Cines del Sur homenajea al cineasta iraní Abbas Kiarostami
El Festival Cines del Sur le ha dedicado al cineasta iraní Abbas Kiarostami un “discreto homenaje” a través de tres películas que tienen un nexo común: La indagación del cine como dispositivo, el diálogo del cine con otras artes, la pintura y la fotografía de manera especial, la conversación con otros cineastas…, la huida del relato para proponer la poesía como la forma más idónea de despojar al cine de sus semblantes, reduciendo al mínimo el rodaje, la falsedad del proceso de rodaje.
Correspondencias (2005-2008), Five (2003) y 24 Frames (2016) reflejan ese humanismo de un cineasta que logró “acariciar la realidad con su cámara” tratando, sin embargo, de ser todo lo humanamente invisible que podía ser en sus películas. Lo explica el responsable del Departamento de Áreas Audiovisuales de la Diputación y programador de la sección Transcine, José Luis Chacón, a través de las palabras del propio Kiarostami: “Yo trato de desaparecer de la película. Trato de hacer emerger la verdad, y el espectador ha de ser un testigo de la verdad sin intérpretes”.
José Luis Chacón. j.albornoz/cines del sur
Nunca estuvo en Cines del Sur pero el vínculo de Abbas Kiarostami (1940-2016) con este festival viene de largo.“Hubo varios intentos de traerlo para que diera en la Alpujarra algunos talleres”, y él siempre expresó su deseo de venir aquí, convencido quizás por ese Sur a donde se retiró su admirado amigo Víctor Erice. No pudo ser, señala Chacón.
La elección de estos títulos, programados hasta este viernes 8 de de junio en el Palacio de los Condes de Gabia, componen la historia de un director que ponía en duda siempre la verdad y los límites entre lo material y lo espiritual, un director que no hacía películas sólo para entretener sino películas para educar, y que apelaba más a la sencillez que a la grandeza.
Los planos secuencia, los niños y los caminos a través de la naturaleza son algunas de las señas de identidad de Kiarostami. Y en los tres títulos elegidos estas señas están presentes, como en mucho de su cine, además de la fascinación por otros cineastas mostrada aquí en forma de diálogo. Por Víctor Erice en Correspondencia, que recoge las cinco cartas que los dos amigos intercambiaron. Por Yasujiro Ozu en Five, en la que el iraní homenajea al maestro del cine japonés a través de cinco tomas únicas rodadas por el propio director en varias playas del mar Caspio y Asturias.
Y la fascinación por la vida en la obra que sería su último testimonio. En 24 Frames, la obra póstuma del director que se estrenó en Cannes en 2017, Kiarostami explicaba “cómo quería explorar lo que había más allá de una imagen, de un cuadro o una fotografía. Así nacía 24 Frames, un proyecto formado por 24 segmentos de exactamente cuatro minutos y medio de duración, en el que el director imagina el antes y el después de las 24 imágenes del título”. Videos en plano fijo, fotografías que toman vida, escenarios naturales habitados por caballos, pájaros y algún ser humano ocasionalmente; viñetas que llevan al espectador a la reflexión sobre la percepción, la naturaleza, el tiempo, y, en definitiva, la vida, explica Chacón.
Nacido en Teherán (Irán) en 1940, Kiarostami rodó más de 40 películas a lo largo de su vida. Aunque sería reconocido con la Palma de Oro en Cannes por El sabor de la cereza (1997), muchos serían los títulos con los que el director iraní sorprendería al público y a la crítica por igual. Un ejemplo es la Trilogía Kokker, formada por ¿Dónde está la casa de mi amigo? (1987), Y la vida continúa (1991) y A través de los Olivos (1994), todas rodadas en esta región del norte de Irán, y donde el director dejaría bien claras sus intenciones en el cine: la cotidianeidad, la mezcla de realidad y ficción y la preocupación por la infancia.