La respiración que desintoxica

Blog - La buena vida - Ana Vega - Sábado, 15 de Abril de 2017
Un lugar al aire libre te ayudará a practicar la respiración.
Antonio Vega
Un lugar al aire libre te ayudará a practicar la respiración.

Jordi Pigem, en su libro Inteligencia Vital, nos cuenta cómo una inteligencia inconsciente dirige todo lo que somos y lo que hacemos; esta inteligencia se da en cada una de nuestras células; así la vida no se puede reducir a un código de reglas fijas y ciegas de supervivencia porque cualquier forma de inteligencia requiere de la capacidad de reconocer diferentes situaciones y adaptarse a ellas respondiendo de forma creativa.

Respiramos inconscientemente, sin darnos cuenta; pero, la respiración completa busca aprovechar al máximo toda nuestra capacidad pulmonar para llevar a la parte más recóndita de nuestro organismo el oxígeno que necesita. Su práctica habitual nos reporta muchos beneficios a nivel físico y emocional. A largo plazo, mejora y previene dolencias y, a corto plazo, nos ayudará a gestionar situaciones de estrés o nerviosismo que se presentan en la vida diaria.

Su práctica habitual nos reporta muchos beneficios a nivel físico y emocional. A largo plazo, mejora y previene dolencias y, a corto plazo, nos ayudará a gestionar situaciones de estrés o nerviosismo que se presentan en la vida diaria

Para empezar a practicarla, resultará más fácil si lo haces tumbada con los brazos extendidos a lo largo del cuerpo y las piernas ligeramente separadas, dejando que los pies caigan hacia los lados.

La respiración completa consta de tres fases que, al principio practicaremos separadamente para ser conscientes de ellas pero que forman parte de un todo continuo.

En primer lugar centraremos nuestra atención en la parte superior de nuestros pulmones y advertiremos un movimiento ascendente de nuestras clavículas al tomar el aire por la nariz. Expulsaremos el aire lentamente y nuestra caja torácica volverá a estar relajada. Podemos dejar descansar nuestras manos por debajo de las clavículas, sobre el pecho

Cuando seamos capaces de percibir este movimiento, pasaremos a centrar nuestra atención en las costillas, situando nuestras manos sobre ellas para apreciarlo con más claridad. Al inhalar la caja torácica se ensanchará, se abrirá hacia ambos lados y el pecho se levanta. Al expulsar el aire por a nariz, costillas y pecho se hundirán volviendo a esta más cerca del suelo.

Ya estamos listos para atender a la respiración abdominal; al inspirar debemos intentar que el aire llene la parte baja de nuestros pulmones que empujarán al diafragma hacia abajo con lo que provocaremos que nuestro abdomen se eleve. Podemos situar nuestras manos sobre el abdomen a la altura del ombligo. Con la exhalación, toda la musculatura abdominal se relajará.

Esto que hemos descrito en tres pasos, respiración de la parte abaja de los pulmones o respiración abdominal, respiración de la parte media de los mismos o torácica y respiración de la parte alta de los pulmones, lo haremos de corrido en cada una de nuestras inspiraciones y exhalaciones.

Así, observaremos cómo se llena la parte baja de los pulmones con una inspiración profunda; luego el tórax o parte media de los mismos y, finalmente, la parte alta de los pulmones elevándose las clavículas. Antes de expulsar de nuevo el aire por la nariz, lo retendremos unos segundos. Al expulsarlo, volverán a hundirse la clavícula, el tórax y el abdomen. Mantendremos unos instantes los pulmones vacíos antes de iniciar de nuevo el proceso.

La fórmula sería llenar abdomen, tórax y parte alta de los pulmones; retener el aire; vaciar parte alta de los pulmones, tórax y abdomen y mantener los pulmones vacíos un instante.

Una vez que dominamos esta técnica respiratoria podremos practicarla en cualquier lugar y en el momento que lo necesitemos para aplacar nuestro nerviosismo; rebaja los niveles de ansiedad si la practicamos de forma regular. Hacerlo antes de dormir, o ya en la cama nos ayudará a conciliar un sueño de calidad. Incluirlo en nuestra rutina diaria al despertar, nos ayudará a mejorar nuestra concentración.

Si decides poner en práctica la respiración profunda mientras caminas puedes contar mentalmente hasta cuatro durante la inspiración; retén el aire en los pulmones durante dos tiempos y expúlsalo contando de nuevo hasta cuatro para permanecer dos tiempos sin introducir aire en tus pulmones. Con el tiempo podrás aumentar los tiempos a seis/ tres o a ocho/ cuatro. Pero hazlo siempre de forma natural, sin forzar tu respiración. Los beneficios no tardarán en llegar.

 

 

    

Imagen de Ana Vega

Licenciada en Filosofía. Experta en Género e Igualdad de Oportunidades y especializada en temas de Inteligencia Emocional. Con su blog, La buena vida, no pretende revelarnos nada extraordinario. Tan solo, abrirnos los ojos un poquito más y mostrarnos que la vida puede ser más llevadera.