Amistad: aprender a reciclar y a despedirse
La primera acepción del término amistad en el diccionario de la R.A.E. habla de afecto personal puro, desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato. Pero parece evidente que ese trato también puede hacer que la amistad se desgaste o debilite.
El concepto de “espacio personal”, acuñado por Fina Sanz, también forma parte de las relaciones personales y, por lo tanto, de los vínculos y dinámicas de relacionarnos que establecemos que ayudan a fortalecer o a debilitar la amistad. Esta idea, implica que es necesario un autoconocimiento previo para entender y poder elegir cómo nos relacionamos con los demás.
Aunque sea complicado expresarlo verbalmente, todos sabemos a qué nos referimos con nuestro espacio personal; se trata de nuestra experiencia interior, nuestra individualidad; aquello que nos incumbe y nos pertenece sólo a nosotros. El espacio relacional sería la forma en que nos situamos frente al otro, cómo nos relacionamos y el espacio social haría referencia a los distintos roles que interpretamos.
Fina Sanz utiliza las figuras de conjuntos para ejemplificar los distintos tipos de relaciones que solemos establecer. Así incluye un conjunto completamente en otro de mayor tamaño para explicar la Relación de Inclusión que favorece las relaciones de dependencia y las relaciones de poder; en estas relaciones es imposible disfrutar de un espacio personal propio al margen del otro; la persona representada por el círculo de menor tamaño se definiría en función del otro sin poder atender a su yo, a lo que le gustaría o desearía hacer por temor a no ser apreciado por la otra persona. Todos hemos tenido en algún momento un amigo o amiga que ha tratado de imponer sus criterios y lo hemos aceptado porque era lo que se esperaba de nosotros y porque eso elimina la posibilidad de conflicto y seguir recibiendo su aprecio y aprobación.
Habla de la fantasía de la Fusión Total cuando los dos círculos encajan perfectamente uno sobre otro, sin que ninguno sobresalga. Este tipo de relaciones se dan sobre todo al principio de las relaciones, cuando creemos que hemos encontrado nuestra alma gemela. En este caso la falta de espacio personal no se vive como falta de libertad sino como la plena armonía. Pero esto no es real; todos hemos pasado en alguna ocasión por un conflicto con algún amigo porque ha conocido a alguien con quien comienza a compartir su tiempo y nos sentimos desplazados o lo hemos conocido nosotros y nos reclaman la atención de antes. Si no reconducimos la situación como personas maduras y respetuosas con el espacio personal de cada uno de nosotros, la crisis puede terminar en ruptura.
En el modelo de relación de Interdependencia, los conjuntos comparten una parte del espacio; esta intersección refleja lo compartido y el resto del conjunto el espacio personal de cada uno disfrutará libremente o compartirá con otras personas. Este vínculo conlleva la creación de relaciones más igualitarias y respetuosa lo que generará un crecimiento personal para ambos participantes. También implican un mayor esfuerzo porque implica un deseo de conocerse y conocer realmente al otro para decidir que parte de nuestro espacio personal decidimos compartir y que parte del mismo nos reservamos; entender el concepto de individualidad y de libertad necesarios para seguir desarrollándonos.
Ejercer la libertad de elección conlleva perder el miedo a no ser entendido o a perder el aprecio de alguien que puede sentirse abandonado. En la otra persona puede surgir la misma necesidad y, en este caso, deberemos respetar su decisión sin romper por ello el vínculo. De esta forma el espacio creado para compartir con el otro será de mayor calidad al combinar seguridad afectiva con libertad.
Hay personas que se asustan al no saber qué hacer con su espacio personal y su tiempo pero la libertad implica conocerse para saber cuándo deseamos estar con el otro y cuando necesitamos estar solos o necesitamos conocer a otras personas.