En el Día Internacional del Libro

Elogio a la lectura

Cultura - J.I.P. - Sábado, 23 de Abril de 2022
Porque leer te hace más libre. Un elogio a la lectura, en el Día Internacional del Libro.
Una pequeña librería en una ventana de la calle Molinos.
P.V.M.
Una pequeña librería en una ventana de la calle Molinos.

Nada como el discurso de Federico García Lorca pronunciado en 1931 en la inauguración de la biblioteca de su pueblo natal, Fuente Vaqueros, en la que habla del libro como "la mayor obra de la humanidad".

En un repaso cronológico desde sus precedentes en piedra hasta las publicaciones actuales en papel, el universal poeta llega a la invención de la imprenta para definirla como la "revolución de las almas". Sus palabras ensalzan la literatura como fuente de conocimiento frente a la ignorancia y como alimento espiritual más allá de las necesidades vitales, además de destacarla como horizonte para la liberación individual y colectiva frente a la opresión del sistema económico y político de aquel momento.

Contra el libro, enfatizó, "no valen persecuciones. Ni los ejércitos, ni el oro, ni las llamas pueden contra ellos; porque podéis hacer desaparecer una obra, pero no podéis cortar las cabezas que han aprendido de ella porque son miles, y si son pocas ignoráis dónde están". "Que esta biblioteca sirva de paz, inquietud espiritual y alegría en este precioso pueblo donde tengo la honra de haber nacido, y no olvidéis este precioso refrán que escribió un crítico francés del siglo XIX: "Dime qué lees y te diré quién eres", se despidió

"No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos", dijo Federico, quien instó "a los que no tienen medios, que acudan a leer, que acudan a cultivar sus inteligencias como único medio de su liberación económica y social".

Contra el libro, enfatizó, "no valen persecuciones. Ni los ejércitos, ni el oro, ni las llamas pueden contra ellos; porque podéis hacer desaparecer una obra, pero no podéis cortar las cabezas que han aprendido de ella porque son miles, y si son pocas ignoráis dónde están". "Que esta biblioteca sirva de paz, inquietud espiritual y alegría en este precioso pueblo donde tengo la honra de haber nacido, y no olvidéis este precioso refrán que escribió un crítico francés del siglo XIX: "Dime qué lees y te diré quién eres", se despidió.

Desde entonces, hasta hoy, entre otras razones, el consumo indiscriminado de la televisión ha fomentado la pereza intelectual.

Pero un libro llena cualquier soledad. Es el cruce de caminos en el que quedarse.

Ningún otro objeto se presenta tan agradecido porque el libro se deja coger, hojear y dejar en el estante. Ni protesta ni es celoso. Cuando se cierra está callado; cuando se abre nos habla. Desde sus páginas podemos conversar, en privado, con los hombres más portentosos de la historia. Con quienes son referentes de su tiempo y nos han dejado en sus libros sus descubrimientos y sus ideas.

Más libros, más libres.

A menudo, los libros, se nos parecen. A veces son un reflejo de quiénes somos; otras, de quiénes querríamos ser; otras de quiénes creen que somos o que querríamos ser aquellas personas que nos los regalan, incluso de quiénes querrían que fuéramos o que quisiéramos ser

A menudo, los libros, se nos parecen. A veces son un reflejo de quiénes somos; otras, de quiénes querríamos ser; otras de quiénes creen que somos o que querríamos ser aquellas personas que nos los regalan, incluso de quiénes querrían que fuéramos o que quisiéramos ser.

Puede que regalar un libro sea el mayor de los halagos, aunque lo dispute con flores o música.

Es necesario convencerse y convencer a nuestros jóvenes, de que la lectura nos otorga la libertad. Esa misión insustituible que la historia del libro ha prestado a la historia de la humanidad.

Hoy, puede más que en el pasado, es preciso volver al libro.

Y si los adolescentes corren el riesgo de perder para siempre el placer de leer y el privilegio de aprender desde la letra impresa. Ayudémosles.

Porque leer te hace más libre.