En una entrevista concedida a Europa Press, la directora del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Granada, Nieves Montero, ha relatado no obstante que el primer contacto que la víctima tiene con el médico forense es en el Servicio de Guardia, fuera del horario habitual, donde el pasado año se atendieron 443 casos de víctimas y 43 de denunciados por violencia de género.
Es en este primer filtro donde se obtienen las exploraciones físicas y psicológicas más ricas en información, pues estos forenses obtienen una visión más fresca del día de la denuncia y suelen ver también al imputado poco tiempo después del episodio de violencia.
Además de a las víctimas y el agresor, los expertos también valoran a los menores que han estado expuestos a un clima de violencia, aunque solo si se cree que va a aportar información que no puede obtenerse de otra manera, para evitar un sufrimiento innecesario.
El año pasado fueron 23 los menores evaluados para determinar las consecuencias físicas y psicológicas que les ha producido la violencia machista, pero también para emitir periciales sobre la idoneidad de la paternidad y la maternidad en los conflictos de custodia y, si el caso lo requería, para valorar posibles daños psíquicos ante abusos sexuales.
El protocolo de funcionamiento que se utiliza en estas unidades especializas en el conjunto de Andalucía se impulsó desde Granada, de manos de la actual directora del IML, y está respaldada por la Dirección General de la Oficina Judicial y Fiscal.