Sana autoestima, el traje que mejor sienta
Ya hemos hablado de la asertividad como herramienta básica para manejar eficazmente nuestras emociones; pero resulta imposible practicarla sin cierta autonomía emocional, competencia basada en la autoestima. No puedo ofrecer lo que no tengo; debo conocerme para reconocer al otro, debo aceptarme para aceptar al otro; debo respetarme para respetar al otro.
El psiquiatra Christophe André, en su libro Prácticas de Autoestima, la define como el resultado de conjugar lo que pensamos sobre nosotros mismos, las emociones que provocan esos pensamientos y los comportamientos que desencadenan. La imagen que tenemos de nosotros mismos hace que nos sintamos y nos comportemos de una forma u otra. Como especie, nos resulta consustancial reflexionar sobre nosotros mismos, observarnos y hacernos una idea de cómo somos. Pero además, como animales sociales que somos, también nos condiciona y preocupa lo que los demás piensen y sientan respecto a nosotros.
Repasa una serie de rasgos que la conforman. Al hablar de alta autoestima se refiere a personas capaces de hablar positivamente de sí mismo y ajustar sus expectativas a su cualidades y posibilidades reales; debe conjugarse la intensidad con la cualidad, ya que una autoestima demasiado alta puede generar expectativas demasiado exigentes para con uno mismo y comportamientos inflexibles que provoquen ansiedad.
La estabilidad de la autoestima favorece reaciones equilibradas ante los acontecimientos que se suceden en la vida, tanto los positivos como los negativos; evita las reaciones emocionales extremas ante los éxitos y los fracasos, a los elogios y las críticas.
Con la autoestima armoniosa, apunta a que cuanto más variados sean los ámbitos en los que se manifieste una sana autoestima, más fácil será compensar y recuperarnos de los malos resultados y relativizar los efectos negativos de los mismos; será mejor manejar una sana autoestima relacionada con lo profesional, los estudios, relaciones sociales, imagen, aficiones, habilidades artísticas..... que centrarse solamente en una de esas facetas.
Nuestro autoconcepto se caracteriza por la autonomía, cuando basamos el sentimiento de nuestra valía personal en objetivos internos que no dependen tanto de factores externos. Esto hace que seamos menos dependientes de las presiones sociales que marcan lo que es un triunfo o lo contrario; nos permite mostrarnos como somos sin buscar continuamente la aprobación de los demás y sobrellevar mejor el rechazo.
Es beneficiosa una autoestima económica en cuanto a coste emocional; ser capaces de mantenerla y seguir desarrollándola sin que esto suponga estrés. Este tipo de autoestima permite aceptar las críticas y manejarlas como una forma de crecer y aprender en lugar de evitarlas a toda costa.
Las ventajas para la vida diaria de estas cualidades son muchas y valiosas para ser más felices. Funcionan como un motor que nos anima a emprender, a conseguir los objetivos que nos proponemos; nos ayuda a superar las adversidades y , por lo mismo, aceptar y aprender de nuestros errores. Una mala autoestima nos paralizaría ante el miedo a no conseguirlos o no cumplir las expectativas; nos llevaría a no actuar o hacerlo siempre del mismo modo.
Como dice Benjamín Prado en su poema Plan B, " ...la equivocación es el premio de aquellos que quieren aprender de sus errores...".
Una sana autoestima nos permite reconocer nuestras carencias no para limitarnos sino para superarlas. Pero como recuerda Christophe André, no basta con conocer nuestras limitaciones y comprender de dónde vienen; hay que actuar y practicar.