'Horsegirl encuentran su voz en los silencios'

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Miércoles, 26 de Febrero de 2025
Horsegirl – 'Phonetics On and On'.
Portada de 'Phonetics On and On, de Horsegirl'.
Discos Marcapasos.
Portada de 'Phonetics On and On, de Horsegirl'.

En principio, parece lógico pensar que todo el mundo que se dedica a la música busca tener éxito, al menos en alguna medida. Incluso quienes hacen música de nicho quieren que los aficionados a ese nicho disfruten su música, vayan a sus conciertos, quizás hasta que compren sus discos (aunque esto cada vez sea más secundario). Sin embargo, está claro que tener éxito puede llegar a ser un problema, como el caso de Nirvana tan bien ilustró. Es más, no hace falta convertirse en una estrella de la talla de Kurt Cobain para que el éxito suponga una complicación: imagina que estás aún en el instituto, grabas un disco que gusta lo suficiente y de pronto se te abre la posibilidad de una carrera en la música cuando en lo que estabas pensando era en empezar la universidad. Creo que hay que tener la cabeza muy bien puesta sobre los hombros para que esto no te trastoque por completo; o eso, o estar completamente zumbado, como parece ser , a los que les pasó exactamente eso.

Lo que en el álbum anterior me daba la sensación de ser una mera (aunque competente) imitación, aquí me parece un auténtico paso adelante, una exploración exitosa de sus posibilidades como banda

El grupo del que voy a hablar hoy, en cambio, parece más bien un caso de lo primero: las tres integrantes de Horsegirl estaban en su último año de instituto cuando grabaron Versions of Modern Performance (2022), un álbum que fue recibido con bastante simpatía por la crítica y que les procuró un público más o menos razonable. Yo en su momento no lo escuché, pero su sonido de indie rock ruidoso, tan deudor de Dinosaur Jr. o Sonic Youth (de hecho Lee Ranaldo y Steve Shelley tocan en el disco), me parece ahora meramente correcto. No obstante, quizás esto se deba a que juzgo aquel ejercicio adolescente desde el presente, después de escuchar su estupendo segundo LP, Phonetics On and On, donde el trío ha progresado y madurado de manera notoria, haciendo gala de una gran valentía. Lo que en el álbum anterior me daba la sensación de ser una mera (aunque competente) imitación, aquí me parece un auténtico paso adelante, una exploración exitosa de sus posibilidades como banda.

La práctica totalidad de las canciones se construyen sobre diálogos sencillos entre la guitarra y el bajo, con percusión elemental y las voces de Nora Cheng y Penelope Lowenstein creando bonitas armonías; poco más

La principal diferencia tiene que ver con su estricta aplicación de un principio muy simple: menos es más. En Phonetics On and On, el ruidismo de su anterior trabajo deja paso a una contención exquisita. La práctica totalidad de las canciones se construyen sobre diálogos sencillos entre la guitarra y el bajo, con percusión elemental y las voces de Nora Cheng y Penelope Lowenstein creando bonitas armonías; poco más. El resultado es un indie pop con un toque naíf, de una gran calidez y ocasionales resonancias jangle, que recuerda a Stereolab o Yo La Tengo, pero menos psicodélico, menos expansivo, más minimalista. La historia de cómo llegaron a este nuevo sonido ilustra, en mi opinión, ese crecimiento como banda: “Julie”, uno de los singles, se había escrito originalmente con una guitarra acústica, y sobre ese esqueleto habían añadido arreglos, pero no terminaban de dar con el toque adecuado. De pronto, por error, el ingeniero de sonido quitó por completo el sonido de la guitarra, y se quedaron pasmadas al escuchar esa versión tan desnuda de la canción, que la transformaba por completo. La emoción y el vértigo creativo que sintieron se convirtieron desde ese momento en el principio que las guió, asesoradas en esa senda por la galesa Cate Le Bon, productora del álbum.

Lo paradójico, por tanto, es que el salto de madurez que han dado ha llegado a través de una apuesta por el primitivismo

Lo paradójico, por tanto, es que el salto de madurez que han dado ha llegado a través de una apuesta por el primitivismo. Muchas canciones del álbum, entre las que destaca el primer single, “2468”, son casi ostentosamente infantiles, tanto por la sencillez de la producción, que deja tanto espacio vacío, como por la inocencia de las melodías y armonías y, de forma destacada, por lo elemental de las letras. El título del álbum no es casual: la mera fonética ha sido importante a la hora de escribir las letras, llenas de “da-da-das”, “ooh-oohs” y “la-la-las”. Es un buen ejemplo de cómo la experiencia de los últimos años ha moldeado la música del grupo: Lowenstein y Cheng han estudiado filología inglesa, y esa forma de usar lo prelingüístico sirve para que afloren significados que se expresan mejor con esos soniditos que con palabras. En “Information Content”, por ejemplo, cantan: “But all you got's 'Ah-hoo, ah-hoo, ah-hoo'/Da-da-da/'Cause all I give's 'Ah-hoo, ah-hoo, ah-hoo'”; y no hace falta más para entender el conflicto emocional que hay de fondo.

Existe también la desventaja de que, en ocasiones, el mero esqueleto de la canción no la sostiene lo suficiente

Una gran ventaja del minimalismo del proyecto es que cualquier cambio llama la atención, ya sea en el desarrollo de la canción (la repentina coda post-punk de “Rock City”), en el ritmo (el chute de energía que es “Switch Over”) o con la adición de algún otro instrumento. Los violines de “In Twos” y “2468” (tocados por Cheng, que no tenía formación previa en el instrumento, y que recuerdan tanto al primer disco de The Raincoats), el sintetizador de “Julie”, la guitarra acústica y la percusión con escobillas de “Frontrunner” (que casi hacen pensar en unos Violent Femmes más calmados), el piano de “Sport Meets Sound”, el xilófono de “I Can't Stand to See You”... hacen que sus respectivas canciones se iluminen de pronto. Por otro lado, existe también la desventaja de que, en ocasiones, el mero esqueleto de la canción no la sostiene lo suficiente: en “Well I Know You're Shy”, por ejemplo, el tono más animado hace que se eche en falta algo más de músculo. No obstante, esos casos son minoría. Ocurre más que el grupo dé con algo tan bello que, pese a su sencillez, justifique por sí solo toda la canción: el riff de guitarra de “In Twos”, la melodía vocal de “Sport Meets Sound”, el hipnótico juego entre guitarra y bajo de “Information Content”...

La impresión con la que me quedo es que estamos ante los primeros pasos de un grupo cuyos mayores éxitos aún están por llegar

En cualquier caso, Phonetics On and On no parece ser la obra definitiva de Horsegirl. Más bien, la impresión con la que me quedo es que estamos ante los primeros pasos de un grupo cuyos mayores éxitos aún están por llegar. De momento, van por el buen camino: han encontrado nuevas maneras de componer y presentar su música que van poniendo el foco en sus mayores virtudes. No hay más que prestar atención a la canción que dio origen a este cambio de enfoque: “Julie” es una composición estupenda, pero la brillantez de la versión final está en la forma en que cada pequeño detalle aporta algo, y en especial en cómo esos pequeños chirridos de la guitarra ilustran las dudas y miedos que se filtran en su letra sobre la ilusión del primer amor. Creo que un grupo capaz de hacer algo como eso, cuando su zona de confort era el ruidismo, tiene un futuro magnífico por delante. Yo desde luego estaré pendiente de lo que puedan hacer.

 

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com