Milagro Almenara Pérez, la boticaria 'roja y feminista' asesinada entre Víznar y Alfacar
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La última titular de la “Farmacia de la Compañía” era la cuarta mujer licenciada en Farmacia de Granada y el mejor expediente académico; fue despreciada y marginada por ser hija de madre soltera, feminista y progresista
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Se codeó con Eudoxia Píriz, Alejandro Otero y Fernando de los Ríos, además de ser coordinadora de la JUF en Granada. La acusaron de querer asaltar el Gobierno Civil los primeros meses de guerra civil
La “Farmacia de la Compañía” nunca llegó a llevar el apellido de su nueva propietaria en el mes de julio de 1936. Estaba recién adquirida por Milagro Almenara Pérez. Esta farmacéutica había debutado antes en La Rábita, anejo costero de Albuñol, donde regentó la primera farmacia que veían sus vecinos, la mayoría marengos. Pero poco tiempo iba a durar abierto el establecimiento farmacéutico fundado por los jesuitas en Granada varios siglos atrás: el Alzamiento militar y posterior guerra se llevaron para siempre la botica más antigua de Granada… y a Milagro Almenara a la tumba en lugar ignoto. Curiosamente, la existencia de la conocida popularmente como “Boticaria roja” tuvo muchos paralelismos con Federico García Lorca: estudiaron en los mismos edificios, fueron denostados y envidiados por la sociedad del momento, y acabaron fusilados en la misma zona, entre Víznar y Alfacar. Sus cadáveres nunca aparecieron. Lo que sigue es la historia de Milagro Almenara Pérez, la última farmacéutica del “Cobertizo de la Botica”.
La 'Boticaria roja' tuvo muchos paralelismos con Federico García Lorca: estudiaron en los mismos edificios, fueron denostados y envidiados por la sociedad del momento, y acabaron fusilados en la misma zona, entre Víznar y Alfacar. Sus cadáveres nunca aparecieron
Contaban hace años en Arenas del Rey que Brígida Almenara Pérez había sobrevivido milagrosamente al devastador terremoto que asoló la comarca en 1884. El temblor segó 135 vidas y registró 253 heridos en una población que no llegaba al millar. El 90% de las casas se derrumbaron y el hambre fustigó la comarca de Alhama. Tuvieron que levantar el nuevo pueblo de Arenas al otro lado del río.
Brígida Almenara, soltera y con 38 años, servía de criada en casa de unos señores pudientes. En la primavera del año 1900 se confirmó lo que ella sospechaba: había quedado preñada. Nunca dijo quién era el padre, pero todos sospechaban de alguien con dinero y poder en la comarca. Poco más sabemos de ella hasta que a finales de septiembre de aquel año apareció en una pensión de Santander, a punto de dar a luz. Imaginamos que el autor de la preñez le dio unos duros y una maleta a cambio de silenciar su nombre. Parió el día 1 de octubre de 1900 en casa de una partera de la Calle Tetuán, número 15, 1º, frente al puerto.
La parturienta cántabra que la atendió se encargó de ir al día siguiente al registro civil de Santander para inscribir a una niña. Declaró que la madre se llamaba Brígida Almenara Pérez, natural de Arenas del Rey (Granada) y “residente temporal en Santander”. Consignó que el fruto salido de su vientre no tenía padre conocido, siendo su madre soltera. Pero muy creyente. Por eso pidió que a su niña la registrasen con los siguientes nombres: Milagro Petronila Advienta Feliciana de la Santísima Trinidad Almenara Pérez. Resumiendo, Milagro Almenara Pérez -con los dos apellidos de la madre- como se la conoció siempre en Granada.
Excelente estudiante
No hay noticias de que madre e hija visitaran jamás el pueblo de sus orígenes. La mayor parte de sus datos los conocemos a través de los expedientes de estudios de la joven y por su actividad política. Milagro Almenara estuvo empadronada en la calle Misericordia, número 11, de Granada.
Alguien aconsejaba a su madre (y probablemente la ayudara económicamente) para que la niña pudiese acceder a los estudios. Con 16 años obtuvo el título de Bachiller en el Instituto General y Técnico (antecedente del Padre Suárez); entonces estaba situado en la calle San Jerónimo, actual sede del Conservatorio de Música. Eran muy pocos alumnos, pero entre ellos había uno que hacía muchos novillos y mostraba poco interés por los estudios: un tal Federico García Lorca.
Milagro Almenara obtuvo el título de bachiller con el segundo mejor expediente del Instituto hasta entonces (sólo superado en una matrícula por Luis Mariscal Parado, posterior periodista): nada menos que 24 matrículas de honor de 30 asignaturas cursadas. Los dos únicos aprobados se los dieron en gimnasia, como a muchos alumnos de su promoción.
Expediente de Milagro en el Instituto General Técnico (1910-16), en el que acabó casi todas matrículas de honor. /ARCHIVO HISTÓRICO DE LA UIVERSIDAD DE GRANADA
Quiso ser farmacéutica. Se matriculó en la Facultad de Farmacia en 1916, con dieciséis años cumplidos. Cursó las 13 asignaturas que componían la carrera. Era una de las escasas mujeres que entonces llegaban a la universidad; en su curso estuvo sola entre hombres. Nuevo encuentro con García Lorca, pues sus dos facultadas estaban en el edificio del Colegio de San Pablo. Se conocían los de todas las carreras.
Milagro demostró que, en un mundo de hombres y casi hostil para las mujeres universitarias, se podía triunfar. Pero seguro que su esfuerzo debió ser mayor que el de sus compañeros varones
Milagro demostró que, en un mundo de hombres y casi hostil para las mujeres universitarias, se podía triunfar. Pero seguro que su esfuerzo debió ser mayor que el de sus compañeros varones. Y lo hizo sacando el número uno de la promoción 1916-21: trece premios extraordinarios en igual número de asignaturas. Pasó y superó sobradamente el examen de grado sobre “Rubiáceas y valerianáceas”. En febrero de 1922, le fue extendido título con premio extraordinario. Era la cuarta mujer que se licenciaba en Farmacia en la UGR (tras Gertrudis Martínez Otero en 1896, Antonia Sánchez Peñuela y Juana Álvarez Bañón, en 1918).
Expediente de Licenciatura de Farmacia (1916-21), con premio extraordinario en todas las asignaturas de la carrera. /ARCHIVO HISTORICO DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Militante izquierdista, marginación y rechazo
Durante los dos últimos años de su carrera universitaria fue atraída por la política. Concretamente, la captaron como delegada de la Juventud Universitaria Femenina (JUF), de tendencia progresista, socialista y feminista; era la filial granadina de la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME). Se trataba de una asociación que deseaba captar a estudiantes, licenciadas y doctoras para formar y liberar al sexo femenino; la mayoría de aquel reducido grupo de granadinas mantenía también profundas convicciones religiosas.
Milagro era coordinadora de un grupo en el que se integró Eudoxia Píriz (1893-1980), la primera mujer que se licenció en Medicina en Andalucía, en 1920. Eudoxia se formaba por entonces en la cátedra de Ginecología de Alejandro Otero
A pesar de su juventud, Milagro era coordinadora de un grupo en el que se integró Eudoxia Píriz (1893-1980), la primera mujer que se licenció en Medicina en Andalucía, en 1920. Eudoxia se formaba por entonces en la cátedra de Ginecología de Alejandro Otero, destacado socialista granadino que llegó a Rector. Todos ellos estaban en íntima relación con el catedrático Fernando de los Ríos, que por 1919 había ganado las elecciones al frente del Partido Socialista y era diputado nacional. Sin duda, también uno de los socialistas de mayor solidez ideológica de su tiempo.
La JUF apenas llegó a arraigar en Granada, aunque se mantuvo activa hasta la Guerra Civil. No obstante, varias de sus afiliadas universitarias acabaron recalando en el Partido Socialista. Eudoxia y Milagro se mantuvieron siempre en contacto, pero el destino les guardaba futuros muy diferentes.
Dos años de boticaria rural
La siguiente noticia profesional que tenemos de nuestra brillante licenciada es la de su colegiación obligatoria para ejercer el oficio de boticaria. Ingresó en el Colegio Oficial de Farmacéuticos el 2 de diciembre de 1926. Consiguió abrir la primera farmacia de La Rábita. Apenas contamos con noticias de su etapa de boticaria rural; no consta que llegara a casarse con nadie. Tampoco sabemos de sus relaciones políticas con partidos progresistas en esta etapa rural.
Imagen de la zona calle de Los Carros, en la Rábita (tomada en 1957), donde tuvo su primera farmacia en 1926-28.
Pero en el registro de COF figura su baja como colegiada sólo dos años después, en 1928, ya que no tenía la farmacia. No sabemos exactamente por qué abandonó La Rábida tan pronto. Se comentaba que había sido perseguida, despreciada y le hicieron boicot a su establecimiento. La escritora Victoria Fernández, en su libro sobre la Historia del Colegio de Farmacéuticos (1999) escribe lo siguiente sobre Milagro: “…al cerrársele su establecimiento en La Rábita y ser adquirido por un familiar de Nicasio Montes [general de división y diputado conservador hasta 1914 en que murió], también fue otra de las víctimas políticas de la guerra y casi podría afirmarse que de la propia clase farmacéutica granadina. Milagro Almenara era hija natural y esta condición, en una sociedad cerrada como era la de Granada en el primer cuarto de siglo, le hizo ser una proscrita dentro de la profesión, de la que vivió apartada sin ninguna relación”.
En cambio, otras fuentes apuntan a que en La Rábita se había abierto otra botica tras la suya, propiedad de un inspector de farmacia, y la competencia y otros asuntos (sic) fueron los que le obligaron a buscarse mejor dispensario. El tiempo de la II República vuelve a ser una incógnita sobre su vida, aunque consta que tuvo relación con partidos de izquierdas y la logia masónica de la calle Elvira.
Interior de la rebotica de la farmacia jesuita, tal como estaba en 1928, antes de ser vendida a Sir Henry Welcome de Londres. Milagro no la vio así cuando se hizo cargo de ella en 1936. /COLECCIÓN WELLCOME TRUST
Tuvo que esperar ocho años a una nueva oportunidad; volvió a colegiarse el 8 de julio de 1936 para hacerse cargo de la “Farmacia Compañía-Dr. Pontes-Guardiola”, que estaba a la venta. Sin duda que el negocio no debía irles demasiado bien a sus predecesores de años anteriores: ya dijimos en el capítulo de ayer sobre esta historia que entre 1924 y 1936 la botica había pasado por varias manos (familia Pontes, Martín Sheriff y José Luis Guardiola).
El día 3 de julio de 1936 Milagro Almenara Pérez presentó una instancia y documentación al Ayuntamiento solicitando licencia para la apertura a su nombre de la farmacia situada en la calle Cobertizo de la Botica
Los hechos son muy claros, pues el día 3 de julio de 1936 Milagro Almenara Pérez presentó una instancia y documentación al Ayuntamiento solicitando licencia para la apertura a su nombre de la farmacia situada en la calle Cobertizo de la Botica, 1. Según consta en el Archivo Histórico de Granada, el inspector municipal emitió informe favorable con fecha 10 de julio. Todo un tiempo récord y efectividad. La farmacéutica había presentado un croquis y una memoria de la farmacia para su reforma (recordemos que el contenido de la botica de origen jesuita había sido vendida y trasladada a Londres en 1928). En el planillo dibujó tres estancias: botica (de 11,5 metros cuadrados), rebotica y almacén, distribución que debía diferir muy poco de la que venía funcionando desde la expulsión de los jesuitas. En la extensa memoria indicó con detalle toda la farmacopea y aparataje de que constaba el local.
Plano de la farmacia de la Compañia en el Cobertizo de la Botica, 1, según el proyecto que presentó al Ayuntamiento en Julio de 1936.
Una placa de cerámica en el ábside de la Colegiata de San Justo y Pastor recuerda que allí estuvo la calle Cobertizo de la Botica.
Guerra Civil, asesinato de la boticaria y desaparición de la botica
Un piquete de guardias de asalto se presentó en la farmacia con una orden de detención emitida desde el Gobierno Civil
La “Farmacia de la Compañía” (no sabemos si a Milagro le dio tiempo de poner su nombre en el rótulo sobre la puerta) permaneció abierta, atendida por ella hasta el 23 de septiembre del 36. Un piquete de guardias de asalto se presentó en la farmacia con una orden de detención emitida desde el Gobierno Civil. No sabemos de qué se le acusaba ni de quién había partido la denuncia, pero su trayectoria personal y política la ponía en el disparadero.
En la cárcel coincidió con Rosario Fregenal Píñar, una modista del Realejo apodada La Fregenala, de 48 años. Era otra mujer soltera de marcado carácter republicano, liberal y feminista. La costurera tenía como clienta a María del Carmen de Falla. Su hermano Manuel de Falla intentó interceder por ella, como ya había hecho por Federico García Lorca un par de meses antes.
Algunos boticarios acudieron para adquirir lo que les interesara; los colegas declararon que “vieron en el interior un sinnúmero de libros e imágenes religiosas que se contradecían con la imagen de roja y atea que se había dado de esta mujer que, enfrentada a toda la sociedad de su época, quiso, ante todo, ser farmacéutica”
En 1942, lo que quedaba de la “Botica la Compañía-Almenara” fue depositado en el Colegio de Farmacéuticos, que declaró “inexistente” el establecimiento. Algunos boticarios acudieron para adquirir lo que les interesara; los colegas declararon que “vieron en el interior un sinnúmero de libros e imágenes religiosas que se contradecían con la imagen de roja y atea que se había dado de esta mujer que, enfrentada a toda la sociedad de su época, quiso, ante todo, ser farmacéutica” (op. cit.).
El tribunal de responsabilidades políticas juzgó su caso el 29 de julio de 1943; acordó investigar sus propiedades para incautarse de ellas. La sentencia final de 30 de junio de 1947 ordenó el inmediato cumplimiento de la condena. Alguien escribió debajo: “Se cumplió lo ordenado”.
Borrar su rastro y su memoria
Parece que la tierra se ha tragado a esta mujer de la memoria de los granadinos. La documentación sobre ella era escasísima –excepto sus cartas políticas a JUF de Madrid, que presidía la feminista Dra. Elisa Soriano Fischer-, a pesar de la brillantez de su expediente académico y por ser de las poquísimas mujeres granadinas “de carrera” asesinadas durante la contienda. Sus compañeras de feminismo y socialismo universitarios fueron investigadas, pero lograron sobrevivir al franquismo y permanecer en sus puestos profesionales o universitarios. El caso más significativo fue el de Eudoxia Píriz, hoy dando nombre a una calle de Granada. Alejandro Otero, Fernando de los Ríos, sus padres políticos, han sido recuperados para el acervo granadino por sus compañeros de militancia. Pero de Milagro Almenara Pérez nadie se ha acordado; ni una mísera placa con su nombre.
Parece que la tierra se ha tragado a esta mujer de la memoria de los granadinos. La documentación sobre ella era escasísima, a pesar de la brillantez de su expediente académico y por ser de las poquísimas mujeres granadinas “de carrera” asesinadas durante la contienda
Más extraño aún es el caso de la Facultad de Farmacia, y de la UGR por extensión, de donde salió una de las licenciadas con mejor expediente académico. La orla de su promoción (1916-21) desapareció del archivo fotográfico; de su expediente no hay rastro en Farmacia. Ni una sola mención a ella.
En la revista de la Facultad de Farmacia, llamada Ars Farmacéutica (2013; 54 (3): 37-47), se publicó recientemente un artículo de profesoras del Departamento de Historia de la Farmacia, en el que glosan la presencia de la mujer en los cien primeros años de Facultad (1850-1950); en ese periodo se licenciaron 69 mujeres. Pues bien, Milagro debería figurar en la cuarta casilla, al ser la cuarta licenciada de la serie histórica, y seguramente el mejor expediente. Las licenciadas en Farmacia fueron 70, una más. Pero no hay ni rastro de Milagro en la Facultad donde estudió sola, entre una docena de hombres.
Cuadro de las escasas mujeres licenciadas en la Facultad de Farmacia entre 1850 y 1950. Milagros Almenara Pérez debería figurar en tercer lugar.../ REVISTA ARS PHARMA 2013/3
La mala suerte o alguna mano negra se han empeñado en borrar a esta mujer de la faz de la tierra. Pero no lo han conseguido: el expediente académico de Milagro Almenara ha aparecido en el Archivo Histórico de la Universidad de Granada, repartido en tres carpetas que a nadie han llamado la atención.
Curiosamente, el libro de nacimientos del Registro civil de Arenas del Rey donde debió estar inscrita su madre, Brígida, el 25 de julio de 1862, también desapareció.
MILAGRO ALMENARA EN LA GRANADA REVOLUCIONARIA DE 1919
Milagro Almenara, obreros y miles de estudiantes alzaron su voz a principios del año 1919. En el caso de Millagro, también entró en política en ese momento. Desde 1917 se venía incubando en Granada una eclosión social que caló en todas las esferas ciudadanas. Las actuaciones del clan de Ramón La Chica (él diputado y su hermano Felipe, alcalde de la ciudad, unos auténticos caciques provinciales), elevaron las sospechas de corrupción. Se les pedía mayor fiscalización externa del Consistorio y la supresión del impuesto sobre consumos, se había disparado el coste de la vida. Después se les sumó la demanda de trabajo, ya que las obras de construcción de la Gran Vía estaban finalizando tras treinta años de actividad.
El proceder de los “lachiquistas/caciques” y su pucherazo en las municipales de 1917 concitó la unión del resto de grupos sociales, desde el PSOE por la izquierda –con el catedrático Fernando de los Ríos, a la cabeza-, los monárquicos por el centro y el Círculo Católico de Obreros y tradicionalistas por la derecha.
El 11 de febrero de 1919 se sumaron los estudiantes universitarios a las presiones contra caciques convocando una manifestación por las calles de la ciudad. La respuesta del poder en manos de los hermanos La Chica fue sacar a la Guardia Civil al Embovedado. Comenzaron las carreras y los tiros por Reyes Católicos, Plaza del Carmen, Bib Rambla, San Jerónimo y zona de la Universidad.
Un escuadrón de guardias civiles, a pie y a caballo, desplegados por el Embovedado, cortaban el paso a la manifestación de estudiantes. Era la mañana del 11 de enero de 1919. Los guardias comenzaron a perseguir a los manifestantes por las calles del centro de la ciudad; el resultado fue de tres muertos y varios heridos. / MUNDO GRÁFICO
Los disparos de la Guardia Civil dejaron un reguero de heridos y de muertos. La primera en caer fue Josefa González Vives de Cazorla, de 25 años y recién casada. Estaba detrás de los cristales de un balcón de la calle Reyes y recibió un disparo. Después cayó mortalmente herido el mozo de la estación Ramón Gómez Vázquez. El último en morir por arma de fuego fue Ramón Ruiz de Peralta, estudiante de Medicina, abatido en la calle Niños Luchando, frente a la Universidad. (La placa en su recuerdo fue retirada en 2004 de la fachada de las Siervas de María).
Granada fue declarada en estado de guerra y militarizada. La revuelta se extendió a varias ciudades españolas. Se puso a Granada como ejemplo de lucha estudiantil y obrera. Aquellas protestas universitarias fueron el bautismo político de Milagro Almenara.
Quizás por esta causa se afianzaron los sindicatos y partidos políticos de izquierdas y feministas. Por aquellos meses de 1919 fue cuando apareció Milagro Almenara al frente de la delegación de la JUF en Granada. También fue el momento en que Fernando de los Ríos abandonó su independencia y se puso al frente del PSOE provincial; ganó las elecciones generales con rotundidad. También apareció Agustina González López (a) la Zapatera de Mesones, que presidía la Agrupación Feminista Socialista (AFS), a quien Milagro propuso agrupar sus dos organizaciones. No conocemos el grado de acercamiento que hubo entre estos dos grupos feministas-socialistas en los años siguientes. Agustina González, la Zapatera prodigiosa de Lorca, corrió la misma suerte que Milagro: murió fusilada en octubre de 1936.