Granada se encamina al confinamiento
Granada está en situación crítica. Y aunque desde el viernes los 174 municipios de la provincia deben guardar el cierre perimetral, es la capital la que dispara los datos de la propagación del coronavirus. Con una incidencia de 1.229,9 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días –sin que la Junta lo actualice desde el jueves-, la capital granadina es la que mayor tasa presenta entre todas las grandes ciudades de España. La tasa en la provincia es de 993.
La consecuencia es una presión insoportable para los hospitales.
La tasa se dispara
Granada capital triplica la tasa de Andalucía, con 451 casos por cada 100.000 habitantes; multiplica por seis la de Cádiz y Málaga; cuadruplica la tasa de Almería; triplica la de Huelva; multiplica por dos la de Sevilla y Córdoba y solo se le acerca y aún a distancia la de Jaén, con una incidencia de 854.
Los últimos días de esta semana –sin contar lo de este domingo- han sido demoledores, en los que la provincia ha sumado un total de 5.587 positivos más confirmados y 46 fallecimientos más, tras superar récords diarios desde el jueves, similares a la de los peores días registrados durante el estado de alarma. 55 brotes activos. Y, además, las curaciones de pacientes siguen a ritmo lento. En el último parte, 78, solo superado a la baja por Huelva, con 42, pero con 272 nuevos casos en 24 horas, frente a los cerca de dos mil de Granada.
Sin personal sanitario suficiente
La consecuencia es una presión insoportable para los hospitales. Los dos de la capital, el Virgen de las Nieves y el San Cecilio, han ampliado su capacidad para atender la masiva llegada de pacientes y planean nuevos recintos, mientras se llena el Doctor Olóriz, infrautilizado como tercer hospital. En esta última semana, 241 más, de los que 46 ingresaron en UCI.
Sin escuchar aplausos, los profesionales sanitarios redoblan esfuerzos, como al inicio de la pandemia. Ahora sí hay material de protección suficiente, pero como entonces, la falta de personal es notoria, como la de rastreadores, y las quejas de los sindicatos es diaria. La Atención Primaria, primera barrera de contención, se desangra.Desmontado el mantra de la Junta de que no hay médicos disponibles, es la falta de liquidez del SAS lo que impide las contrataciones suficientes para afrontar una segunda ola fatídica, alimentada por la relajación general de la ciudadanía.
La misma falta de liquidez de la Consejería que ha recortado las nóminas de los profesionales sanitarios este mes, en plena segunda oleada, al no cumplir la Junta su compromiso de abonar en su integridad el resto del complemento de productividad que les quedaba por percibir correspondiente a 2019, tras decidir su fraccionamiento en plena primera oleada
La misma falta de liquidez de la Consejería de Salud y Familias que ha recortado las nóminas de los profesionales sanitarios este mes, en plena segunda oleada, al no cumplir la Junta su compromiso de abonar en su integridad el resto del complemento de productividad -Complemento al Rendimiento Profesional (CRP)- que les quedaba por percibir correspondiente a 2019, tras decidir su fraccionamiento en plena primera oleada. Lo reveló SATSE Andalucía.
Y sin embargo, destina a la sanidad privada 130 millones que bien que podría incrementar las plantillas del SAS, no con contratos temporales, como ahora, de pocas semanas, sino de forma estable, como denunció la Coordinadora Andaluza de Mareas Blancas.
En la provincia de Granada, según este informe, hay 4 residencias medicalizadas: Centro Residencias Vista Nevada, en la capital (desde el 9 de octubre); Residencia San Jaime de Huéscar (desde el 21 de octubre); Residencia El Refugio, en la capital (24 de octubre); Residencia Nuestra Señora de Fonseca, en la capital (24 de octubre).
En la última semana, a los brotes declarados en residencias de Loja, Granada y Huéscar se han sumado nuevos focos en centros de Churriana de la Vega o Alhendín.
Improvisación y demora injustificada en tomar decisiones
En pocas semanas, la Junta de Andalucía ha pasado del optimismo al temor. Demoró sin justificación la adopción de medidas necesaria, como clamaba la evolución de la pandemia, y en un alarde de improvisación, fue aplicando en Granada medidas laxas, con poca base científica, como el cierre de la Universidad de Granada.
A partir de ahí, se impuso la improvisación, primero, con el cierre perimetral de la capital y el Área Metropolitana, y lo extendió una semana después, a los 174 municipios de la provincia, avalado por su comité de expertos, en el que 90 por ciento son cargos de la Junta, que llegó junto al toque de queda.
Todo ello, para evitar el confinamiento, -la única medida eficaz y con evidencia científica para contener la propagación del coronavirus- dado el lógico desgaste que supone para cualquier presidente que lo ordene. El Gobierno prepara un decreto por el que también dará potestad a las comunidades autónomas para aplicar el confinamiento. Ya no le servirá la pésima estrategia de evitar pedírselo a Pedro Sánchez, para que no parezca que acude al rescate de Andalucía.
Pero tras un mes de pruebas con medidas cada vez más severas para tratar de frenar la pandemia en una segunda ola que en Granada se descontrola, evitando a toda costa el confinamiento, poco llama a la confianza de doblegar la curva
A un mes de diciembre, su puente y su Navidad, lógico parecía extremar las medidas para aflojar en el final de año y dar aire al turismo, la hostelería y el comercio.
Pero tras un mes de pruebas con medidas cada vez más severas para tratar de frenar la pandemia en una segunda ola que en Granada se descontrola, evitando a toda costa el confinamiento, poco llama a la confianza de doblegar la curva.
Y más con una parte de la ciudadanía relajada y la otra, alarmada, de ver la insistencia con que se incumplen las restricciones en una difícil convivencia entre el miedo y establecimientos abiertos, a veces llenos, reflejo de unas medidas que hasta permiten las corridas de toros, mientras no se puede ir a los cementerios, si tus difuntos yacen en otro municipio.
Granada se enfrenta a las semanas decisivas. Pero puede que de seguir la gestión con pulso tembloroso, el confinamiento se retrase y sea inevitable aplicarlo en el peor momento.
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