Esquía en primavera en Sierra Nevada.
Artículo de Opinión por Pilar Mesa Arroyo

'De esta, podríamos salir mejores'

Ciudadanía - Pilar Mesa Arroyo - Miércoles, 30 de Abril de 2025
Pilar Mesa Arroyo nos ofrece una reflexión, al hilo del apagón total que vivimos este lunes, que merece la pena leer.
Reloj urbano parado a la hora del apagón.
IndeGranada
Reloj urbano parado a la hora del apagón.

O seguramente no pero me apetecía mirar las cosas desde un punto de vista optimista. Al fin y al cabo, parece ser que estar asustados y tristes tampoco nos va a salvar de nada.

Como sabemos, el apagón de este pasado lunes duró solo hasta la tarde en algunas zonas pero en Granada no llegó la luz hasta las cuatro de la madrugada y en otros lugares sufrieron la oscuridad y la desconexión durante toda la noche o más.

La tarde y noche del lunes 28 de abril, el lunes del apagón vimos gente en la calle y el barrio a la que no vemos nunca, había abundantes jóvenes, niños y mayores pasando el tiempo en los parques y en las placetas de los bloques

La tarde y noche del lunes 28 de abril, el lunes del apagón vimos gente en la calle y el barrio a la que no vemos nunca, había abundantes jóvenes, niños y mayores pasando el tiempo en los parques y en las placetas de los bloques. Raramente hablamos entre nosotros, los vecinos, los padres en las puertas de los colegios, los clientes en las tiendas e incluso los viandantes para pedirnos información e incluso para preocuparnos los unos por los otros.

Los coches respetaron más que nunca a los peatones y a otros automóviles, tenían que pararse en los semáforos pero incluso se detenían, como no suelen, en los pasos de peatones. Supongo que se mostraban compasivos con esos pobres peatones que andábamos algo acelerados, por ejemplo, de camino a recoger a los niños al colegio o al instituto sin poder llamar por teléfono ni a los centros, ni a casa ni a familiares.

Nos informamos por la radio como pudimos y recurrimos a los libros como forma de entretenimiento. Cenamos en balcones bajo la noche estrellada sin televisión, móviles, ni tabletas a salvo de redes sociales, mensajes y agobios, hablando entre nosotros.

Incluso los padres recordábamos cómo cuando éramos pequeños algunas tardes y noches se iba la luz por barrios o en pueblos y hacíamos los deberes a la luz de una vela, en ese entonces se iba la luz y no, por ello, perdíamos el teléfono, en algunas cosas de tan modernos que parecemos, hemos empeorado.

A pesar de postularme a favor del optimismo y la alegría, no se me malinterprete, no defiendo ni en ese momento ni “a posteriori” un hedonismo excesivo y vacuo. Una cosa es aferrarnos al “carpe diem” en determinadas situaciones y disfrutar de lo que tenemos y otra cosa no ser conscientes de la realidad ni tener memoria.

Las que he mencionado fueron las sorpresivas consecuencias positivas que nos trajo el apagón pero no nos olvidemos de que, a pesar de que intentemos mirar las cosas con optimismo, alegría o incluso humor útil en situaciones difíciles, también ha habido fallecidos por incendios por generadores, por velas y por falta de aparatos respiratorios. Y es que además, en última instancia, a ninguno/a nos gustaría vivir siempre como esa tarde sin aparatos para calentarnos o enfriarnos, con dificultades o imposibilidad de cocinar, sin poder tomar ascensores, con trenes y metros parados o sin poder comunicarnos con los que no están al lado.

Después de lo sucedido el lunes por la tarde, no estaría mal que recordáramos que en la zona norte de Granada, vienen sufriendo y denunciando desde hace mucho exactamente lo mismo, cortes de luz tremendamente injustos para todos y peligrosos para mayores y enfermos, y en la Cañada Real (y en otros barrios ignorados) también se ven obligados a vivir diariamente sin luz

Después de lo sucedido el lunes por la tarde, no estaría mal que recordáramos que en la zona norte de Granada, vienen sufriendo y denunciando desde hace mucho exactamente lo mismo, cortes de luz tremendamente injustos para todos y peligrosos para mayores y enfermos, y en la Cañada Real (y en otros barrios ignorados) también se ven obligados a vivir diariamente sin luz. 

Tras vernos buscando pilas, velas, radios, etc. y estar preocupados solo por no poder calentar o enfriar la comida y comunicarnos por teléfono o Internet, también estaría bien que pensáramos en lo que estaríamos dispuestos a hacer en una situación de guerra, persecución o falta de posibilidades y pongámonos en el lugar y entendamos a quienes viven a nuestro lado tras haber saltado una valla, montado en una patera u otra embarcación para solo para poder vivir o buscar una vida mejor.

Podríamos tener presente también a Gaza que lleva 569 días sin electricidad, sin agua, sin comida, sin medicinas, sin refugio… y cuya población vive bajo el peligro de bombas y francotiradores que no tienen reparo a la hora de asesinar a niños o médicos desde hace mucho tiempo en un genocidio que no para.

Huyamos de bulos y de conspiranoias, desarrollemos nuestro espíritu crítico  pero no olvidemos que científicos, fuentes fiables, saben y han alertado, por más que no les hagamos caso porque vivimos al día y tampoco podemos morir de ecoansiedad (aunque no estaría mal que pensemos en que vivir de otro modo es posible y en las consecuencias que pueden traer tantos años de maltrato a la tierra en que vivimos), de que algo como lo que pasó ayer vendrá más pronto que tarde no para solucionarse en un día sino para quedarse y, en el mejor de los escenarios, para obligarnos (a nosotros o a nuestros hijos) a vivir de otra manera, con menos, y volviendo a un modo de vida antiguo en muchas cosas y, fundamentalmente, más cooperativo.

Entre tanto, cuestionémonos también si necesitamos dedicar tanto dinero a defensa en vez de a cuidarnos, a energías alternativas y a recuperar sistemas que no nos hagan depender de empresas cuya única preocupación son sus beneficios y no la previsión. 

Quizás si pensáramos más en todo ello y en cómo conseguirlo y, no solo, en preparar algunas botellas de agua, radio a pilas, hornilla de butano y unas latas, que tampoco nos iban a durar mucho. Quizás entontes, tal vez, de esta podríamos salir mejores.

Pilar Mesa Arroyo. Profesora de Lengua castellana y Literatura. Doctora en Lengua española