Investigan un caso de abusos sexuales en un convento de Loja ocurrido en el año 2000
Roma/Madrid. Los Claretianos de la Provincia de Santiago, en España, están colaborando en una investigación abierta este mes de febrero y pedida por el Vaticano para esclarecer los hechos sucedidos en el pasado en relación a unos presuntos abusos sexuales cometidos por un sacerdote claretiano español contra religiosas chilenas en España, según han informado a Europa Press fuentes de la Provincia de Santiago.
Esta investigación se ha abierto después de que un grupo de religiosas y exreligiosas que en el pasado pertenecieron a la Congregación de las Hermanas del Buen Samaritano presentaran una denuncia canónica y enviaran en junio de 2018 una carta al Papa, a la que ha tenido acceso Europa Press, en la que piden que se investiguen "numerosos" casos de "abuso físico y de poder" hacia religiosas de esta congregación, ocurridos tanto en Chile como en España, por parte de sacerdotes y de una religiosa.
En concreto, las religiosas y exreligiosas que firman la misiva, apuntan a un sacerdote español ya fallecido, que pertenecía a los Claretianos de la Provincia de Santiago, en España. En la misiva relatan algunos hechos presuntamente cometidos por este sacerdote como "tocamientos", "exhibicionismo" o "agresión verbal", conductas que pusieron en conocimiento de la superiora, que no hizo nada por frenarlas, según dicen.
Los abusos en Loja fueron silenciados por la superiora, según la denuncia
Además, denuncian que una de ellas fue "abusada sexualmente por otra hermana de la Congregación". Los hechos, según indican, ocurrieron durante su estancia en el convento de la localidad granadina de Loja en el año 2000. Los abusos, según aseguran, consistieron en "tocamientos en los genitales y besos" y se produjeron "en repetidas ocasiones". Además, denuncian que los abusos fueron silenciados por la superiora y, años más tarde, por el nuncio en el país andino.
La Congregación de las Hermanas del Buen Samaritano emitieron un comunicado en mayo de 2018 pidiendo perdón a la exreligiosa y reconociendo que las medidas que tomaron y la actitud que tuvieron entonces "no estuvieron a la altura". Además, anunciaron la instrucción de una investigación canónica para revisar las situaciones denunciadas.
Asimismo, las firmantes de la carta al Papa denuncian abusos por parte de otro sacerdote claretiano, de los Claretianos de la Provincia de San José, en Chile, al que acusan de "tocaciones" (sic).
También denuncian que durante su estancia en el convento de Molina, en Chile, fueron tratadas como "esclavas". "Nos hacían trabajar, atendiendo enfermos, por turnos superiores a 12 horas con solo un día a la semana de descanso. Además, teníamos que suplicar por utensilios de aseo personal o por ropa. Lo mismo pasaba con la comida, muchas veces teníamos que obtener de lo que dejaban los enfermos", relatan. Las firmantes de la carta indican que todos estos abusos sexuales y de poder fueron puestos en conocimiento de obispos chilenos.
Protocolos contra estos abusos en España
Sobre el caso que afecta a España, el del sacerdote claretiano ya fallecido, fuentes de la Congregación a la que pertenecía, los Claretianos de la Provincia de Santiago han explicado a Europa Press que tuvieron conocimiento de las denuncias contra este sacerdote a comienzos del pasado mes de febrero, cuando la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada del Vaticano se lo comunicó al Superior General de los Claretianos, el padre Mathew Vattamattam.
De inmediato, según precisan las mismas fuentes, el padre Vattamattam ordenó la apertura de una investigación en la que la Provincia Claretiana de Santiago "está colaborando intensamente, haciendo todo lo posible por ayudar en la clarificación de los hechos". Les consta que los Claretianos de Chile también lo están haciendo.
Según precisan los Claretianos de España, "ni en los seis años en que el sacerdote vivió reincorporado a la vida ordinaria de las comunidades (2002-2008), ni en los más de diez años que lleva fallecido, la Provincia ha tenido constancia o noticia alguna de su posible implicación en hechos de este tipo".
En este sentido, los Claretianos de la Provincia de Santiago han mostrado su "rechazo absoluto" hacia "toda conducta que atente contra la dignidad de las personas, sea del carácter que sea" y han asegurado que la Provincia "lamentaría profundamente la implicación de cualquier claretiano en hechos como los denunciados".
La Congregación ha establecido en España en los últimos años protocolos y códigos de conducta contra los abusos en sus colegios, han activado canales "que garantizan el estudio imparcial de cualquier tipo de denuncia", y han impulsado programas de formación y sensibilización específica en este campo, como uno patrocinando por el Instituto Teológico de Vida Religiosa de Madrid, según informan.
"Acabar con la impunidad"
Una de las religiosas que firman la carta al Papa, la monja chilena Yolanda Tondreaux, que denunció haber sufrido acoso por parte de otro sacerdote chileno, ha señalado en una entrevista con Europa Press que la admisión del Papa de que los abusos sexuales y de poder a religiosas dentro de la Iglesia siguen existiendo es "el primer paso para que se acabe la impunidad" y "para que los curas no se sientan intocables".
Yolanda Tondreaux pertenecía a la Congregación del Buen Samaritano en la ciudad chilena de Molina y según ha relatado sufrió una agresión sexual en 2008 por parte de ese sacerdote chileno, que murió en septiembre de 2017. "Se sobrepasó demasiado. Con la intención de querer tocarme más allá, donde no tenía que hacerlo. Intentó plantarme un beso en la boca a la fuerza. Este infierno se repitió hasta tres veces", ha detallado.
Su relato se suma al de una decena de monjas, compañeras del convento, que también aseguran haber soportado estos abusos. "Hay muchas hermanas que relatan que el cura se metía en su habitación completamente desnudo. Una incluso afirma que casi llegó a penetrarla", ha descrito.
Ella y las otras religiosas trataron de explicar estos atropellos a sus superiores, pero la respuesta recibida no fue la esperada. "Sabían perfectamente todo lo que ocurría, pero nunca nos ayudaron. Al contrario. Nos enviaban a confesarnos con el mismo sacerdote por pensar mal. Nos decían que era su forma de demostrar cariño. Era muy cruel", ha expuesto.
Las religiosas pidieron al Papa que las ayudara a frenar estas situaciones
En enero de 2018 presentaron una denuncia canónica contra la hermandad a través de la Nunciatura Apostólica. Y después recurrieron también a la Fiscalía de Chile. Seis meses más tarde escribieron la carta al Papa. "Le pedimos que, por favor, nos ayude a aclarar y frenar estas situaciones. Nuestra intención no es hacer daño, más bien es cooperar", ha explicado.
Tondreaux considera que para frenar esta lacra es necesario que los abusadores y sus cómplices sean reducidos al estado laical y ha reclamado "verdadera justicia". "Que se repare el daño causado a las hermanas. Queremos que la Superiora, que todavía es Madre General, sea reducida al estado laical. Que se aclaren estos hechos y que nos pidan perdón", ha indicado la religiosa.