Por amor a los libros
El año en el que nació Francisco Armenteros García, uno de los lectores más veteranos de la Biblioteca del Salón como se ha indicado, fueron enviados a Granada los fondos para poner en funcionamiento la primera biblioteca popular granadina. Dos años antes, en 1929, se había publicado la Real Orden que autorizaba formalmente su creación y todavía hubo que esperar otros dos años más para que abriera sus puertas en el singular edificio que la alberga, elegido tras descartar otras opciones. Lo hizo un 16 de enero de 1933, sin la participación anunciada del entonces ministro de Instrucción Pública, Fernando de los Ríos, que la visitaría dos días después.
Un edificio de más de un siglo, con historia propia, que pronto cumplirá cien años como biblioteca acercando la cultura a la ciudadanía
Un edificio de más de un siglo, con historia propia, para una biblioteca que pronto -en poco más de una década, mucho antes si se toma como referencia 1923, el año en el que se autorizaron las primeras gestiones- cumplirá cien años acercando la cultura a la ciudadanía. Cien años abriendo sus puertas para que las páginas de los libros se abran a su vez y el conocimiento, las tramas, la poesía y las aventuras que encierran se conviertan en servicio público. Desde 1995 ya como Biblioteca Pública Municipal, después de que el Ministerio de Cultura la cediera al Ayuntamiento de Granada.
Y en esta etapa municipal, viviendo la transición digital y también la incorporación de nuevos programas para fomentar la lectura, entre los más pequeños con actividades en colegios, y a personas mayores, en su mayoría mujeres, a través de clubes de lectura.
Los protagonistas
Asegura Antonio Benavides, director de la Biblioteca del Salón, que nunca fue "un ratón de bibliotecas". Antes de llegar como director al histórico edificio del Salón trabajó durante 11 años en la Biblioteca de Almanjáyar. Allí, sus usuarios, fundamentalmente niños y niñas, le llamaban "maestro". No es la única profesión 'añadida' que parece intuirse en el trabajo de un bibliotecario, a quien, "como si de un médico o farmacéutico" se tratara, a veces acude el lector o la lectora pidiendo una recomendación. En algunos casos porque está atravesando un mal momento y después "te da las gracias porque aquel libro que le recomendaste le ayudó", apunta Eloísa Planells, la jefa del Servicio de Bibliotecas de Granada, durante la conversación.
La búsqueda de una recomendación para la lectura es algo habitual, agrega el director. Y para eso, lectores como Francisco Armenteros son una buena guía. "La gente se piensa que nos hemos leído todos los libros", dice Benavides para explicar que la opinión de lectores habituales sobre los libros que se llevan en préstamo o leen en la sala de la biblioteca permite hacer esas recomendaciones y decir, con seguridad, "este te va a gustar".
Francisco Armenteros, que fue funcionario del Estado, pide dar siempre una segunda oportunidad a un libro, no descartarlo a la primera. A veces, afirma, tienes que llegar al final para encontrarle el sentido. Y, sobre todo, pide no culpar a quien te lo recomendó. "Si no te gusta, lo devuelves".
Confiesa también que últimamente acude más a la del Zaidín, más de paso en las reuniones que tiene con amigos, ahora que la pandemia ha recuperado de nuevo las interacciones sociales.
Puede acudir a cualquiera con su carné de usuario, no así a los centros de mayores. Y aprovecha la conversación para reivindicarlo.
En su larga trayectoria como usuario de la biblioteca, una de las siete que ahora conforman la red municipal, también ha releído ejemplares.
"Cada libro tiene su momento", apunta al respecto José Antonio Arjona, bibliotecario en el Salón, a la que llegó tras unos años en la de la Chana. "Y como dice Benjamín Prado -añade Arjona-, hace falta una vida para leer y otra para releer". Para él, afirma es muy bonito trabajar en un edificio histórico que supuso el inicio de las bibliotecas en Granada y ayudar desde aquí a cumplir con los objetivos de estas, que son "formar, informar y entretener", transmitiéndoselos a los usuarios y usuarias. "Es un orgullo".
El edificio
Muy pronto se alzaron las voces críticas en la ciudad, reclamando que se le diera un uso para toda la ciudadanía y comenzó a hablarse de una biblioteca. Ya en 1923 se consignaron presupuestos para adquisición de material y gastos de personal subalterno. Pero como no se disponía de ubicación, el personal tuvo que pasar a la Biblioteca de la Universidad de Granada. No sería hasta 1929 cuando se autoriza mediante Real Decreto la creación de la Biblioteca Popular de Granada. La elección del inmueble llegó tras descartarse la construcción de un edificio tras el Corral del Carbón, habilitar la casa de los Juzgados de Plaza Nueva o instalarla en los altos del Teatro Cervantes. En 1931, con Francisco Menoyos Baños como alcalde, se plantea de nuevo darle al pabellón de baile del Casino uso como biblioteca. Dado que el Casino adeudaba impuestos al Ayuntamiento, se acordó la cesión del inmueble a cambio de su condonación. En diciembre de 1932 se firma el acta de cesión y en enero de 1933 fue abierto como biblioteca.
Los fondos
La evolución de las bibliotecas
Viven las bibliotecas, y en eso coinciden quienes se dedican a la documentación de los libros, su archivo y su préstamo, un resurgir, con una actividad, la del fomento de la lectura, que sale cada vez más del edificio para buscar otras fórmulas y nuevos formatos.
A las once de la mañana, la cita a la que se produjo esta conversación en un día laborable, la sala estaba llena de estudiantes universitarios, convertida en sala de estudio. Mientras, entraban y salían usuarias para la devolución de préstamos y llegaban lectores en busca de un diario o un libro. Por las instalaciones pasan entre 150 y 200 usuarios y usuarias al día.
El horario también habla de su público. "El propio de una biblioteca pública" llega a las instalaciones por la tarde, más amplio: padres, madres, niños, su población potencial. Por la mañana, a esa población escolar también se acerca ahora la biblioteca, que interacciona con los colegios con programas de animación a la lectura, como explica José Antonio Arjona, que refiere también la importancia del uso de un portal electrónico. Una plataforma "muy potente", con todas las novedades editoriales, que pone más fondos al servicio de las bibliotecas, añade el director de la del Salón, que no oculta la brecha digital, que existe. El propio Francisco Armenteros prefiere el papel. No se maneja, admite, con las nuevas tecnologías. Y en este punto sale a relucir la campaña para reclamar a los bancos una atención personalizada, de la que también se conversa.
Unos clubes de lectura, añade, con la participación de centros de adultos, a los que llegan mujeres que aprenden a través de estos foros a hacer resúmenes, a exponerlos en público. Reuniones en torno a un libro que, durante la pandemia, se han hecho a través de WhatsApp, y que han supuesto mucho más de compartir la experiencia de una lectura. Una pandemia en la que librerías y bibliotecas han experimentado una demanda como nunca antes. Porque, al fin y al cabo, los libros son imprescindibles.
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Además de la información facilitada por la jefa del Servicio de Bibliotecas del Área de Cultura del Ayuntamiento de Granada, para recopilar los datos sobre la historia de la Biblioteca del Salón, el edificio que lo alberga y los hitos y anécdotas que ha acumulado en las nueve décadas de funcionamiento se han tomado como referencia el artículo "La biblioteca del pueblo", firmado por Antonio Benavides Gutiérrez, su director, en la revista Alhóndiga, y la 'Guía de Bibliotecas de la Ciudad de Granada', de Pedro Enríquez y María José Ariza, de la colección Ficciones -Junta de Andalucía-.
Nuestro agradecimiento a Eloísa Planells, Antonio Benavides, Francisco Armenteros y José Antonio Arjona, por su participación. Al Gabinete de Prensa del Ayuntamiento y sus periodistas, especialmente a María José Anguita, por abrirnos las puertas para poner en marcha este reportaje.