El 4 de diciembre de 1977 casi dos millones de andaluces salimos a la calle para reivindicar Autonomía. No queríamos ser más que los demás, pero tampoco menos. Participé en aquella multitudinaria movilización social desde Madrid, pues tuve que trasladarme a la capital si quería estudiar periodismo, ya que en Andalucía aún no existía ninguna Facultad de Ciencias de la Información. En esto, también dependíamos de Madrid. 

 

En la capital, asistíamos a los primeros conciertos del cantautor Carlos Cano, que ya nos cantaba su “verde, blanca y verde”, considerada como el segundo Himno de Andalucía. Y también pusimos en marcha la revista Andalucía 9, una cabecera que hacía referencia a la novena provincia, así era como llamábamos a Madrid, donde residían por entonces más de 500.000 emigrantes andaluces. A través de Andalucía 9, fomentábamos la conciencia de la comunidad andaluza en el exterior, con manifiestos como éste:

 

Sin embargo, lo que empezó siendo una jornada festiva y reivindicativa, acabó tiñéndose de luto. La muerte violenta del joven Manuel García Caparrós, tiroteado por la policía franquista, nos golpeó brutalmente. Y fue precisamente este crimen el que dio un fuerte impulso a la conciencia del pueblo andaluz, que el 28 de febrero de 1980 votó mayoritariamente por la autonomía plena, recogida en el artículo 151 de la Constitución. Andalucía era reconocida, por fin, como nacionalidad histórica, con las mismas competencias que Cataluña, Euskadi y Galicia.

 

Es más necesario que nunca un nuevo impulso para defender nuestro autogobierno, apoyando la manifestación convocada el domingo 1 de diciembre en Córdoba por la Plataforma Andalucía Viva. 

 

Han pasado ya 42 años de aquellos días históricos, pero las esperanzas depositadas por el pueblo andaluz en el autogobierno han sido traicionadas. Andalucía sigue soportando los mayores índices de paro y precariedad laboral. No olvidemos que las seis provincias españolas con más paro siguen siendo andaluzas, según la encuesta de población activa. Esta situación provoca lo que nunca habíamos imaginado, que nuestros jóvenes vuelvan emigrar, como en los años 60 hicieron sus abuelos, esta vez con el título bajo el brazo. 

 

Pero hay más razones para la indignación. En estos años, los sucesivos gobiernos autonómicos no han tenido valentía para hacer justicia social en el campo andaluz. Han permitido el enriquecimiento de 25 familias de terratenientes que desde hace siglos dominan anacrónicos latifundios, como señores feudales. Y han cambiado la reforma agraria prometida en el Estatuto por un sistema humillante de peonadas y subsidio para jornaleros sin tierra.

 

También han fomentado el monocultivo del turismo, que convierte a Andalucía en una economía dependiente, propia de los países tercermundistas. Además, han convertido el mar Mediterráneo en la mayor fosa común del mundo, a causa de una Ley de Extranjería injusta e insolidaria. Y nuestra identidad andaluza, enriquecida por las aportaciones de distintas culturas a través de la historia, vuelve a ser objeto de escarnio y manipulación.

 

Por todo ello, es más necesario que nunca un nuevo impulso para defender nuestro autogobierno, apoyando la manifestación convocada el domingo 1 de diciembre en Córdoba por la Plataforma Andalucía Viva. 

Una iniciativa de la sociedad civil que ha dicho basta ya: “Queremos una Andalucía justa, solidaria y que tenga voz política propia para reivindicar sus derechos. Una tarea por la que lucharon y murieron Blas Infante, Javier Verdejo, y Manuel José García Caparrós. La Andalucía que soñaron Mariana Pineda, Federico García Lorca, Diamantino García y Carlos Cano”. Nos vemos el próximo domingo en la manifestación de Córdoba. La ciudad de Averroes y Maimonides, donde se publicó, hace un siglo, el manifiesto de la nacionalidad y surgió el grito Viva Andalucia Libre en una manifestación de trabajadores del campo.