“Granadinos, divertíos como locos”: un bulo atribuido a los Reyes Católicos
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Isabel y Fernando instauraron la fiesta durante su estancia de 1501, donaron su custodia a la Catedral, pero no nos ha llegado el documento con que acreditarlo
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En 1764, el rey Carlos III tuvo que poner coto al excesivo gasto que el concejo destinaba a la procesión, amparándose en el supuesto mandato de los Reyes Católicos
Los granadinos llevamos repitiendo más de un siglo la coletilla de “divertíos como locos” o “a divertirse como locos” en la fiesta mayor de la ciudad, la del Corpus. Y se la adjudicamos como pronunciada y escrita por los Reyes Católicos en 1501, cuando se data el origen de la celebración. La han utilizado prácticamente todos los alcaldes recientes, los pregoneros oficiales, muchos cronistas y todos los medios de comunicación. Hasta el hartazgo.
¿Existió aquella cédula o se trató de una autorización oral? ¿De haber existido, cómo era su literatura, contenía o no la expresión “divertirse como locos”?
Pero resulta que tal atribución a sus reales majestades es tan falsa como un duro de hojalata. Un bulo más de los muchos que cuajaron durante los siglos XVIII-XIX granadinos, cuando se generalizaron los periódicos y se popularizó la imprenta masiva. Todo parte de la interpretación de la real cédula concedida por los reyes al Concejo de Granada para autorizar la celebración del Corpus, ordenar su protocolo y permitir el correspondiente gasto público. Una cédula de la que infinidad de escritores y cronistas hablaban pero que ninguno parecía haber visto; ni mucho menos reproducido o trascrito. ¿Existió aquella cédula o se trató de una autorización oral? ¿De haber existido, cómo era su literatura, contenía o no la expresión “divertirse como locos”?
1500-1: La Corte en Granada
La festividad del Corpus tuvo su origen en los Países Bajos en el siglo XIII. Pronto se extendió y arraigó por Europa y Roma. Varios papas la primaron y celebraron con suntuosidad en el siglo XV. En España entró por la zona de Cataluña y rara era la ciudad cristiana que no tenía su Corpus y su correspondiente custodia para dedicarle al menos un día festivo al año. Toledo y Sevilla la hicieron su fiesta mayor. A medida que avanzó la conquista, las ciudades otrora musulmanas la iban adoptando; fue el caso de Málaga, donde antes de acabar el siglo XV ya se contaba con el día del Corpus.
En Granada, debido a la rendición por capitulación, no fueron impuestas las fiestas religiosas cristianas durante los primeros años de convivencia entre mudéjares vencidos y castellanos vencedores. Un detalle inicial de tolerancia, para no herir a los vencidos
En Granada, debido a la rendición por capitulación, no fueron impuestas las fiestas religiosas cristianas durante los primeros años de convivencia entre mudéjares vencidos y castellanos vencedores. Un detalle inicial de tolerancia, para no herir a los vencidos. Empero, la situación social se fue tensando con los abusos cristianos hasta que, en la Navidad de 1499, surgió el primer alzamiento de la parte musulmana, los conatos de guerra y la primera represión castellana. Los vencidos perdieron el estatus de mudéjares (musulmanes con derechos viviendo en tierra de cristianos) y nació su nueva condición de moriscos, mermados de libertades y derechos.
La Corte de los Reyes Católicos se había desplazado a Andalucía para acabar con aquel primer alzamiento mudéjar del Reino de Granada. Primero lo combatió desde Sevilla; cuando ya estaba medio sofocado, en 13 de julio del año 1500, se aposentaron en la Alhambra. Desde esta ciudadela estuvieron gobernando sus reinos durante casi año y medio, hasta que a finales de noviembre de 1501 decidieron regresar a Sevilla.
Isabel y Fernando sólo tuvieron oportunidad de vivir una única primavera de Corpus en Granada, la de 1501
Isabel y Fernando sólo tuvieron oportunidad de vivir una única primavera de Corpus en Granada, la de 1501. Conocemos que la reina católica era muy devota del Santísimo Sacramento y que, años atrás, había procesionado cirio en mano en el Corpus de Madrid. No conocemos si ya en 1501 hubo celebración de Corpus en Granada. Es probable que se hiciera como símbolo de imposición y victoria frente a unos musulmanes a los que se les obligaba al bautismo a partir de entonces. Y se les intentaba atraer a la fe católica mediante la pomposidad de un festejo cristiano, envuelto en espectacularidad. Pero de esa posibilidad no ha quedado la más mínima referencia.
Legislando sobre el Corpus desde la Alhambra
Los meses del verano de 1501 fueron intensos para la Corte, el Consejo de Castilla y la secretaría de los monarcas. La maquinaria administrativa instalada en la Alhambra funcionaba a toda marcha. Se emitían a diario decenas de decretos, provisiones y disposiciones que los correos repartían por los reinos españoles. Quizás por la coincidencia de las fiestas del Corpus en esas fechas, o como consecuencia de desajustes, enfrentamientos y excesos, el gobierno de los Reyes Católicos despachó varias reales provisiones relativas a las celebraciones del Santo Sacramento en los pueblos de España. Veamos unos cuantos ejemplos manumitidos desde la Alhambra:
- 1. La ciudad de Murcia tenía larga trayectoria en la celebración del Corpus; era un lugar que contaba con una importante población mudéjar. Los años finales del siglo XV surgieron quejas por los excesivos impuestos que pagaba la población para sufragar la parafernalia y boato de las fiestas del Corpus. Esas quejas llegaron hasta la Corte de Granada y los Reyes Católicos decidieron renovar la licencia de la fiesta al concejo de Murcia, pero impusieron el tope máximo de 5.000 maravedís, con la condición de que “no sirvan al gasto en comer y beber”. El mayordomo de la ciudad debería justificar la cifra cada año. La firma de este privilegio lleva fecha de 30 de julio.
- 2. El alcalde de San Vicente de la Barquera pidió a los Reyes permiso para que en adelante fuesen los regidores (concejales) los únicos con privilegio para portar las varas del palio que cubría la custodia. Debieron darse aceradas discusiones en este pueblo cántabro entre los vecinos que se las disputaban. Los Reyes concedieron el privilegio de portavaras a los ediles. El documento fue despachado en la Alhambra el 31 de julio.
- 3. En Medina del Campo (Valladolid) se registró un altercado durante su Corpus de 1501; dos cofradías montaron escándalos y alborotos a cuenta de los lugares que ocupaba cada una en la procesión que salía de la colegiata de San Antolín. Su alcalde, Antonio de Vegil, escribió a Granada pidiendo la mediación de la Corte. Los Reyes emitieron su veredicto en provisión de 6 de agosto.
Las tres reales provisiones comentadas se conservan en la actualidad en el Archivo General de Simancas.
La fórmula utilizada por los escribanos en todas las provisiones reales relativas al Corpus presenta la misma estructura y el mismo lenguaje: una sola página con el encabezamiento de los títulos reales; un cuerpo intermedio con la petición del concejo o motivación; el tercer párrafo con la concesión; y acaba con la data y firmas del Consejo de Castilla, ratificada por los Reyes.
Se trata de un lenguaje estándar administrativo en el que no cabían expresiones coloquiales del tipo “a gastar como locos” o “a divertirse como locos”. Muy al contrario, solían pedir y mostrar recogimiento
Se trata de un lenguaje estándar administrativo en el que no cabían expresiones coloquiales del tipo “a gastar como locos” o “a divertirse como locos”. Muy al contrario, solían pedir y mostrar recogimiento, tal como en 1573 escribió en sus Disposiciones el arzobispo Pedro Guerrero: “Y a todas las personas que fueren en las dichas procesiones encargamos mucho vayan en silencio, devoción y buena compostura… y todos rezando por las necesidades comunes”.
Es bastante probable que en aquellos días en que la Corte legisló sobre diversos asuntos del Corpus también tocara el turno a Granada. Es plausible que los Reyes emitieran una cédula específica para conceder el Corpus a Granada como su fiesta mayor. Muy similar a las tres que se comentan anteriormente. En el acervo y la tradición granadina, y algunas referencias de escritores, mencionan su existencia hasta finales del siglo XVIII. De su contenido sólo trascendieron dos conceptos claros: que fue emitida en el año 1501 y que figuraba la expresión “como locos”. La primera de ellas, la fecha, es totalmente congruente; de la locura existen bastantes dudas acerca de que los Reyes pusieran por escrito una expresión popular.
La cédula, de haber existido, debió perderse o desaparecer del libro de privilegios que actualmente se conserva en el Ayuntamiento. Como ha ocurrido con muchos otros documentos importantes a lo largo de los siglos
La cédula, de haber existido, debió perderse o desaparecer del libro de privilegios que actualmente se conserva en el Ayuntamiento. Como ha ocurrido con muchos otros documentos importantes a lo largo de los siglos. O bien fue trasladado a algún archivo estatal, donde debe estar perdido en caso de que llegara alguna vez. Me inclino por su existencia por las continuas menciones que hay en la literatura. También me baso en la meticulosidad de la administración de los Reyes Católicos, donde toda orden o privilegio se daba por escrito. ¿Por qué no creer a quienes dijeron que existió y la habían visto en el Ayuntamiento?
El apuntalamiento de esta teoría de la cédula de concesión lo refrendan las dos importantes donaciones complementarias −también en 1501− que realizó Isabel la Católica a su futura Catedral de Granada
El apuntalamiento de esta teoría de la cédula de concesión lo refrendan las dos importantes donaciones complementarias −también en 1501− que realizó Isabel la Católica a su futura Catedral de Granada: la primera fue un terno del Santo Sacramento; la segunda, su custodia personal; la que hoy sigue formando parte del inmenso trono en que se ha convertido el portador del Santo Sacramento catedralicio. Se la habían fundido para su joyero personal con las primeras partidas de oro que llegaron de las Indias. Estuvo primero en la primitiva catedral de Santa María de la Alhambra, después en el Convento de San Francisco Casa Grande, hasta que fue acabada la capilla mayor de la Catedral en 1561.
Gozar, gastar y divertirse “como locos”
Trasunto muy diferente es el supuesto contenido de la redacción de la real provisión. Para empezar, niego la mayor: por ningún lado debió figurar la expresión “como locos”. Ninguno de los autores que dijeron haberla visto hasta mediado el XVIII mencionan ese término. El cronista de la primera mitad del XVII, Enríquez de Jorquera, habla infinidad de veces de las fiestas del Corpus. Precisamente en los tiempos en que la procesión y todo lo asociado atravesaba por su mayor esplendor, pues el Barroco fue la época más brillante en cuanto a escenografía y boato. Todo ello en torno a un ambiente de religiosidad y contexto caballeresco. Algo similar ocurre con Antolínez de Burgos en su Historia Eclesiástica y Francisco Bermúdez de Pedraza con un libro similar (1635); ninguno de los dos habla del tema.
A los vecinos por donde discurría la procesión se les conminaba a entoldar ventanas y puertas lo mejor que pudieran, además de barrer las calles. Sin embargo, nada decían sobre el origen de la principal fiesta local ni de “gastar como locos” por orden de los Reyes Católicos
Las Ordenanzas municipales de 1552, en fecha 14 de mayo previa al Corpus de aquel año, editaron un bando que establecía el orden que había de seguirse en la procesión ya consolidada; también se ordenaba el número de cargas de juncia que los pueblos de los alrededores habían de aportar para cubrir el trayecto de la procesión, tapar el barro y combatir los malos olores de las cajoneras de las caballerías. Solamente concretaba que los priostes, cofradías y mayordomos deberían estar dispuestos a las cinco de la mañana, con sus pendones y sus ceras. A los vecinos por donde discurría la procesión se les conminaba a entoldar ventanas y puertas lo mejor que pudieran, además de barrer las calles. Sin embargo, nada decían sobre el origen de la principal fiesta local ni de “gastar como locos” por orden de los Reyes Católicos.
Vemos por las concesiones, testamentos y codicilios de los Reyes Católicos que lo que más les preocupaba era poner coto a los derroches excesivos. ¡Cómo iban ellos a arengar a los manirrotos! También establecían claramente la forma en que habían de pagarse esos gastos, normalmente con cargo al común, es decir, al erario municipal. En el caso de Murcia no deseaban que se sobrepasaran los 5.000 maravedíes. Algo similar debió ocurrir en la concesión del Corpus a Granada, pero no conocemos la cantidad exacta que debieron poner como tope en nuestro caso.
Existen varios acuerdos del Concejo de Granada (uno de 7 de marzo de 1645 y otro de 4 de abril de 1698) en los que los munícipes ordenaron que los gastos de la fiesta del Santísimo Sacramento se sufraguen con los impuestos de los “despojos”. Es decir, con las rentas del matadero municipal
Imaginamos que también la financiación de los pagos del Corpus se cargaría a los ingresos por algún concepto. Al respecto y siguiendo la línea que debieron marcar los Reyes Católicos, existen varios acuerdos del Concejo de Granada (uno de 7 de marzo de 1645 y otro de 4 de abril de 1698) en los que los munícipes ordenaron que los gastos de la fiesta del Santísimo Sacramento se sufraguen con los impuestos de los “despojos”. Es decir, con las rentas del matadero municipal. Quizás siguieron la tradición ya iniciada en 1501 y, basándose en la autorización de los Católicos, pues sin una concesión confirmada por los sucesivos monarcas no podría haber existido esa renta.
1765: aparece el concepto “locos”
Fray Francisco Tomás de Cordera fue el primero que dejó rastros de la introducción de la palabra “locos” en esta historia. Entre 1761 y 1765 predicó el Corpus en la Catedral; este último año se lo publicaron impreso; en su folleto Génesis Eucarística (1765) hacía una historia de la solemnidad que había tomado el Corpus de Granada desde sus inicios en el siglo XVI. Achacaba lo desorbitado de los gastos a la costumbre que se inició a partir de la estancia de la corte del emperador Carlos V en Granada (1526). Fijaba el año 1501 cuando sus “catolicísimas Majestades dotaron la solemne y magnífica procesión que en este día se hace la más autorizada, grave y pomposa de todas las Andalucías”. Este fraile predicador fue el primero que incluyó en su texto la expresión locos; concretamente dijo −refiriéndose a los deseos de los Reyes Católicos− “la fiesta ha de ser tal y en tan grande alegría y contentamiento que parezcáis locos”.
El primer autor en mencionar la expresión “como locos” fue Antonio José Secorn (1775). En su folleto titulado La España del Señor y la de San Fernando; afirmaba que la fiesta del Corpus de Granada se había hecho la más célebre de España y fuera de ella. Tanto en lo referido a la devoción religiosa como a las magníficas dotaciones con que la honraron [los Reyes]. Y precisa: “Es tradición muy válida entre los granadinos que dijeron sus Majestades que, para celebrar el Misterio, gastasen como locos”.
El concepto simbólico “gozar como locos” −en sentido religioso− fue acompañado muy pronto, ya desde la segunda mitad del siglo XVIII, por “gastar como locos” durante el Corpus. ¿Qué estaba ocurriendo en la fiesta mayor de Granada?
La parte eclesiástica siempre entendió que los deseos de los Reyes Católicos fueron que los granadinos gozaran con la espiritualidad. No pretendieron más alcance que el litúrgico, el disfrute del espíritu. El regocijo del alma y el júbilo de los corazones. Y la forma de traducir estos complicados conceptos al populacho no era otra que simplificar en “gozar como locos”.
El concepto simbólico “gozar como locos” −en sentido religioso− fue acompañado muy pronto, ya desde la segunda mitad del siglo XVIII, por “gastar como locos” durante el Corpus. ¿Qué estaba ocurriendo en la fiesta mayor de Granada?
Redactó y publicó con cargo al Ayuntamiento un reglamento que recogía hasta el más mínimo detalle de cómo debían desarrollarse en la ciudad. Desde la vestimenta de ediles, orden de las procesiones, gestos, etc.
El descontrol de la pomposidad y del derroche se remontaba a 1749, fecha en que consiguió el cargo de Caballero XXIV (concejal) el propietario de la Casa de la Aduana de San Lázaro llamado Juan de Morales Hondonero. Era hombre muy dado a farfollas, adornos y pompas. Fue elegido por el Concejo como Maestro de Ceremonias de la ciudad. Se dedicó a poner orden al batiburrillo protocolario que existía en Granada con tanta fiesta, romería, voto, recibimientos, entierros, etc. Redactó y publicó con cargo al Ayuntamiento un reglamento que recogía hasta el más mínimo detalle de cómo debían desarrollarse en la ciudad. Desde la vestimenta de ediles, orden de las procesiones, gestos, etc. Aquel libro se tituló Ceremonias que esta ciudad de Granada ha de observar, y guardar, en las ocasiones que se le ofrezcan, así en la Sala capitular como en las funciones públicas” (1752).
[Aquel reglamento es prácticamente la base del libro de ceremonial y protocolo municipal del Ayuntamiento de Granada, recuperado por José Miguel Castillo Higueras en 1984 y publicado en 2006 por Sebastián Pérez Ortiz cuando era concejal del ramo].
Entre 1752 en que lo puso en práctica y 1766 en que falleció, Juan de Morales se dedicó a gastar en telas y pespuntes de manera desaforada. Vistió de gala a todos los munícipes y a infinidad de palafreneros, timbaleros, heraldos y músicos que acompañaban la comitiva. Incluso encargó gualdrapas nuevas para los caballos y sillas de mano para el arzobispo. Nunca hasta entonces habían estado tan adornados los balcones del recorrido de la procesión, llenos con tantas flores y oropeles los altares.
La consecuencia inmediata fue el derroche de dinero municipal descontado de otras partidas del Ayuntamiento. Del “gozar como locos” espiritual de épocas anteriores, se pasó a “gastar como locos”
La consecuencia inmediata fue el derroche de dinero municipal descontado de otras partidas del Ayuntamiento. Del “gozar como locos” espiritual de épocas anteriores, se pasó a “gastar como locos” ya durante el mandato de Juan de Morales, bajo las órdenes de los corregidores Luis González Torres de Navarra (marqués de Campo-Verde), Manuel Diego Escobedo e Ignacio Bermúdez de Castro.
Debió ser tan descontrolado y escandaloso el gasto que, en 1764, cuando llevaba doce años como maestro de ceremonias del Ayuntamiento, tuvo que intervenir desde Madrid el mismísimo rey Carlos III para ponerle freno; su Consejo de Castilla aprobó un real decreto de 29 de noviembre de 1764 mediante el cual daba un Reglamento de Propios (una especie de presupuesto) que dejaba claramente fijada la cuantía máxima para las principales fiestas: a Granada se le permitía gastar en festividades 47.163 reales/año (40.000 para Corpus, 1.176 para Honra de los Reyes Católicos, 1.126 para el Día de la Toma, etc.). Teniendo en cuenta que los ingresos previstos por el Ayuntamiento aquel año ascendieron a 432.090 maravedís, sólo la fiesta del Corpus se comería el 9,25 por ciento.
El reglamento hacía hincapié en que sólo se destinarían los 40.000 reales “para la festividad del Santísimo Sacramento del Corpus, sin incluir gasto de dulces, guantes, bastones ni propinas” ya que se prohibía pagar esos caprichos de una manera descontrolada sin pasar por el presupuesto municipal
La importante cantidad para el Corpus se venía detrayendo cada año del impuesto de Despojos, es decir, de la carne que salía del Matadero. También de la Pescadería. El Ayuntamiento se dio por enterado de este nuevo sistema de contabilidad impuesto por Carlos III en sesión de su Junta de Propios (equivalente a comisión de hacienda actual) en reunión de 28 de diciembre de 1764. En adelante se cambiaría el sistema y se controlaría todo el gasto del Corpus desde la intervención municipal. El reglamento hacía hincapié en que sólo se destinarían los 40.000 reales “para la festividad del Santísimo Sacramento del Corpus, sin incluir gasto de dulces, guantes, bastones ni propinas” ya que se prohibía pagar esos caprichos de una manera descontrolada sin pasar por el presupuesto municipal.
El Concejo desglosó esos 40.000 reales permitidos a la ciudad para Corpus en los siguientes conceptos:
- 28.000 reales en adorno de la plaza, enramados y demás
- 8.000 para la cera de iluminación de la Plaza de Bibarrambla y procesión
- 1.000 para gastos de tarasca y gigantones
- 1.700 para refresco de tropa
- 300 para propina de cañeros y sirvientes
- 1.000 para músicos, clarines y tambores.
A partir de entonces no se permitiría que se tomara dinero de diversas partidas del presupuesto municipal. De manera un tanto descontrolada.
Aquel periodo del reinado de Carlos III fue uno de los más lustrosos del Corpus granadino. Además de por el exorno de espacios públicos, por el impulso de pintores y literatos que colaboraban decorando las calles del centro con sus obras
Aquel periodo del reinado de Carlos III fue uno de los más lustrosos del Corpus granadino. Además de por el exorno de espacios públicos, por el impulso de pintores y literatos que colaboraban decorando las calles del centro con sus obras.
No obstante, ya se anunciaba un progresivo deterioro de la fiesta mayor. En 1761 se prohibió representar autos sacramentales en las calles o sobre los carros andantes; en 1780 la prohibición se extendió al uso de danzas y gigantones en las procesiones. [Precisamente su origen estuvo en las zambras moriscas como señuelo para atraer a los antiguos musulmanes].
La fiesta del Santo Sacramento llevó un duro golpe del que no se empezó a recuperar hasta que se consolidó el reinado de Isabel II, ya en el segundo tercio del siglo XIX
Con la muerte de Carlos III y la revolución francesa de 1789 se inició una profunda crisis económica y social que afectó al Corpus. Decayó el paseo, la procesión se limitó al interior de la Catedral y se suprimió por una ceremonia de Entrega de la Plaza. También se prohibieron los toros algunos años. La fiesta del Santo Sacramento llevó un duro golpe del que no se empezó a recuperar hasta que se consolidó el reinado de Isabel II, ya en el segundo tercio del siglo XIX.
Saltamos al siglo XIX, en pleno auge del romanticismo. El catedrático José Giménez Serrano también bebió de las fuentes de la Catedral, donde su padrino era canónigo. Escribió un artículo sobre la fiesta del Corpus (El Pasatiempo, 25 de mayo de 1845, periódico literario) en el que enlazaba con la tradición (aunque no tenía evidencia ni aseguraba haberla visto) con el tema de gastar como locos en el Corpus:
Para el año 1849 hay crónicas periodísticas que indican un gran resurgimiento del Corpus de Granada, precisamente para agasajar a la hermana de Isabel II, que pasaba una temporada en la ciudad con su esposo Antonio de Orleans, Duque de Montpensier
Para el año 1849 hay crónicas periodísticas que indican un gran resurgimiento del Corpus de Granada, precisamente para agasajar a la hermana de Isabel II, que pasaba una temporada en la ciudad con su esposo Antonio de Orleans, Duque de Montpensier. Una noticia de un periódico de Madrid (La España, 20 de junio), habla de que Granada ha celebrado una procesión del Corpus suntuosa como nunca se ha visto ningún otro. Y menciona que los Reyes Católicos, “luego que conquistaron esta capital, dotaron sus propios con especial encargo de que en dicha solemnidad se gastara como locos, que es la expresión de que se valieron”.
1883: resurgir festivo y “a divertirse como locos”
El siglo XIX, con su inestabilidad social, política y económica, tuvo una repercusión muy directa en la fiesta del Corpus de Granada. Litúrgicamente, la Catedral continuó organizando sus actos, tanto por las calles de alrededor como en el interior cuando las tensiones lo desaconsejaron. Pero prácticamente no faltó ningún año a la cita, aunque en un análisis desde la distancia parecen dientes de sierra: años con magníficos monumentos centrales en Bibarrambla, altares en las calles, concursos de pintura y octavas, carocas, autos sacramentales sobre carros, etc. Y otros en los que imperó la pobreza de los adornos e incluso la procesión se limitó al interior catedralicio.
Los nuevos aires liberales propiciaron ir descargando poco a poco el sentido eminentemente religioso al Corpus y dedicar la pintura y la literatura a las grandes glorias nacionales
En 1858 −una época en que arreció el anticlericalismo, se cerraban conventos y se demolían iglesias− apareció en Granada el debate sobre la supresión de las fiestas religiosas. Los nuevos aires liberales propiciaron ir descargando poco a poco el sentido eminentemente religioso al Corpus y dedicar la pintura y la literatura a las grandes glorias nacionales. Incluso al pasado musulmán.
Los medios se conjuraron para recuperar aquel esplendor que tuvo el Corpus hasta finales del XVIII. Se inventaron mil y una iniciativas, de las que unas cuajaron y otras no
Llegó 1883, la grandeza del Corpus era un recuerdo del pasado. En aquella década hubo una eclosión de la prensa, con El Defensor como líder destacado y una docena de diarios de mañana y tarde. Los medios se conjuraron para recuperar aquel esplendor que tuvo el Corpus hasta finales del XVIII. Se inventaron mil y una iniciativas, de las que unas cuajaron y otras no.
Pero, al menos, el debate permitió que los historiadores, literatos y cronistas empezaran a investigar y escribir sobre los orígenes y pasado del Corpus granadino. Francisco de Paula Valladar, Afán de Ribera, Miguel Garrido Atienza y Francisco Seco de Lucena fueron los primus inter pares en aquella labor. Todos publicaron artículos y libros sobre el Corpus. Valladar fue el primero en abrir el fuego con un escrito (El Defensor, 24 de mayo de 1883) en el que revindicaba la recuperación del Corpus antiguo. Empezaba diciendo que el origen de la fiesta se fijaba a comienzos del siglo XVI y que “Los Reyes Católicos instituyéronlas y destinaron cuantiosas rentas, para que cada año, gastasen los granadinos como locos”. Nada nuevo, ya que recogía la expresión del gastar como locos de sus antecesores del XVIII.
Del “gastar como locos” del XVIII se había pasado en el XIX a “divertirse como locos”. Expresión siempre imputada a los Reyes Católicos. A partir de ese momento, el cronista Francisco Seco de Lucena le secundó pronto. Incluso mezcló gastar y divertir al mismo tiempo
Pero este mismo periodista y funcionario, al quejarse de la mala situación económica y tristeza que atravesaba Granada por el año 1885, escribió una crónica (El Contribuyente, 26 de julio) en la que por primera vez utilizó la expresión “divertirse como locos”. Se refería a que el pueblo llano había sido abandonado a su suerte por quienes antes organizaban las fiestas.
Del “gastar como locos” del XVIII se había pasado en el XIX a “divertirse como locos”. Expresión siempre imputada a los Reyes Católicos. A partir de ese momento, el cronista Francisco Seco de Lucena le secundó pronto. Incluso mezcló gastar y divertir al mismo tiempo. En su crónica del Corpus de 1896 (El Defensor, 4 de junio) no tuvo el menor reparo en escribir: “La costumbre tradicional, implantada por los monarcas conquistadores, cuyo deseo fue ‘que los granadinos se divirtieran como locos’ en la solemne conmemoración por ellos instituida y para la cual designaron rentas especiales, se ha conservado en el corazón del pueblo, que hace huelga los días de la Octava, y los resta del trabajo para dedicarlos a toda clase de lícitas diversiones”.
Un nuevo bulo echaba a andar en Granada, sin la más mínima base histórica y atribuida a los Reyes Católicos
Nada menos que los dos periodistas y cronistas oficiales más afamados del momento hicieron suya y dieron pábulo a la expresión popular basada en el invento o metáfora de un fraile del XVIII en sus pregones de la Catedral. Un nuevo bulo echaba a andar en Granada, sin la más mínima base histórica y atribuida a los Reyes Católicos. Así desde entonces, esparcido por el mundo entero y agrandado a través de las redes sociales y la IA (Imbecilidad Auténtica).