Romance bufo del monumento a Ganivet, por el alcalde Fernández-Montesinos
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Se conserva una crónica en verso del médico “rinconcillista”, verdadera delicia humorística y satírica de cómo vio la parafernalia del homenaje al escritor junto a la fuente del Tomate
Las crónicas publicadas correspondientes a los años 1920-21 referidas al homenaje a Ángel Ganivet se pueden resumir de la siguiente manera: el joven Antonio Gallego Burín se convirtió en un impulsor de hacer un magno homenaje a Ángel Ganivet tras haber sido localizado su cadáver en el cementerio de Riga. Empezó a mover hilos para repatriarlo. Paralelamente, el político y exministro Natalio Rivas Santiago empezó a mover los hilos para que Granada erigiese un monumento a su insigne escritor. Encargó por su cuenta el inicio de un grupo escultórico al joven artista Juan Cristóbal (1897-1961). Además, se apoyó en el Centro Artístico para la realización de trámites y el inicio de una colecta popular para sufragarlo.
La polémica arreció cuando empezó a conocerse el diseño del monumento/homenaje (a raíz del esbozo que presentó a la Exposición Nacional de Bellas Artes de mayo 1920) y, sobre todo, que iba a ser colocado en mitad del camino de subida a la Alhambra, frente a la fuente del Tomate
La prensa y la sociedad granadina empezaron a dividirse sobre el lugar donde debía ser instalado el monumento a Ganivet, si en el Paseo de los Tristes o en el Camino del Avellano, andurriales asiduos de la tertulia literaria de la Cofradía del Avellano. La polémica arreció cuando empezó a conocerse el diseño del monumento/homenaje (a raíz del esbozo que presentó a la Exposición Nacional de Bellas Artes de mayo 1920) y, sobre todo, que iba a ser colocado en mitad del camino de subida a la Alhambra, frente a la fuente del Tomate. La mayoría de jóvenes de la “modelnidad” rechazaron el monumento, en tanto que los antiguos (a quienes llamaban la Carcundia y la Oración de la Tarde) se mostraron de acuerdo con la decisión tomada unilateralmente por Natalio Rivas, del alcalde de las 5 Gs (Germán Gil de Gibaja), del Centro Artístico (Antonio Ortega Molina) y del director de la Alhambra (Modesto Cendoya). Finalmente, el monumento de Juan Cristóbal fue colocado en el recinto de la Alhambra la tarde del 3 de octubre de 1921, tras dos años de devaneos.
Las noticias de prensa refieren que fue un acto muy serio, de traje oscuro, frac y corbata, capitalizado por las autoridades y con asistencia de la familia de Ganivet
Las noticias de prensa refieren que fue un acto muy serio, de traje oscuro, frac y corbata, capitalizado por las autoridades y con asistencia de la familia de Ganivet. En el acto fueron pronunciados varios discursos oficiales; Antonio Gallego Burín (flamante director del Museo Arqueológico) leyó infinidad de telegramas y cartas de adhesión que llegaron de toda España; Gallego Burín dio lectura a un emotivo panegírico poético que había compuesto el jurista madrileño Adolfo Bonilla Sanmartín. A continuación, tocó el turno al literato Nicolás María López, que en su juventud fue amigo de Ángel Ganivet. De los discursos políticos destacó Natalio Rivas.
“Crónica” alternativa de un joven “rinconcillista”
El joven Manuel Fernández-Montesinos Lustau no vio ni vivió de la misma manera la colocación del monumento a Ganivet. Tenía 22 años, acababa de licenciarse en Medicina. Formaba parte del grupo de jóvenes con inquietudes culturales arremolinados en torno a la tertulia del Rinconcillo. Era de familia pudiente, su padre ostentaba un alto cargo de la Banca Rodríguez-Acosta. La vida le sonreía.
Aquel 3 de octubre de 1921, la inauguración del monumento a Ganivet no fue el asunto de actualidad más importante ocurrido en Granada
Aquel 3 de octubre de 1921, la inauguración del monumento a Ganivet no fue el asunto de actualidad más importante ocurrido en Granada. Lo ensombrecieron la procesión de la Virgen de las Angustias y la entrega del Generalife y la Casa de los Tiros al patrimonio nacional (desde el XVII lo usurpaban los italianos marqueses de Campotéjar), que era tanto como decir a la ciudad. El primero se incorporó al recinto de la Alhambra, la segunda se convertiría pronto en museo-archivo, también de la mano de Gallego Burín.
La carta que le escribió Fernández-Montesinos es todo un romance bufo de lo que estaba aconteciendo en Granada por aquellos días, especialmente centrada en la parafernalia montada para la inauguración del monumento a Ganivet
El joven Manuel Fernández-Montesinos, los rinconcillistas y amigos de estudios solían intercambiar cartas en formato verso. Pervivía tal costumbre decimonónica, todavía algo arraigada por aquellos años. Como si fuesen troveros de la pluma. El recién licenciado en Medicina había comenzado por aquellos días de octubre de 1921 a cumplir su mili en los servicios sanitarios del Hospital Militar (actual Escuela Técnica Superior de Arquitectura). Decidió escribir a un compañero de Medicina que se había trasladado a Málaga; se llamaba Rodrigo Rodríguez Marchena. Era otro joven médico que vivía en una las casas del Banco del Salón (Paseo del Salón); este médico acabó más tarde a Tánger, donde desarrolló la mayor parte de su carrera profesional.
La carta que le escribió Fernández-Montesinos es todo un romance bufo de lo que estaba aconteciendo en Granada por aquellos días, especialmente centrada en la parafernalia montada para la inauguración del monumento a Ganivet. Está versificado desde el saludo hasta la despedida y la data. Es una crónica llena de gracia, humor y dobles intenciones. Está hecha a base de versos octosílabos, tan habituales en Granada por las quintillas de las Carocas del Corpus.
La carta está estructurada al estilo de los romances de cuerda o ciego del siglo XIX, propio de los juglares que los iban recitando por los pueblos y vendiéndolos impresos. El original de este texto fue guardado por Rodrigo Rodríguez Marchena entre uno de sus libros de consulta; lo dejó en la biblioteca de la casa familiar del Salón; cuando fue demolida la vivienda ya en poder de su hermana Clotilde Rodríguez Marchena, en los años ochenta del siglo pasado, los papeles del médico fueron a parar al archivo de Miguel Giménez Yanguas. Ahí está guardado el curioso documento. La trascripción de la carta completa es la siguiente:
MANUEL F.-MONTESINOS LUSTAU
MÉDICO
Querido amigo Rodrigo
desconozco en absoluto
si a tus manos ha llegado
la carta del gran Pirrilo
que hace días te fue enviada
y ya es el tiempo ¡vive Dios!
de que hayamos recibido
la animada contestación.
En la carta a la que aludo
sólo mi firma estampé
debido a no tener tiempo
ni qué decir ni papel.
También influyó no poco
en mi extremo laconismo
el estar algo molesto
porque a mí no me has escrito.
Si es que no sabes mis señas
te lo recuerdo muy pronto:
Avenida de Cervantes
y el mismo número, veintiocho.
Desde que marchaste a Málaga
no he dejado de obtener
noticias de tu persona
con el mayor interés
esperando a cada instante
recibir una misiva
dándome en prosa o en verso
detalles de lo que hacías.
En tu casa me enteré
de que llegaste a ese puerto
y otros me han dicho después
que estás bastante contento.
En Graná no pasa nada
que merezca ser contado
la familia buena, gracias,
los amigos paseando.
La procesión de la Virgen
salió con pompa y boato
hubo muy poco fervor
y un magreo extraordinario.
Se ha inaugurado por fin
la estatua que a Ganivet
se ha levantado en la Alhambra
… Vamos, dejo hablar al Soviet.
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A la inauguración del mo-
Numento a Ganivet.
Romance
I
………
En la plaza del Tomate
entre la verde arboleda
que entre Cendoya y la gente
nos la están dejando seca
hecho por el Centro Artístico
un monumento se eleva
desafiando las iras
del Cabildo y La Gaceta.
Sobre un mojón unas barbas
pegadas a una cabeza
dicen que de Ganivet
la vera efigie presentan.
Más abajo un hombre en cueros
con un cabrito forcejea
de modo que no se sabe
si lo cabalga o sujeta
si lo sufre o si lo goza
si lo adula o lo domeña.
Bajo el cabrito una fuente
de verde fronda espejea
de suerte que el monumento
resulta un mojón de alberca
Juan Cristóbal lo adoraba.
obra de sus manos era.
Tú que vienes de la Rusia
tú que vienes de la América
tú que vienes de la China
tú que de Siberia llegas
cuando subas a la Alhambra
a Juan Cristóbal venera
luego que lo venerares
puedes irte a hacer puñetas.
II
Por la Plaza Nueva sube
la brillante comitiva
Enrique Hernández Fernández
con el Pendón de Castilla
y se juntan dos pendones
aunque parezca mentira.
Detrás, el Ayuntamiento
marcha formado en dos filas
los señores concejales
van prodigando sonrisas
todos de verde fajín
todos de negra levita
¡Oh la sonrisa de Leyva!
¡Oh la de Ortega Molina!
¡Oh la de Gil de Gibaja
señor de Gabia la Chica!
Horques lleva una gardenia
colorada y amarilla
de las que para estos actos
Gabriel Morcillo le pinta.
Detrás en compacto grupo
cercando a Natalio Rivas
va la Oración de la Tarde
van Gallego y su nodriza.
Señán y Domingo Pérez,
Braulio Tamayo y Castilla
Don Simón Martín del Val
López Dóriga y Trevilla.
Allí Molina de Haro
el escultor clariquista
allí Don José Surroca
Caparrós, Gabriel Bonilla.
Representando a la clase
de las putas granadinas
La Culogoma, la Lápiz
Doña Poyas, Barriquilla
y Doña Teresa Hernández
que se ha afeitado ese día.
Junto a esta comisión
caminaba Gurrinica
y detrás de las hetairas
Cristóbal de Castro iba
junto a Frasquito Vergara
que le contaba películas
y la banda que tocaba
una fantasía morisca
III
Chero, tachero, tachero
los músicos estallaron
después se callaron todos
y así dijo Don Natalio:
“Mucho he hecho por Granada,
lo último que hago
es mandar a Mora a América
por no mandarlo al carajo.
Yo hago obispos, profesores,
toreros, bibliotecarios:
si quieres algo de mí
pedidlo que pronto marcho
si Ganivet no muriera
yo lo hago catedrático…”
Entonces dice Cambil:
“¡Vivan tus huevos, Natalio!”
Y en la multitud se extiende
la emoción como un relámpago.
Salió el lírico Gallego
con una flor en la mano:
“¿Qué pueden las rosas –dijo–
contra el furor de los hados?
Están esquivas las ninfas
están cachondos los sátiros
el convento dormido
entre los cipreses lánguidos
¿Hay una novicia? No.
¿Un corazón? Tres o cuatro.
¿Huele a anémonas la estrella?
¿Olió Ganivet a algo?
Ganivet como la luna
pasó la vida alumbrado.
Ganivet, rosa, clavel
violeta, azucena o nardo”.
Fernández Molina sale
bien vestido y bien barbado
“Los restos de Ganivet
Van a ser nuestros, comprarlos.
Y Vergara lo comenta
sonriente a Don Natalio:
lloremos a Ganivet
y vamos a echar tabaco”.
…………….
Esta descripción te basta
para apreciar justamente
la expuesta inauguración
lo interesante y solemne.
Aparte de lo narrado
te diré que ya me tienes
aprendiendo la instrucción
con un segundo teniente
que en la zona está encargado
de este serio menester.
Y con cariño y dulzura
nos enseña el un, dos, tres
a esto se reduce ahora
mi ocupación exclusiva
pues ni estudio ni trabajo
en cosa que no es milicia.
En fin, voy a terminar
pues no sé qué te diría
propio para un excedente
que está incorporado a filas.
Además noto con pena
que la musa está ya esquiva
conmigo, pues no me sopla
con la prontitud debida
de manera que hasta pronto
espero que tú me escribas
como cumple a un buen amigo
Licenciado en Medicina.
Hoy domingo dieciséis
de octubre, año veintiuno
tu amigo que bien te quiere
y al que le sale el n-o (en asonante)
Manuel.
Retrato costumbrista de 1921
Esta carta/romance/crónica contiene curiosos detalles de la intrahistoria granadina de 1921, es un retrato de la sicología popular del momento. Contiene aspectos que no suelen trascender a los libros ni los recogían los escasos medios de comunicación. A lo sumo, han saltado a la literatura. El texto se presta a infinidad de comentarios y aclaraciones; unos conseguimos resolverlos, otros es imposible al no vivir ya el remitente ni el destinatario. Vamos a referirnos a ellos:
Pirrilo. Era el apodo de otro licenciado en Medicina, amigo de ambos, que también estaba haciendo la mili en Sanidad. Había escrito al compañero de Málaga y Fernández-Montesinos le estampó un saludo en su anterior misiva.
Avenida de Cervantes. Era el domicilio veraniego de la familia Fernández-Montesinos, un chalecillo en la acera de enfrente al carmen de Quinta Alegre, del banquero Manuel Rodríguez-Acosta. Los terrenos eran del dueño de la Banca. Eso indicaba poderío económico familiar.
En Graná no pasa nada. Los jóvenes modernos de esos años se caracterizaban por estar alejados de la religión, había cierto agnosticismo entre ellos. Destaca la poca importancia que le daba a la fiesta de la Patrona. Sólo incide en los paseos por el Tontódromo de Puerta Real con la intención de magrearse a las mozas en edad casadera.
Plaza del Tomate. Esta zona y su fuente fue hecha por un albañil al que apodaban El Tomate, de ahí su nombre popular. La de más arriba la hizo El Pimiento.
Nos lo están dejando seco. Ya hace un siglo se debía estar detectando sequía o destrozos, especialmente a causa de las actuaciones de Modesto Cendoya, director de la Alhambra, y su manía de arrancar árboles y utilizar dinamita para sacar los tocones. Este tipo de hechos incluso fue criticado en la prensa del momento.
Iras del Cabildo y La Gaceta. Se refería a que dentro del Ayuntamiento también hubo concejales que se opusieron al lugar del monumento. La Gaceta (del Sur) fue un diario ultracatólico que no publicó ni una sola línea sobre el monumento a Ganivet. Fue clausurado en 1931, al llegar la II República; sus lectores promovieron la apertura de Ideal al año siguiente. Aquel diario ignoraba a Ganivet por declararse agnóstico y haber tenido dos hijos sin estar casado.
Sobre un mojón… Éste y los versos que siguen describen a la perfección lo que pareció el monumento a los jóvenes de la “cul” de 1921. Fernández-Montesinos escribió en verso lo que otros muchos callaron o no se atrevieron a escribir en prosa. Iba en la línea, más suave, que mantuvieron Constantino Ruiz Carnero, en El Defensor, José Mora Guarnido en La Publicidad y Joaquín Corrales Ruiz en Granada Gráfica (“A Ganivet le han hecho un corro, una rueda formada por politicastros despreciables” –escribió–)
Juan Cristóbal. Fue el joven (nació en 1897) escultor, protegido de Natalio Rivas, al que le fue encargado el monumento. El diseño simbólico no fue comprendido en su momento. La colecta del Centro Artístico para pagarlo fue todo un fracaso. Al final, acabó pagando al autor el propio Natalio Rivas que lo encargó por su cuenta. Fue un monumento muy criticado en Granada en aquellos años.
Tú que vienes… Este párrafo da a entender que ya comenzaba a abundar el turismo por Granada. Y eso que no se había convertido la ciudad en un gran apartamento turístico como está ahora. Parecía que molestase la presencia de turistas a los granadinos, hasta el punto de que el autor los manda a hacer puñetas. ¿Turist go home?
Dos pendones. Fernández-Montesinos caricaturizó a los encopetados concejales que formaban la comitiva municipal y de autoridades subiendo por Reyes Católicos, Plaza Nueva y Cuesta de Gomérez en una procesión cívica al estilo del Corpus. Empieza por llamar pendón al médico y concejal Enrique Hernández (Carrillo) Fernández, que el 2 de enero anterior había sido el encargado de portar el Pendón real y tremolarlo.
Les aplicó a varios concejales los epítetos que consideró definitorios de sus características, al tiempo que los describía vestidos con los frac que solía, y suele, alquilarles el Ayuntamiento para las solemnidades; todos enseñando dientes a los ciudadanos de las aceras. Menciona a varios de los 39 concejales de aquella Corporación, la mayoría pertenecientes al partido maurista: Leyva (Juan Leyva Narváez, segundo teniente de alcalde); Ortega Molina (fue concejal y profesor, presidente dela Cooperativa de Funcionarios); Gil de Gibaja (Germán García Gil de Gibaja, de Gabia, el hombre de 5 Gs, alcalde en el momento); Gabriel Morcillo (era el pintor de moda, al que se empezaba a tildar por su gusto de retratar homosexuales al estilo oriental y con flores; se dijo de él que entendía bastante). Fernández Molina (Eduardo) era segundo teniente de alcalde, enfrentado continuamente a Modesto Cendoya por las talas indiscriminadas en el bosque de la Alhambra; fue uno de los que presionaron para sustituirlo por Torres Balbás.
Horques (Miguel Horques Villalba). Personaje muy singular del primer tercio del siglo XX. Secretario del Ayuntamiento, quizás el hombre con más poder del momento. Fue uno de los secretarios más longevos del Cabildo, ya que entró en 1910 y permaneció hasta abril de 1938, cuando falleció de repente; fue uno de los pocos altos funcionarios de la Corporacióne de 1936 no represaliado por los golpistas militares. Fue aficionado a la pintura, de estilo modernista, íntimo de Gabriel Morcillo. Han quedado retratos suyos en la Curia (de los arzobispos Meseguer y Casanova), también otro de Luis Seco de Lucena. Desde 1912 era miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Granada. Era cuñado del todopoderoso cacique Felipe Lachica Mingo y del arquitecto Ángel Casas.
Cercando a Natalio Rivas. Fue el político granadino con mayor vitola de cacique y conseguidor, siempre barriendo en Madrid para Granada y sus gentes. Se le adjudican más de cien mil favores en su larguísima carrera política, todos anotados en fichas que están publicadas. Lo que no conseguía él, no lo conseguía nadie. Se vanagloriaba de convertir a la gente en catedrático, obispo, funcionario, guardia civil o torero. Incluso de llevar la playa a Pitres. De ahí que siempre caminara rodeado de pedigüeños cuando venía a Granada. (Ver: https://elindependientedegranada.es/politica/tertulia-jamon-trevelez-cas...)
Oración de la Tarde. Era una cofradía de tertulianos: políticos, concejales, catedráticos, artistas, toreros y amigos ya maduros, por contraste con los jóvenes del Rinconcillo, que les apodaban la Carcundia. Solían juntarse de juerga en el Cortijo del Marqués de Santa Fe (propiedad del hacendado Francisco Sánchez Sánchez), en hoteles, aunque principalmente lo hacían en el Último Ventorrillo. O sea, acudían regularmente a hartarse de migas y pringá al merendero que había en la carretera de Huétor Vega (todavía quedan restos cerca del nudo de la Ronda Sur). A ellos se sumaba Natalio Rivas cada vez que viajaba a Granada. La cofradía contaba incluso con su prior, su racionero, su escanciador, sus cantaores y sus hetairas de lujo. Tenían incluso como fotógrafo oficial a Torres Molina. Aquella tertulia granadina dio origen a la novela La Oración de la tarde (1929) del escritor malagueño Salvador González Anaya; el libro fue dedicado al ministro Natalio Rivas. Recoge vidas reales e imaginarias de personajes granadinos (Falla, Zorrilla, Manjón, Albéniz, Fortuny, etc.)
Señán (Eloy Señán, catedrático y concejal); López-Doriga (Luis López-Dóriga, Deán de la Catedral, posterior diputado izquierdista y excomulgado); Trevilla (Diego Trevilla Paniza, empresario y concejal); Molina de Haro (escultor, concejal); José Surroca (José Surroca y Gan, catedrático del Letras, concejal); Gabriel Bonilla (y Marín, catedrático de Derecho, concejal). Braulio Tamayo (Zamora), catedrático de lengua y literatura del Instituto de Secundaria (actual IES Padre Suárez).
Simón Martín del Val era subdirector de la Prisión y periodista de El Defensor. Publicó la novela El Polizón. En 1922 fue trasladado a la prisión de San Miguel (Valencia) y en 1931 lo ascendieron a director de la prisión Celular, también de Valencia.
Putas. Incluyó en la comitiva municipal la imaginaria presencia de las prostitutas más famosas de Granada por aquellos momentos, incluida la madame que debía tener bigote y se afeitaba los domingos y fiestas de guardar. Por esta crónica conocemos que las más populares eran La Culogoma, La Lápiz, La Poyas, La Barriquilla. Y que tras la procesión caminaba uno de los tonticos del momento (perdón, discapacitados sensoriales), el Gurrinica. Porque es tradición que en Granada todo paso de semana santa o procesión cívica lo cierre un infeliz.
Cristóbal de Castro (Gutiérrez) fue un destacado dramaturgo de Iznájar, amigo de Natalio Rivas y de Juan Cristóbal, que vino en tren expreso desde Madrid exclusivamente para acompañarlos en tan señalada ocasión.
Frasquito Vergara (Cardona) era concejal, pintor y miembro de la Sociedad Filarmónica; tenía fama de no perderse ninguno de los actos sociales de Granada.
Mora a América. Se refería a Abelardo Mora Guarnido, catedrático de Histología y oculista. Natalio Rivas, cuando era Secretario de Instrucción Pública, lo becó para que ampliase estudios en Estados Unidos. Debía estar por aquellas fechas tirándole de la levita en busca de algún favorcillo más.
Cambil (Francisco Fernández Cambil), médico militar que fue el más votado por la corporación para ostentar el cargo de médico municipal, en agosto de 1921.
Gallego. Se refiere a Antonio Gallego Burín, ya director del Museo Arqueológico, encargado de leer el florilegio enviado por el magistrado madrileño Bonilla Sanmartín, que ese año publicó un libro sobre Ángel Ganivet, pero no pudo viajar a Granada a estar presente en el acto. Aunque Gallego Burín y Fernández Montesinos eran coetáneos y miembros de la joven hornada cultural, se nota claramente que al médico Montesinos no le gustaba cierto alineamiento del director del Museo Arqueológico con vetustas generaciones literarias. No sabemos quién era la nodriza (¿su protector?) a la que se refiere. Gallego aparece en el centro de la foto del acto, asomando su brazo y su cabeza justo al lado de las dos sobrinas de Ganivet (el de traje claro).
Pasó la vida alumbrado. Utiliza este término para definir la secta de iluminados o alumbrados surgida en el siglo XVI. Resulta evidente que se refiere a la errática vida que llevó Ganivet, a algunas opiniones que el escritor mostró contra los avances de la modernidad (llevar agua potable con tuberías y abrir la Gran Vía, por ejemplo), con decisiones vitales extrañas y probablemente una enfermedad mental que le indujo al suicidio.
Epílogo biográfico del alcalde breve
El romance de Fernández-Montesinos acaba con un toque autobiográfico. Por él conocemos que estuvo unos meses perdiendo el tiempo en instrucción militar. A los 24 años, Manuel ya ejercía la medicina de manera privada, con pacientes a los que visitaba por toda la ciudad. Tuvo su primera consulta en la zona del Embovedado; un tiempo después se trasladó a la Plaza de las Descalzas, 7, para acabar instalado en la calle Navas.
Retrato de Fernández-Montesinos Lustau durante la II República
En 1929 contrajo matrimonio con Concha García Lorca. Se inició en política en 1930. Fue concejal de Beneficencia a partir de 1931 (donde coincidió con el hombre de las 5 G y varios más que sobrevivían de la corporación de 1921), ya dentro de las listas del Partido Socialista. En la biografía que escribió sobre él, José Luis Entrala recabó datos que indicaban que conoció a su mujer, Concha, por su estrecha amistad con los hermanos García Lorca; habría entrado en política por la influencia de Doña Vicenta Lorca, que era muy socialista. Manuel era callado, pero algo socarrón y con muy buen sentido del humor.
Ni Federico supo que habían matado a su cuñado, ni Manuel conoció que habían detenido al poeta para asesinarlo dos días más tarde
Salió diputado provincial dos veces durante la República por el distrito Sagrario. En junio de 1936 era primer teniente de alcalde, pero la sorpresiva dimisión del alcalde Luis Fajardo (por líos internos de Izquierda Republicana) le hizo alcalde accidental. El 10 de julio fue elegido alcalde titular y la tarde del 20 fue detenido en el Ayuntamiento por el piquete militar de coronel Miguel del Campo. Cumplió 37 años encarcelado, el 10 de agosto. El 16 de agosto, el mismo día que detenían a su cuñado Federico García Lorca, fue fusilado frente a las tapias del cementerio de Granada. Dejó viuda y tres hijos pequeños. Ni Federico supo que habían matado a su cuñado, ni Manuel conoció que habían detenido al poeta para asesinarlo dos días más tarde.
Estos días se cumple el 87 aniversario del asesinato de Manuel Fernández-Montesinos, el alcalde que no tuvo tiempo de gobernar su ciudad.
Para conocer más datos sobre el hallazgo de la momia de Ángel Ganivet, su traslado y el monumento en la Alhambra, ver el siguiente enlace:
En este otro enlace ofrecemos una detallada biografía vital y política de Manuel Fernández-Montesinos: