Carlos Allende, poesía para ir contra el 'establishment'
En 2015, formó parte de la antología poética, Pero yo vuelo, antología de la más joven poesía en Granada en Ediciones Huida, junto a otros poetas como Munir Hachemi o Álvaro Holgado. Tres años después, escribiría también para la antología Granada no se calla: Antología de textos contra la violencia machista, en Esdrújula Ediciones. Y, para esta misma editorial, en la antología Algo se ha movido. En junio de 2019, participaría en Piel fina, antología poética de la editorial Maremágnum. El año pasado, aparecería en Versos al amor de la lumbre, de la revista Lumbre, coeditada por poetas como Fernando Jaén, Gerardo Rodríguez Salas y Javier Gilabert. Y este mismo año, uno de los poemas de Carlos Allende está incluido también en Cuando dejó de llover de la editorial Sloper, con prólogo del poeta Ben Clark y epílogo de Luna Miguel.
Carlos Allende no se limita solo al campo literario. Desde 2013, trabaja también en su faceta musical. Publicó ese año Orgullosos, junto a LS Granada. En 2019, en La broma infinita, con Deeaz y Daniel Antelo. Y, el año pasado, en Constanza, con Vic Vega. En este momento, está preparando su primer disco en solitario, que se titulará Teogonía.
Hace solo unas semanas, el fallo del XI Certamen Literario de Poesía y Prosa Narrativa Granajoven’21, nombró ganador a su libro La guerra o el mar, en la categoría de poesía.
En uno de sus poemas titulado Esta casa, perteneciente a La guerra y el mar, Carlos nos retrotrae a la inocencia de la infancia y su bondad. A través de los hijos que ya nunca tendrá, nos recuerda los juegos que abandonamos y el conflicto bélico que es la madurez.
Me pregunto
si a los que hijos que ya nunca tendré
les habría gustado
esta casa.
Me pregunto
si podrían haber sido felices
a pesar de la sangre
que ahora mancha las ventanas,
si jugarían al balón
a las muñecas, a la guerra
delante de esta casa
que nunca podrán ver.
Yo habría llenado sus cuartos
de juguetes, de luz,
de la costumbre infantil de ignorar
el torpe hacer de los adultos.
Yo, y no ellos,
habría levantado una
muralla,
una pared de barro y lágrimas
entre esta casa y el terror
entre esta casa y esos hombres.
Yo, y no ellos,
soy quien queda callado
soy quien escucha ahora
a los hombres ahí fuera
hacer la guerra como un juego.
Por otro lado, en su poemario La raíz del grito, un poema titulado Costumbres nos acerca al vértigo de los días que pasan, sin saber muy bien por qué, y aceptando las pérdidas que dejamos por el camino.
Como el que espera ausente a
que la vida le hable de sí misma,
recorrí las paredes de estas calles,
el humo y el cristal
de una fuga impedida.
Las derrotas
se deshacen
como tú al irte o yo.
Vaciar los armarios
romper las fotos y pasar
de largo por tu casa.
No cumplí las promesas pero sí las costumbres.
– Lo primero que se percibe al empezar a leer tu poesía es una sensación de intimidad profunda. Es cierto que la poesía suele tener esa pretensión. Crear un espacio a solas entre el lector y el poeta, pero es difícil conseguirlo. A mí, personalmente, me sucede con pocos escritores. Y, sin embargo, al leer La guerra y el mar, fue instantáneo. ¿Es la escritura, para ti, un recurso para exponer algo íntimo?
La poesía tiene que encargarse -o eso intento yo, que no siempre lo consigo también es verdad- de mirar de otro modo, de percatarse de lo disonante o de ver más allá en la cotidianidad
– Intento que no sea únicamente una vía de salida de la intimidad. Es cierto que no logramos sacudirnos la visión decimonónica de que la poesía es la expresión de los sentimientos con el objetivo de crear belleza. Supongo que el sistema educativo ha hecho bien su trabajo. No, para mí la poesía o, más bien lo que ahora para mí es la poesía, es una forma de documentar, de trabajar lo leve, lo que ocurre en el mundo de forma casi imperceptible o de forma nada reseñable. Ahí entra la poesía. La poesía tiene que encargarse -o eso intento yo, que no siempre lo consigo también es verdad- de mirar de otro modo, de percatarse de lo disonante o de ver más allá en la cotidianidad.
– Continuando con tu poemario La guerra y el mar, el título hace honor al contenido, ya que en él haces alusiones constantes a la guerra. No puedo evitar la curiosidad y preguntarte, ¿qué es la guerra y qué es el mar?
– El otro día -después de recibir la noticia del premio y de forma totalmente casual- me encontré con el cuaderno de trabajo de este libro que empecé a escribir al mismo tiempo que se publicaba mi primer poemario, La raíz del grito. La intención en un primer momento era crear dos símbolos estables que trabajar a lo largo del libro que son, claro, esa guerra y ese mar. La guerra representa en el libro todo lo humano, el trabajo, la opresión, la muerte, la historia, la explotación, el capitalismo… y el mar lo planteé como todo lo contrario, lo poético, la vida, la libertad. Aunque acabaron siendo símbolos impuros, corruptos y contaminados, sobre todo el mar porque ya sabes que nada escapa del Capital. Me gustaría que el libro se leyera en términos muy políticos, esa era, sin duda, la intención primera del libro: ser político, ser denuncia.
– En mi anterior entrevista, le pregunté a Markel Hernández acerca de cómo interactuaban el teatro y la escritura dentro de su universo creativo. En tu caso, que te dedicas también a la música, ¿cómo lo compaginas?
Ambas tienen su base en la palabra pero no creo en ese cliché absurdo de que el rap sea poesía urbana. Tampoco creo en el cliché de que la poesía es una cursilada llena de sensiblería
– Las veo, las percibo, las trabajo y las explico de forma totalmente distinta. Las considero opuestas y complementarias. Ambas tienen su base en la palabra pero no creo en ese cliché absurdo de que el rap sea poesía urbana. Tampoco creo en el cliché de que la poesía es una cursilada llena de sensiblería. Son dos caras de mí mismo, no entran mucho en contacto la una y la otra -y así me gusta que sea- pero se nutren, se complementan y se necesitan la una a la otra.
– ¿Qué llegó antes a tu vida? ¿Las ganas de escribir, las de hacer música o fue simultáneo?
– La música. Aunque creo que siempre he escrito y leído mucho, no empecé a escribir poesía hasta los diecisiete años más o menos, ahí descubrí que la poesía no era únicamente lo que decía el libro de lengua.
– Como ya he mencionado, hace solo unas semanas recibiste el primer premio en el XI Certamen Literario de Poesía Granajoven, ¿era algo qué esperabas? ¿Qué sentiste al enterarte?
– La verdad es que lo mandé un poco por probar suerte. El otro día revisándolo para la publicación vi que la versión que mandé tenía un montón de erratas y versos doblados con distintas opciones… un desastre. La sensación es la de ir por buen camino, publicar es fácil. Bueno, no es difícil; pero que te den un premio es que hay cuatro, cinco, seis personas de un jurado que creen que lo que escribes es bueno. Sé que se ha presentado mucha gente a este premio y mucha gente que, sinceramente, creo que escribe mejor que yo y eso hace que la noticia, claro, sepa muchísimo mejor.
– Al inicio te he presentado diciendo que te gusta ponerle las cosas difíciles al 'establishment', por eso no dices tu edad concreta. En ese sentido, ¿qué opinión te merecen este tipo de certámenes literarios?
Si se quiere impulsar la joven POESÍAJOVEN escrita por jóvenes que se les invite a eventos, que se les llame para antologías, que se publiquen y, claro, que se les pague por ello. Somos jóvenes, no tontes
– Necesarios y demasiados. Este en concreto lleva haciéndose once años, en ese momento creo que no estaba tan manida la etiqueta "poesía joven" como lo está ahora. Está bien que se abran cuantas más puertas mejor a la gente que escribe pero me da la sensación de que muchos de ellos obedecen únicamente a una razón mercadotécnica. Si se quiere impulsar la joven POESÍAJOVEN escrita por jóvenes que se les invite a eventos, que se les llame para antologías, que se publiquen y, claro, que se les pague por ello. Somos jóvenes, no tontes.
– Intuyo que no dar tu edad concreta es una forma de revolverte ante la etiqueta, ya muy manida, de poesía/literatura/escritura joven. ¿Es así? ¿Qué sientes ante esta palabra?
Me rebelo contra dar mi edad porque nadie me contesta nunca a la pregunta: ¿Qué aporta mi edad? ¿Se supone que voy a ser peor poeta? ¿Más rebelde?
– Como te decía antes creo que es una etiqueta que ya está muy manoseada. Poeta joven. Está casi lexicalizado. ¿Qué es ser joven? Creo que cuando se enuncia ese sintagma se esperan unos temas, unas formas, un romper con lo clásico, la novedad, la iconoclastia, el márketing del que hablaba antes y no. También me da la sensación de que es una cuestión de calidad, de todavía no te vamos a dejar jugar con los mayores. Me encantaría que hicieran un premio: "Primer premio de poesía vieja" Y que sólo aceptaran sonetos o romances o décimas. Me rebelo contra dar mi edad porque nadie me contesta nunca a la pregunta: ¿Qué aporta mi edad? ¿Se supone que voy a ser peor poeta? ¿Más rebelde?
– ¿Qué consejo darías, desde tu experiencia, a alguien más joven que tú que también quiera dedicarse a escribir?
– Sin duda: que no tenga prisa en publicar.
– Por último, ¿cuál es tu libro favorito y cuál es el último que has leído?
– Los detectives salvajes y Troppo mare son mis dos libros favoritos y los último que he leído son La ortiga lenta de la noche de Alberto Maqueda, Alianzas de Salvador Pérez Dueñas y El bello mundo de Francisco Javier Navarro Prieto.
– ¿Alguna recomendación de autores jóvenes?
– No te voy a descubrir a nadie, lo siento. Para mí la poeta más interesante dentro de eso que llamamos joven poesía joven escrita por jóvenes poetas jóvenes es María Elena Higueruelo. Y Rosa Berbel. Y Javier Calderón™. Y Munir Hachemi. Y Markel Hernández. Y, en fin, mucha gente que, además pues son amigas y amigos y qué suerte.
Twitter de Carlos Allende: https://twitter.com/allcarlito
Si nos has tenido ocasión de leer las anteriores entrevistas de esta sección o quieres volver a leerlas:
- Fran Navarro: "Creo que nuestra generación ha comprendido mejor que ninguna otra que la política está en todas partes"
- Javier Calderón: “Escribo por vicio y porque no me doy cuenta. Si pensase en mí como un escritor sistemático, no escribiría”
- María Domínguez del Castillo, poesía para habitar ciudades
- Rosa Berbel, la madurez que se esconde tras las voces de las niñas