Cultura busca Capitalidad
El pasado verano pudimos ver cómo desde nuestro Ayuntamiento se ponían los cartuchos para dar el pistoletazo de salida a nuevas intenciones de poner en marcha, por enésima vez, un proyecto con el que situar a Granada en el firmamento de la capitalidad cultural. Parece ser, esta vez sí, que puede ser cierto y posible el que de verdad se promueva un espíritu de compromiso e ilusión, se trabaje en un proyecto común y se lleve a cabo una propuesta para que nuestra ciudad se postule como candidata a alcanzar un título esperado por algunos, utilizado por otros y anhelado (aún sin saberlo) por muchos más: me refiero a que Granada alcance ser Capital Europea de la Cultura.
Ya la idea revoloteó por nuestras cabezas para que así fuera en 1992 y, cuando ha convenido políticamente, ha vuelto a revolotear sin tan siquiera apoyarse en nuestros hombros un momento para esfumarse a continuación, haciendo nido en nosotros tan solo la indiferencia ante el uso de algo que podíamos ver lógico para nuestra Granada, pero a la vez lejano e irreal. Pero claro, el tema es grave cuando lo de ser Capital Europea de la Cultura está en medio de un espaldarazo a Granada, a una renuncia a lo que es: sí, la bella que tanto gusta parafrasear ganivetianamente (perdón por el palabro) cuando se quiere o requiere. Y no es mi intención hacer ahora un repaso de hemeroteca de los últimos veinticinco años (y eso que hay material), pero no puedo borrar de mi pensamiento aquellos titulares en prensa de hace poco más de una década en los que se nos informaba cómo nuestro por entonces alcalde (y hasta hace poco) renunciaba, y digo bien, a que Granada optara a presentar su candidatura para el año en que ahora nos encontramos (y cuya designación ostenta San Sebastián) para -según se señalaba- dejar el camino libre a otras ciudades andaluzas.
Me vais a permitir que haga un breve resumen sobre la cuestión. En 1985 Atenas ostenta el título de Ciudad Europea de la Cultura y, con ello, será la que abra el camino para que en cada año exista una ciudad designada como tal. Desde entonces y debido al éxito, serán muchas las que quieran alcanzar tal designación. En 1999 el Parlamento Europeo estableció que, debido al ingente número de solicitudes, le correspondería a cada país un año para que una de sus ciudades fuera Capital Europea de la Cultura. Así pues se establece un procedimiento por sorteo. Para un primer periodo, que va del 2005 al 2019, a España le toca el año 2016. Ahora, para el periodo comprendido entre los años 2020 al 2033, a nuestro país le corresponde el 2031. Desde esta decisión europea los países miembros han presentado un ingente número de ciudades candidatas, las cuales han creído en lo que son y pensado en su propio bien para con sus ciudadanos así como para sus visitantes. En España para optar a la designación para el 2016 se presentaron Córdoba, Málaga, Cáceres, Alcalá de Henares, Burgos, Cuenca, Las Palmas de Gran Canarias, Murcia, Oviedo, Palma de Mallorca, Pamplona, Santander, Segovia, Zaragoza y San Sebastián. Nosotros no, que somos muy elegantes y no queremos molestar, tal y como nos recuerdan las hemerotecas.
Pero hemos llegado a esta nueva era política donde no se hace lo que mando, sino lo que dialogo y acuerdo. Y de esta manera, surgió el que Granada pudiera recuperar el sueño de ser reconocida como Capital de la Cultura. Y ello ha marcado una actualidad en cuya mesa se encuentra una carpeta abierta en la que aparece que Granada quiere optar a ser Capital Europea de la Cultura en el año 2031. Así, todas las fuerzas políticas del Ayuntamiento, pero también la representación de la Junta de Andalucía en nuestra provincia, la Diputación de Granada y nuestra Universidad son capaces, por este proyecto de presente y futuro, sentarse en una mesa y empezar a manifestar un ánimo común y el interés de crear un proyecto para el bien de todos.
Llegado el momento, y tras el necesario encaje de bolillos llevado a cabo en nuestro Ayuntamiento, es momento de ponerse manos a la obra, de hacer que realmente esto sea una carpeta abierta sobre una mesa de trabajo y no un bonito mantel de buenos propósitos con el que adornarla. Es en esa mesa, redonda (sin presidencia ni esquinas), donde están todos los antes citados y a la que deberán sumarse muchos más, incluidos cada uno de nosotros, y en la que se deberá diseñar un proyecto en común y real donde quede de manifiesto que Granada ahora sí va a hacerlo y que nada la va a frenar. Porque Granada lo es, porque nosotros lo somos y porque, pienso, Europa nos espera. Trabajar sobre lo bueno para ensalzarlo, pero también sobre lo malo para mejorarlo. Trabajar en lo maravillosa que es la Alhambra en los ojos del mundo, pero también en hacer posible -por ejemplo- que nuestro Museo Arqueológico abra sus puertas o que el mástil de la bandera lorquiana se clave, de una vez, en nuestra tierra para e regocijo universal; o que los proyectos de desarrollo, infraestructuras, comunicación y otros tantos más alcancen la realidad. Pienso que bajo la denominación “Granada 2031” se puede alcanzar todo eso y más. Porque conseguir la Capitalidad de nuestra Cultura, que también es de Europa, no es un logotipo bonito en los envases de nuestros productos, ni un abrumador programa de actividades culturales. Ha de ser una marca en la que quepa todo el presente y el futuro de Granada; de una Granada que es esencialmente Cultura.
Aún falta tiempo para el 2031, pensaréis. Pero deciros que en el 2025 se acaba el plazo para presentar candidaturas; que, lógicamente, no seremos los únicos y que muchas ciudades tienen trabajo hecho ya. Pero es posible, porque lo somos. Pongamos en marcha de inmediato esa oficina técnica con la que empezar este bello capítulo de la historia de nuestra ciudad. Será muestra de que, esta vez sí, trabajaremos por el que, en verdad, es un gran proyecto para Granada. No estaría mal que dicha oficina, una vez puesta en marcha, encontrara un lugar en el que fuera reconocida y admirada. Y a tenor de ello me permito hacer una propuesta: que el llamado Hotel Reúma en nuestro Paseo de los Tristes, y que tiene por corona la torre de Comares, sea la sede del proyecto “Granada 2031”. Sería ejemplo de algo que está ahí (al igual que el ánimo de que Granada puede ser Capital Europea de la Cultura) pero olvidado y que ahora quiere relucir para, esta vez sí, brindar a la Cultura la Capital que espera. Además es símbolo de ciudad, paisaje histórico, memoria,… y ahora cultura.
En verdad pienso que lo importante es el camino que recorramos. Caminemos pues y seremos Capital de la Cultura, esta vez, de verdad.
Manuel Rubio Hidalgo (Granada, 1972) es historiador del arte y museólogo. Su experiencia profesional, tanto en el ámbito público como en el privado, ha mantenido una máxima por la cual sigue trabajando: la bella función social del arte. Actualmente está dedicado a su tesis doctoral en la Universidad de Granada y sueña con que Granada de verdad sea Capital Cultural de Europa en 2031.