'Adiós mascarillas, a pesar de todo, y siempre con respeto'
Quitarse la mascarilla está suponiendo un problema de autoestima para algunos adolescentes, que encontraron en esta medida para paliar los efectos de la pandemia, la mejor forma de ocultar sus inseguridades
Quitarse la mascarilla está suponiendo un problema de autoestima para algunos adolescentes, que encontraron en esta medida para paliar los efectos de la pandemia, la mejor forma de ocultar sus inseguridades.
El síndrome de la cara vacía, cómo se le está llamando, ha puesto en alerta de que algunos adolescentes tienen un sentimiento de inseguridad a quitarse la mascarilla, porque temen ser rechazados o no ser aceptados del mismo modo que lo han sido en estos dos años, por sus iguales, que son tan importantes para ellos y ellas. Lo sufren, además, adolescentes, a quienes al inicio de la pandemia, costó sensibilizar de la necesidad de utilizar la mascarilla porque pensaban, por rebeldía, que no tenían peligro de contagio. Para los jóvenes que más riesgo tienen de sufrir este síndrome, la mascarilla ha acabado siendo de ayuda para sentirse cómodos consigo mismos, y ahora temen ser rechazados o no aceptados por sus iguales.
La mascarilla en la adolescencia ha supuesto una barrera más, de las que algunos jóvenes han tenido y tienen para poder cubrir o tapar posibles cambios físicos que sufren, como el brote del acné, el vello en la cara o el aparato de ortodoncia, unos cambios que les cuesta a veces asumir y que la mascarilla, de alguna forma, ha servido para cubrir.
El hecho de quitarse la mascarilla, les supone a algunos de los adolescentes, una dificultad, mucho más que un cambio en el aspecto físico, a lo que se suma, un tema emocional
Sabemos que en esta época de la adolescencia, se está creando su identidad, reconociendo su interior y aceptándolo. El hecho de quitarse la mascarilla, les supone a algunos de los adolescentes, una dificultad, mucho más que un cambio en el aspecto físico, a lo que se suma, un tema emocional.
Es verdad que después de 700 días, ir sin mascarilla casi siempre, puede provocar vulnerabilidad, miedo al contagio y desprotección entre la ciudadanía. De todas formas, es necesario ser muy prudentes, ya que sigue siendo necesario proteger a la población más vulnerable, a pacientes inmunodeprimidos y ..., por ello la retirada debe ser lenta y progresiva. Es importante actuar con cuidado y precaución, ya que si retiramos todas las medidas puede aumentar el número de casos.
Y es que aunque la mascarilla se haya convertido ya en una extensión más de nuestro cuerpo, es indudable que hay ganas de volver a verse las caras, aunque haya quien tenga miedo a exponerse socialmente.
Y mientras una gran parte de la población llevaba meses deseando que llegase este momento, otra parte reconoce sentir preocupación e, incluso, ansiedad
Y mientras una gran parte de la población llevaba meses deseando que llegase este momento, otra parte reconoce sentir preocupación e, incluso, ansiedad. La gente va a ir poco a poco perdiendo el temor al contagio, pero para algunos llegará a tener fobia por esta situación. El miedo a la enfermedad sigue ahí y por mucho que ahora veamos que la enfermedad ha ido cambiando, en nuestra cabeza sigue habiendo preocupación porque nos podamos contagiar.
¿Qué hacer para adaptarse?
Lo primero que hay que tener en cuenta es que al no ser obligatorio quitarla, la gente puede adaptarse al ritmo a lo que necesite.
En cuanto a la clave para perderle el miedo al sentimiento de inseguridad y desprotección, hay que ir de menos a más
En cuanto a la clave para perderle el miedo al sentimiento de inseguridad y desprotección, hay que ir de menos a más. Es decir, empezar a usar mascarillas de menos protección o ir quitándosela en sitios con menos gente e ir habituándose, poco a poco, a esas situaciones.
Porque al igual que ocurrió cuando las mascarillas llegaron a nuestra vida, este no deja ser otro proceso en el cual no hay un ritmo marcado. Cada uno puede volver a la “vieja normalidad” cuando así lo considere.
A pesar del temor inicial, el abandonar la mascarilla será para la mayoría de jóvenes un proceso progresivo que no supondrá problemas. La recomendación es no forzar a su retirada, sino tratar de dar confianza a quien se muestre reticente.
Ante ello, la pauta a padres y profesores en las aulas, es no forzar al adolescente a quitarse la mascarilla, sino tratar de darle seguridad y confianza, tras comprobar que su reticencia a quitarse esta medida pueda estar más asociada a temas emocionales o de aceptación
Ante ello, la pauta a padres y profesores en las aulas, es no forzar al adolescente a quitarse la mascarilla, sino tratar de darle seguridad y confianza, tras comprobar que su reticencia a quitarse esta medida pueda estar más asociada a temas emocionales o de aceptación. Es además importante explicar a los adolescentes que la mascarilla se puede retirar porque los profesionales sanitarios así lo consideran ya (aunque algunos pensemos que se podría haber esperado a tener unas cifras mejores, o a haber hecho una prueba piloto con escolares).
Si detrás de todo ello se aprecia que hay un miedo o una inseguridad en el adolescente, es necesario ayudarle a acostumbrarse a retirarse la mascarilla, haciéndolo en entornos más cercanos, de más confianza, con amigos, en los que puedan sentirse más a gusto, hasta que, poco a poco, vayan eliminando esa barrera, que es un objeto, que ha detonado una necesidad en otros planos.
Por tanto, la recomendación ante un caso de reticencia a quitarse la mascarilla es no forzar a retirarla, sino tratar de dar a esa persona seguridad y confianza, animándoles a que lo vayan haciendo a su ritmo. Es importante ayudar a acostumbrarse, haciéndolo en entornos de más confianza, evitando que el hecho de no llevar mascarilla les pueda generar angustia.
Es evidente de todas formas que la mascarilla es bueno que haya venido para quedarse más de lo que la llevábamos antes. Sin duda, en verano habría sido el momento de retirar las mascarillas, cuando la incidencia acumulada habría sido probablemente mucho más baja, pero bienvenido sea.
Lunes, 25 de abril a las 19:00 horas