Mariche Huertas: "El Festival de Jazz es un ‘festival de valores’"
Mariche Huertas es la primera mujer en dirigir un festival de jazz en España. Licenciada en Derecho y técnica en gestión cultural, recogió el festival hace cinco años de la mano de Jesús Villalba, quién diseño el modelo actual, con un programa central y decenas de actividades paralela en los clubes de la ciudad. Sin embargo en estos cinco años al frente, ha dejado ya su propia impronta personal: un marcado carácter femenino en sus programas y una dedicación solidaria con la infancia sobre todo. El festival ocupará la primera quincena de noviembre con seis conciertos principales en el Teatro Isabel la Católica, y muchos más en los trasnoches.
─ Ya lleva varios años al frente del Festival de Jazz ¿cómo calificaría estas cinco ediciones de gestión?
─ Son casi dos décadas trabajando en el festival de jazz como coordinadora pero como directora cinco. Me siento agradecida por tener la oportunidad de dirigir este evento tan histórico, con mucha responsabilidad en el empeño de mantener la calidad de la programación, con la tranquilidad de que a pesar de poco sostén financiero público, la programación ha mantenido la vocación internacional y la excelencia artística, con orgullo por haber ganado cierto respeto internacional y la confianza en los aficionados que sin saber programación reservan fechas.
Ha habido momentos duros, como cuando decidí cancelar el festival dos días antes de que se celebrara en plena crisis de pandemia, hubo algún político que no lo entendió y bueno en general cada edición la tengo que pelear porque el sostén financiero público tendría que ser mayor
Aunque ha habido momentos duros, como cuando decidí cancelar el festival dos días antes de que se celebrara en plena crisis de pandemia, hubo algún político que no lo entendió y bueno en general cada edición la tengo que pelear porque el sostén financiero público tendría que ser mayor, afortunadamente la respuesta del público comprando entradas es magnífica, posiblemente porque sabe que, cada año el festival va a generar una magia y una atmosfera tan amable y agradece que sea ‘un festival de valores’.
A lo largo de estos últimos años, se ha proyectado de una manera amable pero justa más visibilidad femenina, cada año mostramos absoluto respeto y admiración por el arte: no solo en el cartel sino en la fotografía, se ha conseguido una participación muy numerosa de empresas y músicos locales que no han dudado en participar en las actividades paralelas, se ha creado un premio ‘la Granada del Festival’ para rendir tributo a la excelencia y agradecimiento artistas que nos han mostrado tanto cariño, cada edición nos acordamos de los que nadie se acuerda, de los niños en situaciones de vulnerabilidad, con los conciertos solidarios y aunque todavía tímidamente, estamos consiguiendo continuar con la labor magnifica del anterior director de alfabetizar jazzísticamente y conseguir que las granadinas y granadinos sientan como suyo el Festival de Jazz.
─ El de Granada es uno de los tres o cuatro festivales más antiguos del país. ¿En esto la veteranía es un grado o…?
Es evidente que es uno de los más longevos no solo de España sino de Europa y ha mantenido la programación continuada a lo largo de estos 43 años
─ Sí, después de San Sebastián, Vitoria… Aunque hay diversas opiniones en torno a si ocupa el tercer lugar o el cuarto antes o después del festival de Barcelona. Habría que investigar. Es evidente que es uno de los más longevos no solo de España sino de Europa y ha mantenido la programación continuada a lo largo de estos 43 años. Lo que no cabe duda es que el Festival de Jazz aúna el esfuerzo de muchas instituciones de turismo: el nombre de Granada suena en medio mundo gracias al Festival de Jazz.
─ Se lo pregunto porque a estas alturas cada edición parece un milagro…
La programación es arriesgada porque no renuncia a la excelencia a pesar de no tener mucho presupuesto pero afortunadamente el público responde
─ El Festival de Jazz tiene vocación internacional, busca la excelencia, la calidad artística y eso tiene un precio. Son artistas que ocupan los números uno en los pools más prestigiosos, con un buen puñado de Grammys, millones de copias vendidas, Honoris Causa por universidades más prestigiosas, etc; en definitiva innumerables reconocimientos, ello supone que sus caches son proporcionados a su fama mundial, y demandan unas exigencias técnicas costosas. La programación es arriesgada porque no renuncia a la excelencia a pesar de no tener mucho presupuesto pero afortunadamente el público responde, los abonos se agotan en muy breve espacio de tiempo, seguramente porque el aficionado agradece que, sin moverse de su ciudad, tenga de cerca a sus ídolos jazzísticos; esta es una de las riquezas de nuestro festival.
─ ¿La asignatura pendiente es un potente patrocinador privado, del que gozan otros festivales similares?
─ El Jazz, es un género aún muy desconocido, y está siendo lento y difícil convencer al empresariado granadino para que asistan a nuestros conciertos y descubran la magia de este festival. Pero esa persistencia está empezando a dar frutos, poco a poco hemos ido sumando mecenazgo privado, nos sentimos muy agradecidos.
─ Desde hace décadas los escenarios de la ciudad se vuelcan en el Jazz el mes de noviembre, pero con usted ha llegado un inédito acercamiento a los niños ¿cuidando la cantera?
Desde hace ya varios estamos felices de colaborar estrechamente con Rosa Márquez y Patricia Maldonado responsables de una fundación financiera, organizando conciertos solidarios que han tenido un enorme éxito
─ Desde hace ya varios estamos felices de colaborar estrechamente con Rosa Márquez y Patricia Maldonado responsables de una fundación financiera, organizando conciertos solidarios que han tenido un enorme éxito, creemos que hemos conseguido los objetivos que nos marcamos: divulgación enseñar el origen, historia y el porqué de esta música, promover un nuevo hábito para niños y niñas, esto es: asistir a un teatro y en particular que escucharan su primer concierto de Jazz, hacerles olvidar su condición social económica o su discapacidad física o psíquica, (la música tiene la capacidad de igualar a los desiguales) y lanzar el mensaje a la sociedad de que no nos olvidamos de estos colectivos que se merecen más atención.
Por último, nuestro mejor objetivo alcanzado: haber conseguido arrancarles más de una sonrisa y regalarles, a través de estas actividades, un poquito más de felicidad