Los rostros poliédricos de ‘Lisístrata’

Hace unos días el periodista jiennense, Ginés Donaire, publicaba en El País (16/3/2025), que la concejala de “Igualdad” del PP del pueblo minero e indómito de Linares, Mari Carmen Muñoz, había prohibido en plena representación por su “contenido y lenguaje” la Lisístrata de Aristófanes. Más allá de la torpeza política de la edil, más allá del estupor que produjo en las actrices y público presente, el fondo de la cuestión es qué se esconde detrás de esa “censura” y por qué Lisístrata es uno de los personajes más poliédricos, por sus numerosas adaptaciones y reinterpretaciones, a lo largo de la historia y que ha sufrido, por consiguiente, las iras de muchos gobernantes.
Para no ir muy lejos, aquí echaron a la hoguera purificadora, nada más iniciarse la guerra civil, La República, de Platón, por eso del título y sospecharon que la Enciclopedia de la carne, manual gastronómico de Espasa Calpe, podría encerrar un contenido altamente erótico, por poner algunos ejemplos
Por ejemplo, a comienzos de marzo de 1955, el ministro de Comunicaciones del Gobierno norteamericano la emprendió contra el griego Aristófanes y su Lisístrata y decidió destruir un ejemplar que se hallaba en una oficina de Correos. Desoyó el escándalo y añadió que la pieza no sólo era “pornográfica” y capaz de “inspirar malos pensamientos”, sino que los grabados con que venía ilustrada eran “deleznables”.
El Daily Worker comentó que el peligro de Lisístrata podría ser que el deseo de paz de las mujeres de Atenas se pudiese extender en los Estados Unidos, cuando el Gobierno vivía la carrera de armamentos nucleares. Nada nuevo bajo el sol, porque la censura ha corrido paralela a casi todos los gobiernos, y más, en los dictatoriales, que no tienen sentido del ridículo y son un tanto analfabetos. Para no ir muy lejos, aquí echaron a la hoguera purificadora, nada más iniciarse la guerra civil, La República, de Platón, por eso del título y sospecharon que la Enciclopedia de la carne, manual gastronómico de Espasa Calpe, podría encerrar un contenido altamente erótico, por poner algunos ejemplos. Cosas de un régimen que vestía de gris desde sus policías a sus jeeps, un régimen de hierro, pero cargado de miedo sobre todo lo que se movía en sus aledaños: los pelos largos, los libros libres o los obreros irreverentes.
Pero en el caso de Lisístrata estamos ante una obra única que ha ido más allá de manifestaciones literarias o artísticas, porque que de manera especial, se ha adentrado en cuestiones de tipo ideológico. Como muy bien ha estudiado Juan Carlos Iglesias Zoido (Universidad de Extremadura), Lisístrata se ha descontextualizado, de tal manera, que ha convertido su personaje en uno de los arquetipos literarios que ha sufrido más cambios y manipulaciones a lo largo del tiempo.
La obra, a lo largo del tiempo, y sobre todo, desde finales del siglo XIX, en sus múltiples reinterpretaciones, ha ido apartando al personaje de su sentido inicial prefigurando tres nuevos rostros: el del pacifismo, el del feminismo y la liberación sexual. Algunos autores han afirmado, sin ambages, que el siglo XX ha sido el siglo de 'Lisístrata'
Lisístrata (en griego Λυσιστράτη "la que disuelve el ejército") es, quizás, la obra más popular de Aristófanes, que fue representada en la primavera del 411 a. de C. durante las fiestas en honor a Dionisio Leneo en un momento histórico donde Atenas, dos años antes, había sufrido un revés militar en su expedición a Sicilia. Como Aristófanes fue testigo de la guerra del Peloponeso, que duró veinte años, se opuso a ella porque llevaba a la miseria a los campesinos del Ática. La obra, a lo largo del tiempo, y sobre todo, desde finales del siglo XIX, en sus múltiples reinterpretaciones, ha ido apartando al personaje de su sentido inicial prefigurando tres nuevos rostros: el del pacifismo, el del feminismo y la liberación sexual. Algunos autores han afirmado, sin ambages, que el siglo XX ha sido el siglo de Lisístrata.
Respecto de lo primero, Aristófanes no era un pacifista al uso, porque la guerra era la esencia de su imperio, ni Lisístrata pretende aportar una solución a la guerra que, al fin y al cabo, era apoyada por la mayoría de su población. Aristófanes, simplemente, por medio de la comedia, quería poner fin a la sangría de hombres y bienes en que se había convertido la interminable guerra del Peloponeso, pero no cuestiona la esencia bélica del pueblo ateniense ni espartano.
Pero, por encima de todo, cuando espartanos y atenienses firman la paz no es porque se hayan convertido, de repente en pacifistas, sino para acabar con la insoportable abstinencia sexual. Este acuerdo lo que sella no es la paz, sino restaurar la armonía doméstica, donde la mujer volvía, como siempre, a su rol tradicional de dependencia
Una segunda consideración ha sido la interpretación de esta obra como “feminista”. Esta interpretación, basada en la propuesta de Lisístrata de hacer una huelga de “sexo” mientras sus maridos no acaben con la guerra, viene a plantear que Aristófanes cuestionaba el papel reservado a las mujeres que solo son úteros que producen hijos para la guerra y, de paso, plantearía la posibilidad de que el gobierno de la “res pública” también podía ser asumido por las mujeres. Es decir, que podían trascender el ámbito privado (el hogar) para pasar al ámbito público. Esta “lectura” nada tiene que ver con la comedia griega de Aristófanes, nada “feminista” por cierto, porque en el contexto de la comedia antigua la situación de la mujer griega de finales del siglo V a.de C. era muy difícil: la mujer administraba la casa, ciertamente, pero no disfrutaba los derechos fuera de ella. De hecho, siempre vivía a la sombra de los hombres, cuya voluntad seguía siendo decisiva en todos los asuntos públicos. Es más: tanto los actores –no había actrices-, como los espectadores, eran sólo hombres, ya que la mujer tenía prohibido asistir al teatro. Es decir, que ese espectáculo estaba concebido para que los hombres se desternillaran de risa y, en eso, la comedia de Lisístrata colmaba sus expectativas. Pero, por encima de todo, cuando espartanos y atenienses firman la paz no es porque se hayan convertido, de repente en pacifistas, sino para acabar con la insoportable abstinencia sexual. Este acuerdo lo que sella no es la paz, sino restaurar la armonía doméstica, donde la mujer volvía, como siempre, a su rol tradicional de dependencia. Por ello, la supuesta revolución sexual de las mujeres, que pretenden implantar una especie de “comunismo político y sexual”, en el contexto de la comedia antigua, sólo era un pretexto para la risa porque no se pretendía, en absoluto, cuestionar el papel de la mujer en la Grecia del siglo V a. de C.
Posiblemente, sea la adaptación de Manuel Martínez Mediero el que en 1980 haya reinventado con mayor éxito a ese personaje, desde la mayor libertad, incidiendo en la parodia y en el efecto cómico. Y esa readaptación la hizo para que la obra pudiera ser mejor identificada con la realidad política española
A lo largo de la historia Lisístrata no ha tenido el mismo tratamiento ni el mismo interés, en función de las corrientes literarias, filosóficas o las circunstancias históricas que pudieran encajar con las ideas estéticas de cada momento. Por mor de síntesis, habrá que esperar hasta el romanticismo alemán cuando se vea a Lisístrata como la encarnación de la alegría y de la libertad descubriendo en las obras de Aristófanes un revulsivo político y, sobre todo, social. La apertura en las concepciones morales desde finales del XIX a comienzos del XX, permitió reproducir la obra con un contenido abiertamente sexual. Por ejemplo, Picasso, hizo seis grabados y treinta y tres dibujos en 1934 inspirados en el texto de Aristófanes. Pero será a finales del siglo XX cuando Lisístrata alcance nuevas interpretaciones que muestran la tremenda vitalidad de ese personaje y que, en síntesis, han revitalizado tres nuevas miradas: la feminista, la pacifista y la de la revolución sexual. Posiblemente, sea la adaptación de Manuel Martínez Mediero el que en 1980 haya reinventado con mayor éxito a ese personaje, desde la mayor libertad, incidiendo en la parodia y en el efecto cómico. Y esa readaptación la hizo para que la obra pudiera ser mejor identificada con la realidad política española. Y tales han sido sus reinterpretaciones en el contenido y en el mundo que han aparecido versiones donde Lisístrata se ha presentado como una punky lesbiana, o ha trasladado su argumento al mundo del western, o en clave de comedia de guante blanco o, incluso, llega a ser identificada con la imagen revolucionaria del Ché Guevara. Y, en fin, Lisístrata ha servido para oponerse a la guerra de Vietnam, en un símbolo de la resistencia a la guerra fría o a la guerra de Irak o contra los gobiernos imperialistas del mundo. ¿Por qué no?
Porque si de algo tiene que avergonzarse la condición humana no es de la mojigata moral contra el lenguaje erótico o el bello mensaje de los cuerpos desnudos, sino de la tragedia diaria de la guerra de Ucrania o de Gaza, de los genocidas como los Netanyahu, de los plutócratas como los Trump y los Musk o de sátrapas como Putin….
Nos gustaría representarla en Linares, de nuevo, para que la edil de “Igualdad” se ría con nosotros, para animarla a que no forme parte de esa España que nos hiela el corazón, ésa de los de bigotes tiesos y voces campanudas, ésa de los caballeros del bufido y la espuela, ésa de los herederos de la Santa Inquisición, de los seguidores de Isabel la fanática y de todos los reyes fratricidas y sanguinarios y toda la infamia de nuestra historia orlada de crímenes en nombre de cualquier intransigente y de una patria de pacotilla. Yo me quedo con esa otra España que fue la cuna de Teresa la admirable, de Juan el maravilloso, de don Quijote divino y de todos nuestros poetas que han cantado el amor de y por la humanidad. Porque si de algo tiene que avergonzarse la condición humana no es de la mojigata moral contra el lenguaje erótico o el bello mensaje de los cuerpos desnudos, sino de la tragedia diaria de la guerra de Ucrania o de Gaza, de los genocidas como los Netanyahu, de los plutócratas como los Trump y los Musk o de sátrapas como Putin….
Pero, por desgracia, la tentativa de Lisístrata no deja de ser “infantil”, pues después de dos mil años desde que se estrenó la obra, no ha hecho escuela –como sabemos- porque la gran historia de la humanidad es poco más que una historia de crímenes. Y, a lo mejor, la concejala del PP lleva razón porque nosotros no debemos ser como aquellos griegos bárbaros que entendían a Esquilo, amaban a Fidias, admiraban el Partenón, reían con Aristófanes, amaban la música y el teatro, la política, la danza, la poesía, el diálogo, las olimpíadas, la filosofía y la libertad ¡Pero eran unos bárbaros! Hoy sus piedras están destruidas y tenemos que saltarnos muchas frases de esta comedia, porque son muy fuertes para nuestros oídos… La verdad es que hemos progresado muchísimo… La verdad es que estamos muy civilizados… ¡Y que a ninguna mujer de hoy se le ocurriría esta locura de acabar, así como así, con las guerras masculinas! ¡Hoy somos muy cultos! Sigamos con la historia. ¡Tiene su gracia esta pobre Lisístrata!
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