“Nos vemos en otra resurrección”, dijo la voz de Los Cero. Que así sea

091 se despide con un concierto legendario para la historia del rock

Cultura - Juan I. Pérez - Domingo, 18 de Diciembre de 2016
La maniobra final de los Cero, con la que cerró el año de su vuelta a los escenarios después de veinte años, dejó el sabor amargo de una despedida, pero también un concierto legendario en el Palacio de los Deportes de Granada para la historia del rock español.
El último saludo de los Cero sobre un escenario.
Julia S.G.
El último saludo de los Cero sobre un escenario.

“Nos vemos en otra resurrección”, dijo José Antonio García, la voz de 091, más hablador que nunca, al inicio del último bis de una noche mágica, antes de que la banda, memorable durante las dos horas y cuarenta y cinco minutos de actuación, encarara ‘Cómo acaban los sueños’, como metáfora de una año en el que tomaron cuerpo y alma sobre los escenarios para demostrar que el rock elegante con poemas de letras sigue vigente, más que nunca. Pasen veinte años o veinte años más.

“Nos volveremos a encontrar. No sabemos cuándo ni dónde, pero volverá a brillar el sol”, dice Lapido

Porque es la banda sonora de varias generaciones que pasan el legado, como se comprobó entre el público, con niños y niñas coreando las letras y luciendo camisetas de tallas mini, de una banda mítica a sus hijos e hijas, como parte esencial de los mejor de ellos mismos, con discos y canciones irrepetibles, que disparan al corazón de los desencantados para construir un sentimiento inmortal, que nos hacen más fuertes.



Más viejos y cansados, pero más sabios, probablemente muchos de los que ayer despidieron a los Cero ya lo hicieron hace veinte años. Y otros muchos, acompañados de sus hijos. Despedirse dos veces de quien quieres, respetas y amas deja secuelas. Aún no se conocen los efectos que genera el doble adiós a una banda de rock, como 091, tras creer que ya no regresarían. Pero “nunca se sabe”, como canta Lapido. A la espera del incierto regreso, ahí dejan el doble disco en directo con el DVD del concierto en la Plaza de Toros de Granada y la reedición de sus discos. Hay material para no aburrirse mientras sucede otro milagro.

A la una menos cuarto de la madrugada, los Cero terminaban de tocar con desenfreno Fuego en mi oficina, la canción con la que todo comenzó, allá por 1983, para terminar un largo concierto y acabar con ella un viaje interminable, porque “la historia de 091 seguirá viva en cada uno de vosotros”, remataría con voz casi quebrada por la emoción José Antonio García.

Maniobra final

Ajenos a la lluvia y el frío en el exterior, el público que acudía al recinto del Zaidín mantenía ese ritual tan especial de noches míticas de conciertos. Aquellas que se recuerdan en conversaciones o en la intimidad. Después de cuarenta conciertos por todo el país, en salas de todos los tamaños y festivales, Ceronoventayuno concluía en casa, en Granada, su ‘Maniobra de resurrección’, de lo mejor que ha pasado en este año de 2016, que se va lentamente por el desagüe del tiempo.

José Antonio García, en plena actuación. Julia S.G.

Puntuales a su cita, comenzaban a apagarse las luces mientras se escuchaba una versión acústica de la Canción del espantapájaros y las pantallas de vídeo mostraban el videoclip de la Maniobra final. Luego, aparecieron en el escenario José Ignacio Lapido, que debería ocupar la letra ‘r’, de rock en el sillón de la RAE, Tacho González, Jacinto Ríos y Víctor Lapido para toar Palo cortao, tras el breve sonido de la instrumental pendenciera de Ennio Morricone.

Y como ya se sabe, irrumpe José Antonio García con armónica. Ya estaba al completo la formación que se despidió en el Anfiteatro de Maracena el 18 de mayo de 1996 y que este año resucitaban de entre los muertos.

Y arrancan en un concierto con un desarrollo distinto al habitual de la gira y de los ofrecidos en la Plaza de Toros de Granada en mayo.Por delante 32 canciones magistrales, como Zapatos de piel de caimán, El deseo y el fuego, Esperar la lluvia, para encarar la sublime Escenas de guerra, que estremeció. Luego, El lado oscuro de las cosas para dar paso al Baile de la desesperación.

Y José Antonio García, quien ya había dado las buenas noches, dijo: “Volvemos donde todo comenzó. Y después de cuarenta conciertos este es el mejor regalo. Muchas gracias por esperarnos. Todavía nos queda una gran noche por delante. Cantad cada canción como si fuera la última. Bienvenidos a nuestra maniobra final”.

La banda se volcó en su segunda despedida en veinte años de los escenarios. Julia S.G.

Y estalló el Palacio de los Deportes, y se escuchó el grito de voces: “Cero, Cero, Cero…”

Una espléndida Tormentas imaginarias dio paso a Nada es real, En el laberinto y Huellas.

Eran las once de la noche y sonaba Nubes en forma de pistola, Calle del viento, Nuestro tiempo, Qué fue del siglo XX, La noche en que la luna salió tarde, Otros como yo, Sigue estando Dios de nuestro lado.

Y vuelve a sonar el grito como un clamor: “Cero, cero, cero”, para que la voz de los Cero agradecieran al equipo técnico, a su familias y al público fiel que se han volcado en la gira y que “esperó otros vente años” y puede volver a esperar otros veinte años.

Seguía el concierto. Una fiesta, con Cielo de color vino, Camino equivocado y En la calle, para despedirse con La Torre de la Vela, momentáneamente.

Lapido: “Nos volveremos a encontrar”

En otro de los momentos estelares, José Ignacio Lapido, con la acústica, presentaba la Canción del espantapájaros y aludía a ella para decir: “Nos volveremos a encontrar. No sabemos cuándo ni dónde, pero volverá a brillar el sol”. El Palacio se caía.

Nunca antes sonó con tanta amargura 'Hurricane' de Bob Dylan, la canción que cerraba los conciertos de Ceronoventayuno en esta gira

Tras ella, Cementerio de automóviles, y una sorpresa esperada tras su estreno en Sevilla: Venus, como se la conocía o Un minuto de emoción, una de las grandes canciones de 091, nunca grabada. Esa canción iba incluida en la maqueta que presentaron a Polygram cuando les ficharon en 1992. En aquella maqueta también iban Es hora de enloquecer, Es sólo una señal y Para impresionarte.  Y aunque el grupo siempre pensó que les ficharon por esta canción, a la hora de la grabación, la descartaron porque les pareció que no iba con el estilo general del disco.

Esta canción, inédita, se ha convertido en una canción de culto, conocida por accidente porque alguien se hizo con aquella maqueta y la difundió.

Anoche sonó por primera vez en Granada ante el público. Un estreno en una despedida.

Y para terminar la maniobra final, entre el apoteosis, Cómo acaban los sueños, La vida qué mala es y Fuego en mi oficina, como traca final.

La despedida final. Julia S.G.

Los integrantes de la banda se abrazan entre ellos y saludaron al público, que le arrojaba algunas flores.

Nunca antes sonó con tanta amargura Hurricane de Bob Dylan, la canción que cerraba los conciertos de Ceronoventayuno en esta gira.

Si por el público fuera, resucitado quedaba 091 para siempre, inmortal su música, sonido y estilo.

Y si hay que creer en reencarnaciones, José Ignacio, José Antonio, Tacho, Jacinto y Víctor, marcadnos el camino de la espera. Sobra experiencia en paciencia.