Andrés Suárez: "Soy un superviviente y el tiempo que me quede lo voy a bailar"
– Un gran músico de Jazz, el mismo día que tocaba en un gran festival de jazz, en Almuñécar, se fue a la calle a tocar un rato… ¡Y no le echaron ninguna moneda! ¿Qué tal fue la experiencia de cantar ‘a puerta fría’?
– Yo es que creo en ese comienzo, quiero decir, estoy muy contento por mis compañeros que sacan una canción y al día siguiente llenan un estadio de fútbol. Ahora, en mi caso mi carrera ha sido la de no tener prisa, poder “saborear el fracaso”, tocar en un bar para 5 personas… Esa carrera es muy sólida. Sin prisa alguna, va paso a paso, funciona con el boca a boca. No cambiaría mis orígenes por nada del mundo.
– Entonces esos comienzos tan ‘underground’ los tiene presentes todavía…
– No hay mayor acierto en una carrera musical que ese comienzo underground. Repito, hay que conocer el fracaso.
– Paralelamente tiene varios libros publicados y no es el único músico que lo hace ¿necesita más espacio de los 3 minutos de una canción para expresarse?
– En mi caso publicar libros fue una vía de escape; es decir, coincidía en que había etapa de escritura en las que ya no estaba de gira, estaba en mi casa reposando de ese aplauso de tres minutos en el escenario. De repente te enfrentas al oficio añejo de escritor, te enfrentas a un folio en blanco que puede ser durísimo, puede ser un espejo. En mi caso mirarse en ese folio fue muy agradable en las dos ocasiones que lo he hecho. De momento no ha habido más pero puede que haya más ocasiones,
– Creo este nuevo disco tiene una historia de ‘renacimento’ detrás ¿no?, cuente, cuente... ¡Algo así como Ernesto Sábato quemando sus libros!
"No hay mayor acierto en una carrera musical que ese comienzo underground. Repito, hay que conocer el fracaso"
– Sí, este disco fueron dos y menos mal que me quedé con el último. Me explicaré: este disco coincide en un momento tan irascible, nervioso, ansioso, tan horrible como aquel paisaje del 2022. Yo estaba en mi casa en marzo de 2020 cuando mi disco homónimo iba a salir, pero al igual que la mayoría, no salió. Entonces debido empezar a describir aquel paisaje, escribir sobre muerte, despedida, soledad… Canciones destrozadas, depresivas, derrotadas. Menos mal que después borré todo aquello. El disco duro se fue prácticamente a la basura. No me arrepiento en absoluto. Cambié y comencé a hablar de la vida, al “todo al rojo”, comencé a vestirme de rojo riéndome en la portada, una gira en la saltamos en el escenario y nos reímos mucho. De eso se trata. Soy un superviviente y el tiempo que me quede lo voy a bailar.
– Porque ¿lo de triste y melancólico no es condición imprescindible para el cantautor? (risas).
"La melancolía y la tristeza son maravillosas. Y la ira, y la rabia, y el despecho, y el dolor. Es maravilloso escribir sobre ello, lo que es horrible y un error, es vivir en la melancolía, en el rencor, en la tristeza"
– La melancolía y la tristeza son maravillosas. Y la ira, y la rabia, y el despecho, y el dolor. Es maravilloso escribir sobre ello, lo que es horrible y un error, es vivir en la melancolía, en el rencor, en la tristeza. Yo estaba viviendo en eso. Vengo de la depresión, de la ruptura, de una vida más o menos nocturna… Y no es así. Resulta que en este disco hay alegría, hay vida, hay color.
– Lo ha hecho con tres productores. ¿Para tener tres puntos de vista distintos?
– Trabajar con los que para mí son los tres mejores productores de este país fue la mayor escuela de estos 22 años de carrera. El sentarte con una persona como Ricky Falner que tiene una manera organiza, esa sensibilidad. Después de vas con un tipo que evoluciona y fusiona y juega tanto con la música como es Tito Latorre. Para terminar te vas a Pablo Cebrián, que tiene un sonido que nada tiene que ver con lo anterior. Ha sido una masterclass diaria que pretendo repetir. Ellos son maestros en un mundo en el muchos se suben al carro de la producción.
– Usted es familia de sanitarios ¿la música cura?
"Las compañeras y compañeros de mi madre, que conozco a muchos, me decían que se aferraban al humor, y de ahí a la música. Esa lección me la guardo para siempre y eso fue también lo que a mí me salvó la vida. Así, literalmente. Primero la medicina, los médicos, los hospitales, claro que sí…"
– ¿Que si la música cura? Las compañeras y compañeros de mi madre, que conozco a muchos, me decían que se aferraban al humor, y de ahí a la música. Esa lección me la guardo para siempre y eso fue también lo que a mí me salvó la vida. Así, literalmente. Primero la medicina, los médicos, los hospitales, claro que sí… Ahora bien, aquellos directos en Instagram de monologuistas haciéndonos llorar de la risa… Yo pasaba del llanto de la tristeza al llanto de la risa. Aquellos directos de los músicos para hacer que nos olvidásemos de todo. Eso me salvó. Nunca lo olvidaré. Eso es magia, eso es música.
– ¡Y los nombra en una canción! Ser agradecido es de ser bien nacido…
– Bueno, no sé si agradecido, porque soy hijo de las dos mejores personas que conozco y que tienen un corazón que no les cabe en el pecho, que me criaron sin quejarse, son mi ejemplo; pero es que tengo la inmensa suerte de que vivan. A veces parece interesarnos más el mundo de los muertos que el de los vivos. Cuando estás a tiempo de decir “te quiero”, suéltalo.
– Querría señalarle otras dos: en ‘Valientes” alude a la enfermedad del Parkinson…
– En el caso de “Valientes” es un caso totalmente real. Es escribir en gratitud y en emoción una historia. Se llama Almudena, tiene dos hijos, tiene marido, vive en Salamanca, y al terminar un concierto pandémico, no se podía mover, no podía salir del recinto, y yo acudí a esa escena y ella me explicó que tenia Parkinson. Una persona extremadamente joven. La valentía, la fuerza, el coraje de una gente que llora de dolor físico pero sonríe, no se queja. La escribí esa misma noche y se la envié. Es una canción alegre y bailable. Ya no me quejo por estupideces desde que los conozco.
– Y… No es una enfermedad, ¿o sí? La de los Haters…
"Sí. Fíjate que yo tengo twitter y no soy ni sociólogo ni psicólogo. No tengo ni idea cómo se cura tanto, tanto odio que hay en redes sociales. Yo creo que es sencillamente con amor. No encuentro otra"
– Sí. Fíjate que yo tengo twitter y no soy ni sociólogo ni psicólogo. No tengo ni idea cómo se cura tanto, tanto odio que hay en redes sociales. Yo creo que es sencillamente con amor. No encuentro otra. Decirle a la gente que insulta y agrede “tío, te invito a una cerveza”, “vamos a darnos un abrazo”… De repente a mí me sirvió porque ese tipo de gente se bloquea ante esto, no saben cómo reaccionar ante el amor.
– Le he visto una guitarra con una firma y dedicatoria ¿de quién es para llevarla y conservarla?
– Es usted muy observador y se lo agradezco. Esa firma es de Glenn Hansard. Para mí el más grande cantautor de todos los tiempos. Viajo con su firma y me acompaña. Me recuerda momentos de mucha felicidad cómo cuando pude ser su telonero en mi propia ciudad.
– Vida y vuelta, dice… Parafraseando a Antonio Muñoz Molina, que también reflexionaba sobre lo vivido en la pandemia, ¿volver a dónde?
– Llevo mucho tiempo pensando en ese regreso. Para mí será el punto de retorno. No dejo de pensar que desde marzo de 2020 (perdón por citarla tanto) estamos todos más nerviosos, más irascibles, más tensos, más enfadados… Ya no hablo sólo de política, que también… Estamos con los puños, agrediéndonos en las calles. Yo querría retornar a antes de esa época donde podíamos encararnos pero no tanto tiempo como ahora. Quiero que esa agresividad se vaya muy lejos. Quiero volver a la paz.