculto de Manuela Carmena o, como mal menor, para imponerle como su número dos-, opacas primarias y referendos internos; el férreo control de los aparatos; personalismos; la escasa influencia de los círculos y asambleas; el cuestionamiento de la pluralidad interna… son algunos de los males de un partido que se parece cada vez más a lo que detestaban y lo convierten cada vez más en otro partido más, como pronto le pasó a Ciudadanos, el otro nuevo partido, pero en la derecha.

El adiós de Carmen Lizárraga, otra herida en Podemos Andalucía

La marcha de Carmen Lizárraga supone otra profunda herida en Podemos. Sus motivos para abandonar el acta de parlamentaria andaluza, dejar el Consejo Ciudadano de Podemos Andalucía y volver a la Universidad de Granada los fija en que el partido en Andalucía se está "desnaturalizando" y que la formación en Andalucía está instalada en la "extrema izquierda, más propio de un viejo partido de la resistencia que de una fuerza transformadora y de gobierno". Para muchos, con su marcha se cercena la poca pluralidad en el grupo parlamentario, sin depreciar la fuerza y el nuevo aire de su sustituta, Ana Villaverde.

"Me involucré con ilusión por lo que representaba Podemos", un proyecto colectivo "apasionante para acabar con el bipartidismo y echar al Gobierno del PP, el partido más corrupto de Europa", expone. Pero asegura que su "distanciamiento" con las posiciones políticas, organizativas e institucionales con la actual dirección andaluza es "cada vez mayor". A su juicio la dirección que ostenta Teresa Rodríguez ha decido instalarse en "posiciones impropias para los tiempos actuales".



"En sus inicios, Podemos aportó cambios fundamentales en la política con su inicial audacia y un fresco espíritu quincemayista que fue una herramienta eficaz que permitió dar la palabra a la gente, gente corriente que comenzó a hacer política y a influir decisivamente en la toma de decisiones", argumenta para subrayar que la aparición de la formación morada fue "un auténtico terremoto" que obligó al resto de partidos a adaptarse, con más "transparencia y participación".

El nuevo contexto político en Andalucía, "con la investidura tripartita de derechas", envía a juicio de Lizárraga "mensajes" que deben tenerse en cuenta. El primero de ellos, a su juicio, la necesidad de "huir de un espacio de extrema izquierda, más propio de un viejo partido de la resistencia que de una fuerza transformadora y de gobierno". También, añade, "que abandonar el espíritu abierto, participativo, deliberativo y democrático del primitivo Podemos nos lleva a la desnaturalización que es rechazada por nuestros potenciales votantes". "La democracia interna está en nuestro ADN, si se pierde, se pierde la esencia diferenciadora de la nueva política", subraya.

Defiende que "solo con alianzas", y no únicamente con otros partidos sino con colectivos sociales, "se puede conformar una correlación de fuerzas que frene el avance de la derecha más reaccionaria". Si no lo hace Podemos, asegura, "es la extrema derecha la que capitaliza el descontento".

Lizárraga no oculta sus diferencias sobre el papel institucional que debe desempeñar Podemos Andalucía. Sostiene que "el activismo en la calle es necesario", pero "insuficiente". "En estos momentos es más importante que nunca ser propositivos e influyentes para reconstruir un pacto social", abunda en sus argumentos.

 

Encrucijada ideológica y orgánica

Y lo más grave, en un momento de rearme de la derecha, que afianza sus posiciones sin complejos, Podemos no ha resuelto su principal dilema estratégico, que tiene que ver con su posición ideológica y orgánica.

El desprecio, tirria y alergia al PSOE ha unido a muchos votantes de Podemos. Pero no es suficiente para evitar la sangría y ampliar su electorado. En esta encrucijada, ¿qué debe ser Podemos? ¿Un partido de izquierda radical, que sea la conciencia crítica de la sociedad, como una IU modernizada, que aspira a completar mayorías parlamentarias?, ¿o un proyecto de renovación transversal, menos sentado ideológicamente y más dispuesto a atraer el espacio moderado que ocupa el PSOE? Porque por todos esos espacios ha transitado Podemos.

El desprecio, tirria y alergia al PSOE ha unido a muchos votantes de Podemos. Pero no es suficiente para evitar la sangría y ampliar su electorado. En esta encrucijada, ¿qué debe ser Podemos? ¿Un partido de izquierda radical, que sea la conciencia crítica de la sociedad, como una IU modernizada, que aspira a completar mayorías parlamentarias?, ¿O un proyecto de renovación transversal, menos sentado ideológicamente y más dispuesto a atraer el espacio moderado que ocupa el PSOE? Porque por todos esos espacios ha transitado Podemos

Y en el aspecto organizativo, no menos importante: ¿Afianzar la centralización o la confederación de mareas y plataformas autonómicas de izquierda? ¿Cómo unirlas y bajo qué premisas? Después de tratar de ir ajustando sobre la marcha el control sobre las diversas coaliciones territoriales, con resultados desiguales y provocando conflictos irresueltos, como en Andalucía.

Entre tanto problema interno, Podemos se ha olvidado de definirse, pensar en cómo crecer y superar el estancamiento y volver a conectar con la sociedad, ante la sangría que sufre en cada convocatoria electoral.

Para empezar a resolver incógnitas, la dirección estatal de Podemos tiene que decidir si dar marcha en la decisión de competir electoralmente contra Manuela Carmena e Iñigo Errejón o mantener la postura ante una crisis sin precedentes. El 2 de febrero tendrán la oportunidad de decidir.

El daño en Granada

La autodestrucción de Vamos Granada, por sus líderes, por personalismos y luchas de poder, causó un daño de dimensiones considerables a la formación local y provincial, ante la desilusión de quienes creyeron en la plataforma ciudadana auspiciada por el partido morado, que le brindó todo su apoyo.

Será en las municipales del próximo 26 de mayo donde Podemos, con IU, tendrá la oportunidad de recuperar el camino perdido. Para ello, apuesta por el periodista Antonio Cambril, de confirmarlo en las primarias, para recuperar la ilusión y liderar un nuevo proyecto

Reconstruir el partido no fue tarea fácil, tras el paso desolador de la antigua jerarquía, Con Alberto Matarán y Antonio Daponte a la cabeza, que rompió con Podemos para iniciar su andadura en solitario, que volverá a presentar a Marta Gutiérrez, de cabeza de lista a las municipales. Ahí quedan sus controvertidas abstenciones en mociones como contra la prisión permanente revisable o para cerrar el paso a la extrema derecha en las instituciones. Se incorporan a la lista para darle impulso, Mayte Olalla, ex concejala de UPyD, y Leticia García, ex de Podemos.

Será en las municipales del próximo 26 de mayo donde Podemos, con IU, tendrá la oportunidad de recuperar el camino perdido. Para ello, apuesta por el periodista Antonio Cambril, de confirmarlo en las primarias, para recuperar la ilusión y liderar un nuevo proyecto.

Pero la confluencia con IU no termina de cuajar y son muchos, de parte y parte, que no terminan de creer en ella, pese a los insistentes esfuerzos de Alberto Garzón, Antonio Maíllo y Teresa Rodríguez.

En el ala crítica de IU, aún se considera insuficiente el espacio relegado que ocupa en la confluencia. IU cuenta con una infraestructura y arraigo en la provincia aún potente, de la que carece Podemos, y reivindican con lógica su liderazgo. Hay reticencias y asambleas se plantean todavía si concurrir en solitario.

Otro problema aún no resuelto, para una formación necesaria, que aspira a ser la referencia de la izquierda.