una historia vital

Tatiana pide una oportunidad para recuperar a su hijo

Ciudadanía - José Miguel Muñoz - Viernes, 7 de Diciembre de 2018
La chica, de 19 años y una adolescencia en centros de menores, lucha por la custodia de su hijo de dos años, declarado en desamparo por la Junta y entregado a sus abuelos paternos.
Tatiana, en uno de los puentes sobre el Genil.
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Tatiana, en uno de los puentes sobre el Genil.

Tatiana tiene 19 años y un hijo de apenas dos años del que lleva separada casi uno, la mitad de su corta vida. Los servicios de protección del menor de la Junta declararon al menor en desamparo y le quitaron su custodia porque consideran que Tatiana, que ha pasado su adolescencia en centros de menores, "es una persona conflictiva que no controla sus emociones", según consta en el expediente de protección. 

El niño vive con sus abuelos paternos por decisión de los servicios sociales y Tatiana intenta recuperarlo, y también recuperarse a sí misma de una vida conflictiva, en la que ha habido errores propios, pero también un entorno familiar difícil, episodios de malos tratos y, probablemente, "mucha falta de cariño", añade su abogado, David Sánchez.

Su padre abandonó a la famlia cuando ella era pequeña. Después su madre encontró una nueva pareja, se casó y tuvieron otro hijo. Tatiana creció sintiéndose desplazada, desubicada. Antes de llegar a la adolescencia ya pisó por primera vez un centro de menores de la capital, por faltar repetidamente al colegio. La chica ha estado casi más tiempo dentro que fuera en centros de menores hasta que cumplió su mayoría de edad

Y es que, con solo 19 años, Tatiana ha vivido mucho. Su padre abandonó a la famlia cuando ella era pequeña. Después su madre encontró una nueva pareja, se casó y tuvieron otro hijo. Tatiana creció sintiéndose desplazada, desubicada. Antes de llegar a la adolescencia ya pisó por primera vez un centro de menores de la capital, por faltar repetidamente al colegio. La chica ha estado casi más tiempo dentro que fuera en centros de menores hasta que cumplió su mayoría de edad.  "Y allí empeoró", afirma su abogado. Se quedó embarazada, abortó y después, todavía menor de edad, se volvió a quedar en estado. El padre era un joven con antecedentes penales. Esta vez tuvo al niño, "y fue un niño deseado", aclara Tatiana. 

Apoyada por los padres de él, la pareja y el niño se fueron a vivir juntos a un piso de la zona norte de la capital, costeado por los padres del joven. Pero, según el relato de su abogado, la vida de la pareja era difícil, con discusiones continuas y episodios de maltrato mutuo. El juez impuso al chico una orden de alejamiento y ella se quedó con el niño pequeño en el piso, en el que también había un perro potencialmente peligroso. Surgieron diversos problemas con los vecinos, y Tatiana terminó yéndose de allí y buscó cobijo en casa de su madre, cuenta David Sánchez.

Pero Tatiana, sin disciplina ni orden en su vida, vive una situación problemática con su madre (que tiene pareja y otro hijo), y la convivencia allí tampoco sale bien y se ve abocada a marcharse. 

En una gasolinera

Es enero de este año y Tatiana está en la gasolinera de Carretera de la Sierra -cerca del domicilio de su madre-, con su hijo, de apenas un año, sin saber dónde ir. Alguien llama a la Policía, que la lleva a los servicios de protección de menores de la Junta. Allí le dicen que tiene que asistir durante un tiempo a entrevistas y sesiones para evaluar y diagnosticar su situación, "pero se niega y tiene varios desencuentros con técnicos de los servicios sociales", dice su abogado. "Ellos qué saben sobre mi vida", se queja Taitana.

El resultado es que la Junta declara al menor en desamparo cuando el niño tiene alrededor de un año, todavía lactante. Los servicios sociales de la Junta le quitan al niño y otorgan la custodia a los abuelos paternos. Ella no puede ver a su hijo, salvo en las visitas estipuladas, media hora a la semana, en un punto de encuentro de los servicios sociales. 

 

Y se da la circunstancia de que el padre del crío, con una orden de alejamiento sobre la madre, sí que puede ver al niño a diario porque él vive en casa de sus padres. "¿Por qué él puede ver al niño y yo no?", se pregunta Tatiana. 

El caso de Tatiana llega al abogado David Sánchez, que en abril intenta revertir la situación presentando una demanda judicial de oposición al desamparo, en la que pide al juez medidas cautelares: una ampliación de las visitas que consigue dos meses después, en junio. Tatiana ya puede ver a su hijo seis horas a la semana (distribuidas en tres días, dos horas por día),  supervisadas siempre y en todo momento por personal de servicios sociales.

El resultado es que la Junta declara al menor en desamparo cuando el niño tiene alrededor de un año, todavía lactante. Los servicios sociales de la Junta le quitan al niño y otorgan la custodia a los abuelos paternos. Ella no puede ver a su hijo, salvo en las visitas estipuladas, media hora a la semana, en un punto de encuentro de los servicios sociales. 

El juez fija el juicio de la demanda por oposición al desamparo para primeros de noviembre. Pero, a petición del fiscal, decide que un equipo psicosocial forense, del Instituto de Medicina Legal, debe entrevistar antes a Tatiana, por lo que el juicio no se celebrará hasta después de la entrevista. "Y ese equipo puede tardar entre dos y tres meses en verla", lamenta el abogado. 

"Sale hundida de las visitas"

Ha pasado ya casi un año desde que Tatiana está sin su hijo y "su ánimo ha ido decayendo, porque sale cada vez más hundida de las visitas", dice David Sánchez. "Me paso el tiempo de la visita llorando", añade Tatiana. "No soy natural con mi hijo en las visitas porque no me dejan", siempre vigilada.

Mientras, los abuelos paternos, con una edad ya avanzada, "tienen dificultades para cuidar a un niño de apenas dos años, que debería estar con su madre", estima el letrado. 

La joven está desesperada, quiere a su hijo y lleva casi un año sin él, justo en la etapa en que más le necesita. Ahora ella vive con sus abuelos maternos, intenta reconducir su vida, buscar empleo. Pero no es fácil. 

Su abogado cree que la declaración de desamparo de los menores cumple su función de protección del menor "cuando los padres o madres son absolutamente incapaces de hacerse cargo de los niños", ya sea porque están desaparecidos o tienen poblemas de drogodependencia, enfermedades mentales graves, maltrato a los menores u otras causas de fuerza mayor, pero considera que la medida "es excesiva" en casos como el de Tatiana y puede acabar perjudicando al menor, que ya ha pasado por tres familias. 

"Son chicas muy jóvenes que nunca han tenido detrás una estructura familiar favorable y lo que habría que hacer es ayudarlas y no hacerles más daño quitándoles a los niños", reflexiona su abogado, David Sánchez

"Son chicas muy jóvenes que nunca han tenido detrás una estructura familiar favorable y lo que habría que hacer es ayudarlas y no hacerles más daño quitándoles a los niños", reflexiona.

A ello se añade la lentitud de la justicia en un caso con un niño tan pequeño que ya ha pasado la mitad de sus dos años sin su madre y que todavía tiene a meses vista su resolución. 

"El sistema falla"

"Tatiana es consciente de sus errores y le faltan habilidades sociales, pero ella no ha cometido ningún delito, hay que darle una oportunidad", estima el abogado, que también cuestiona la capacidad de reinserción de los centros de menores. Tatiana afirma sobre estos centros que "están bien para obligarte a estudiar, pero son sitios fríos, no hay cariño". "Y a las que salimos de centros de menores nos quitan los niños porque nos tienen señaladas", se lamenta.  

El letrado piensa que "el sistema falla" en casos como este, en el que confluyen infancias difíciles, falta de soportes familiares adecuados y donde, finalmente, "hay más víctimas que culpables".