'Lo importante y lo accesorio en la sociedad del espectáculo'
Estimada lectora, estimado lector, le daré dos informaciones de interés. La primera, vivimos (desde hace tiempo) en la llamada Sociedad del espectáculo, término acuñado por el filósofo francés Guy Debord en el pasado siglo, la cual ha alcanzado tal grado de perfección, que ya, el "espectáculo" en sí mismo forma parte esencial de la misma. La segunda, es que usted fue quien mató a ¡Manolete!
Sobre la primera noticia, intentaré aportar algunas reflexiones para enmarcar la misma en el devenir cotidiano en que se desenvuelve (o nos fuerzan a que se desenvuelva) nuestra vida política. Sobre la segunda noticia, y como recientemente ha declarado, sin inmutarse, un ciudadano convicto y confeso, "no sé qué más tengo que añadir ni probar" para que sea usted consciente de que, en efecto, y sin asomo de duda, la muerte de Manolete fue causada por usted
Sobre la primera noticia, intentaré aportar algunas reflexiones para enmarcar la misma en el devenir cotidiano en que se desenvuelve (o nos fuerzan a que se desenvuelva) nuestra vida política. Sobre la segunda noticia, y como recientemente ha declarado, sin inmutarse, un ciudadano convicto y confeso, "no sé qué más tengo que añadir ni probar" para que sea usted consciente de que, en efecto, y sin asomo de duda, la muerte de Manolete fue causada por usted.
Como supongo que es bien conocido, hay en España un empresario (para el caso que nos ocupa) al parecer emparejado con una célebre política madrileña, que es protagonista de dos causas judiciales. Por mor de la inefable Sociedad del espectáculo, ambas causas judiciales ocupan mucho de la actualidad diaria. En una de las causas, este empresario está acusado de defraudar casi 400.000 euros al erario público, después de acumular ingentes beneficios con contratos de mascarillas en lo peor de la pasada pandemia. En la otra causa, la investigación gira en torno a si los correos electrónicos en los que el abogado del empresario reconocía el fraude fiscal, fueron filtrados a la prensa de forma ilegal o no. El caso principal (parece obvio), es el primero y en él, el presunto comisionista se expone a pena de cárcel tras reconocer tres delitos. El caso derivado, que es el segundo, está investigándose.
Dejo al criterio de quien lea esta reflexión, establecer cual de los casos lleva meses paralizado y cual avanza viento en popa a toda vela, con imputaciones a tutiplén y cada vez más vías de investigación, tengan indicios racionales de ilicitud penal o no las tengan
Dejo al criterio de quien lea esta reflexión, establecer cual de los casos lleva meses paralizado y cual avanza viento en popa a toda vela, con imputaciones a tutiplén y cada vez más vías de investigación, tengan indicios racionales de ilicitud penal o no las tengan. De la conclusión alcanzada, dependerá el grado de "espectáculo" en que estamos inmersos. Si a ello añadimos la "sorpresa" que causa el parón, o directamente el olvido (o vete tú a saber qué) de la causa "amnistía" o de la causa "Puigdemont", la cosa ya resulta de traca. Como, acertadamente, ha señalado algún columnista estos días, más que de lawfare, igual habría que empezar a considerar el término prevaricación, terminado en "on".
Inconcebible que la inicial mentira sobre los hechos, el subsiguiente reconocimiento de los mismos (delitos, por si alguien no se ha enterado), la retirada de facturas, el descubrimiento del fraude y el ofrecimiento de un acuerdo a la Fiscalía en el que se aceptaba una pena de prisión y el pago de una sustanciosa multa, todo ello bien detallado en un correo electrónico fechado en febrero de este año, no haya sido portada de periódicos, revistas, magazines, tertulias, vomitorios y demás
Pero volvamos al espectáculo, que estas reflexiones no pretendían sembrar ni debate ni incertidumbre jurídica, faltaría más. Sorprende que, en un país tan dado al morbo periodístico sobre cuestiones delictivas (defraudaciones, facturas falsas, trabajos inexistentes pero facturados, empresas pantalla, comisiones, etc..) que además benefician fiscalmente a alguien, éstas hayan pasado no ya a segundo, sino a sexto plano de actualidad.
Inconcebible que la inicial mentira sobre los hechos, el subsiguiente reconocimiento de los mismos (delitos, por si alguien no se ha enterado), la retirada de facturas, el descubrimiento del fraude y el ofrecimiento de un acuerdo a la Fiscalía en el que se aceptaba una pena de prisión y el pago de una sustanciosa multa, todo ello bien detallado en un correo electrónico fechado en febrero de este año, no haya sido portada de periódicos, revistas, magazines, tertulias, vomitorios y demás. Algo debía estar fallando en el "espectáculo", porque además de lo dicho, la exhaustiva investigación de Hacienda apuntaba a la citación a declarar del presunto delincuente, aunque hasta ahora sólo ha habido intentos fallidos de que compareciera ante la Justicia.
El "espectáculo" debía estar frotándose las manos ante tan suculento manjar periodístico. Pero hete aquí, que el "espectáculo”, muy nacional y muy patriótico, decidió que, esta vez, en ese asunto no había que insistir.
¡Para que luego nos quejemos de lentitud de la justicia en España! Todo sea por el espectáculo
De pronto, y pese a las evidencias de nuevas y antiguas relaciones con empresas de la sanidad privada, con millonarias comisiones de por medio, a nuevas revelaciones sobre un ático de lujo (el no va más del "espectáculo"), a sospechas sobre la propiedad de nuevos inmuebles, la causa contra el ciudadano confeso por fraude fiscal y falsedad documental parece estancarse. Apenas experimenta avances, causando la natural desolación espectacular. Pero, mira tú por donde, las diligencias (derivadas y secundarias) por la supuesta filtración del correo electrónico en el cual el abogado del supuesto defraudador reconocía los delitos, han tenido tiempo de tramitarse en el Tribunal Superior de Madrid, llegar al Tribunal Supremo, procurar el requisamiento de los correos y mensajes del Fiscal general y emitir, incluso, un primer informe de la Guardia Civil. ¡Para que luego nos quejemos de lentitud de la justicia en España! Todo sea por el espectáculo.