El último viaje de Colón a América en una caja de plomo de Riotinto
- El examen edafológico de la tumba de Colón en Sevilla demuestra que su ataúd emplomado procedía de las minas onubenses
- El Laboratorio de Antropología de la UGR ultima las investigaciones con ADN de una veintena de cadáveres para establecer el lugar más probable de su origen
Hace veinte años que el catedrático forense granadino José Antonio Lorente Acosta, director del Laboratorio de Antropología Física de la Universidad de Granada, se embarcó en el ambicioso y complicado proceso de averiguar todo sobre el Descubridor de América. Saber dónde nació y aclarar si los huesos conservados en la catedral de Sevilla y en el Faro de Santo Domingo pertenecieron a su cuerpo. Porque desde 1877, España y Santo Domingo se disputan la tenencia de los restos de Cristóbal Colón. Y pudiera ser que los dos lleven razón. Pero uno quería y ha dejado hacer; y el otro no se presta a la ciencia.
Los resultados de ADN en sus tres vertientes (mitocondrial, procedente de la madre; del cromosoma Y, heredado sólo del padre; y autosómico, mitad de la madre y mitad del padre) han sido concluyentes para establecer su trazabilidad de parentesco
Las investigaciones iniciadas en 2002 se están acometiendo desde diversas vertientes: genéticas, físico-químicas e históricas. El Laboratorio de Antropología accedió a la caja que se guarda en la catedral de Sevilla para realizar análisis del ADN y compararlo con los dos cadáveres de la familia Colón que se tienen guardados también en Sevilla, de los que no existe duda de su autenticidad: Diego Colón, hermano de Cristóbal, y el hijo de éste, Hernando Colón. Los resultados de ADN en sus tres vertientes (mitocondrial, procedente de la madre; del cromosoma Y, heredado sólo del padre; y autosómico, mitad de la madre y mitad del padre) han sido concluyentes para establecer su trazabilidad de parentesco.
Los estudios de ADN comunicados son concluyentes: los huesos que hay en Sevilla pertenecen a Cristóbal Colón. Su ADN es idéntico al de su hermano Diego.
Otra cosa muy distinta es que también en Santo Domingo quede otra parte de su cadáver, ya que la carga de la caja que llegó a España en 1899 contenía alrededor del 20-25% de los huesos de un esqueleto. Y para empeorar la situación, estaban en muy mal estado de conservación, con un alto grado de reducción a polvo y mezclados con tierra.
Los resultados ya han sido publicados y aceptados por la comunidad científica internacional. En ellos participaron especialistas en genética de la Universidad de Granada, de la Universidad de Santiago de Compostela, de la Universidad de Barcelona, de la Universidad Tor Vergara de Roma y del Instituto Max Plank de Antropología Biológica de Leipzig. Estos mismos genetistas han solicitado ya dos veces al gobierno dominicano poder acceder a su caja de huesos para hacer las mismas analíticas y comprobar si el cadáver de Cristóbal está compartido entre ambos países. Pero la respuesta dominicana ha sido negativa.
El profesor Lorente Acosta asegura en todos sus escritos y conferencias que “los huesos de Sevilla son de Cristóbal Colón” en vez de asegurar rotundamente que “los huesos de Cristóbal están en Sevilla”. No quiere ni puede descartar que también esté una parte en Santo Domingo
El profesor Lorente Acosta asegura en todos sus escritos y conferencias que “los huesos de Sevilla son de Cristóbal Colón” en vez de asegurar rotundamente que “los huesos de Cristóbal están en Sevilla”. No quiere ni puede descartar que también esté una parte en Santo Domingo.
El plomo del sarcófago procede de Riotinto
El profesor Lorente ha contado para sus investigaciones con la colaboración de la Facultad de Farmacia de Granada, concretamente con el departamento de Edafología y Química Agrícola que dirige el catedrático Rafael Delgado Calvo-Flores. Éste, a su vez, ha solicitado la colaboración especializada de laboratorios de París, Londres y Bilbao. Su cometido ha consistido en analizar la composición y origen del material que contiene la caja de la catedral de Sevilla. En ella trajeron restos de huesos muy deteriorados, tierra, conchas, madera, hilos, metales, etc.
El primer vistazo que les echó el catedrático de antropología Miguel Botella, ya detectó que algunos huesos habían sido sometidos a la eliminación de restos musculares o de putrílago en el año 1509. Eso le llevó a la conclusión de habían sido raspados de carne momificada para meterlos en una caja en Valladolid y transportarlos a Sevilla en 1513
El primer dato a través del potente microscopio electrónico ha desvelado que en la tierra arenosa que acompaña los huesos hay infinidad de materiales diferentes. Un especialista francés ha identificado y clasificado varios insectos y vegetales; todos ellos proceden de restos biológicos existentes en el suelo de la tierra caribeña sobre la que se asienta la catedral de Santo Domingo
Los resultados desde el punto de vista edafológico son ya conocidos en buena parte en la Facultad de Farmacia. Arrojan sorpresas y curiosidades que vienen a respaldar las teorías sostenidas por el catedrático forense. No obstante, también les hubiese gustado poder acceder a la caja que se guarda en Santo Domingo para poder cotejar resultados y saber si allí existe “la otra mitad o una porción” del cadáver de Cristóbal Colón. En este caso, la prueba del “algodón” no engañaría.
El primer dato a través del potente microscopio electrónico ha desvelado que en la tierra arenosa que acompaña los huesos hay infinidad de materiales diferentes. Un especialista francés ha identificado y clasificado varios insectos y vegetales; todos ellos proceden de restos biológicos existentes en el suelo de la tierra caribeña sobre la que se asienta la catedral de Santo Domingo. Hay infinidad de minúsculos caracolillos y conchas marinas. Estos se debieron adherir a los huesos de Cristóbal durante los más de dos siglos y medio que permanecieron en su bóveda del altar.
También han aparecido restos de yeso de las obras de fábrica de la bóveda y cristales de cuarzo. Este último elemento es vital para ubicar el lugar del planeta donde ha estado en contacto un hueso y otro material
Han aparecido también restos de madera quemada o carbón vegetal; se supone que pertenece a la caja de madera que rodeaba la de plomo, ya que era habitual enfundar el endeble metal en una estructura más resistente. El estar convertida la madera en carbón y no sólo en pudrición por humedad hace pensar que la bóveda de la catedral dominicana padeció algún incendio en época desconocida, probablemente en 1583. También han aparecido restos de yeso de las obras de fábrica de la bóveda y cristales de cuarzo. Este último elemento es vital para ubicar el lugar del planeta donde ha estado en contacto un hueso y otro material.
Sin duda que entre los materiales más interesantes encontrados en la tierra de la caja traída a España han sido los metales. Han aparecidos dos hilos, uno de oro y otro de plata; la hipótesis es que debieron pertenecer a la mortaja de Cristóbal Colón o quizás a alguna tela de lujo y adornos para ceremoniales. Es decir, a algún bordado.
Han aparecidos dos hilos, uno de oro y otro de planta; la hipótesis es que debieron pertenecer a la mortaja de Cristóbal Colón o quizás a alguna tela de lujo y adornos para ceremoniales. Es decir, a algún bordado
El metal más curioso encontrado entre el revoltillo de tierra ha sido el plomo, en dos formas. El primero y más abundante lo forman laminillas de plomo procedentes de la descomposición de la urna mortuoria. El segundo es un perdigón con forma de lágrima. Durante más de un año se ha procedido a analizar todas las minas de plomo de España hasta dar con la beta y fundición plúmbea de donde fue extraído el mineral y fabricadas las planchas con que hicieron la caja antes de llevárselos de Sevilla. Las láminas de plomo para enviar los restos de Cristóbal Colón y de su hijo Diego en dirección a República Dominicana fueron fabricadas con plomo de las minas de Riotinto-Aznalcóllar. En este caso, el resultado ha sido coincidente al cien por cien.
En cuanto al perdigón, se ha demostrado que tiene la misma procedencia. Fue fabricado en alguna torre de la comarca onubense mediante el procedimiento de lanzamiento al vacío, tamizado y enfriado en agua. La torre debió medir por lo menos diez metros de altura. Se conjetura que el perdigón debió ir adherido a la ropa de alguna persona y cayó a la caja mortuoria de manera casual. No puede proceder de un disparo de cartucho recibido por Cristóbal ni por su hijo Diego, ya que los dos fallecieron en la cama por enfermedad. Aunque podría proceder de alguna antigua herida de guerra.
El plomo de la caja donde estuvo Cristóbal Colón –y se supone que lo mismo le ocurrió a la de su hijo Diego– se descompuso en grado extremo debido a las condiciones de alta humedad y acidez que presenta el suelo de la catedral de Santo Domingo
El plomo de la caja donde estuvo Cristóbal Colón –y se supone que lo mismo le ocurrió a la de su hijo Diego– se descompuso en grado extremo debido a las condiciones de alta humedad y acidez que presenta el suelo de la catedral de Santo Domingo. Ese plomo se oxidó primero formando una capa protectora; con los años se fue carbonatando por capas que rompieron la pátina inicial protectora de óxido. El resultado final llevó a la completa mineralización y destrucción del objeto (la caja mortuoria).
También ha pasado por un análisis edafológico el polvo en que se han convertido los huesecillos de Cristóbal Colón. La visión y su analítica dejan bien a las claras el elevadísimo grado de degradación debido a las malas condiciones de humedad y acidez en que estuvieron guardados en la bóveda. Buena parte de esos huesecillos son inservibles a la hora de extraerle el ADN.
Al equipo de la Facultad de Farmacia de Granada sólo les queda pendiente por hacer el análisis de los carbones para saber el origen de la madera empleada. También se piensa completar con otra analítica de ombroclimas y freáticas en un próximo viaje a República Dominicana; así se conocerá la corrosividad de los enterramientos caribeños y su grado de aceleración temporal.
Al equipo de la Facultad de Farmacia de Granada sólo les queda pendiente por hacer el análisis de los carbones para saber el origen de la madera empleada
Todos estos resultados y las fotografías sacadas por el microscopio electrónico se van a incluir en una publicación en honor del catedrático Rafael Delgado Calvo-Flores, con motivo de su próxima jubilación en la Facultad de Farmacia.
Buscando a Colón en el área mediterránea
La siguiente cuestión a resolver es conocer el origen de Cristóbal Colón. La teoría histórica más extendida y aceptada es que nació en Génova. Incluso se dan los nombres de sus padres italianos, su profesión y fecha de nacimiento. No obstante, el propio Cristóbal sembró de duda sus orígenes. Eso dio pie a barajar infinidad de posibilidades, que se han ido agrandando con el tiempo. La mayoría apuntan al área italo-ibérica, pero incluso se baraja la posibilidad de los Balcanes.
Se comenzó por tomar muestras de ADN a 477 personas que llevan apellidos Colombo, Colón, Colom y similares en áreas del Norte de Italia y catalanoparlante (Cataluña, Baleares, Valencia y Sur de Francia). Se buscó establecer un mapa del ADN de esas personas y relacionarlos con el que ya se cuenta de la familia de Cristóbal Colón
Hace veinte años no se habían desarrollado suficientemente las técnicas de identificación y secuenciación genética. Por eso, Lorente Acosta metió los huesos de Colón en la caja fuerte y esperó mejor momento. En la actualidad se considera que se dan las condiciones y se ha decidido dar un paso adelante. Se comenzó por tomar muestras de ADN a 477 personas que llevan apellidos Colombo, Colón, Colom y similares en áreas del Norte de Italia y catalanoparlante (Cataluña, Baleares, Valencia y Sur de Francia). Se buscó establecer un mapa del ADN de esas personas y relacionarlos con el que ya se cuenta de la familia de Cristóbal Colón.
Los avances en genómica más recientes han beneficiado el estudio del cromosoma Y. Por eso se ha decidido, hace tan solo cuatro meses, dar el paso adelante y continuar con las investigaciones. Para ello, se ha procedido a tomar muestras a casi una veintena de cadáveres que pueden aportar información genética relacionada con Colón. O descartarla por completo. Los cadáveres afectados son el Infante Don Pedro (hijo del rey Enrique II, muerto en 1366); la princesa portuguesa Leonor de Avis; Aldonza Mendoza, duquesa de Arjona; Juan Fernández de Sotomayor, obispo gallego de Tui; descendientes del apellido portugués Ataide; varios cadáveres de navarros relacionados con el topónimo Ainza; de Don Carlos, príncipe de Viana y hermanastro de Fernando el Católico, etc.
El equipo científico ha tenido en cuenta prácticamente todas las tesis acerca del probable origen de Cristóbal Colón: las procedencias italiana, gallega, portuguesa, navarra, catalana, de Guadalajara, mallorquina y valenciana. No se ha descartado ninguna.
Principales tesis de investigadores históricos
El pasado mes de mayo de 2021, la Universidad de Granada convocó a diversos historiadores para que aportasen argumentos documentales sobre sus teorías en torno al origen de Cristóbal Colón. Cada uno de ellos la expuso de manera oral y dejó sus argumentos por escrito. Además de la histórica genovesa, las principales que se investigan son las siguientes:
- Teoría valenciana. Sostiene que Cristóbal Colón nació en Génova y se casó con una valenciana. Es defendida por Francesc Albadaner, de la Sociedad Catalana de Estudios Históricos del IEC.
- Teoría portuguesa 1. Colón era un corsario portugués llamado Pedro Ataíde, que huyó a Castilla en 1485. Era primo del noble Pedro Athayde, de ahí que se haya tomado el ADN de su cadáver. Esta tesis la defiende Fernando Branco, profesor de la Universidad de Lisboa.
- Teoría portuguesa 2. Colón era hijo bastardo de la princesa portuguesa Leonor de Avís y de Joao Menezez da Silva. La proponen los hermanos investigadores José y Antonio Mattos e Silva.
- Teoría portuguesa 3. Cristóbal era hijo bastardo el rey de Portugal. Lo convirtieron en un espía del reino castellano; su misión era despistar y alejar a los españoles de las rutas portuguesas por el Cabo de Buenaesperanza. Compartía orígenes judíos y genoveses. Esta idea es defendida por el investigador Carlos Evaristo.
- Teoría navarra. Colón era de la zona vasconavarra/Francia de Ainza (actual Ainhice Mongelos) y por eso trasladó este topónimo a las Indias. La defiende el médico José Mari Ercilla.
- Teoría mallorquina. Era hijo secreto del Príncipe de Viana, hermano de Fernando el Católico, y de la mallorquina Margarida Colom (de Felanitx). Esta tesis ya surgió hace tiempo; Colón habría bautizado la isla Margarida en recuerdo de su madre (en mallorquín). Ahora la defiende el investigador Gabriel Verd Martorell.
- Teoría gallega. Esta teoría ya surgió en 1898, con motivo del traslado de sus huesos a Sevilla. Se basaba en el lenguaje, la toponimia y la escritura del Almirante. Ha sido muy manejada por historiadores desde entonces. El origen del apellido Colón estaría en la zona de Pontevedra, emparentado con el eclesiástico Fernández de Sotomayor. La defiende actualmente Eduardo Esteban Meruéndano, en representación de dela Asociación Cristóbal Colón Galega “Celso García de la Riega”.
- Teoría castellana. Colón nació en Espinosa de Henares (Guadalajara). Era nieto de Diego Hurtado de Mendoza e hijo de la Duquesa de Arjona (Aldonza de Mendoza). La defiende el investigador Alfonso C. Sanz Núñez.
Con todos esos datos se está procediendo a hacer un documental y una miniserie; se trata de una coproducción de la empresa audiovisual Story Producciones y RTVE
Con las teorías expuestas anteriormente se comprende la larga relación de cadáveres propuestos para exhumación y estudios de su ADN. Con todos esos datos se está procediendo a hacer un documental y una miniserie; se trata de una coproducción de la empresa audiovisual Story Producciones y RTVE. En principio, se aseguró que los trabajos se iban a presentar hoy 12 de octubre de 2021, juntamente con el resultado de las investigaciones comandadas por el forense José Antonio Lorente. Se contaría todo lo relativo al Descubridor y se daría a conocer el orden de probabilidades genéticas, o el origen casi seguro, de Cristóbal Colón. Pero parece que el trabajo se ha retrasada y TVE no tiene fija la fecha de emisión.
Siglos XVI a XIX: Sepulturas de Cristóbal Colón y su familia
En el asunto hay implicados restos humanos repartidos por dos ciudades: Santo Domingo y Sevilla. Son hechos aceptados desde siempre por todos los investigadores que Cristóbal Colon, el principal protagonista, su hijo primogénito Diego y el hijo de éste fueron enterrados en el presbiterio de la catedral de Santo Domingo. En cambio, Diego –el hermano menor de Cristóbal– y el segundo vástago del almirante fueron enterrados con toda seguridad en la ciudad de Sevilla.
Veamos el caso de cada uno. Cristóbal Colón falleció en Valladolid, en 1506, y fue enterrado en esta ciudad. Hacia 1509-13, su hijo lo exhumó y se llevó sus huesos a Sevilla. Aquí estuvo hasta 1536 (ó 1540) en que su nuera se lo llevó a Santo Domingo (La Española), para cumplir así el deseo expresado por el descubridor de descansar eternamente en la primera tierra que pisó de las Indias. En aquel mismo viaje de 1536 (ó 1540), María Álvarez de Toledo, su nuera, también se llevó los restos de Diego Colón y Perestrelo, el primogénito del almirante; éste había fallecido en 1526 cuando se dirigía a Sevilla a la boda de Carlos V, y aquí estuvo enterrado durante la siguiente década.
También el hijo de Diego y nieto de Cristóbal fue a dar con sus huesos a Santo Domingo por expreso deseo suyo, en 1572
De otro lado, también el hijo de Diego y nieto de Cristóbal, de nombre Luis Colón de Toledo, fue a dar con sus huesos a Santo Domingo por expreso deseo suyo, en 1572. En suma, abuelo, hijo primogénito y nieto mayor quedaron enterrados en bóvedas del presbiterio de la catedral de Santo Domingo.
En tanto que Diego Colón, el hermano de Cristóbal, falleció en Sevilla en 1515 y quedó enterrado en el Monasterio de la Cartuja. Su tumba fue descubierta casualmente en 1930, cuando el edificio estaba convertido en fábrica de cerámica Pickman. Finalmente, otro hijo de Cristóbal Colón, Hernando Colón y Toledo, falleció en 1539 en Sevilla y fue enterrado dentro de la catedral hispalense, de donde nunca ha sido removido.
1795: primera remoción en la catedral dominicana
Mientras los dos Colones de Sevilla están plenamente identificados y asegurados, no ocurre lo mismo con el almirante Cristóbal y su hijo Diego. Su historia comenzó a complicarse en pleno siglo XVI; los eclesiásticos coloniales nunca dejaron registrado fehacientemente el hecho por el cual ninguno de los tres Colones enterrados en el presbiterio de su catedral no disponían de lápidas identificativas. Contrariamente a lo que ocurre con otros personajes del siglo XVI que sí tienen inscripciones en ese lugar. Parece ser que algún prelado decidió quitar las placas para evitar profanaciones de corsarios ingleses, o quizás debido a las continuas obras de la cabecera de la iglesia.
Aquella exhumación fue a todas luces una chapuza, que ha dado pie a que actualmente haya dos supuestas cajas de huesos de Colón, la de Santo Domingo y la de Sevilla
[Aquí hay que hacer un paréntesis para contar que el corsario inglés Francis Drake se apoderó de Santo Domingo en el año 1583, con un ejército de 2.300 hombres. Estableció su cuartel general en la catedral durante 30 días. Causó innumerables daños en el retablo, el coro bajo y la capilla mayor, donde encendían fuego con las maderas de los bancos y muebles. Quizás lo hicieran sobre las tumbas y por eso se carbonizaron las cajas de madera. Al final, recibió un tributo de 30.000 ducados por retirarse, aunque se llevó las campanas y lo que le gustó. Con posterioridad -en los años 1614, 1776 y 1778- se sucedieron terremotos que causaron graves daños en el edificio. Y poco después, un ciclón inundó por completo la catedral. El presbiterio original de 1524 fue remodelado profundamente en 1664. En 1877, el sacerdote Billini quiso recuperar el presbiterio original; fue entonces cuando se encontraron las criptas de los tres Colones, una de ellas ya vacía].
A partir de 1795 la situación se complicó debido a que La Española (isla que comparten actualmente República Dominicana y Haití) fue cedida por España a Francia por el Acuerdo de Basilea. En su retirada, el gobernador español decidió exhumar los restos de Colón y llevárselos a la cercana isla de Cuba, a La Habana. Aquella exhumación fue a todas luces una chapuza, que ha dado pie a que actualmente haya dos supuestas cajas de huesos de Colón, la de Santo Domingo y la de Sevilla (Eso sin contar que un médico de Génova también se llevó unos huesecillos de la catedral dominicana en el siglo XIX).
Los habrían extraído sin saber que, al lado, con un tabique de sólo 16 centímetros de por medio, estaba la tumba de su padre
Los dominicanos defienden que los restos de Cristóbal Colón nunca llegaron a salir de su isla. Eso fue debido a que quienes exhumaron sus restos se equivocaron de bóveda; en este caso, se llevaron los de su hijo Diego, que estaba paredaña en el suelo del presbiterio, lado del Evangelio. Los habrían extraído sin saber que, al lado, con un tabique de sólo 16 centímetros de por medio, estaba la tumba de su padre. Se habría tratado de una fatal equivocación causada por la falta de lápidas identificativas en el suelo próximo al altar.
La caja con los huesos del supuesto Cristóbal Colón –prosigue la tesis dominicana– habría partido hacia La Habana, ya puestos a salvo de los franceses. Los oficiales de Napoleón tomaron posesión de La Española en 1801 y la tuvieron ocupada hasta 1809. Tras el abandono francés, la isla atravesó por una larga etapa de inestabilidad: entre 1809 y 1821 la recuperó España; Colombia la quiso controlar en 1822; después se sumió en las guerras haitianas y conflictos revolucionarios, hasta que entre 1861 y 1865 volvió a ser colonia española. España se desvinculó por completo en aquel año de lo que ya era República Dominicana.
Un famoso canónigo de la catedral de Santo Domingo llamado Francisco J. Billini y Hernández acometió obras en el presbiterio de la iglesia y se topó con una cripta que se dijo desconocida. Corría el año 1877
Los gobernantes dominicanos se mostraron anglófilos o incluso partidarios de unirse a Estados Unidos. A pesar de ello, reclamaron varias veces a La Habana que les devolviese los restos del almirante Cristóbal Colón; el más machacón fue el general y presidente interino Gregorio Luperón (1839-1897). Pero, curiosamente, cuando el político estaba insistiendo en la recuperación de los huesos del Descubridor de las Indias, un famoso canónigo de la catedral de Santo Domingo llamado Francisco J. Billini y Hernández acometió obras en el presbiterio de la iglesia y se topó con una cripta que se dijo desconocida. Corría el año 1877.
En su interior había nada más y nada menos que una caja de plomo con los supuestos restos de Cristóbal Colón. Así lo explicaban las inscripciones del pequeño ataúd, de 44 centímetros de largo, por 23 de ancho y 21 de fondo. La tapa no estaba encajada, soldada o embreada como era habitual en el siglo XVI, sino unida con dos pernios atornillados. Obviamente, los dominicanos cesaron al instante de reclamar a Cuba los restos de Cristóbal. O sea, los españoles debían haber metido la pata durante la exhumación llevada a cabo 82 años antes; dijeron se habían llevado los huesos de su hijo Diego. Y ellos tenían los del Almirante descubridor.
Tufo falsario a partir de la acción del canónigo
El asunto se complicaba, pues a partir de 1877 ya había dos cajas con los supuestos restos del Almirante: la de La Habana y la de Santo Domingo. El canónigo J. Billini fue elevado a categoría de héroe nacional dominicano; la casualidad de las obras les había devuelto el mayor de los símbolos históricos de la isla (Los dominicanos continúan estando entre los mayores defensores del colombismo).
Pero quien lo protagonizó dejó serios rastros de duda, que conducen directamente a confusión o, sencillamente, a pensar en un comportamiento falsario en toda regla
Aquel descubrimiento casual ha sido defendido desde entonces como un error al no percatarse de que había dos bóvedas juntas, sin identificar. Pero quien lo protagonizó dejó serios rastros de duda, que conducen directamente a confusión o, sencillamente, a pensar en un comportamiento falsario en toda regla.
Para empezar, la caja hallada por el canónigo en 1877 era de plomo, sin cubrición de madera, y estaba prácticamente intacta, como si llevase enterrada pocos meses. Su interior estaba relleno con un cadáver casi completo, reducido tras una primera exhumación, pero con los huesos en muy buen estado de conservación. (Si se la compara con la estudiada en la Facultad de Farmacia de Granada, la diferencia es abismal).
En segundo lugar, la caja emplomada estaba rotulada con letras que identificaban claramente que se trataba de los restos de Cristóbal Colón (Se traducen como “Ilustre y Esclarecido Don Cristóbal Colón”). Además, figuraban D. de la A. en el exterior, que el canónigo Bellini tradujo como abreviatura de “Descubridor de América”. Si ya no era suficiente con que apareciese una caja de plomo sin sufrir los estragos del tiempo, ni los huesos sin corrosión por humedad y acidez… ahora también aparecía la inicial de la palabra AMÉRICA en un supuesto sarcófago enterrado hacia 1540. El vocablo América no se generalizó en castellano hasta muchos años más tarde; por entonces, aquellas tierras eran llamadas Indias Occidentales o Terra Incógnita (el plano Universalis Cosmographia de 1507 no se divulgó por España ni América).
No se tuvo en cuenta que, desde el punto de vista del derecho eclesiástico y como era costumbre, las personas más importantes eran enterradas en capillas, naves y presbiterios más al centro que las de menor rango; se procuraba que sus bóvedas estuvieran lo más cerca posible de la perpendicular del cimborrio o la paloma del Espíritu Santo. Por tanto, la bóveda de Cristóbal no sería la que estaba pegada a la pared, sino la más cercana al altar.
A partir de entonces, ningún investigador independiente ha sido autorizado a analizar la caja dominicana y su contenido. Menos aún en época reciente, cuando ya se disponen de sofisticados métodos de análisis físicos para conocer la composición del plomo, el ADN de los huesos, el origen de la tierra, la composición de las fibras, etc. Al catedrático José Antonio Lorente se le sigue toreando en República Dominicana desde que decidió aclarar todas las dudas pendientes. Que continúan siendo varias.
1898: Granada quiere los restos, pero se quedan en Sevilla
El 2 de julio de 1898 la armada española perdió la batalla de Santiago de Cuba. Nuestro país tenía claro que perdía la guerra y su última colonia americana ante la potencia militar de EE UU. Ya sólo se pensaba en la retirada y abandono de aquellas tierras.
La primera propuesta de acogerlos surgió en Granada en julio de 1898. Partió de la activa Sociedad Económica de Amigos del País. Su presidente se dirigió al Ayuntamiento de Granada, presidido por José Gómez Tortosa
Alguien volvió a acordarse de que desde hace un siglo reposaban en La Habana los restos mortales de Cristóbal Colón, procedentes de otra humillación militar ante los franceses. Era perentorio repatriar los restos del Almirante. Y lo primero que se pensó, tanto por la parte política como por los medios de comunicación, fue adónde llevar los huesos de Cristóbal Colón. Debería ser un lugar relacionado con la gesta descubridora y colonizadora colombina.
La primera propuesta de acogerlos surgió en Granada en julio de 1898. Partió de la activa Sociedad Económica de Amigos del País. Su presidente se dirigió al Ayuntamiento de Granada, presidido por José Gómez Tortosa. Fue convocado un pleno en el que se aprobó, por unanimidad, una moción adhiriéndose a la propuesta. Lo mismo hicieron la Diputación Provincial y la Cámara de Comercio. Le secundaron las más importantes corporaciones y asociaciones profesionales.
En los primeros días de agosto se mandató al diputado Fernando Pérez del pulgar y Blake (1838-1903), IV Conde de las Infantas, para que tramitase la petición de la ciudad de Granada ante el gobierno de España. La idea era que los restos de Cristóbal Colón, cuando llegasen de La Habana, fuesen enterrados dentro de la Capilla Real de Granada; no en la cripta-panteón de los Reyes, que no le correspondía por no ser de sangre real, sino en algún otro rincón. Quizás en la parte trasera donde están los de Hernando del Pulgar, o bajo el coro. El debate no había contado todavía con la Consejo de Capellanía Real, pero seguro que aprobaban la propuesta. Se entendió que el descubrimiento de América reuniría en un mismo edificio a los dos grandes protagonistas, Isabel I de Castilla y el almirante Cristóbal Colón.
El Conde de las Infantas se reunió con el presidente del gobierno de España, Mateo Sagasta, y se formalizó la aspiración granadina de ser tumba eterna de Colón. Hacía muy pocos años, en 1892, que un monumento de Benlliure había unido a Isabel y Fernando en el mismo proyecto. Además, Granada estaba repleta de simbolismo colombino: en el campamento de Santa Fe permaneció durante meses esperando convencer a los Reyes Católicos para que le diesen dinero y barcos en busca de un camino más corto a las Indias; en Santa Fe firmaron el contrato (17 de abril de 1492) y recibió Colón las primeras joyas y dinero de la Reina para alquilar tres carabelas y contratar tripulación; y a Granada volvió Colón al menos dos veces a dar cuenta a la corte de los Reyes de sus viajes a las Indias. No existía por entonces otro lugar más colombino que Granada.
Cuando en enero de 1899 se aproximaban a las costas españolas los restos de Colón, todavía se continuaba especulando sobre el definitivo lugar de reposo. Se hablaba también de La Rábida y de Sevilla. La decisión final la tomó su descendiente más directo; se trató de Cristóbal Colón de la Cerda, XIV Duque de Veragua
El asunto se publicó en prensa. A partir de ese momento empezaron a moverse otros intereses. Cuando en enero de 1899 se aproximaban a las costas españolas los restos de Colón, todavía se continuaba especulando sobre el definitivo lugar de reposo. Se hablaba también de La Rábida y de Sevilla. La decisión final la tomó su descendiente más directo; se trató de Cristóbal Colón de la Cerda, XIV Duque de Veragua; era un importante terrateniente y ganadero muy relacionado con el gobierno del momento. Los descendientes de Cristóbal Colón, de la rama de su hijo Hernando, quedaron a vivir en Sevilla. Allí habían enterrado a la mayoría de descendientes, allí estaba su hacienda y sus relaciones. Y la catedral sevillana estaba encantada con concederle un espacio para capilla mortuoria. El monumento que había preparado el escultor Arturo Mélida para colocarlo en la Catedral de La Habana, con proyecto de 1891, finalmente fue rematado y colocado en el templo sevillano en 1902.
En suma, Sevilla era una ciudad al alza y Granada estaba hacía tiempo en el limbo de la decadencia.