La sentencia del Juzgado de lo Penal 1 de Motril condena al pastor, un vecino de Castell de Ferro, de 57 años, con numerosos antecedentes policiales, a tres años de cárcel y un día por un delito contra la salud pública y por tenencia ilícita de armas. Además, le impone una multa de 252.000 euros con un mes de privación de libertad en caso de impago o de insolvencia, y el pago de las costas procesales. 

 

Los hechos ocurrieron en julio del 2016 cuando agentes de la Guardia Civil de Motril localizaron 5.160 plantas de diferentes tamaños y una caja que contenía unas 3.000 semillas de marihuana, en una finca situada en el paraje del Hornillo, en el término municipal de Lújar .

 

Las plantas, que arrojaron un peso de algo más de 192 kilos, resultaron ser de cannabis sativa y eran cultivadas por el ahora condenado para su venta o donación a terceras personas. 

 

La sustancia aprehendida fue valorada por la Oficina Central Nacional de Estupefacientes en 251.676 euros. 

 

Al pastor, que carecía de licencia de armas, también le fue intervenida una escopeta calibre del 12, así como 13 cartuchos en correcto estado de funcionamiento y apta para disparar la munición. La escopeta, que ocultaba junto a la plantación, entre unos sacos, había sido robada en Madrid en el año 1988.

 

Disponía de ella para la defensa del ganado que tenía en la finca, ya que había sufrido ataques de animales salvajes, según esgrimió.

 

Los agentes del Área de Investigación de la Compañía de Motril averiguaron que el individuo ahora detenido se dedicaba al cultivo de 'cannabis sativa' y a la posterior elaboración de marihuana. Lo complicado de la investigación, no obstante, fue averiguar dónde tenía la plantación.

 

Al ser pastor, el detenido conocía perfectamente la Sierra de Lújar y aprovechó uno de los lugares donde conducía el ganado para abrevarlo, para crear un sistema de riego por goteo utilizando el agua del abrevadero y conducirla hasta distintos bancales en los que había plantado el 'cannabis'.

 

Estos bancales estaban separados unos de otros y distribuidos a lo largo del barranco, y estaban protegidos de la vista por la propia orografía del terreno y por la abundante vegetación.

 

El detenido había dispuesto las plantas en distintas fases de crecimiento para asegurarse varias cosechas a lo largo del año.

 

Una vez localizadas las plantas, los guardias civiles se afanaron en desmantelar la plantación, con la dificultad añadida de que tuvieron que transportar las más de 5.000 plantas campo a través, durante más de un kilómetro, hasta el camino más cercano.

 

Además de las plantas y de la escopeta robada descubiertas, los agentes también intervinieron al detenido productos fitosanitarios específicos para el cultivo del cannabis, 1.000 maceteros en los que ya crecían los primeros brotes de una futura plantación y un tarro con numerosas semillas.