DESAPARECIDOS DESDE 1994

¿Quién sabe dónde están los dos pajes del Teatro Isabel la Católica?

Cultura - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 18 de Febrero de 2024
Gabriel Pozo Felguera investiga el paradero de las dos figuras de dos metros de altura, sentados y sujetando sus escudos, que escoltaban a la reina Isabel en lo más alto del teatro que lleva su nombre, desaparecidas hace ya 30 años. Este es el resultado de las minuciosas pesquisas. No te lo pierdas.
Torreón ochavado que corona el Teatro, con la Reina en lo alto y el paje de la cara Este en su ménsula.
FOTO PEPE ROMERO
Torreón ochavado que corona el Teatro, con la Reina en lo alto y el paje de la cara Este en su ménsula.
  • Hace treinta años que los retiraron, tras la compra del edificio por el Ayuntamiento, y los llevaron a restaurar. Ni concejales de entonces ni vecinos ni el arquitecto que dirigió la obra conocen su paradero

“Se buscan dos pajes desaparecidos. De 42 años. Sentados, con escudo en la mano, vestidos a la moda del siglo XV. De unos dos metros de altura. Si alguien los ha visto, avisen a…”  Algo parecido podría ser el anuncio colocado por las esquinas de Granada para tratar de hallar el destino de las dos esculturas que acompañaron a la estatua de Isabel en lo alto del torreón del teatro que lleva su nombre. Las retiraron en 1994 para restaurarlas o hacer unas réplicas en material más noble. Pero todo el mundo se olvidó de ellas. Nadie sabe adónde fueron a parar ni si todavía siguen existiendo. Y si algún día volverán. La comunidad de propietarios del edificio pregunta al Ayuntamiento en todas sus juntas cuándo serán recolocadas. Mutismo total por la parte responsable de su retirada.

Primavera de 1994. El Teatro Isabel la Católica y algunos pisos más del edificio habían caído en manos del Ayuntamiento unos años antes (adquirido el 11 de diciembre de 1986). Estaba bastante deteriorado. Funcionaba mayormente como cine. Su interior estaba obsoleto. Necesitaba de una profunda reforma. Hubo que cerrarlo en 1992.

Por aquellas fechas se había encargado un proyecto de modernización al arquitecto sevillano Juan Ruesca Navarro. Se destinarían a la obra 4.210.000 euros, a pagar por partes entre la Junta (3.370.000) y el Ayuntamiento (840.000). Las obras empezaron, se ralentizaron, se aceleraron, se pararon, se descontrolaron…

Por aquellas fechas se había encargado un proyecto de modernización al arquitecto sevillano Juan Ruesca Navarro. Se destinarían a la obra 4.210.000 euros, a pagar por partes entre la Junta (3.370.000) y el Ayuntamiento (840.000). Las obras empezaron, se ralentizaron, se aceleraron, se pararon, se descontrolaron… Al final se prolongaron durante cuatro años por problemas miles. Contemplaban una profunda reforma interna del espacio escénico y un lavado de cara exterior.

Entre los elementos a restaurar se encontraban la escultura principal que corona el torreón, la de la reina Isabel, de algo más de 4,5 metros de altura, y los dos pajes que la custodiaban sentados en las ménsulas externas del arranque del torreón. Eran dos figuras de hombres de guerra, vestidos a la usanza del siglo XV, que permanecían en posición de sentados y sujetando los escudos con una mano. De poco más de dos metros de estatura, medidas aproximadas a una figura humana. Se accedía a ellos a través de las terrazas superiores que bordeaban el torreón.

Dos detalles del paje que miraba a la calle Moras, de perfil y de frente, tomados poco antes de ser desmontados. FOTOS DE PEPE ROMERO.
En las cornisas no han quedado ni los escabeles en los que se sentaban los pajes.

En cambio, los pajes se decidió descolgarlos de sus asientos en el vasar, llevarlos a un taller de restauración y ver si merecía más la pena restaurarlos o hacer una réplica en material más noble

La estatua de la Reina fue restaurada in situ debido a la dificultad de desmontarla y bajarla. En cambio, los pajes se decidió descolgarlos de sus asientos en el vasar, llevarlos a un taller de restauración y ver si merecía más la pena restaurarlos o hacer una réplica en material más noble. Recordemos que tanto la Reina como los pajes fueron fabricados con una mezcla de piedra artificial, a base de cemento, cascotes cerámicos y arena, ligados mediante alambrera y hierros. Por tanto, muy susceptibles de desmoronarse con las inclemencias del tiempo. Ya llevaban 42 años colocados allí.

27 de mayo de 1998. Se reabre el Teatro para gozo y disfrute de los granadinos. La rehabilitación de cuatro años había mejorado el escenario, la zona de tramoya y aumentado el aforo hasta 696 plazas. La constructora NECSO (del Grupo Acciona) se vanagloriaba de haber entregado una obra “que lo transforma en un sistema cultural moderno, adecuado para la variedad de usos que se le han previsto… es uno de los teatros más emblemáticos y con mayor tradición de Andalucía”.

Página publicitaria que insertó la constructora en prensa cuando acabó la obra. En la foto de detalle del edificio ya no aparecían los pajes. 27 de mayo de 1998

También fueron limpiados los frescos de Manuel Rivera y reordenados algunos pisos, ya que la ampliación del teatro se comió parte de ellos. El alcalde Gabriel Díaz Berbel lo inauguró con todo boato. Perfecto. El Ayuntamiento de Granada, por fin, era propietario de un teatro moderno. Lo había adquirido en 1986, mediante una desastrosa negociación con los propietarios, que aún hoy continúan ganándole recursos judiciales.

Pero absolutamente nadie reparó en que los dos pajes no habían vuelto a sentarse en las cornisas del torreón donde fueron colocados en 1952. ¿Qué había pasado con ellos?

En mayo de hace ahora 26 años fue firmada el acta de recepción de obra y las administraciones acabaron de pagar las facturas y sus añadidos a NECSO. Pero absolutamente nadie reparó en que los dos pajes no habían vuelto a sentarse en las cornisas del torreón donde fueron colocados en 1952. ¿Qué había pasado con ellos?

¿Andandarán?

Los únicos que los echaron en falta fueron los vecinos que viven en el edificio. Prácticamente ningún ciudadano ha reparado en su ausencia desde entonces. Cada vez que se reúne la junta de propietarios de la comunidad vecinal suele acudir un representante del mayor partícipe, que es la ciudad, es decir, un técnico o concejal del Ayuntamiento. Los vecinos llevan tres décadas queriendo saber dónde y cómo están sus pajes. Y si se sabe cuándo volverán a ser colocados.

Nadie en representación del Ayuntamiento ha sabido dar una respuesta a tan intrincado misterio en el cuarto de siglo transcurrido desde su desaparición

Nadie en representación del Ayuntamiento ha sabido dar una respuesta a tan intrincado misterio en el cuarto de siglo transcurrido desde su desaparición. Recientemente ha vuelto a ser restaurada la figura de Isabel la Católica; el pobre material con que está hecha obliga a continuo mantenimiento. Con este motivo han vuelto a resurgir las preguntas: ¿Dónde están los pajes y cuándo volverán? Su pérdida va camino de convertirse en cuestión de Estado.

Las indagaciones de varios meses me han llevado a un callejón sin salida. Por eso recurro a dar publicidad a un asunto tan importante

Yo, que tampoco los había echado de menos, he empezado a curiosear. Pero nada. Las indagaciones de varios meses me han llevado a un callejón sin salida. Por eso recurro a dar publicidad a un asunto tan importante. A ver si algún albañil, capataz, transportista, restaurador o almacenista puede dar una pista de adónde los llevaron. Si se encuentran bien cuidados, con buena salud, olvidados en algún rincón oscuro y esperando regresar. O si cayeron difuntos por alguna causa. Si alguien que trabajó en el Ayuntamiento o algún obrero de la obra lo sabe, por favor, que lo comunique con urgencia. Vale escribir a este diario digital, al portero del Teatro o más fácilmente a la Policía Local. Aunque sea anónimamente. Se le recompensará.

He preguntado al alcalde que adjudicó la obra, Jesús Quero. Obviamente, ya no estaba cuando la acabaron y queda al margen. He preguntado al que era concejal de Presidencia del alcalde Díaz Berbel, pero Sabastián Pérez me remite a Fermín Camacho y a Miguel Valle Tendero, que fueron los concejales de Cultura y Obras encargados de coordinar el proyecto. Fermín nos dejó hace años, en tanto que Miguel Valle se ha enterado de la ausencia de los pajes por mi llamada. Ha revuelto sus papeles y no aparece nada.

Escultura un tanto deteriorada en la década de los noventa. A la derecha, imagen tras la última restauración. PEPE ROMERO/DRON DE POLICÍA LOCAL

Recurramos al arquitecto director, a ver qué recuerda de la obra o hay en su proyecto. Tampoco hay resultado. Juan Ruesca Navarro, ya jubilado como arquitecto de teatros en su Sevilla, ha removido discos duros y continuará desempolvando papeles en su desván. Por el momento, me comunica que nada aparece. Confía en que aparezca. La empresa constructora NECSO, adjudicataria del proyecto, ya no existe; además, por allí pasaron varias subcontratas que nadie recuerda ya. Como último recurso, acudiremos al archivo municipal de la Gerencia de Urbanismo… Aunque mejor no ir, porque experiencias anteriores desaconsejan recurrir al departamento más desorganizado de todo el Ayuntamiento. A ver si, por casualidad, los tuvieran almacenados en el totum revolútum de la Huerta del Rasillo o almacén similar. Ya nos dirán las del departamento de Patrimonio municipal si los pajes están en el catálogo de bienes municipales.

Hasta donde alcanzan las memorias de los concejales responsables de aquel momento, de los vecinos del bloque y del arquitecto, todo continúa siendo el más grande de los misterios. Incluso la estudiosa del edificio Celia Correa nada en el deseo de conocer el destino

También el nieto del autor de las esculturas (Nicolás Burgos López) y el hijo del arquitecto que hizo el proyecto (Miguel Olmedo Collantes) se han interesado por saber qué ocurrió con las obras de sus mayores, dónde están y si hay esperanza de que aparezcan. Vivos o muertos. Hasta donde alcanzan las memorias de los concejales responsables de aquel momento, de los vecinos del bloque y del arquitecto, todo continúa siendo el más grande de los misterios. Incluso la estudiosa del edificio Celia Correa nada en el deseo de conocer el destino.

Hay varias probabilidades: Una. Que fuesen desmontados para restaurarlos y se dejasen olvidados en algún almacén en espera de decisión. Dos. Que se encargasen réplicas nuevas. Tres. Que los destrozaran al bajarlos y se cubrió el asunto con un tupido manto de silencio. Cuatro. Que estén restaurados en algún taller, que los pagaran, pero con tanto cambio de subcontratas quedaran olvidados y sin recoger. Esto último es plausible, como ocurre con la estatua de Gallego Burín, encargada, fundida, pagada y en espera de ser recogida desde hace dos décadas del taller de Miguel Moreno Romera. Ninguna corporación del siglo XXI ha querido ir a por ella para colocarla en algún rincón de la ciudad.

Unas pinceladas históricas

Como no tengo más que añadir a este misterio ni soy Holmes, Sherlock para los amigos, en tanto no me lleguen más datos de mis contactos entre los antiguos trabajadores del Ayuntamiento, no queda más remedio que refrescar la historia de este edificio. Más un recordatorio del olvidado artista que esculpió las tres esculturas: Nicolás Prados López.

Los edificios en ligera curvatura la actual Acera del Casino surgieron siguiendo la línea de muralla nazarita que se extendía desde las Puertas de la Paja, Rastro o Real (donde nace calle Ganivet) y la de Bibataubín

Los edificios en ligera curvatura la actual Acera del Casino surgieron siguiendo la línea de muralla nazarita que se extendía desde las Puertas de la Paja, Rastro o Real (donde nace calle Ganivet) y la de Bibataubín. Allí estuvo el Casino que le dio nombre. En la reforma urbanística de la Manigua baja acometida por el alcalde Antonio Gallego Burín, el solar del Casino, en la confluencia de las calles Comandante Valdés (Moras de hoy) y el Embovedado, se decidió levantar un bloque destinado al Teatro Isabel la Católica, heredero del que llevó el mismo nombre en la Plaza de los Campos Elíseos y quemado en la II República. (Ver: La casa de Alonso Yáñez Fajardo en la Mancebía, el Putero mayor del Reino de Granada)

Antes de 1948. Se ve el edificio donde estuvo el Casino, el solar para Correos y el edificio Olmedo recién acabado en la nueva calle Ganivet. AHMGR.
1951. El edificio aparece a la izquierda todavía con la fachada forrada con el andamiaje.
1952. Teatro recién acabado.
Años sesenta. La mole del Teatro empequeñecía al resto de edificios del siglo XIX. En el bloque de la derecha vivió la familia García Lorca.
Todavía no había sido levantado el edificio del Banco Popular que empequeñeció la torreta.
Edificio en la actualidad, flanqueado de arquitectura que desentona con el entorno del centro histórico.

Lo promovió la constructora más potente que había en Granada en los años 40-50, Obras y Arrendamientos Urbanos S. A. El edificio se compone de los sótanos que han sido sala de exposiciones, el Teatro y encima varios pisos de grandes dimensiones. El presidente de la constructora fue el famoso Cristianica, Francisco de Paula López Ruiz. Éste era tío del escultor Nicolás Prados López; el artista, a su vez, también era accionista de la empresa.

El proyecto del teatro y viviendas fue encargado al arquitecto Miguel Olmedo Collantes. Diseñó un torreón ochavado que coronaba y sobresalía en la esquina achaflanada de las dos calles

El proyecto del teatro y viviendas fue encargado al arquitecto Miguel Olmedo Collantes. Diseñó un torreón ochavado que coronaba y sobresalía en la esquina achaflanada de las dos calles. El artista Nicolás Prados se quedó en propiedad con este torreón para ubicar aquí uno de sus estudios (tuvo varios más) y uno de los áticos que coronan el edificio como vivienda familiar. En cuanto estuvo cerrado el edificio, en 1949, comenzó a componer en su estudio de la calle Paz la imagen de la reina Isabel I. La planteó como una gran dama coronada y con cetro en la mano, que miraría a la Capilla Real donde está enterrada y dialogaría con el San Miguel de la Catedral; pero al final fue la proa-chaflán del edificio la que marcó la orientación de su mirada, un poco más al noroeste. Su composición la hizo por capas o trozos para poder montarla en el tejado; utilizó una estructura de metal para el interior a la que fue pegando piedra artificial a base de cemento, restos cerámicos y arena. Le dio un acabado rayado para que pareciese piedra arenisca de la cantera de Santa Pudia desde abajo. Este trabajo es conocido por las fotografías que hizo Manuel Torres Molina en 1949, cuando daba los últimos retoques al molde para sacar los puntos. La imagen de la reina Isabel mide algo más de 4,5 metros.

Prados López (derecha con martillo en la mano) ultima con sus ayudantes el molde en barro de la estatua, en 1949, en su estudio de la calle Paz. Sería montada por trozos sobre el Teatro en 1952. FOTO TORRES MOLINA

De lo que no dejó apenas rastros, o al menos sus descendientes no los han conservado, fue de los dos pajes que talló con un sistema muy similar. Los colocó en las dos ménsulas que quedan en el arranque del torreón ochavado

De lo que no dejó apenas rastros, o al menos sus descendientes no los han conservado, fue de los dos pajes que talló con un sistema muy similar. Los colocó en las dos ménsulas que quedan en el arranque del torreón ochavado. Se trata de dos imágenes de tamaño aproximado al de una persona, en posición de sentados; uno mirando hacia la Acera del Casino, el otro a la calle Moras. Tienen aspecto de guerreros, con el escudo de Granada en sus manos; llamaban la atención a quienes subían a las terrazas que antes estaban practicables y podían verlos de cerca. Desde abajo no se apreciaban bien.

Prados López no debió profesar mucho cariño a estas tres obras que coronan, o coronaban, el edificio. Ninguna referencia hizo a ellas en sus apariciones en prensa

Prados López no debió profesar mucho cariño a estas tres obras que coronan, o coronaban, el edificio. Ninguna referencia hizo a ellas en sus apariciones en prensa. Menos aún en la autobiografía que escribió para una exposición retrospectiva en 1984, donde seleccionó piezas de menor tamaño para la sala, pero en el catálogo no hizo la menor mención a Isabel y sus pajes. La reina Católica que preside el edificio es su obra más vista y llamativa de las que hay en Granada, aunque ni mucho menos la de mejor calidad.

Imágenes de las virtudes de la Justicia recostadas sobre el frontón triangular roto de la Chancillería.
San Gregorio en la tumba de los Reyes Católicos de la Capilla Real y paje de la Reina en el cuadro de Pradilla.

A falta de explicaciones del autor, hay varias teorías sobre cómo debió inspirarse en la idea y la traza de los pajes guardianes

A falta de explicaciones del autor, hay varias teorías sobre cómo debió inspirarse en la idea y la traza de los pajes guardianes. Pudieron ser tomados de las imágenes de las virtudes Justicia y Fortaleza que presiden la portada de acceso al edificio de la Real Chancillería. Al menos ese es el análisis que hace el profesor y estudioso Andrés Molinari. Presentan una posición y simbolismo muy similares, como guardianes del escudo de Felipe II con el que se remata la traza manierista.

Son pajes muy similares a los que pocos años más tarde inspiraron a personajes de comics de 'El Capitán Trueno' del dibujante Ambrós

Aunque también cabe la posibilidad de que Nicolás Prados tomase la idea de dos obras artísticas relacionadas con Isabel la Católica: en los cuatro santos que custodian las esquinas del mausoleo de su cripta en la Capilla Real, en posición de sentados; o en los pajes del cuadro de la Toma de Granada de Francisco Pradilla. Son pajes muy similares a los que pocos años más tarde inspiraron a personajes de comics de El Capitán Trueno del dibujante Ambrós.

En el año 1990, tras el fallecimiento del artista Prados López, sus herederos vendieron el torreón y el piso que fue de su propiedad. Cuatro años más tarde, cuando el Ayuntamiento ya era propietario del Teatro y la parte del Centro Artístico, fue cuando empezaron las obras de remodelación del edificio. El Ayuntamiento es propietario actualmente de los bajos que albergaron el Centro Cultural de CajaGranada, del Teatro y de los pisos donde se ubican el Centro Artístico y la Academia de Buenas Letras. Es, por tanto, el que mayor cuota posee de la comunidad de propietarios.

Nicolas Prados López (1913-1990)

Nicolás Prados López nació en Granada en 1913, hijo de un imaginero, escultor y profesor (Nicolás Prados Benítez). De muy niño mostró cualidades para secundarlo en el oficio, aprendió de varios maestros y en la Escuela de Artes y Oficios. También estudió en Almería, donde su padre tuvo taller, y en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, donde trabajó un tiempo. Colaboró con Juan Cristóbal. Al acabar la guerra civil, regresó a Granada para trabajar en el taller de su cuñado Francisco López Burgos y hacer encargos puntuales para el gran taller de José Navas Parejo. Fueron años de muchísimo trabajo para escultores, tallistas y pintores debido a que el patrimonio artístico había quedado destrozado en la mayor parte de España tras el conflicto bélico.

Nicolás Prados López, en 1983, junto a uno de sus bronces de pequeño formato.

Decidió abrir taller propio en la calle La Paz del barrio de la Magdalena. Después le seguiría el del torreón del Teatro y otro enorme en el barrio Fígares, con más de cuarenta empleados. Aunque Prados López se movió mucho por las ciudades próximas a Granada para tallar imágenes de pasos procesionales, tronos y pintar en iglesias. Ha dejado obra en las principales iglesias y ciudades de Andalucía: Úbeda, Ceuta, Málaga, Álora, Almería, Alcudia de Guadix, Murcia, Huércal-Overa. Suyo es un Cristo amarrado a la columna en la iglesia de San Cecilio de Granada, un cuadro en la iglesia de San Matías, etc. En su autobiografía recordaba que se le amontonaba el trabajo en su estudio y tenía que seleccionar los encargos que más le gustaban.

Él fue el autor del proyecto de monumento al Doctor Fleming, que finalmente Granada dejó reducido a una simple cabeza en el barrio de los Doctores. También suyo es el monumento al obrero-estudiante que nos recibe a la entrada del Instituto de Formación Virgen de las Nieves, donde estuvo como profesor en la etapa final de su vida

Él fue el autor del proyecto de monumento al Doctor Fleming, que finalmente Granada dejó reducido a una simple cabeza en el barrio de los Doctores. También suyo es el monumento al obrero-estudiante que nos recibe a la entrada del Instituto de Formación Virgen de las Nieves, donde estuvo como profesor en la etapa final de su vida. Fueron varios los cristos yacentes que hizo para pasos procesionales, quizás el formato mejor conseguido de su producción. Uno de ellos lo dedicó a su tío y mentor, Cristianica, que está colocado nada más entrar al primer patio del cementerio municipal de Granada. En cambio, para él y su hijo (fallecido en plena juventud) no quiso construirse un bulto fúnebre de los varios firmados por él que se pueden ver en el cementerio de Granada; se limitó a una tumba sencilla. También merece la pena ver en el cementerio de Granada el conjunto escultórico que talló en 1963 para la familia Fernández Osuna, los labriegos (Es un bronce para el que tomó como modelo a un labriego llamado El Catano, en su cortijo de Dúdar).

Cristo yacente en la tumba de su tío Francisco de Paula López Ruiz (1949), cementerio de Granada.

Entre los artistas que quedan vivos en Granada, o han fallecido recientemente, y que se formaron en los talleres de Nicolás Prados, podemos mencionar a Galán Polaino, Ortuño, Manuel Rivas, Juan García Pedraza, Luis Reyes y a Javier Marín Marín. Este último se quedó con parte de su legado; otra parte documental y artística fue donado por su hija al Ayuntamiento.

El hecho de haber trabajado tantos temas religiosos y en periodos estigmatizados por el más puro franquismo mantienen a este escultor granadino un tanto olvidado y poco reconocido en la actualidad.

ÚLTIMA HORA. Cuando ya estaba editado y a punto de ser subido a la red este artículo, me llega un mensaje de la restauradora Isabel Cambil. Ella, junto a Esther Trujillo, colaboraron con la empresa NECSO (que en 2005 fue absorbida por Acciona) en la restauración de la escultura de Isabel en los años 1994-8. Estaba muy deteriorada. En cuanto a los pajes, su estado era aún peor. La empresa constructora decidió desmontarlos en vez de restaurarlos y buscar a un escultor para hacer una réplica en material más duro. Los trocearon con una radial y los empaquetaron para volver a montarlos para sacarle los puntos y hacer el molde. No sabemos si llegaron a contactar con algún escultor, estarán las cajas perdidas en un almacén o en algún vertedero de cascajo. Y hasta aquí puedo contar.Isabel Cambil durante la restauración de hace tres décadas.

INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA: La autobiografía del escultor está contenida en el catálogo de su exposición titulada “Nicolás Prados López: esculturas” (1984), publicado por la Universidad. La exposición tuvo lugar en La Madraza.