En los últimos semanas estamos viendo cómo distintos personajes de la derecha española insultan y se mofan de Andalucía y de sus gentes. No es la primera vez y, me temo, que no será la ultima. Basta examinar un poco la hemeroteca  para poder comprobar que en periodos pre-electorales,  los distintos lideres que han ido transcurriendo por el panorama de la derecha  se han dedicado a atacar y menospreciar al pueblo andaluz.  A lo largo de muchos años han dado muestras de que,  como no son capaces de elaborar un  relato alternativo,  recurren  al insulto fácil y ramplón.  Pero esto, siendo grave, no es lo peor. El pueblo andaluz ha demostrado en más de una ocasión tener la suficiente inteligencia y sentido de colectivo en su identidad para poder salir airoso de esos trances.

Lo mas grave es el trasfondo de esas posturas. En la actual coyuntura se da la circunstancia de que al estar disputándose (Ciudadanos y Partido Popular) el mismo espacio electoral, se están enfrascando en una batalla dialéctica para ver quién es el que se orienta hacia posiciones más extremas.  La aparición de un partido descaradamente situado mucho más a la derecha, ayuda aún más a ese escoramiento. En esa radicalidad,  al final, las personas perjudicadas son las de siempre: las mas desfavorecidas, las de recursos más escasos… en eso desgraciadamente, sí que tiene experiencia el pueblo andaluz

Lo mas grave es el trasfondo de esas posturas. En la actual coyuntura se da la circunstancia de que al estar disputándose (Ciudadanos y Partido Popular) el mismo espacio electoral, se están enfrascando en una batalla dialéctica para ver quién es el que se orienta hacia posiciones más extremas. La aparición de un partido descaradamente situado mucho más a la derecha, ayuda aún más a ese escoramiento. En esa radicalidad,  al final, las personas perjudicadas son las de siempre: las mas desfavorecidas, las de recursos más escasos… en eso desgraciadamente, sí que tiene experiencia el pueblo andaluz.  Eso sí es difícil de olvidar porque se impregna en la conciencia colectiva que se transmite de generaciones en generaciones.

Con  esa radicalidad, se está intentando seguir la estela de lo que  stá ocurriendo más allá de los Pirineos o en América. Desde que en Francia Marie le Pen fue elegida Presidenta del Frente Nacional, hemos visto como una mancha se ha ido extendiendo por distintos países. Alemania, Austria, Dinamarca, Hungría, Italia,  Polonia, Suecia, Suiza… en todos estos Estados los partidos de la extrema derecha han visto crecer sus resultados electorales con discursos muy similares basados esencialmente, en el miedo: miedo a  la falta de seguridad o el miedo a perder lo conseguido.  Llama la atención hasta tal punto el escenario a nivel mundial, que el Alto Comisionado del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Zeid R’aa al Hussein evocó la preocupante “propagación del discurso del racismo y xenofobia que llega a dominar el panorama político en Europa”. Auge del que no es ajeno el Presidente de EEUU Donald Trump y su “American first” con su política retrógrada y ultraconservadora. Brasil vive inmerso recientemente en esa dinámica con la victoria de Bolsonaro. En todos ellos se está observando igualmente la incidencia en las victorias electorales de campañas en las que las “fake news” son utilizadas de forma descarada.

Pongo en relación lo uno y lo otro, es decir la actitud de la derecha con Andalucía y lo que está ocurriendo en Europa (y más allá del viejo continente), porque los discursos anclados en lo rancio y cutre (no puedo llamar de otra forma a lo ocurrido hace pocos días con las expresiones de Isabel García  Tejerina) están teniendo su ensayo, una vez mas, en nuestra tierra.  Nada de lo ocurre allí, es ajeno a lo que estamos viviendo aquí. Nada es improvisado. Aquel tipo de declaraciones, y las que le siguieron tratando de disculparse, son el fruto de pensamientos y opiniones consolidadas en el ámbito de esa derecha en la que ahora está compitiendo también Ciudadanos.

Pongo en relación lo uno y lo otro, es decir la actitud de la derecha con Andalucía y lo que está ocurriendo en Europa (y más allá del viejo continente), porque los discursos anclados en lo rancio y cutre (no puedo llamar de otra forma a lo ocurrido hace pocos días con las expresiones de Isabel García  Tejerina) están teniendo su ensayo, una vez mas, en nuestra tierra

Decía el otro día el politólogo Pablo Simón que “cuando la derecha entra por la puerta, los derechos de las mujeres saltan por la ventana”. Si de algo nos sirve poder echar la vista hacia atrás, y revisar la historia, es para ser conscientes de que cuando la derecha triunfa los derechos saltan por los aires. Una mirada retrospectiva, también nos puede servir para corregir errores y aprender de nuestro pasado.

En los próximos días vamos a tener la oportunidad de renovar la confianza en un Gobierno que piensa y trabaja mirando a las personas y a su problemática.  

Frente al discurso del PSOE de avanzar en la transformación  de Andalucía, teniendo un proyecto propio que le permita seguir siendo hegemónico, no solo en las zonas rurales sino también en las ciudades, entre las mujeres, las personas más  jóvenes y las capas medias,  solo nos encontramos en el lado de la derecha (tanto de Ciudadanos como en el del PP), posiciones catastrofistas y sin alternativas definidas.

Los datos no ofrecen dudas, y estamos ante la disyuntiva de seguir en la senda de la transformación (9.809 millones destinados en sanidad; más de 200.000 personas beneficiarios de la Ley de la Dependencia; 219.000 en los  servicios de teleasistencia; con 48.000 empleos relacionados con todo ello, etc.), o situarnos en un terreno de retroceso de los derechos sociales.

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José María Corpas es abogado y secretario de Transparencia y Política Municipal de la Comisión Ejecutiva Municipal del PSOE de Granada capital.