El Museo de Bellas Artes inaugura una muestra que recoge las distintas etapas de José Guerrero
El Museo de Bellas Artes acoge la muestra 'José Guerrero. Obra gráfica' que recoge las distintas etapas del artista a través de 57 estampas realizadas por el pintor granadino con distintas técnicas calcográficas a partir de 1950.
La muestra, realizada en colaboración con la Diputación de Granada, estará abierta al público hasta el 8 de abril en las salas de exposiciones temporales del espacio museístico.
El delegado de Cultura, Turismo y Deporte, Guillermo Quero, ha comentado que estas estampas forman parte del proyecto editorial sobre la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que nace en 1984 como homenaje a Fray Bartolomé de las Casas, en el cual, además de Guerrero, participan otros artistas hispanos como Eduardo Chillida, Canogar, Tapies, Saura o Le parc.
La diputada provincial de Cultura y Memoria Histórica y Democrática, Fátima Gómez, ha añadido que a través de esta selección de estampas se representan las distintas etapas de la trayectoria de Guerrero, que además tienen el valor de acercar el arte al gran público y de ser un vehículo de transmisión de ideas y reivindicación como "se puede observar en las pizas expuestas".
En su opinión la gráfica completa de Guerrero refleja, concentrados, algunos de los momentos clave de su trayectoria, una de las más vibrantes de la pintura española de la segunda mitad del siglo XX.
A este respecto, el comisario de la muestra y director del Museo Guerrero, Francisco Baena, ha precisado que Guerrero tardó en practicar el grabado, pero, cuando lo hizo en 1950, se sirvió de él como del laboratorio que necesitaba para depurar unas formas que venían obsesionándolo desde sus inicios como artista.
Gracias a la experimentación que le permitió la técnica aprendida con Stanley William Hayter y a la asimilación por su medio de los nuevos códigos pictóricos, dio el paso definitivo a la abstracción.
Una vez conquistada su posición como integrante de la Escuela de Nueva York, hizo un paréntesis en su actividad grabadora que solo reanudó en otro momento crítico de su carrera: cuando barajaba la posibilidad de volver a España y tenía muy presente su memoria granadina.
En esta segunda ocasión sería él quien incidiera en el ambiente artístico y llevara el nuevo lenguaje aprendido en América a un entorno, el de la España de los sesenta, dispuesto a recibir su impulso vivificador y cosmopolita.
Federico García Lorca fue una presencia constante a partir de ese momento en la producción gráfica de Guerrero. Llegó de la mano del amigo común Jorge Guillén, con quien volvería a colaborar Guerrero en posteriores ediciones. Se ponía así de manifiesto un tema predominante en esta faceta de su trabajo: la poesía, a la que el pintor fue muy sensible.