Granada, capital del descontento en una Andalucía mal vertebrada
Más allá de discursos y la propaganda oficial, las postales de sus parajes únicos: playas infinitas y montañas verdes y blancas; ciudades y monumentos espectaculares: la Alhambra, la Mezquita o la Giralda; el legado de su cultura inigualable: el pensamiento de Averroes, las voces de Lorca y Machado, el flamenco, la pintura de Picasso… existe una Andalucía que después de 40 años de autonomía clama por lo mismo que entonces: trabajo, dignidad, igualdad.
Los avances constatables no han suplido aún los problemas estructurales de una comunidad orgullosa de su pasado, de la lucha por su dignidad, indisociable a su carácter, de alzarse contra poderosos, los señoritos de entonces que, ahora, desde otras tribunas, siguen faltando el respeto a Andalucía, aludiendo a clichés hirientes y mentirosos, como el habla propia o una supuesta indolencia, que al alba se desmiente en pueblos y ciudades. Todavía hay que defenderse
Los avances constatables no han suplido aún los problemas estructurales de una comunidad orgullosa de su pasado, de la lucha por su dignidad, indisociable a su carácter, de alzarse contra poderosos, los señoritos de entonces que, ahora, desde otras tribunas, siguen faltando el respeto a Andalucía, aludiendo a clichés hirientes y mentirosos, como el habla propia o una supuesta indolencia, que al alba se desmiente en pueblos y ciudades. Todavía hay que defenderse.
Andalucía llegaba de muy atrás, abandonada y castigada durante siglos. Toda la injusticia histórica, heredada de padres y madres a hijos e hijas, quiso repararse aquel 28 de febrero de 1980 en las urnas, al ritmo de la música de Carlos Cano, para conseguir la autonomía plena de Andalucía. Histórica, como Cataluña, País Vasco y Galicia, al reconocer la identidad colectiva, lingüística y cultural, diferenciada del resto.
Pero a pesar de renovar energías, hay lastres insoportables, con el desempleo a la cabeza de todas las preocupaciones, y un sentimiento de desapego que se siente en Granada, y que guarda relación con la autonomía, dentro de la autonomía.
Basta con mirar mapas regionales de fábricas, trenes, red eléctrica… para observar la Andalucía de dos velocidades. Y a Granada aún le falta demasiado para alcanzar a las locomotoras.
40 años de socialismo
Tres años antes de alcanzar el poder, los socialistas andaluces celebraron su primer congreso con el lema Levantar Andalucía. Cuatro décadas después, podrían repetir el eslogan en unas imaginarias elecciones autonómicas.
Pero del fervor popular pasaron con el tiempo a la resignación. Aquello del manido dicho de querer cambiar el mundo (Andalucía), pero el mundo les cambió a ellos. Y aunque notorio es que bajo sus mandatos propició la transformación de aquella región que el franquismo condenó al subdesarrollo, dejó Andalucía a la cola de España y de Europa en la mayoría de los indicadores que marcan el progreso de un pueblo, salvo en solidaridad.
La máquina de ganar elecciones se olvidó con el tiempo de escuchar a la ciudadanía, preocupada en gobernar de cero una región, y cuando no existe la escucha activa vence la soberbia
La máquina de ganar elecciones se olvidó con el tiempo de escuchar a la ciudadanía, preocupada en gobernar de cero una región, y cuando no existe la escucha activa vence la soberbia, mientras se adosaban a las estructuras de poder políticos que se hicieron profesionales. Nunca hubo oposición y cuando ganó el PP, le permitió al PSOE gobernar con IU, en un fallido intento que predice la dificultad de un pacto de izquierdas en Andalucía.
Con los socialistas andaluces crecieron hasta hacerse mayor varias generaciones, que soportaron problemas estructurales de fondo, sin poder asistir a la remontada histórica que le permitiera superar ser la comunidad con más paro -espeluznante entre jóvenes y mujeres-, con menos renta per cápita y con más riesgo de exclusión social.
Llegó la Expo como acicate a Sevilla, sentado en el primer AVE de España, y dejó una capital andaluza cambiada y la A92 y una nueva imagen renovada, moderna y actual de Andalucía para el mundo.
En Granada, el Mundial de Esquí de Sierra Nevada, que lavó la cara a Granada, dejando infraestructuras necesarias.
40 años pasaron y tristemente la imagen desenfocada que lo resume todo fue la del banquillo de los acusados de los ERE, en la que se sentaron dos expresidentes de la Junta, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, y decenas de consejeros y altos cargos
Pero la lluvia de millones recibida de la UE -46.000 millones desde 1986 a 2016-, tampoco logró la convergencia, que era el objetivo. Eso sí, se cimentaron los derechos sociales, la sanidad y la educación pública, resentidos a partir de la crisis.
40 años pasaron y tristemente la imagen desenfocada que lo resume todo fue la del banquillo de los acusados de los ERE, en la que se sentaron dos expresidentes de la Junta, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, y decenas de consejeros y altos cargos.
Más centralismo con la derecha
La derecha que ahora gobierna Andalucía, pasado el primer año, no ha aprendido aún la lección. Y lejos de cumplir con lo que cargaron con tanta saña durante los mandatos socialistas, aprieta el centralismo sevillano, con otro polo al que dedican la máxima atención como es Málaga, al tiempo que olvida la descentralización.
Granada y su provincia es una víctima, con ejemplos recientes que hurgan en una herida, imposible de sanar con la propaganda oficial y voceros, que genera desconfianza, con toda la razón.
Pero sin engaños. A la gestión de la Junta, añadan la de nuestros gobernantes.
Como punto de partida del ninguneo a Granada, humillante fue confirmar que la capital de Granada, por la derecha que gobiernan desde Sevilla, PP y Cs, fue “vendida” por los sillones de otras capitales, como ha admitido Sebastián Pérez, hasta hace un mes presidente provincial del PP granadino.
En un año, el Gobierno del cambio ha tratado de experimentar en Granada una reforma en Educación, -de espaldas a la comunidad educativa, con cierre de centros en duro castigo a la escuela rural-, desmantelada tras la movilización ciudadana pero que avisaba de lo que luego venía con el decretazo de escolarización: menos educación pública y más beneficiar a la concertada, que será protestada en huelga el 4 de marzo
En un año, el Gobierno del cambio ha tratado de experimentar en Granada una reforma en Educación, -de espaldas a la comunidad educativa, con cierre de centros en duro castigo a la escuela rural-, desmantelada tras la movilización ciudadana pero que avisaba de lo que luego venía con el decretazo de escolarización: menos educación pública y más beneficiar a la concertada, que será protestada en huelga el 4 de marzo.
Sin previo aviso, como acostumbran con Granada, limitan la autonomía del Parque de las Ciencias, e impulsan la desaparición de la Escuela Andaluza de Salud Pública para integrarla en un nuevo ente, con sede en Sevilla, por supuesto, aunque a última hora Cs alza la voz, desde Sevilla, y dice no estar de acuerdo, pero la proposición de ley sigue su curso, pese a los esfuerzos en el Parlamento por frenarla.
Ante la desidia o el silencio de las organizaciones provinciales de los partidos que gobiernan Andalucía, muy dedicados a sus luchas internas y a repartirse los cargos, pese a la promesa del acceso por concurso público, para entonces, ya comprobamos que la Alhambra y Sierra Nevada, que antes estaban gestionadas desde Sevilla, también lo están ahora; parece que no hay voluntad de impulsar las canalizaciones de Rules, que se eternizan, aunque todos se quieren salir retratados en la histórica protesta del campo.
Nada que remedie desde Sevilla la desigualdad social interna de Granada, y menos aún la desigualdad territorial evidente que sufre Granada.
Seguimos.
La Zona Norte de la capital soporta cortes de luz humillantes, y nada le importa a las administraciones competentes; la orquesta de Granada malvive, y salva in extremis sus presupuestos, sin saber qué pasará en el futuro. Y la sanidad, que arreglarían, no solo presenta los mismos problemas de antes, aumentan, mientras Granada se sitúa a la cola de Andalucía en inversiones de obra pública en 2019.
Pero también es culpa de nuestros gobernantes. Poco reivindicativos y con peso limitado en la estructura real de poder.
Acaso, ¿a alguien le puede extrañar ese sentimiento creciente de hartazgo?
Pero no nos equivoquemos, la solución solo puede estar dentro de Andalucía, con voluntad política y cumpliendo lo que dice el Estatuto de Autonomía:
8.º La consecución de la cohesión territorial, la solidaridad y la convergencia entre los diversos territorios de Andalucía, como forma de superación de los desequilibrios económicos, sociales y culturales y de equiparación de la riqueza y el bienestar entre todos los ciudadanos, especialmente los que habitan en el medio rural.
Artículo 90. Principios de la organización territorial
La organización territorial de Andalucía se regirá por los principios de autonomía, responsabilidad, cooperación, desconcentración, descentralización, subsidiariedad, coordinación, suficiencia financiera y lealtad institucional
Y que la Política en Andalucía deje de ser un campo de batalla, donde se disputan guerras propias, ajenas y partidistas, para ser una auténtica fábrica de soluciones.
Ya es hora.