Las otras consecuencias de la crisis
IndeGranada
Puente de Tablete.
Todos somos conscientes de lo que ha traído la crisis: más pobreza, desahucios, familias obligatoriamente reagrupadas, dolor, recuerdos de tiempos pasados…Nos dicen que estamos saliendo poco a poco de ella, que los datos macroeconómicos han mejorado, que el paro se va reduciendo y queremos creérnoslo aunque no veamos síntomas de ello.
No obstante, al margen de lo evidente, la crisis nos va a traer cambios estructurales, un vuelco en la sociedad tal y como la hemos conocido hasta el momento y los signos se pueden encontrar ya, de forma tan velada como evidente.
Hace sólo unos días que una familia inglesa se tuvo que enfrentar a una de las experiencias más duras de la vida: perder a una hija de 23 años. Estaba de vacaciones en Andalucía y decidió contratar una empresa de deportes de aventura para practicar puenting en Tablate, entre los municipios de El Pinar y El Valle. La joven se lanzó a unos 90 metros del suelo con las sujeciones en perfecto estado una primera vez y disfrutó tanto que decidió volver a intentarlo, con la terrible suerte de que el cable estaba tan largo que se estampó contra el antiguo puente, a unos 20 metros del suelo, falleciendo en el acto.
Visto así parece un accidente, sin más; sin embargo, al acercarme a la zona y hablar con otros profesionales, mi visión cambió por completo. Fran Ruiz, un trabajador de la empresa Nevadensis, con una larga experiencia en el sector, sin un accidente en toda su trayectoria y cientos de saltos a sus espaldas, se mostraba ante mí acongojado. Había estado ese mismo día acompañando a una persona para realizar un salto aunque se marchó una hora antes del terrible incidente. Fran me explicó que él forma parte de la plantilla de una empresa seria, con profesionales reputados y experimentados, que cada día revisan todo el material y controlan cada detalle para que no suceda nada y que en los últimos tiempos se estaban viendo afectados porque los precios de los lanzamientos se estaban tirando por los suelos, que hay compañías que se publicitan en Internet y que hacen ofertas para saltar por el puente de Tablate por 25 euros, incluyendo un vídeo y cerveza o refresco.
A falta de conocer el resultado de la investigación policial del caso, Fran estaba indignado porque entendía que cobrar precios tan bajos se traducía en que esas empresas ni siquiera hacen contrato a sus guías, que se nutren de jóvenes inexpertos de 20-25 años, necesitados de dinero, a los que no pagan más de 25 euros por estar toda la mañana con la responsabilidad de las vidas de decenas de personas. Eso sin contar con el hecho de que tomar una cerveza, con el calor del mediodía, y haciendo deportes de riesgo es muy peligroso.
Afortunadamente, aún son más los profesionales contrastados como Fran y eso ha permitido que sólo haya habido 10 accidentes como este en los últimos 20 años en Andalucía, pero cualquier cifra que no sea 0 se convierte en excesiva.
Y es aquí donde yo encuentro las otras consecuencias de la crisis, las que llegan directamente de una política destinada a crear empleos, no importa lo precarios que sean, sin garantías para los trabajadores. La última reforma laboral ha abierto la veda para que personas sin escrúpulos, que se califican a sí mismos como empresarios, traten de hacerse ricos a costa de gente necesitada.
Y seguramente en este caso tendrá que pagar el empresario o la empresa o el pobre guía que ganaba esos 25 euros al día o quizás ninguno porque se considere un accidente, pero nadie culpará a un sistema que permite que esto ocurra, que trata de disimular los datos del paro, en año electoral, con cualquier tipo de empleo inestable, insuficiente para ganarse la vida.
Además del drama de esta familia, que nunca podrá olvidar lo que ha ocurrido, el resto de empresas del sector se verán afectadas en su actividad, en plena temporada estival, por este suceso.
La salida de la crisis, desgraciadamente, nos va a dejar más imágenes como esta, porque entramos en un paradigma nuevo en el que la experiencia es un lastre y lo único importante es conseguir a los trabajadores al precio más barato.
¿Es esta la sociedad que queremos? Mientras los políticos se afanan en convencernos de que estamos mejor, de que vamos por buen camino, a uno le da la sensación de que el pueblo ya no es soberano porque al final quien decide por encima de los estados es la Merkel de turno.
Todavía estamos a tiempo. Aunque es cierto que no vamos a cambiar el mundo, lo que sí podemos hacer es cambiar nuestra forma de pensar, considerarnos merecedores de lo mejor y no conformarnos con las migajas de los ricos, porque sólo soñando con las estrellas podremos alcanzar el cielo,