La enigmática lápida viajera del hermano de Muley Hacén
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Perteneció a la tumba del príncipe Yusuf (1450-67), tío de Boabdil; fue hallada en 1574 durante la construcción del Palacio de Carlos V y desapareció poco después
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Se cree que viajó en la nave capitana de la Armada Invencible y fue a parar a Betanzos, en cuya iglesia permaneció como altar hasta 1743; el diputado Juan Facundo Riaño la devolvió a la Alhambra en 1899
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Los cadáveres del príncipe Yusuf y de la familia real nazarita fueron reenterrados en el cementerio de Mondújar (en 1491), donde permanecieron hasta la construcción de la carretera de Motril
En el mes de diciembre de 1491, de manera secreta (aunque con conocimiento de los reyes cristianos) procedió a levantar la Rauda real de la Alhambra para llevarse los cadáveres de los reyes y reinas allí enterrados desde dos siglos atrás
El último rey musulmán de Granada, Boabdil, firmó la entrega de su reino a los Reyes Católicos el 25 de noviembre de 1491. Se retiraría con sus allegados a su señorío alpujarreño. Sus propiedades personales incluían parte del Valle de Lecrín, concretamente Mondújar. En el mes de diciembre de 1491, de manera secreta (aunque con conocimiento de los reyes cristianos) procedió a levantar la Rauda real de la Alhambra para llevarse los cadáveres de los reyes y reinas allí enterrados desde dos siglos atrás. No dejó constancia de cuántas tumbas abrió para llevárselas a Mondújar; eso se fue conociendo en siglos posteriores.
En 1526 comenzaron a abrir los cimientos del Palacio de Carlos V. La parte noreste de este edificio invadió el cementerio real alhambreño, con lo cual es de suponer que desaparecieron parte de los enterramientos. En 1574, durante la continuación de las obras del palacio cristiano, removieron la parte más céntrica de la Rauda musulmana. Aparecieron las tumbas vacías (cenotafios) de cuatro supuestos reyes; no obstante, las identificaron por las lápidas mortuorias erigidas en sus memorias. Eran las de los sultanes Muhammed II (fallecido en 1301), Yusuf I (1354), Yusuf III (1417) y el príncipe Yusuf (1467) (a éste se le confundió entonces con otro rey desconocido). La de Yusuf I se perdió muy pronto; las de Muhammed II y Yusuf III siempre han permanecido en la Alhambra; la que más nos interesa es la del príncipe Yusuf (Abul Hachach Yusuf); éste fue hermano menor de Muley Hacén y de Al-Zagal, príncipe de Almería y, por tanto, tío paterno de Boabdil.
Zona de la Rauda de la Alhambra en proceso de excavación, 1926. Aparecieron restos de cadáveres dejados en 1491 por Boabdil y dos esqueletos completos, como se ve en la foto de abajo. Foto de Torres Molina.
Comienza el viaje de la lápida
Algunas de las piezas artísticas e históricas de la Alhambra fueron a parar al norte de África, bien regaladas por Carlos V y Felipe II a los jerifes en señal de distensión diplomática. Bien por adquisición de andalusíes nostálgicos de su pasado. O simplemente fruto de un trasiego comercial. También cabe la posibilidad de que formaran parte de un cargamento de naves corsarias y berberiscas, tan abundantes en el mar de Alborán en el siglo XVI. El hecho es que la lápida mortuoria del príncipe Yusuf (y probablemente también la desaparecida del sultán Yusuf I) acabó en una galera o urca del Mediterráneo apresada por la flota castellana de vigilancia.
Unos pocos años después se encontraba entre la carga de un galeón de la flota que mandaba el capitán general de la Armada, el granadino Álvaro de Bazán y Guzmán (Granada, 1526-Liosboa, 1588). Este marino patrulló las costas mediterráneas y atlánticas toda en su juventud; fue uno de los principales actores de Lepanto (1571); ganó la batalla de Muros a los Franceses y se estableció en Lisboa a partir de la anexión de Portugal por España (1580). En los astilleros lisboetas fue botada en 1574 la que iba a ser su nave capitana entre 1580 y 1588: el galeón San Martín. El barco era el más imponente de su época, con casco de siete forros, 1.000 toneladas de peso, 57,3 metros de eslora, 9,3 de manga, 3 mástiles que sostenían la mayor superficie de lona del momento, artillado con 48 cañones (que llegaron a ser hasta 90), con una marinería/artilleros de 350 hombres y capaz de cargar a otros 300 soldados).
Algunas de las piezas artísticas e históricas de la Alhambra fueron a parar al norte de África, bien regaladas por Carlos V y Felipe II a los jerifes en señal de distensión diplomática. Bien por adquisición de andalusíes nostálgicos de su pasado. O simplemente fruto de un trasiego comercial
En el galeón San Martín iba cargada la lápida mortuoria del príncipe Yusuf. No sé en calidad de qué, si de lastre, de recuerdo-amuleto de la Granada de Álvaro de Bazán (a Lepanto se llevó la imagen de la virgen del Rosario que hay en la iglesia de Santo Domingo). O quizás simplemente de piedra de carnicero o del tahonero para preparar bizcocho-galleta con que se alimentaba la oficialidad (la piedra tiene rayas de cuchillo en el revés).
El bautismo de fuego del San Martín, al mando del granadino Álvaro de Bazán, tuvo lugar el 26 de julio de 1582 en la batalla de Isla Terceira (Azores), frente a corsarios franceses. Durante los seis años siguientes, hasta comienzos de 1588, continuó siendo la nave capitana del almirante general de la Armada española. Álvaro de Bazán enfermó gravemente en Lisboa y murió cuando preparaba la llamada Armada Invencible para invadir Inglaterra. No obstante, el galeón San Martín continuó siendo la nave capitana de la expedición, aunque comandada por el Duque de Medina Sidonia, Alfonso Pérez de Guzmán. En agosto de 1588 jugó un papel importante en la batalla de las Gravelinas y se vio obligado a rodear las islas británicas e Irlanda tras el fracaso de la invasión de Inglaterra. El galeón regresó al puerto de Santander el 21 de septiembre de 1588, donde fue reparado. El San Martín se batió contra el almirante Drake en su invasión de La Coruña del verano siguiente; estuvo en servicio hasta 1593, cuando fue desguazado por viejo en Lisboa.
Maqueta el galeón San Juan, incendiado el 4 de mayo de 1589. En él se sospecha que iba finalmente la lápida del príncipe Yusuf.
¿Fue la piedra sepulcral del príncipe Yusuf en alguno de los galeones que circunnavegaron Escocia? Este dato es imposible conocerlo. O, por el contrario, la piedra de carnicero fue trasladada al galeón San Juan (segundo en importancia de la flota portuguesa, 1.050 tm, 50 cañones; también bordeó las Islas Británicas) por causa que desconocemos. Los indicios apuntan a que la lápida se encontraba en el galeón San Juan a mediados del año siguiente, cuando se produjo la invasión de La Coruña por parte de tropas de Inglaterra. El galeón San Juan se refugió en la ría de Coruña, zona de Malvecín, donde se decidió encallarlo y prenderle fuego para que no cayera en manos inglesas (mayo de 1589). Los restos del pecio fueron recogidos por los vecinos de las aldeas que dan a la ría. Betanzos –a una legua de Malvecín- era por entonces un pueblo famoso por las tahonas dedicadas a fabricar lo que se llamaba bizcocho-galleta para proveer a las expediciones marinas; alguno de sus hornos de granito ha llegado a nuestros días.
Por los años finales del siglo XVI estaba inacabado el retablo tardogótico de la iglesia de Santa María del Azogue o del Mercado (Betanzos). Alguien que desconocemos llevó allí la losa de un extraño blanco Macael impoluto, con raras escrituras en una de sus caras
Aquí abro otra incógnita: ¿Estaría la lápida en el galeón San Juan? ¿Sería desembarcada del San Martín en Coruña? Tampoco lo sabemos. Lo cierto es que por los años finales del siglo XVI estaba inacabado el retablo tardogótico de la iglesia de Santa María del Azogue o del Mercado (Betanzos). Alguien que desconocemos llevó allí la losa de un extraño blanco Macael impoluto, con raras escrituras en una de sus caras. No debían saber que aquellos dibujos en realidad eran letras en caracteres árabes andalusíes, escritos en una lápida sepulcral. La losa medía 107 centímetros, por 62 de ancho, 8 de gruesa y un peso aproximado a cien kilos. Era ideal para encastrarla en el retablo. Y allí la colocaron sin saber de qué se trataba. Y pasó casi un siglo y medio sirviendo como altar cristiano…
Encontrada al desmontar el retablo
El día primero de enero de 1737, el cura de la iglesia de Santa María del Azogue (Betanzos) convocó a los parroquianos para pedirles su implicación en la reforma del retablo antiguo; deseaba reconvertirlo en otro de estilo barroco. Su intención era abrir un camarín central para la virgen de Belén, patrona del pueblo. Para ello había que desmontar la estructura de madera. Pero las obras tardaron en comenzar: lo hicieron en 1743 y las acabaron en 1748. Al desmontar el altar fue redescubierto el reverso de la lauda, donde figuraban unas extrañas letras, concretamente veinte líneas.
Retablo de Santa María del Azogue, con el camarín de la virgen de Belén en el centro. Al desmontarlo en 1743 fue hallada la lápida de la Alhambra, utilizada en el altar.
El arabista Pascual de Gayangos plasmó un calco de ella y confirmó que se trataba de una lápida procedente de la Alhambra, pero no de un rey, sino de un príncipe llamado Yusuf
Nuevamente la lápida –completamente intacta a pesar de tanto ajetreo viajero- estuvo dando tumbos por carnicerías y panaderías como tabla de trabajo. Hasta que en fecha desconocida fue trasladada al pueblo de Deixebre, en el camino hacia Santiago; parece ser que un tal Diego Mori, de Betanzos, se la había cedido a Jacobo Iglesias Moscoso (de Deixebre). Allí fue donde comenzó a circular el rumor de que se trataba de la lápida de un rey moro de Granada; algún arabista la había interpretado, en parte. Mr.Chessy hizo una traducción y el arabista Pascual de Gayangos plasmó un calco de ella y confirmó que se trataba de una lápida procedente de la Alhambra, pero no de un rey, sino de un príncipe llamado Yusuf.
Se publicaron varias noticias sobre el origen del cenotafio. Se conjeturaron varias teorías: que si llevada como lastre de un mercante brigantino que traía frutas y vinos gallegos a Andalucía; si había sido un peregrino a Santiago que la llevó como ofrenda al Apóstol; si fue un cantero gallego que participó en la construcción de la Abadía del Sacromonte, etc.
En 1877 entró en acción un personaje decisivo para el retorno de la lápida a la Alhambra. Se trató de Juan Facundo Riaño (Granada 1828-Madrid 1901), yerno del hispanista Pascual de Gayangos. Fue catedrático de Arte, académico de la Historia, diputado y senador durante veinte años
En 1877 entró en acción un personaje decisivo para el retorno de la lápida a la Alhambra. Se trató de Juan Facundo Riaño (Granada 1828-Madrid 1901), yerno del hispanista Pascual de Gayangos. Fue catedrático de Arte, académico de la Historia, diputado y senador durante veinte años. Llegó a director general de Instrucción Pública en el primer gobierno de Sagasta. Pero sobre todo recopiló los catálogos monumentales por provincias y creó (en 1877) el Museo Nacional de Reproducciones, que también dirigió durante unos años.
Juan Facundo Riaño, como académico de la Historia, pidió al ingeniero jefe de La Coruña que se hiciese con la propiedad de la lápida de Betanzos. Se encargó de hacer dos réplicas en yeso (una permanece en Coruña)… y la empaquetó con destino a su casa de campo a las afueras de Granada. Bajo el parral de la finca de recreo de Riaño estuvo la lápida durante muchos años. Hasta que en 1899 decidió donarla a la Alhambra para que la incluyeran en su museo; la donación quedó recogida y agradecida en el acta de la Comisión Provincial de Monumentos de 21 de septiembre de 1899. Manuel Gómez Moreno, su presidente, encargó a Antonio Almagro Cárdenas que hiciese una buena traducción y fotografías. El motivo era remitir un informe a la Real Academia de la Historia. Este informe manuscrito original, fotos y calcos permanecen archivados en la Academia. Almagro Cárdenas publicó su informe en varios libros durante los veinte años siguientes.
Arriba, acta de la Comisión Provincial de Patrimonio (21.9.1899) donde se recoge la donación de la lápida a la Alhambra. Debajo, fotografía enviada a la Real Academia de la Historia; la piedra estaba intacta.
Estado actual de la lápida, expuesta en la Alhambra, donde se aprecia partida en su parte inferior.
En cenotafio del príncipe Yusuf es el mejor de los tres que nos han llegado de la Rauda real de la Alhambra; está conservado perfectamente, a pesar de tanto trasiego por esos mares de Dios. Al hallarlo en 1574 se decía que estaba policromado en azul y oro; hoy nada queda de ello. La pieza fue llevada a la Exposición Universal de Barcelona en 1929; se le practicaron cuatro incisiones para colocarle una placa explicativa. Siempre, hasta su llegada a Granada, permaneció sin ningún daño. Pero hoy está partida en su parte inferior. No sabemos cuándo ocurrió, ya que en la fotografía de 1899 se ve que estaba intacta. En su parte trasera se aprecian indicios de que fue utilizada como tabla de trabajo.
Gracias a la inscripción funeraria de esta lápida se pudieron confirmar algunos datos de la dinastía nazarita. De quien no se tiene más noticia de su vida que ésta es del príncipe Yusuf; por el contenido de su texto se sabe que nació en 1450 y falleció en 1567. Era hermano menor de Muley Hacén; murió en el tercer año de reinado de su hermano. Emilio Lafuente Alcántara tradujo su muerte a causa del temible brote de peste de 1467; en cambio, Almagro Cárdenas tradujo que “padeció el martirio al golpe de una lanza”.
El misterio de las tumbas reales de la Alhambra
El cadáver del príncipe Yusuf ya no estaba en la Rauda real de la Alhambra cuando fue excavada por Torres Balbás a partir de 1926. El arquitecto conservador se encontró solamente con las tumbas vacías en la zona céntrica del recinto; solamente las zonas más alejadas tenían huesos revueltos; aparecieron dos únicos cadáveres completos que se supusieron parientes lejanos de la familia real nazarita. Se confirmaba que Boabdil los exhumó en diciembre de 1491 y los había trasladado. Casi con toda seguridad lo hizo al macáber (cementerio) de Mondújar; éste espacio estuvo situado desde la parte trasera de la rábita (hoy convertida en iglesia) hacia la zona del Cerrillo.
Existen abundantes referencias históricas de aquel traslado, además de escritos que lo demuestran. La Alhambra fue panteón real de la dinastía nazarita entre 1237 y 1491, si bien en varios lugares de la Sabica. Los Nasr, aquella importante familia hispano-árabe de la edad media, aportó 22 monarcas al Reino de Granada durante dos siglos y medio de existencia.
Estado actual del lugar donde estuvo el cementerio real de la Alhambra hasta 1491.
El cementerio musulmán o macáber de Mondújar se extendía desde la mezquita subiendo hacia un cerrillo que hay en dirección al castillo. Allí fueron depositados los restos de los monarcas nazaritas desenterrados de la rauda de la Alhambra en diciembre de 1491
El 25 de noviembre de 1491, Boabdil daba por bueno el texto que le presentaban en las Capitulaciones de entrega de Granada; a la familia real nazarita se le concedían unas tierras, una especie de señorío, en Andarax, extremo almeriense de La Alpujarra, además de respetársele algunas posesiones de origen familiar en el Valle de Lecrín, alhajas, muebles, telas, sirvientes, etc. A Andarax se dirigió a comienzos del mes de enero de 1492 con toda su familia y una corte de sirvientes, donde pensaba vivir alejado de todo poder político. El lugar elegido por los Reyes Católicos para el “destierro” de Boabdil (Mohammed XII) fue seleccionado estratégicamente, es decir, lo suficientemente alejado de la capital, lo suficientemente alejado del mar y lo suficientemente poblado (unas 7.000 almas en todos sus nuevos dominios).
Boabdil había ordenado exhumar a sus antepasados del cementerio real de la Alhambra para depositarlos en un lugar que -según él pensaba- iba a quedar en tierra bajo su dominio, con el permiso previo de los conquistadores. La alquería de Mondújar era una zona de propiedad familiar por vía materna, precisamente a los pies del castillo que pocos años atrás eligió su propio padre, Muley Hacén, para retirarse una vez derrocado por su propio hijo. Era muy probable que Muley Hacén, muerto hacia 1485-7, ya estuviera enterrado en tierras de Mondújar cuando la corte de Boabdil pasó por allí camino del exilio alpujarreño.
El cementerio musulmán o macáber de Mondújar se extendía desde la mezquita subiendo hacia un cerrillo que hay en dirección al castillo. Allí fueron depositados los restos de los monarcas nazaritas desenterrados de la rauda de la Alhambra en diciembre de 1491.
Moraima, la última reina enterrada en Mondújar
La felicidad de la pareja de monarcas desterrados, Boabdil y Moraima, debió durar menos de medio año en la localidad de Andarax, pues se tienen noticias de que uno de sus hijos murió por entonces, nada más serle devuelto por los Reyes Católicos. La infelicidad se iba a cebar aún más con el Rey Chico el 8 de julio de 1493, fecha en que decide abandonar definitivamente España; de ese día data la última carta autógrafa de Boabdil, dirigida a los Reyes Católicos y conservada en el archivo de Simancas, aceptando la venta del señorío de Andarax y su decisión de pasarse a África. Parecía que ya nada le ataba a la tierra de sus antepasados.
La infelicidad se iba a cebar aún más con el Rey Chico el 8 de julio de 1493, fecha en que decide abandonar definitivamente España; de ese día data la última carta autógrafa de Boabdil, dirigida a los Reyes Católicos y conservada en el archivo de Simancas, aceptando la venta del señorío de Andarax y su decisión de pasarse a África. Parecía que ya nada le ataba a la tierra de sus antepasados
La reina Moraima debió fallecer antes del 28 de agosto de 1493, pues en esta última fecha Hernando de Zafra escribió una carta a los Reyes Católicos en la que le daba cuenta de que Boabdil había enviudado y tendría menos inconveniente para abandonar el Reino: “La mujer deste Muley Baubdilí, murió, y creo que aprovechó su muerte para el servicio a Vuestras Altezas, porque su dolencia daba algún embarazo a la partida del Rey: agora queda más libre para lo que ha de hacer”. Es de suponer, por esta carta, que Moraima padecía alguna enfermedad que desaconsejaba el embarque al que desde meses atrás le presionaban los monarcas castellanos, temerosos todavía de que capitanease alguna revuelta.
Antes de que finalizara el verano de 1493, Moraima quedaba enterrada en el cementerio de Mondújar envuelta en un sudario de color blanco sin coser en cabeza ni pies. Suponemos que fue la última persona regia de los nazaritas sepultada allí; no hay referencia a que su hijo, fallecido unos meses antes en Andarax, también fuese trasladado aquí para que recibiera sepultura. En aquel enterramiento estuvieron presentes su rey viudo, su otro hijo, alcaides, mayordomos y varios sirvientes, que así lo atestiguaron años después en varios documentos.
Fotografía aérea de la zona de Mondújar de la zona donde estuvieron la mezquita y el cementerio musulmán hasta 1500. En diciembre de 1491 fueron enterrados los reyes de la dinastía nazarita traídos de la Alhambra. Las calles y la carretera de Motril removieron la mayor parte del viejo macáber.
Existen varias referencias escritas que autentifican Mondújar como lugar del segundo enterramiento de la familia real nazarí tras la toma de Granada. Las más importantes son sin duda las que contienen el Libro de Apeo y Repartimiento de Mondújar, con deslindes fechados en 1547, 1572 y 1593. Vecinos, conocedores y escribanos declaran que Mondújar tiene en la ladera del Cerro del Algarrobo (actual barriada del Cerrillo) un macáber en que fueron enterrados los reyes de Granada. En la referencia de 1547 se dice textualmente: “Un macáber grande de seis marjales poco más o menos por abrir que alinda con haza de Diego Aguilar y con Haza de Diego Escobar… donde dicen que están enterrados los Reyes Moros de Granada”. También se indica la existencia de la rábita Alcana en sus inmediaciones. En esta misma referencia de 1547 se hace la observación de que el antiguo macáber se había parcelado y se encontraba en proceso de puesta en cultivo.
Existen varias referencias escritas que autentifican Mondújar como lugar del segundo enterramiento de la familia real nazarí tras la toma de Granada. Las más importantes son sin duda las que contienen el Libro de Apeo y Repartimiento de Mondújar, con deslindes fechados en 1547, 1572 y 1593
En 1549 es Jusepe de Herrera quien va a relatarnos el por qué estaban enterrados en Mondújar los reyes de Granada: “Están enterrados al pie de la dicha fortaleza (habla del castillo de Mondújar), en una haça que se llama la rrauda, todos los cuerpos de los rreyes moros que fueron de granada al tiempo que fue de moros y después la rreyna horra mora se truxo desde Andarax, después de entregada la çibdad a los señores rreyes católicos, de gloriosa memoria, a enterrar a la dicha rauda, lo cual es cosa muy notoria y çierta, y la causa del trasladarse allí los dichos cuerpos fue pretender el rrey moro que se dezía el chiquito que se le diese la dicha fortaleza para su morada y aposento…”
Quedan, pues, suficientemente referenciadas las noticias acerca del lugar de enterramiento de Moraima y de los reyes de Granada en el viejo cementerio de Mondújar. A partir de las sublevaciones mudéjares de 1499-1500, el cementerio musulmán quedó en el olvido por dos causas: la pretensión de los conquistadores de que se abandonase el sistema de enterramiento de los musulmanes para una mayor cristianización de los sometidos y la apropiación por la fuerza de todas aquellas hazas por parte de Pedro de Zafra, hermano del secretario de los Reyes Católicos. Para dar cumplimiento a la necesidad de enterramiento de la población morisca de Mondújar fue habilitado un nuevo cementerio en la zona de Torna Alta, que funcionó hasta por lo menos la guerra de la Alpujarra (1568-71). En cuanto al viejo macáber musulmán donde se enterró a los reyes, debió seguir funcionando hasta comienzos del quinientos, pues ya en 1509 sabemos por un pleito de la Inquisición que se estaba rellenando de tierra para ponerlo en cultivo por parte de la viuda e hijos de Pedro de Zafra (muerto éste en la toma del castillo en 1500).
Redescubrimiento de la Rauda de la Alhambra
No volveremos a tener noticia del panteón real nazarita en la Alhambra y su posterior traslado a Mondújar hasta el año 1897. La vieja rauda alhambreña fue modificada en el siglo XVI por las obras del Palacio de Carlos V y parte de su solar dedicado a casa del cura de la iglesia de Santa María de la Alhambra. En aquella fecha decimonónica, el arquitecto conservador Mariano Contreras redescubrió la rauda al derribar un cobertizo anexo al Palacio de Carlos V. Incluso Manuel Gómez Moreno, en su Guía de Granada de 1892, incluyó referencia a que habían aparecido cuatro tumbas de reyes moros.
Arriba, aspecto de la Rauda de la Alhambra durante las excavaciones de 1926. Debajo, uno de los cadáveres trasladados desde Granada a Mondújar en 1491 (aparecido al construir la autovía en 2000).
Fue otro arquitecto conservador de la Alhambra, Leopoldo Torres Balbás, quien en el año 1926 inició unos trabajos de restauración en la rauda nazarí con un resultado sorprendente: localizó más de 70 tumbas vacías. Eran sin duda las fosas que un día ocuparon los príncipes, monarcas nazaríes y sus familiares; también había otras próximas, pero con algunos cadáveres dentro. La memoria de aquella excavación de Torres Balbás dice lo siguiente: “Todas tenían forma trapecial, más estrechas por los pies que por la cabecera. Su profundidad con respecto a la solería era de 1 metro a 1,50, y a menos de 1 de altura desde su fondo remetíanse algo los muros para que apoyasen las lajas de pizarra que las cubrían sirviendo de cobijas. En ninguna encontráronse huesos, lo que prueba que la traslación de los restos a Mondújar fue cuidadosa”. Fuera de este recinto, aunque próximo a él, nos dio noticias Torres Balbás de la aparición de otras muchas sepulturas, que sí contenían huesos, que debieron corresponder a personas ajenas a la familia real o de no tan alta alcurnia “… y por ello no se transportaron sus restos a Mondújar, o se hizo con poca atención”.
Se contaron 22 los reyes que tuvo el Reino de Granada entre 1237 y 1492, pero no todos ellos fueron a dar con sus huesos a la rauda real alhambreña. Se sabe que este panteón real comenzó a funcionar a partir de Ismail I; se tiene referencia a que algunos antecesores (Muhammad I, Muhammad III y Nazar) fueron enterrados en otra rauda que había en el monte de la Sabica, frente a la Alhambra, en lo que hoy es el Carmen de los Mártires
Se contaron 22 los reyes que tuvo el Reino de Granada entre 1237 y 1492, pero no todos ellos fueron a dar con sus huesos a la rauda real alhambreña. Se sabe que este panteón real comenzó a funcionar a partir de Ismail I; se tiene referencia a que algunos antecesores (Muhammad I, Muhammad III y Nazar) fueron enterrados en otra rauda que había en el monte de la Sabica, frente a la Alhambra, en lo que hoy es el Carmen de los Mártires; también se tiene referencia de que Muhammad V y Yusuf II fueron enterrados en otro cementerio en la zona del Generalife. Pero nunca se han encontrado sus modestas moradas fúnebres. Así nos lo cuenta, en parte, Ibn Al-Jatib en su Historia de los Reyes de la Alhambra, quien las vio personalmente y anotó las inscripciones de sus macabrillas.
Es seguro que los dos últimos reyes de Granada tampoco fueron enterrados en la Alhambra. Muley Hacén se retiró al castillo de Mondújar hacia 1485, tras ser destronado por su hijo Boabdil; su muerte ocurrió hacia 1485-7 y sobre su lugar de enterramiento se barajan dos lugares: Mondújar y Salobreña (La supuesta tumba en la cima del monte Mulhacén es sólo una leyenda). Y, por supuesto, tampoco Boabdil yace enterrado en lugar alguno de Al-Andalus. Tampoco los restos de Al-Zagal estuvieron en la Alhambra, pues falleció en su exilio de Tlemecen (su tumba fue hallada en 1857).
¿Restos removidos en 1988?
Hasta ahora hemos comprobado, a través de fuentes escritas y de las excavaciones de Torres Balbás, que la mayor parte de la dinastía nazarita estuvo enterrada en la Alhambra hasta 1491, desenterrados sus restos a finales de ese año y vueltos a enterrar en Mondújar. El olvidado macáber real de Mondújar había pasado a ser campo de cultivo durante casi cinco siglos. Se hacía necesaria una intervención de tipo arqueológico para comprobar fehacientemente la veracidad de las fuentes escritas.
La oportunidad llegó a comienzos del siglo XXI, en los años 2001-2. Con motivo de la construcción de la autovía Granada-Motril, las abundantes referencias históricas obligaron a efectuar una intervención arqueológica previa, que en este caso corrió a cargo de Ángel Rodríguez Aguilera y Sonia Bordes. El resultado de su informe está depositado en la Delegación de Cultura de Granada.
En las excavaciones previas a la construcción de la autovía a Motril (año 2000), se constató la existencia de tumbas del tipo Alhambra. Algunas ya las habían removido durante las obras de la carretera (año 1988).
Lo primero que comprobaron los arqueólogos al acotar la zona fue que el macáber musulmán de Mondújar ya había sido removido con anterioridad, concretamente durante las obras de construcción de la vieja carretera de circunvalación del pueblo. Este hecho había ocurrido en el año 1988. Antes de comenzar la excavación de 2001 se apreciaban tumbas cortadas en el talud superior de la carretera y huesos esparcidos por la cuneta.
Quedó demostrada la similitud en los sistemas de enterramiento entre la rauda de la Alhambra y el macáber musulmán del Cerrillo de Mondújar
Aquel detallado proceso arqueológico arrojó resultados sorprendentes que venían a confirmar Mondújar como lugar de enterramiento de los reyes de Granada. El primero de ellos, fue hallar una complejidad funeraria sin precedentes, muestra seguramente de la influencia que introdujo en su entorno el sistema alhambreño de enterramiento; asimismo, se comprobó una colmatación de este macáber en los años finales del siglo XV, como si de pronto muchas otras personas hubiesen deseado ser enterradas junto a las tumbas reales, o incluso familias nobles hispanomusulmanas hubiesen llevado también allí a sus muertos a enterrar. Esta práctica se mantuvo hasta los primeros años del siglo XVI, en que fue clausurado el cementerio mudéjar y abierto otro en la zona de Torna Alta en calidad de comunidad morisca o criptomusulmana. En este último caso, el sistema de enterramiento fue totalmente distinto y de unos ritos musulmanes decadentes.
Quedó demostrada la similitud en los sistemas de enterramiento entre la rauda de la Alhambra y el macáber musulmán del Cerrillo de Mondújar. En 2002 fue excavada la zona alta de lo que había sido el cementerio, pero la parte baja, la más cercana a la antigua mezquita y seguramente la parte noble donde fueron enterrados la mayoría de los reyes de Granada, había desaparecido por completo en los movimientos de tierra de 988. No se pudo profundizar en la investigación de campo.
Aun así, fueron escavadas casi 70 sepulturas con resultados dispares y sorprendentes. Todas ellas estaban intactas, jamás en cinco siglos habían sido abiertas hasta entonces. Las había con cadáveres completos, un grupo de tumbas pequeñas con los huesos apilados, tumbas infantiles y bastantes tumbas no albergaban cadáver alguno (cenotafios en sentido estricto). ¿Qué podría haber ocurrido?
Lo más inmediato era pensar que los enterradores habían puesto en práctica la ancestral costumbre musulmana de abrir fosas paralelas para enterrar los delitos del difunto, justo al lado de su tumba. Pero este hecho no es muy probable pues en aquella época y había caído en desuso aquel tipo de rito funerario arábigo. El hecho de que aparecieran bastantes tumbas vacías hacía sospechar que Boabdil retrasladó en secreto los cadáveres de sus ascendientes hasta Marruecos al partir en 1493.
El hecho de que aparecieran bastantes tumbas vacías hacía sospechar que Boabdil retrasladó en secreto los cadáveres de sus ascendientes hasta Marruecos al partir en 1493
En su informe arqueológico, Rodríguez Aguilera estudia tres posibilidades para explicar el misterio de las tumbas reales de Mondújar: primero, que las tumbas estuvieran ocupadas y los restos se hubieran visto afectados por algún tipo de reacción química que los hubiera deshecho; que estuvieran ocupadas y hubieran sido retrasladadas posteriormente a Marruecos; y en tercer lugar, que nunca hubieran estado ocupadas y todo hubiera sido una simulación.
La primera de las hipótesis se descarta “pues el relleno de la fosa es el mismo que el de otras tumbas que sí conservan restos humanos, por lo que la posibilidad de una descomposición por la acidez del suelo no tiene fundamento”. En cuanto a la segunda hipótesis, los arqueólogos procedieron a cribar la tierra del interior y someterla a analítica y llegaron a la conclusión de que había indicios de que aquellos huesos estuvieron enterrados anteriormente en otro lugar. La tercera posibilidad, la de que hubiesen sido restrasladadas, tampoco es descartable en algunas tumbas.
En esta excavación aparecieron también restos de la rábita Alcana mencionada por las fuentes escritas, alrededor de la cual fueron depositados los huesos traídos desde la rawda de la Alhambra a finales de 1491; este hecho ratificaría que estábamos sin duda ante las tumbas de los reyes nazaritas.
Levantadas para construcciones y por la carretera
No obstante lo anterior, a partir de aquí nos movemos en el terreno de las conjeturas. No parece muy probable que Boabdil acudiese en el verano de 1493 a dar sepultura a su esposa Moraima en Mondújar y, sólo un mes después, volviese a desenterrarla a ella y a todos sus antepasados para llevárselos consigo a Fez. Es poco verosímil; no se tiene ninguna referencia escrita de que Boabdil volviera nunca más a Mondújar y mucho menos de que lo hiciera para desenterrar tantos cadáveres y dejar las fosas selladas de manera tan perfecta. En la memoria y en los documentos de Mondújar, de la Inquisición y de la Alhambra quedaron siempre referencias de sus vecinos a que allí estaban enterrados los reyes moros de Granada. Jamás nadie mencionó un nuevo desentierro y traslado. Tampoco en los documentos que Pedro de Zafra y Gonzalo Fernández de Córdoba -encargados por los Reyes Católicos de supervisar el paso de Boabdil a África- mencionan que se llevara a sus antepasados muertos, cuando sí existe una completa relaciones de navíos, personas, bienes, etc. que se llevó consigo en su exilio definitivo.
¿Qué pudo ocurrir entonces? ¿Dónde están los restos de la dinastía nazarita? En primer lugar, la mezquita fue convertida en iglesia cristiana, para lo cual ya se destruyeron las tumbas más cercanas
¿Qué pudo ocurrir entonces? ¿Dónde están los restos de la dinastía nazarita? En primer lugar, la mezquita fue convertida en iglesia cristiana, para lo cual ya se destruyeron las tumbas más cercanas. Después continuaron construyendo casas, abriendo calles y convirtiendo el antiguo cementerio musulmán en zona de cultivo. Así durante siglos. En el año 1988 fue desmontado el terreno para hacer la carretera de circunvalación, con lo cual las excavadoras se llevaron las tumbas por delante. Los camiones llevaban revueltos algunos huesos. Al comenzar las obras de la autovía ya estaba hecho el daño en el cementerio de los reyes nazaritas de Mondújar; había sido removida la zona más importante, donde seguramente permanecieron olvidados durante cinco siglos la mayoría de emires y sus familiares. Es macabro y duro pensarlo, pero es bastante factible, muy probable, que buena parte de la dinastía nazarita repose olvidada para siempre bajo el asfalto de la autovía de Motril.