Emilio Herrera Soler, nieto de Emilio Herrera Linares:

‘Que el ejemplo que nos dio nunca se olvide’

Ciudadanía - IndeGranada - Viernes, 14 de Septiembre de 2018
Reproducimos por su trascendencia la intervención de Emilio Herrera Soler, nieto de Emilio Herrera Linares, durante la inauguración de la estatua dedicada a su abuelo en la que desvela pasajes desconocidos de una de las personalidades más brillantes del siglo XX, que reflejan su inquebrantable compromiso con la República y sus excepcionales valores.
Emilio Herrera Soler, junto a miembros de la comisión organizadora del Año Emilio Herrera Linares.
S.G.
Emilio Herrera Soler, junto a miembros de la comisión organizadora del Año Emilio Herrera Linares.

“Gracias a la voluntad inquebrantable de la Universidad, de la Diputación, del Ayuntamiento y en realidad de todo el pueblo de Granada, se ha hecho posible la inauguración de esta escultura de mi abuelo Emilio Herrera Linares.

Al honrar la memoria de un granadino ejemplar se honra a todos los granadinos.

A este respeto, quiero añadir un especial agradecimiento a la profesora Elvira Martin Suarez por sus incansables esfuerzos que hacen realidad estos momentos y los artistas de esta magnífica obra.

Por haber conocido muy bien a mi abuelo y convivido con él varios años en el exilio de su pisito de París, estoy seguro que le hubiese gustado dirigirse a vosotros, estudiantes de esta universidad, que él también frecuentó al principio de su carrera científica.

En estos tiempos de incerteza en donde en la mente de cualquier estudiante, que tiene la vida por delante y al que le surgen dudas sobre el camino que le reserva la vida, mi abuelo le diría dos cosas fundamentales:

Jamás abdicar de los principios que hacen el ser humano mejor. Y para lograrlo, pon tu mirada más allá del horizonte más allá de las nubes y de la niebla que nos rodean.

El ser firme en sus principios, a parte de su brillante inteligencia como científico, es lo que llevó a Emilio Herrera Linares a ser respetado por su país y su tierra de Granada

No les voy a hablar de sus méritos como científico, posiblemente uno de los más brillantes de la España del siglo veinte. Para eso podéis visitar el Museo Jardines de la ciencia en donde se le ha dedicado una sala especial, pero también os podéis interesar por los escritos de numerosas personalidades e historiadores, como el granadino Emilio Atienza y otros como Manuel Abejón, que han estudiado todo lo que ha aportado mi abuelo a España y al mundo de la ciencia.

Hoy, haré solamente hincapié sobre su vida austera como exiliado por haber respetado su palaba de militar de servir el gobierno legal de su país. Por esta única razón, abandonó España y una vida confortable llena de éxitos al final de la guerra civil. Pasó el resto de su vida en un modesto apartamento en un quinto piso sin ascensor y sin cuarto de baño (nos lavábamos en la cocina) en un barrio popular de París.

Durante casi treinta años de exilio permaneció a la espera de que se devolviera al pueblo español lo que le había arrebatado una dictadura, o sea la democracia y el derecho a decidir de su pueblo. En París, firme en sus principios y acompañado de su insuperable esposa, Irene Aguilera, vivió modestamente de la publicación de sus artículos en revistas científicas. Sufrió la ocupación de la Alemania nazi hasta el final de la guerra mundial arriesgándose en todo momento a ser deportado a un campo de concentración, como muchos de sus compatriotas.

Les voy a contar dos episodios que ilustran perfectamente su personalidad y su manera de afrentar la vida como ser humano.

Al llegar a París como refugiado en 1939, el gobierno francés viendo la miseria en la que salían de España los refugiados, decidió otorgarles un apoyo financiero para que pudieran iniciar una nueva vida. Mi abuelo no aceptó esa oferta generosa, argumentando que él tenía manera de ganarse la vida escribiendo artículos científicos en la revista francesa ‘Génie Civil’ y que mejor era dedicar ese dinero para ayudar a los refugiados más necesitados.

Poco tiempo después, con la entrada de los nazis en París, estos descubrieron las listas de los refugiados españoles y muchos de ellos acabaron en los campos de concentración en Alemania. Mi abuelo se salvó al no aparecer en ellas, gracias a su generosidad hacia sus compatriotas refugiados.

Otro episodio que demuestra la firmeza de sus convicciones fue cuando Naciones Unidas le ofreció en Ginebra un puesto importante en el organismo de energía atómica. Mi abuelo aceptó con entusiasmo por ser un sector que dominaba a la perfección. Además, dadas las condiciones salariales que le ofrecieron, permitirían vivir finalmente de manera digna. Pero a los pocos meses, España fue aceptada como miembro de la ONU y entonces, sin dudar un minuto, presentó su dimisión por ser España un país dirigido por un dictador.

Estos ejemplos ilustran perfectamente su personalidad. Abandonó una vida que hubiera sido confortable y llena de éxitos, por mantenerse firme en sus principios.

Como diría Víctor Hugo, al que mi abuelo admiraba por sus ideas:

‘Sin la estrella de la verdad moral, el alma humana no es más que una noche negra’

‘No lo lloréis, imitadlo’, exclamaron los aviadores de la República que sobrevivieron al conflicto, al enterrar sus restos en el cementerio de la Alhambra y que lucharon a sus órdenes.

Añadiría para terminar

Hoy, en el día que festejamos la fecha de su muerte, más que nunca añoramos personajes como el granadino Emilio Herrera Linares en una España que sufre de la ausencia de pulcritud democrática, una España ahogada por demasiados políticos corruptos que se están apoderando de la res publica para sus beneficios particulares y donde los valores éticos se están esfumando, si no hay una reacción suficientemente robusta de la ciudadanía para regenerar el sistema.

Un recuerdo muy especial para mi padre el poeta José Herrera Petere también muerto en el exilio en Ginebra y que luchó contra Franco en las tropas republicanas. Otro para mis dos hermanos fallecidos que tanto respeto y admiración le tenían a nuestro abuelo.

Por todo lo anterior expuesto, mi deseo y creo el de todos vosotros y vosotras es que el ejemplo que nos dio este granadino nunca se olvide".

Emilio Herrera Soler

Granada, 13 de septiembre de 2018