'The Smile es un buen sucedáneo de Radiohead'
¿Habrá alguna vez un nuevo disco de Radiohead? El legendario quinteto británico lanzó el notable A Moon Shaped Pool allá por 2016, y desde entonces no ha habido ni siquiera insinuaciones de que el grupo pudiera estar trabajando en nuevo material conjunto. Sus miembros están entretenidos con otras cosas: Ed O'Brien editó su debut en solitario en 2020; Colin Greenwood está colaborando en proyectos ajenos; Jonny Greenwood está haciendo bandas sonoras, llegando a ser nominado al Óscar en dos ocasiones, algo que también se han animado a probar Phil Selway y Thom Yorke; este último, por otro lado, ha proseguido su carrera en solitario con el interesante ANIMA (2019). Ya A Moon Shaped Pool había llegado tras una espera de cinco años; está claro que la banda no tiene prisa por seguir aumentando su espectacular discografía, y que solo lo harán si les apetece a todos.
Parece ser un cruce entre el sonido del grupo en el magnífico In Rainbows (2007) y los últimos trabajos en solitario de Yorke y Greenwood
Lo cual nos deja pendientes de esas obras en solitario y de esos proyectos paralelos en que se embarcan de vez en cuando sus miembros. En 2013 pudimos escuchar el producto de los impulsos más electrónicos de Yorke en Amok, su disco con Atoms for Peace, el supergrupo que formó con Flea, Nigel Godrich, Joey Waronker y Mauro Refosco. Lo que se anunció el año pasado es algo un poco diferente: Yorke y Jonny Greenwood han unido fuerzas con Tom Skinner, batería de Sons of Kemet, para formar The Smile. La mera presencia de los dos miembros más conocidos de Radiohead convierte el proyecto en algo mucho más cercano simbólicamente al grupo. Pero además A Light for Attracting Attention, el álbum que han lanzado finalmente en mayo, de hecho, suena bastante a Radiohead. Concretamente, parece ser un cruce entre el sonido del grupo en el magnífico In Rainbows (2007) y los últimos trabajos en solitario de Yorke y Greenwood.
Al mismo tiempo, la huella de Skinner es más que evidente: su forma elegante y por lo general económica de tocar la batería es esencial en muchos cortes del álbum. Hay bastantes canciones cuya base es el diálogo entre su batería y unas guitarras eléctricas sinuosas y a la vez rítmicas: “The Opposite”, “The Smoke”, “Thin Thing” o “We Don't Know What Tomorrow Brings” (que parece una variación sobre “Jigsaw Falling Into Place”) siguen este patrón, con resultados en general interesantes. Otros elementos recurrentes a lo largo del tracklist son el uso de efectos diversos en la espectral voz de Yorke, los riffs de sintetizadores o los arreglos de cuerdas. Si bien el disco está especialmente marcado por los medios tiempos llenos de síncopas y con momentos de desenfreno post punk, lo cierto es que hay bastante diversidad aquí. No hay más que escuchar el primer tema, “The Same”: una introducción por momentos desorientadora (y quizás algo falta de fuerza) donde destacan unos sintes simples y constantes y una percusión electrónica sutil que parece estar constantemente fuera de ritmo.
De hecho, probablemente el pasaje crucial del disco sea el que más difiere de la fórmula antes mencionada: las pistas ocho a once optan por otros esquemas, llevando a los mejores y peores momentos del álbum
De hecho, probablemente el pasaje crucial del disco sea el que más difiere de la fórmula antes mencionada: las pistas ocho a once optan por otros esquemas, llevando a los mejores y peores momentos del álbum. “Open the Floodgates” combina el piano con un bucle de sintetizadores de aire onírico para construir la atmósfera más densa y rica del disco. “Free in the Knowledge” tira de guitarra acústica, piano y unas cuerdas exquisitas para acompañar una letra especialmente inspirada (“Free in the knowledge/that one day this will end” son sus escalofriantes primeras líneas). En cambio, “A Hairdryer”, que empieza de forma intrigante con su percusión hiperactiva, se va perdiendo en un marasmo de efectos vocales y cuerdas insulsas, que arrastran a la canción al aburrimiento, del que ni siquiera un puente decente puede salvarla. “Waving a White Flag” cierra este momento más pausado del disco con la progresión más incomprensible del disco, que va convirtiendo una atmósfera interesante en algo francamente feo.
Esta alternancia de brillantez y falta de inspiración marca el álbum, cuyos peores momentos lo lastran seriamente y lo dejan bastante lejos de la excelencia. En ese sentido, seguramente el aspecto que más cojo se queda sea el melódico: se echan en falta más momentos icónicos, más ganchos adictivos, un poco más de atractivo pop. Es decir, lo que el primer single, la poderosa “You Will Never Work in Television Again”, parecía prometer. A cambio, es cierto que tenemos momentos de austera belleza, como el principio de “Speech Bubbles”, donde el precioso órgano y el falsete de Yorke enamoran por completo. No obstante, también hay canciones en ese registro tan mal desarrolladas como “Pana-Vision”, de modo que uno se queda con la sensación de que el cantante debería haber trabajado un poco mejor sus melodías vocales para darnos algo más a lo que agarrarnos.
Dado que se trata de Yorke, no son letras directas, sino oblicuas, a ratos evocadoras y a ratos irónicas, y casi siempre envueltas de una agobiante desesperanza
Lo que sí está bastante bien elaborado son las letras. Se trata de un disco profundamente político, con multitud de canciones hablando sobre la necesidad de unidad (“The Same”), el cambio climático (“The Smoke”, “Speech Bubbles”), el movimiento #MeToo (“You Will Never Work in Television Again”) o la fragilidad de nuestras vidas en este momento de la historia (“Free in the Knowledge”, “Skrting on the Surface”). Por supuesto, dado que se trata de Yorke, no son letras directas, sino oblicuas, a ratos evocadoras y a ratos irónicas, y casi siempre envueltas de una agobiante desesperanza. En cualquier caso, cuando une una buena letra con la interpretación adecuada, ya sea un alarido desafiante o un suspiro vaporoso, el británico sigue siendo un cantante de una gran efectividad.
El álbum se despide con una gran prueba de ello, y del resto de las virtudes del grupo: “Skrting on the Surface”. Yorke pone los pelos de punta con versos demoledores (“When we realize that we are broke and nothing mends/We can drop under the surface”), mientras Greenwood y Skinner dan con una de sus mejores y más sutiles combinaciones de guitarra y batería, y unos vientos muy bien medidos elevan el conjunto. No, no se trata de un nuevo disco de Radiohead, ni llega al nivel de sus mejores trabajos, pero A Light for Attracting Attention tiene destellos de lo que podría estar haciendo el grupo... si les apeteciera.
Puntuación: 7.2/10