Los magos de Occidente
No han sido precisamente juguetes lo que los niños palestinos han recibido esta Navidad de algunos reyes de Occidente. Tampoco las estrellas que han iluminado una vez más las noches de Gaza han sido meros accidentes meteorológicos o astronómicos. Es curioso, pero en los mismos días en que se conmemoran con representaciones, alusiones comerciales, oficios religiosos, recuerdos periodísticos, etc., etc., los hechos acaecidos hace dos milenios cerca de Belén (la Natividad, el crimen de Herodes, la huida a Egipto) a nadie parecen importarle los hechos que suceden hoy mismo en Palestina: la invasión constante y el constante robo de tierras, la transformación del país en un ilegal campo de concentración, los asesinatos diarios de niños, el genocidio, en fin, de un pueblo.
Conversando con Paul Auster el año pasado, uno de los días en que visitó Granada, nos decía que el problema de Oriente Medio se solucionaría cuando desaparecieran los israelitas de Palestina. Conviene aclarar que Paul Auster es de origen judío, pero esa circunstancia, ajena a su voluntad, al fin y al cabo, no le hace confundir la censura al Estado de Israel con la pretendida actitud antisemita que muchos pro-israelitas quiere identificar con esa postura.
"No han sido precisamente juguetes lo que los niños palestinos han recibido eseta Navidad de algunos reyes de Occidente"
Parece como si la historia reciente del pueblo judío, la persecución y exterminio perpetrados por los nazis, se usaran habitualmente -si no como justificante- sí como una especie de cortina de humo, de mala conciencia generalizada que impide juzgar la política israelita con la suficiente objetividad y justicia. Esa cortina de humo, esa mala conciencia, esa corrección política malentendida -junto con la presión económica de grandes grupos pro-israelitas en Estados Unidos y en Europa- hacen que la opinión pública internacional no se indigne con los comportamientos de que hacen gala los gobiernos de Israel: agresión continuada, desplazamiento de grandes masas de población, levantamiento de un muro que impide la libertad de movimientos a todo un pueblo, el exterminio sistemático de una etnia. Todo aquello, en definitiva, que ha provocado las censuras y la intervención de los organismos internacionales, escandalizados, cuando se ha producido en otros lugares, pero que no parece ser tan grave cuando es Israel quien lo protagoniza.
(Este artículo fue escrito por mí y publicado el 9 de enero de 2004 en el diario La Opinión de Granada, pero desgraciadamente podría haber sido escrito ayer mismo. Si el pueblo de Israel se lamenta de haber padecido una persecución internacional durante siglos, el pueblo palestino está padeciendo otra persecución encarnizada y destinada a su aniquilación desde hace casi 80 años. Y quien ejecuta esa sentencia es quien ayer mismo se consideraba víctima de la historia y la leyenda.)
Junto a Luis García Montero y Javier Egea promocionó a comienzos de los ochenta la tendencia poética bautizada como Otra Sentimentalidad, germen de la posterior poesía de la experiencia. Ha publicado además dos novelas, algunos libros de ensayo, varias obras de teatro y dos libros de aforismos, Después de la poesía (Almería, 2006) y La vida no te espera (Sevilla, 2014). De 2004 a 2008 colaboró como columnista con el diario La Opinión de Granada.
