'La infantilización de la sociedad y la paralización de las vacunas'

Blog - La soportable levedad - Francis Fernández - Domingo, 18 de Abril de 2021
Llegada el 27 de diciembre del año pasado de las primeras vacunas contra el Covid a Granada.
ALEX CAMARA / EUROPA PRESS
Llegada el 27 de diciembre del año pasado de las primeras vacunas contra el Covid a Granada.
 'No se entiende que una campaña de vacunación vital se detenga, suspenda o dificulte por un riesgo tan extremadamente bajo. Es mucho más fácil que te mueras en tu casa al cambiar una bombilla, o por tomar anticonceptivos, aspirinas y paracetamoles.

Javier Sampedro, El País 14 de abril del 2021.

O podríamos igualmente hablar acerca de la infantilización de la política, no sabemos decir con seguridad qué viene antes, ni cuál es causa y cuál es consecuencia; si el hecho de que la sociedad de la información y las nuevas tecnologías, que nos iban a hacer más libres y  profundizar en la democracia, hayan terminado por configurar un desolador panorama de radicalismos extremistas y populistas que contaminan la sociedad, nos convierte en zombis mentales sin rigor ni capacidad crítica, o ha sido convertir la política en mero espectáculo, donde los ideólogos están más preocupados por conseguir Me gusta, retweet y banalidades similares, con videos simples, zafios y tontos, o lemas  absurdos en pleno siglo XXI como comunismo o libertad, lanzado por la populista y nacionalista dirigente madrileña Ayuso. El hecho es, situemos el origen donde lo situemos, que nos estamos infantilizando, en el peor sentido de la palabra, porque pareciera que nuestros niños y niñas actúan con más madurez y responsabilidad que los adultos en estos tiempos de crisis, donde vamos como pollo sin cabeza en la mayoría de las ocasiones. Comportamientos que antes nos parecerían intolerables, como llamar a la confrontación civil o al odio al contrario, la xenofobia y el racismo como arma política, dar pábulo a conspiraciones y bulos absurdos, hoy día se jalean desde los medios de comunicación, y nosotros los compartimos entusiasmados en las redes sociales, haciendo bandera de aquella proclama tan consabida de divide y vencerás. O nos vuelven idiotas con la infantilización de la política a la sociedad, o practican esa política porque nos hemos convertidos en idiotas nosotros mismos. O nos tratan como infantes a la ciudadanía porque les da resultado, o nuestro comportamiento como niños caprichosos hace que actúen así nuestros dirigentes. Da lo mismo, lo mismo da, porque el resultado es desolador para nuestra convivencia, nuestro futuro, nuestra capacidad para salir fortalecidos de esta catastrófica pandemia, y no como está sucediendo, que estamos cada vez más embobados.

Un ejemplo de esta infantilización, y una muestra de cómo un extremo, la esfera política, alimenta al otro, la esfera social,  en el entontecimiento colectivo, y viceversa, lo vemos con el pánico a las vacunas que está causando que, con la salida de la pandemia a pocos meses, nos hayamos enfangado en un lodo de miedos, acusaciones, reprobaciones, paralizaciones, que tiene la consecuencia, tan dramática como real, de gente que termina en la UCI o fallece, y que podríamos estar salvando

Un ejemplo de esta infantilización, y una muestra de cómo un extremo, la esfera política, alimenta al otro, la esfera social,  en el entontecimiento colectivo, y viceversa, lo vemos con el pánico a las vacunas que está causando que, con la salida de la pandemia a pocos meses, nos hayamos enfangado en un lodo de miedos, acusaciones, reprobaciones, paralizaciones, que tiene la consecuencia, tan dramática como real, de gente que termina en la UCI o fallece, y que podríamos estar salvando. Con el añadido de la incompetencia de algunos gobiernos, y perdón por lo impopular de lo que voy a decir, pero pareciera más ético seguir salvando la Navidad, la Semana Santa, el puente del Primero de Mayo, el Corpus, o el verano, que vidas que van a desaparecer para siempre si no se toman medidas restrictivas antes de que todo esto se vuelva, una vez más, a descontrolar. Pero el dolor parece no existir si no nos toca a nosotros, solo cuando vemos esperpentos televisivos de telebasura que banalizan tragedias nos conmovemos. No hace falta que ponga ejemplos porque todos los conocemos de sobra, aunque seguimos alimentándolos y dándoles pábulo. Una muestra más de la infantilización social y cultural que produce una regresión en nuestra capacidad crítica nunca antes vista.

De lo que se trata es de dar el titular, y tratar de aparentar, estos gobiernos autonómicos, que están haciendo algo, aunque sea empíricamente imposible que haya resultados. Nos tratan como niños a los que es más fácil mentir que sentarse con ellos a explicar con claridad y trasparencia la realidad, dada la facilidad con la que aceptamos políticas que son, o meramente propagandistas, o carentes de cualquier rigor científico

Por un lado tenemos la loca, y estúpida, carrera de algunos gobiernos autonómicos que para ocultar su propia incompetencia o distraer de las consecuencias de sus políticas, se dedican a confundir a la gente con la supuesta compra de vacunas rusas, que tiene más dudas científicas que cualquiera de las que hoy día se encuentran paralizadas. Aquí en Andalucía, probablemente para ocultar el desastre sanitario que ha supuesto el relajamiento de las medidas restrictivas para salvar la Semana Santa, se copia la absurda estrategia de Ayuso de reunirse con intermediarios de la Sputnik V. No solo no termina de estar aprobada para su uso en Europa, sino que su fabricación, y distribución, necesitaría de acuerdos de la empresa rusa con empresas farmacéuticas europeas, de los cuales aún no sabemos nada. Sabemos que no da resultado tratar de ir a una guerra de Reinos de Taifas, donde cada cual busca salvarse a sí mismo, en lugar de asumir que con todos sus errores, siempre es mejor trabajar con el paraguas de Europa. Lo vimos en la compra de suministros, y el dinero que fue al limbo por parte de algunas autonomías en su carrera populista por conseguirlos, y sus escasos, cuando no nulos, resultados. Sabemos de sobra, si nos paramos a informarnos y pensar un poco, de lo banal de esta propuesta; para cuando esas vacunas pudieran llegar a nuestros territorios, debido a los problemas de fabricación, distribución, países prioritarios con más dinero y recursos, etc., habrían pasado muchos meses, y tendríamos suficientes vacunas de otros laboratorios europeos, incluidas las prometedoras vacunas españolas.  Vacunas a las que se podría dedicar todo ese tiempo, recursos y esfuerzos, que parece mentira las precarias condiciones en las que están trabajando nuestros científicos a contra reloj para conseguirlas. Darles contratos decentes y recursos económicos sería lo patriótico, pero como no consigue votos parece que no va a ser así. De lo que se trata es de dar el titular, y tratar de aparentar, estos gobiernos autonómicos, que están haciendo algo, aunque sea empíricamente imposible que haya resultados. Nos tratan como niños a los que es más fácil mentir que sentarse con ellos a explicar con claridad y trasparencia la realidad, dada la facilidad con la que aceptamos políticas que son, o meramente propagandistas, o carentes de cualquier rigor científico.

Triste que en esto haya devenido una parte del supuesto periodismo de calidad, cuando es solo otro negocio que negocia con nuestro entontecimiento e infantilización colectiva

Por otro lado tenemos la singular reacción que se ha producido en la esfera política, y en la esfera social, ante los problemas médicos de dos vacunas, las de Astrazeneca y Janssen. La política entra en pánico, los medios de comunicación contagian el pánico, y el resto lo expandimos. Un círculo vicioso que perjudica a todo el mundo. Una noticia sobre un efecto secundario o un fallecimiento entre millones y millones de dosis inoculadas se trata en los medios con la cobertura de un Madrid-Barcelona, los conspiranoicos que creen que las vacunas llevan un chip de Bill Gates para controlarnos se reafirman en su locura, como si hiciera falta un chip para entontecernos, cuando basta la telebasura. La política entra en pánico y en lugar de escuchar a los científicos que te explican una y otra vez que todo esto es común en cualquier medicamento, que muchos más efectos secundarios producen aquellos que se llevan tomando hace tiempo, y son de consumo masivo. Y que los beneficios, es decir, salvar vidas, son muchísimo mayores, en cifras astronómicas. Es absurdo dejarse llevar por el pánico y paralizar la inoculación de estas vacunas. Si tuviéramos tiempo, y posibilidad de elegir otras que llegaran a tiempo y en cantidades suficientes, estupendo, toda esa digresión  y exceso de celo, pero no es así. Tiempo perdido son vidas perdidas. Es increíble que a un pobre personaje, con evidentes delirios y merma en sus facultades, como es Miguel Bosé, se le dé la cobertura mediática que se le está dando, haciendo pasar por una historia de valor humano, algo que solo trata de despertar las más banales de las emociones del espectador para conseguir audiencia, y dinero para la empresa mediática. Triste que en esto haya devenido una parte del supuesto periodismo de calidad, cuando es solo otro negocio que negocia con nuestro entontecimiento e infantilización colectiva.

Investigar los casos es científicamente impecable, es lo que se hace continuamente con los medicamentos que se aprueban, incluso aquellos que llevan años en circulación, paralizar por completo la vacunación con estos datos huele más a pánico político, que a consejo científico

La vacuna de Janssen se ha paralizado por seis casos de trombos en siete millones de personas inoculadas, es decir en un 0,0001%. La probabilidad por el contrario de que una persona muera por Covid es cercana al 1%, 10.000 veces más, como señala el divulgador científico Javier Sampedro en El País. Investigar los casos es científicamente impecable, es lo que se hace continuamente con los medicamentos que se aprueban, incluso aquellos que llevan años en circulación, paralizar por completo la vacunación con estos datos huele más a pánico político, que a consejo científico. Más en un panorama de extrema necesidad, como el actual. Javier Sampedro nos hace ver lo impúdico que es con más de tres millones de muertes en el mundo, paralizar una vacuna, recordemos que inmuniza con una sola dosis, para evitar un trombo cada millón de vacunados.

Nos tratan como niños a los que no se puede decir la verdad, que no es otra que todo en la vida, hasta respirar en las calles tan contaminadas de nuestras ciudades, tiene un riesgo, seguro que causante de muchas más enfermedades respiratorias que trombos las vacunas.  Nos tratan, y nos comportamos, como niños asustadizos incapaces de racionalizar que no solo estamos salvando nuestra vida al vacunarnos, sino protegiendo la vida de muchas otras personas, y que el minúsculo riesgo merece la pena. Más riesgo tienes con la comida basura, los ibuprofenos, o mil medicamentos comunes más, sin contar el alcohol, el tabaco, o cualquier otra sustancia, de las muchas que consumimos sin darle la menor importancia. La diferencia es que ese estilo de vida, y esos riesgos, te afectan a ti únicamente. La vacuna te protege, sin duda, pero no solo, también a los demás. Te salvas y salvas gente ¿no merece la pena correr un minúsculo riesgo, de haberlo, que no entrar en pánico? Hay más posibilidades de que te toque la lotería y te hagas multimillonario que te de un trombo, pero no parece haber manera de asumirlo con madurez y salvar vidas.

 

 

Imagen de Francis Fernández

Nací en Córdoba, hace ya alguna que otra década, esa antigua ciudad cuna de algún que otro filósofo recordado por combinar enseñanzas estoicas con el interés por los asuntos públicos. Quién sabe si su recuerdo influiría en las decisiones que terminarían por acotar mi libre albedrío. Compromiso por las causas públicas que consideré justas mezclado con un sano estoicismo, alimentado por la eterna sonrisa de la duda. Córdoba, esa ciudad donde aún resuenan los ecos de ése crisol de ortodoxia y heterodoxia que forjaría su carácter a lo largo de los siglos. Tras itinerar por diferentes tierras terminé por aposentarme en Granada, ciudad hermana en ese curioso mestizaje cultural e histórico. Granada, donde emprendería mis estudios de filosofía y aprendería que el filosofar no es tan sólo una vocación o un modo de ganarse la vida, sino la pérdida de una inocencia que nunca te será devuelta. Después de comprender que no terminaba de estar hecho para lo académico completé mis estudios con un Master de gestión cultural, comprendiendo que si las circunstancias me lo permitirían podría combinar el criticado sueño sofista de ganarme la vida filosofando, a la vez que disfrutando del placer de trabajar en algo que no sólo me resultaba placentero, sino que esperaba que se lo resultase a los demás, eso que llamamos cultura. Y ahí sigo en ese empeño, con mis altos y mis bajos, a la vez que intento cumplir otro sueño, y dedico las horas a trabajar en un pequeño libro de aforismos que nunca termina de estar listo. Pero ¿acaso no es lo maravilloso de filosofar o de vivir? Tal y como nos señala Louis Althusser en su atormentado libro de memorias “Incluso si la historia debe acabar. Si, el porvenir es largo.”