Crítica musical

Pancho Varona: La cara oculta del ‘Flaco’

Cultura - JTG - Viernes, 17 de Enero de 2025
Si te gusta su música y la de su 'exjefe', no puedes perderte esta crítica sobre su paso por el Planta Baja.
Pancho Varona.
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Pancho Varona.

Fue uno de los culebrones de temporadas pasadas, el divorcio público de Joaquín Sabina y su socio fundador Pancho Varona, compañero de músicas, líos, y canciones a medias durante décadas. Cuando el de Úbeda anuncia un gira a modo de bola extra, no se sabe si para ese epílogo (o tampoco) de su carera solicitará nuevamente el aporte en directo de su compañero, ya que para componer lo hace en otras compañías. 

Estando así las cosas, Pancho Varona se busca la vida por su cuenta lejos de el entorno oficial del ‘Flaco’, que en capítulos anteriores de barbecho hacía acto de presencia bajo el nombre colectivo de Noches Sabineras, cuando todos estaban bien avenidos, y luego Benditos Malditos (autorizados por el patrón de cuerpo presente alguna noche) cuando el acuerdo interno ya no fue posible. Y él se deja ver ahora, tanto con banda como solo, haciendo un acercamiento personal (su voz aun no es todavía tan batracia) a los orígenes primeros de un extenso libreto que ya es de dominio público y da para varios conciertos distintos.   

Convendremos que Varona tiene más salero y buen humor que su exjefe, y en las distancias muy cortas como las del Plantabaja se anima aún más, alentado por la complicidad inmediata de la audiencia a contar y contar antes de cantar

A pesar de la separación de ambos, sus nombres seguirán entrelazados hasta después de que la muerte los separe. Por eso Pacho Varona en sus conciertos, en este caso solo y a la hora del vermú, un horario poco habitual por aquí, atrajo a numerosos seguidores de uno, del otro y de ambos. Y como era previsible ‘el ausente’ estuvo presente durante todo el concierto. Han sido muchos años y muchas canciones juntos, y cada una tiene su intrahistoria y sus anécdotas. Sobre este segundo punto, convendremos que Varona tiene más salero y buen humor que su exjefe, y en las distancias muy cortas como las del Plantabaja se anima aún más, alentado por la complicidad inmediata de la audiencia a contar y contar antes de cantar. Algo que a los sabineros de ley les resulta muy nutritivo, porque si alguien sabe el origen y el desarrollo de cada canción, por no decir de cada verso (¡confesó estar cinco días peleando a muerte por una palabra!), es él. Información valiosísima sobre la trastienda sabinista que de otra manera desconoceríamos, y que agranda aún más la leyenda de Joaquín Sabina, a quien, además, no parece guardar ningún rencor despechado por su ‘despido’, sino todo lo contrario, ya que manifestó en repetidos momentos su agradecimiento, profesando públicamente un admirado respeto por su ex. Si no fuera porque ya lo escribió Aute, este concierto se hubiera podido llamar ‘Pongamos que hablamos de Joaquín’. Grande ‘Panchito-Panchito’ Varona.