8M: Reflexiones imprescindibles con firma de mujer
Para que sean escuchadas por mujeres y hombres, hoy y todos los días.
Con nuestro agradecimiento y admiración.
'Tiempo de reivindicación y de más feminismo'
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Teresa Jiménez Vílchez, vicepresidenta segunda del Parlamento de Andalucía
Celebrar el 8 de marzo es siempre una oportunidad para renovar ese compromiso firme con el feminismo -que va más allá de un día concreto porque atraviesa toda una vida- y hacerlo reflexionando sobre lo conseguido y reivindicando lo mucho que aún queda pendiente para alcanzar la igualdad real entre mujeres y hombres o, lo que es lo mismo, la democracia plena.
Es saber que aún persisten, a pesar de los avances, brechas y lacras que golpean brutalmente a las mujeres como la violencia de género, la desigualdad laboral, la infrarrepresentación o las tareas siempre inconclusas de la conciliación y la corresponsabilidad.
Pero celebrar el 8 de marzo de 2021 después de casi un año de lucha contra la pandemia es recordar, además, algo que las mujeres hemos aprendido a lo largo de nuestra historia: que las crisis conllevan retrocesos y recortes en todos los ámbitos y muy especialmente en los derechos de igualdad, como lo demuestra el discurso involucionista y retrógrado de la derecha más extrema.
El COVID-19 (me niego a que también le hayan puesto género femenino) ha traído consigo, además de mucho dolor, una insoportable precariedad laboral y una necesidad mayor de cuidados en el ámbito familiar que está obligando de nuevo a muchas mujeres a renunciar a su independencia y a sus sueños al tener que elegir entre el desarrollo profesional y la vida personal y familiar. Y eso nos obliga y compromete a situar el feminismo entre las prioridades de todas las instituciones públicas y también en las del conjunto de la sociedad para que la reconstrucción imprescindible a la que esta crisis nos obliga haga posible una Europa y una España más justas, inclusivas, sostenibles e igualitarias.
Somos conscientes de que, ahora más que nunca, debemos seguir afianzando el camino de la igualdad, un camino en el que ya no estamos solas
Este 8 de marzo las mujeres somos y nos sentimos, a pesar de las dificultades y los nuevos retos a los que nos enfrentamos, imprescindibles e imparables porque sólo podremos superar esta pandemia si sumamos nuestra capacidad e inteligencia y porque somos conscientes de que, ahora más que nunca, debemos seguir afianzando el camino de la igualdad; un camino en el que ya no estamos solas, en el que nos acompañan, además de quienes creen en la democracia, la fuerza de nuestras convicciones y la certeza de que defendemos un mundo mejor para todas y todos.
Es el Día de las Mujeres: Es tiempo de reivindicación y de más feminismo, sin culpa ni complejos, defendiendo los derechos y los avances que con tanto esfuerzo y con el esfuerzo de tantas hemos conquistado.
'Ojalá deje de ser noticia que una mujer llegue a ser rectora'
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Pilar Aranda, rectora de la UGR
Un año conmemoramos este 8 de Marzo, que debe ser un día de reflexión y análisis, especialmente en los tiempos actuales, por la situación de pandemia, muy duros para toda la ciudadanía pero especialmente para las mujeres, según recoge un informe de la ONU. En este sentido, quiero señalar que desde la Universidad de Granada nuestro compromiso es grande, para poner el conocimiento y la formación en el centro de toda la actividad académica.
Además, es necesario seguir adoptando medidas de discriminación positiva que permitan a las mujeres estar en los lugares de toma de decisiones. Cada vez hay más decanas, directoras de centro, directoras de departamento y responsables de grupo de investigación. Poco a poco estamos avanzando pero ojalá que una mujer llegue a ser rectora deje de ser noticia.
La media de mujeres catedráticas en España es del 22%, mientras que en la Universidad de Granada esta cifra asciende al 26%. Queremos ser líderes en mujeres directoras de departamento, decanas y directoras de centro, y que éstas puedan formarse en aspectos de gestión
La media de mujeres catedráticas en España es del 22%, mientras que en la Universidad de Granada esta cifra asciende al 26%. Queremos ser líderes en mujeres directoras de departamento, decanas y directoras de centro, y que éstas puedan formarse en aspectos de gestión.
Aún así es necesario visibilizar el trabajo de las mujeres para que las jóvenes tengan referentes. En la Universidad no podemos bajar la guardia, aunque haya un mayor porcentaje de chicas en las aulas, los hombres siguen predominando en las carreras STEM y las mujeres en las carreras de la Salud y las relacionadas con los cuidados.
Además, estamos aplicando ya el segundo Plan de Igualdad, y trabajamos para incorporar la igualdad al Plan Estratégico de la Universidad de Granada, al Plan Director, y a los contratos programa de los departamentos y los centros con la propia institución.
Otro programa en el que estamos trabajando es el de la corresponsabilidad, que no conciliación, porque parece que la única que debe conciliar es la mujer y creo que hay que educar a los varones en la importancia que tiene su participación en el mundo de los cuidados. La igualdad es tarea de todos y es necesario que los hombres se convenzan de ello.
'La doble discriminación de las mujeres discapacitadas'
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Marta Castillo, presidenta de Cermi Andalucía, Comité de Entidades Representantes de las Personas con Discapacidad
Vivimos una celebración del 8 de Marzo muy especial por la necesidad de reivindicar este año con más fuerza la igualdad y los derechos de las mujeres, que se han tornado mucho más frágiles por los efectos provocados por la pandemia Covid.
La crisis actual nos lo ha puesto todo mucho más difícil, una adversidad que se acrecienta con mayor intensidad en las mujeres con discapacidad, ya que sufrimos una doble discriminación que complica más aún nuestra lucha por una igualdad y derechos plenos como cualquier mujer. Así, tenemos que soportar la discriminación por el mero hecho de ser mujeres y sumar a ello la marginación añadida por nuestra discapacidad.
Las mujeres, en general, siempre tienen que estar demostrando sus cualidades, valores y capacidades en el desempeño de su trabajo, una exigencia que se incrementa mucho más cuando ocupamos cargos de responsabilidad. Todo esto se multiplica en el caso de las mujeres con discapacidad y con ello se hace más cuesta arriba nuestra batalla por la igualdad.
Las mujeres con discapacidad queremos también ser madres y para ello necesitamos que los servicios de salud reproductiva sean totalmente accesibles y cubran todas nuestras necesidades para contar con todo el apoyo que nos garantice este derecho.
Somos conscientes de los avances y hay leyes que reflejan esas conquistas, pero muchas no se cumplen de manera efectiva
Somos conscientes de los avances producidos en los últimos tiempos en ese gran reto de la igualdad y hay muchas leyes y normas que reflejan con claridad esas conquistas para las mujeres con discapacidad, que hoy disfrutamos de muchos derechos antes impensables. Pese a ello, muchas de esas normas no se cumplen de manera efectiva y nos queda todavía mucho por hacer y por avanzar para que esa igualdad se convierta en una realidad plena en la práctica.
En ese desafío contamos con la fuerza de las más de dos millones y medio de mujeres con discapacidad de toda España, decididas a seguir luchando de forma incansable por hacer valer nuestras reivindicaciones, que son de justicia. Exigimos que se nos escuche y que se cumplan nuestros derechos y aspiraciones, porque somos, por encima de nuestra discapacidad, mujeres.
'La participación de las mujeres en la sociedad'
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Paqui Fuillerat, presidenta del Colectivo Independiente de Mujeres de Granada
Natalia, Paca, Mª Angeles, Magda, Marina, Marga, Ana, Conchi, Mercedes, Paqui, Encarna, Reme, Mariló, Dolores, Pilar, Luisa, Mª Angustias, Eva Mª, Toñi, Arancha, Mariola, Rocío, Sonia, Yolanda, Carmen, Ani, …
El listado sería interminable. Sus caras me pasan por la imaginación y me traen tantos recuerdos, tantas luchas, tantas emociones, tanta fuerza, tanta unión. Toda una vida ocupándonos de los problemas de las demás, de mejorar el mundo, empeñadas en derribar los numerosos obstáculos con los que tropezamos las mujeres, y que durante unos años, nosotras mismas nos creímos que lo íbamos a conseguir....La igualdad. Así a secas. O si se prefiere la igualdad entre mujeres y hombres.
El mundo de la Política nos invitaba a participar, nos facilitaba las herramientas precisas para empoderarnos, reuniones interminables, jornadas provinciales, autonómicas, estatales...no nos cansábamos, todo era aprender y avanzar, y avanzar. Y empezamos a constituir asociaciones de mujeres. Solo de mujeres, porque los hombres acostumbran a invadir y colonizar todos los sitios donde entran, y nosotras necesitábamos espacios donde el control fuera nuestro, la palabra, la organización la planificación el desarrollo de nuestros proyectos.
Las asociaciones de mujeres han sido y son la mejor escuela del aprendizaje para la participación. Junto con la Educación de Personas Adultas
Han sido y son la mejor escuela del aprendizaje para la participación. Junto con la Educación de Personas Adultas, eran los “pasaportes seguros” para salir de las casa, dejar las faenas denominadas en el D.N.I. como “sus labores”, colgarse el bolso o la cartera y salir a encontrarse con la vida, si con esa vida que parecía solo le pertenecía a los hombres.
Entre los logros más significativos, yo destaco: las elevadas cifras de concejalas, alcaldesas, delegadas, diputadas, directoras, etc. Aunque existen otros resultados, más difíciles de computar, y no por ello menos importantes, como son los millones de mujeres que en estos 30 últimos años, han hecho realidad que la unión hace la fuerza, que era verdad aquello que nos decían las “maestras feministas” en las charlas de la Asociación. Que el Artículo 14 y también el 9.2 de la Constitución Española iba por nosotras y nuestros derechos, a la emancipación, a vivir en libertad, a decidir nuestro destino.
Y aquí seguimos, veteranas, cargadas de experiencia y deseosas de pasar el relevo a las más jóvenes y de entregarles un legado, sin el cual, situaciones que hoy ya no se cuestionan, seguirían impidiendo que las mujeres fuéramos dueñas de nuestra vida. Nos estamos modernizando y adaptando a las nuevas formas de participación. Nos integramos en Plataformas intergeneracionales feministas, porque más tarde o más temprano, siempre hace falta un C.I.F. Y unos estatutos, y en eso si que somos unas expertas.
'Las mujeres y la lengua'
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Isabel Daza, filóloga
Hace unos días, leía con mis estudiantes el poema de Rosario Castellanos sobre la Malinche. El texto nos sitúa exactamente en el momento en que Malinche, hija de un cacique asesinado, es vendida por su madre a los señores de Yucatán que, vencidos por Hernán Cortés, se la ofrecen como parte del botín conquistado. Sin embargo, Malinalli (nombre por el que también se la conoce), aunque educada en el silencio de la esclava, hablaba popoluca, nahualt, maya y no tardó en aprender español. La intérprete, la traductora, “la lengua”, como la llaman los códices, consiguió cierta posición a cambio de su trabajo. Medió entre Moctezuma y Cortés con el que, además, tuvo un hijo antes de ser entregada como esposa a un noble español y bautizada como Doña Marina.
Malinche, como Eva, es la madre pero una madre que nos deja huérfanos por su traición. Su lengua es representada a menudo como la de una serpiente por su capacidad de desdoblarse en varias lenguas pero, sobre todo, por considerar que hay algo venenoso en toda mujer que como Eva desea o como Malinche habla
Octavio Paz escribió sobre la tragedia del mestizaje, el trauma de ser hijos de una mujer violada. De ser bastardos, dirá más tarde María Galindo en su “Feminismo urgente, ¡a despatriarcar!”. E. Galeano alabará a la mujer inteligente que superó su destino a partir de un saber propio pero, en la calle, el término `malinchista´, el que prefiere la cultura ajena en detrimento de la propia, deja claras las connotaciones negativas con las que esta mujer, maldición de la patria, ha pasado al imaginario colectivo.
Malinche encarna lo imposible del paraíso y, como Lilith, Eva o Pandora, su querer saber entraña todos los males conocidos. Malinche, como Eva, es la madre pero una madre que nos deja huérfanos por su traición. Su lengua es representada a menudo como la de una serpiente por su capacidad de desdoblarse en varias lenguas pero, sobre todo, por considerar que hay algo venenoso en toda mujer que como Eva desea o como Malinche habla.
Enseña Olalla Castro que “en el principio fue la misoginia” y ésta se estructura sobre una dicotomía básica; María como el ideal inalcanzable de feminidad, “lo que toda mujer debería ser”, frente a la desobediente, lenguaraz y sexualmente insaciable Eva que es, al fin, una (mujer) cualquiera. Hadas, sirenas, brujas, vampiras, histéricas o la moderna femme fatale son, en suma, desdoblamientos de esta imagen pervertida y perversa que, en diferentes coyunturas históricas, ha producido una idea determinada de las mujeres. Es sabido, el sueño de la razón produce monstruos y la mujeres se han venido dibujando como lo otro de esa Razón (blanca, burguesa y patriarcal).
La historia del patriarcado, en el sistema feudal y en el capitalista, ha sido la historia de la usurpación violenta de la tierra y de la violación sistemática de las mujeres. Sin metáforas. De las hijas del Cid al Western americano, piensen ustedes cuántas veces nos lo han contado
Por eso, los hombres hacen las guerras pero las mujeres las provocan en todos los relatos fundacionales. La historia del patriarcado, en el sistema feudal y en el capitalista, ha sido la historia de la usurpación violenta de la tierra y de la violación sistemática de las mujeres. Sin metáforas. De las hijas del Cid al Western americano, piensen ustedes cuántas veces nos lo han contado.
No obstante, y a pesar de los esfuerzos por silenciarnos, “el ángel del hogar” del s. XIX lucha por dejar de ser “una raza sentada” (cabe señalar que las campesinas, jornaleras y obreras nunca lo fueron) para alzar la voz y la mirada. En el s. XX, el goce de la mujer, “ese insondable misterio” a decir de Iris Zavala, irrumpe en la escena pública dejando en el aire la pregunta para la que Sigmund Freud, según él mismo reconoce, nunca tuvo respuesta: ¿Qué quiere una mujer? La incógnita por excelencia de la modernidad. Lo que se dio en llamar “el problema de la mujer” nuclea a buena parte de nuestra intelectualidad (Ortega y Gasset o G. Marañón, etc) que no dudan en advertir del enorme peligro que suponía que las mujeres desearan transgredir el lugar que la sociedad les había asignado.
En 1932 y como consejera de la CNT, Federica Montseny en su gira por los pueblos de Andalucía es recibida por los niños asombrados al grito de ¡Ahí va, ahí va la mujer que habla!. Una mujer que hablase no había dejado de ser un hecho sorprendente y nuevo. Esta incorporación a la lengua, materializada en la toma de la palabra, escenifica esa precisa conquista, la conquista del espacio subjetivo.
Desde entonces, el hablar de las mujeres ha instaurado lo anti-canónico, la anti-norma y ha hecho tambalearse los cimientos del poder que dice yo. Mas, la conquista de la subjetividad, reivindicación por excelencia del feminismo clásico, es una conquista hermenéuticamente sospechosa pues no hay yo, en ninguna de sus muchas formulaciones, que no esté segregado desde una estructura ideológica dominante y hegemónica. Reivindicarse como sujetos, nos enseñó Ángela Olalla, no es hacerlo como personas, como seres humanos. Tal vez, por eso, celebro ese salto que propone Cristina Morales; de bovaristas a bastardistas que aún hay mucho por despatriarcar.
Feliz día de las mujeres históricas.
'Compromiso, Mujer y Memoria'
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Jacqueline López Ligero y Silvia González Alcalde, activistas del movimiento memorialista
Este #8M no hemos querido hacer un artículo de investigación sin más, es un día de reivindicación y hemos considerado oportuno hacer un breve análisis sobre la situación de la mujer en varios aspectos relativos a la Memoria Histórica o Democrática y dar nuestra visión sobre ellos.
Siendo mujeres que hemos trabajado de forma constante el tema de la mujer represaliada no deja de sorprendernos la invisibilización a la que hemos sido sometidas las mujeres a lo largo de la historia, por parte de los historiadores (en su mayoría) a la hora de reconstruir el relato histórico, dentro de las organizaciones políticas, y actualmente por el movimiento memorialista, ya que en su mayoría son espacios donde predomina la figura pública masculina.
Son muchas las causas por las que las mujeres, que tan importante papel desempeñaron en la lucha antifranquista, han sido minusvaloradas, invisibilizadas o incluso ignoradas. Sin duda una de ellas ha sido el enfoque a la hora de la reconstrucción del relato histórico.
A la hora de abordar la represión franquista ha primado la épica; hablar de mujeres antifascistas, mujeres comprometidas políticamente, o las mujeres milicianas, dejando a un lado, o en un segundo orden al grupo mayoritariamente represaliado compuesto por las mujeres familiares de hombres del bando republicano, la mayoría de ellas de procedencia rural.
Muchas de estas mujeres a pesar de todas las dificultades y en un medio rural que, la mayoría de las veces era más conservador, y en ausencia de verdaderas organizaciones políticas, ya que casi todas habían sido desmanteladas, fueron las que dieron un paso al frente comprometiéndose en la lucha, siendo un factor fundamental en la vertebración de la resistencia y ayuda a la Guerrilla.
También es de justicia recordar el papel que en muchos lugares tuvieron las mujeres en la reconstrucción de las organizaciones antifranquistas en la clandestinidad.
Las experiencias de las mujeres en la resistencia antifranquista de posguerra son múltiples, pero todas ellas tienen elementos en común: el peso de la represión, la continuación de una tradición política familiar, la responsabilidad asumida por las mujeres cuando hay un lazo de parentesco de por medio, la dificultad de integrar las organizaciones en pie de igualdad con los hombres y la tremenda voluntad de lucha y resistencia a pesar de esta u otras dificultades, como el miedo a la represión, la penuria económica o las responsabilidades domésticas y familiares.
No podemos decir que la historiografía no se ha ocupado de la mujer, pero también es cierto que, en muchos casos, como el de la guerrilla, ha ocupado un lugar secundiario o invisibilizándola por completo
No podemos decir que la historiografía no se ha ocupado de la mujer, pero también es cierto que, en muchos casos, como el de la guerrilla, ha ocupado un lugar secundario o invisibilizándola por completo. La construcción del relato historiográfico sobre la Guerrilla, basado sobre todo en sus aspectos bélicos, dejando un lado aspectos sociales y culturales; es una de las causas de la casi total ausencia de perspectiva de género y por tanto de la invisibilización tanto de las mujeres que se integraron en los grupos armados como también de aquellas, mucho más numerosas, que tuvieron un papel determinante en la estructuración de las redes de apoyo y abastecimiento a la guerrilla. (En torno al 50 por ciento de los enlaces eran mujeres).
Los enlaces han sido los más olvidados en la revisión histórica que se ha vivido en los últimos años en España. Y, de alguna manera, su heroísmo callado ha sido si cabe mayor que el de los que se echaban al monte. Porque si los que combatían al régimen franquista en las sierras de España tenían armas para defenderse, muchas veces mujeres y niños estaban indefensos ante la represión franquista.
La invisibilización de la mujer en la Guerrilla es una constante, quizás en este campo de la Memoria histórica más que en cualquier otro. Por poner un ejemplo: Varios historiadores han abordado la Huida de los 6 guerrilleros del VII Batallón de la Agrupación Guerrillera de Granada (AGG) a Francia, pero a excepción de Pascual Martínez Mansilla en su libro “La Guerrilla el único camino” en homenaje a Miguel Salado, uno de los seis guerrilleros que emprenden la huida, no se ha profundizado en la figura de María Cecilia Cecilia, madre de este guerrillero, dos veces encarcelada, una en el año 1938, denunciada por colaboración con los “Niños de la Noche” y otra en el año 1947, denunciada por colaboración con los Guerrilleros, tema que desarrollaremos en un próximo trabajo que estamos realizando, dedicado a María Cecilia Cecilia y a tantas otras mujeres, que bien por su colaboración o por el simple hecho de ser familiares de guerrilleros se vieron sometidas a la más cruel represión, tanto institucional como sexual, ya que la mujer era objeto de una “doble represión”.
Además de la violencia física que sufrieron las mujeres durante la represión, también es sumamente importante hablar de la violencia institucional. Inscribir a los fallecidos fue un suplicio, igual que hacer frente sin recursos a las incautaciones o atender a los encarcelados
Además de la violencia física que sufrieron las mujeres durante la represión, también es sumamente importante hablar de la violencia institucional que sufrieron las que perdieron la guerra, a las que se quedaron: “no se les o las dejaba tranquilas”. Inscribir a los fallecidos fue un suplicio, igual que hacer frente sin recursos a las incautaciones o atender a los encarcelados. Otra prueba más de la violencia institucional de la represión franquista sobre la mujer, violencia en todos su grados y órdenes, fue la imposibilidad de solicitar cualquier tipo de prestación o ayuda al Estado para poder subsistir, ya que no fue hasta principio de los 80 cuando las mujeres represaliadas, viudas de fusilados y combatientes, pueden tramitar la pensión de viudedad, lo que las obligaba a depender de sus hijas o familiares hasta recibir dicha ayuda. En el caso de ejecuciones extrajudiciales jamás pudieron solicitar ayuda alguna.
Otra de las cuestiones más perjudiciales en la reconstrucción del relato ha sido la reproducción sistemática de las causas del franquismo en muchos casos sin contextualizar o explicar con una visión crítica los hechos, castigando y convirtiendo a las mujeres en “víctimas de la experiencia vivida y a la vez culpables de ella” de una manera vergonzosa.
Finalmente, no deja de ser paradójico que como podemos comprobar en el día a día que, mientras son mayoría las nietas y bisnietas guardianas de la memoria, siendo muchas mujeres las que trabajamos esta parte de la historia, nuestros compañeros sigan, en su mayoría, repitiendo patrones de conductas patriarcales, relegándonos a un lugar secundario, y haya que repetir de forma machacona que no se pueden realizar reivindicaciones o representaciones sin una parte esencial del movimiento memorialista.
Conclusiones
- La mujer tuvo una gran participación e implicación en la resistencia antifranquista, a pesar de que en la elaboración del relato histórico no se las haya tratado con justicia.
- Nuestro compromiso con la Memoria y la Mujer es firme. Tenemos la certeza que conocer nuestro pasado en profundidad, nos ayuda a comprender el presente y la situación actual de la mujer, y a luchar por un futuro más justo e igualitario.
Fuentes consultadas
- Encarnación Barranquero.
- Mercedes Yusta, “Hombres armados y mujeres invisibles. Género y sexualidad en la guerrilla antifranquista(1936-1952).
- Pascual Martínez Mansilla, “La Guerrilla, el único camino”.
'Esenciales'
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Encarna Vargas Puga. Secretaria General UGT en el Ayuntamiento de Granada
Desde UGT en el Ayuntamiento de Granada queremos poner en valor nuestro compromiso con la igualdad entre las trabajadoras y los trabajadores. No solo por el hecho de que la desigualdad salarial y los datos sobre esta sean escandalosos (una brecha en torno a un 22,9 % de media, que pueden aumentar considerablemente si se tienen en cuenta variables como sector de actividad, edad, puestos directivos…).
A todas ellas, que han puesto no solo el “cuerpo”, también “el alma” en la primera línea de “pelea”. A todas ellas, que trabajan en sectores que están altamente feminizados y desarrollan su trabajo en condiciones laborales de gran precariedad
No solo porque el 8 de marzo es el Día Internacional de las Mujeres, sino porque en UGT reconocemos el trabajo que realiza más del 50% de la población y no debemos permitir la precariedad en la que se encuentran (mayores tasas de paro, mayor temporalidad, mayor parcialidad, menores salarios…).
Por todo ello, tenemos que defender un trabajo digno para mujeres y hombres, tenemos las herramientas y las vamos a usar. Hay que desarrollar los planes de igualdad en las empresas, apoyar, difundir, trabajar por y para garantizar la igualdad de trato y de oportunidades entre hombres y mujeres en el empleo y en la ocupación, los protocolos contra el acoso sexual y por razón de sexo.
Este 8 de marzo es importante visibilizar y hacer protagonistas a todas las trabajadoras, reconocer su trabajo y exigir mejoras en las condiciones laborales
Este 8 de marzo es importante visibilizar y hacer protagonistas a todas las trabajadoras, reconocer su trabajo y exigir mejoras en las condiciones laborales. A todas ellas, que han sido Esenciales, como siempre, a lo largo de este último año de pandemia, donde si cabe, las condiciones laborales han sido mucho más difíciles. A todas ellas, que han puesto no solo el “cuerpo”, también “el alma” en la primera línea de “pelea”. A todas ellas, que trabajan en sectores que están altamente feminizados y desarrollan su trabajo en condiciones laborales de gran precariedad.
A todas ellas, con todas ellas y por todas ellas, seguiremos poniendo todo nuestro esfuerzo para frenar el ataque a nuestras conquistas. Ataque que lo es a la calidad de la democracia y sus valores: libertad, igualdad, justicia, solidaridad y rechazo de la violencia.
'Todas, cogidas de la mano, luchando por la igualdad'
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Carmen Caballos, activista por los derechos humanos
Cuando pienso en el Día de la Mujer, acude a mi mente de inmediato que es el día de mujeres muy concretas con las que me encuentro día a día y con las que quisiera compartir el siguiente deseo para conseguir una sociedad realmente igualitaria...
...Mujeres inmigrantes temporeras, trabajadoras del servicio doméstico con horarios interminables, camareras de pisos, mujeres deterioradas por años de sufrimiento que viven, duermen y mueren en nuestras calles, mujeres roma intentando sobrevivir en una sociedad hostil muy diferente a la suya, mujeres con cargas familiares en paro de larga duración, trabajadoras del sexo, mujeres maltratadas invisibilizadas, mujeres en prisión, mujeres refugiadas... Todas las mujeres granadinas, cogidas de la mano y codo a codo, luchando por la igualdad.
'La urgente necesidad de una agenda feminista'
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Emilia Barrio Rodríguez. Historiadora, Feminista y Vicepresidenta del Consejo Municipal de la Mujer
El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de las Mujeres. Aunque inicialmente comenzó como una lucha obrera de las mujeres, históricamente se han ido ampliando sus demandas.
Este día fue institucionalizado por la ONU en 1975. Con ello se oficializaron las reivindicaciones de las mujeres por la igualdad de oportunidades respecto de los hombres.
De acuerdo con la ONU, el objetivo principal de la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres es la búsqueda de la igualdad y la no discriminación por razón de sexo.
Con las luchas colectivas de las mujeres, hemos ido abriendo espacios y consiguiendo cambiar las mentalidades, así como ampliando derechos para mejorar nuestras vidas, pero no todos los derechos ni para todas las mujeres, porque nuestras vidas siguen marcadas por las desigualdades basadas en el sexo, la clase social y la raza, así como vivir en países con mayor o menor estados del bienestar
Con las luchas colectivas de las mujeres, hemos ido abriendo espacios y consiguiendo cambiar las mentalidades, así como ampliando derechos para mejorar nuestras vidas, pero no todos los derechos ni para todas las mujeres, porque nuestras vidas siguen marcadas por las desigualdades basadas en el sexo, la clase social y la raza, así como vivir en países con mayor o menor estados del bienestar. Las violencias machistas, la precariedad laboral -por procesos de exclusión derivados de nuestros empleos- la expulsión de nuestras viviendas, el racismo y la no corresponsabilidad de los hombres ni del Estado en los trabajos de cuidados, son los efectos de sociedades patriarcales que nos consideran a las mujeres ciudadanas de segundo orden.
Durante la pandemia, hemos constatado que los servicios esenciales -en los que mayoritariamente trabajamos las mujeres- han sido fundamentales para dar respuesta a las necesidades básicas de supervivencia. Hemos estado en primera fila en salud, educación de nuestros niños y niñas confinadas, en atención a dependientes, en alimentación, limpiezas y cuidados dentro y fuera de los hogares. También hemos sufrido y sobrevivido a situaciones de violencia durante el confinamiento y a una crisis de los cuidados, que se han visto aumentados por el teletrabajo y otros factores que afectan de forma específica a las mujeres mayores por la debilidad de las redes de asistencia por parte de sus familiares y miedo al contagio. Además, en los centros de día y centros de salud, no han podido compensar dicha pérdida con el uso de nuevas tecnologías por la gran dificultad que suponen para el colectivo de mayores. Toda esta realidad, ha aumentado los efectos psicológicos dañinos de una soledad no deseada.
Con un enfoque feminista, debemos velar para que las brechas entre mujeres y hombres desaparezcan, pero han aumentado porque las sociedades patriarcales no están preparadas para compensar el impacto de una crisis sobre las mujeres, atravesada por los tipos de empleo, la etnia, la vivencia de violencias múltiples, tener hijas e hijos a nuestro cargo, padecer alguna discapacidad, edad y países de procedencia
Con un enfoque feminista, debemos velar para que las brechas entre mujeres y hombres desaparezcan, pero han aumentado porque las sociedades patriarcales no están preparadas para compensar el impacto de una crisis sobre las mujeres, atravesada por los tipos de empleo, la etnia, la vivencia de violencias múltiples, tener hijas e hijos a nuestro cargo, padecer alguna discapacidad, edad y países de procedencia.
El Ocho de Marzo, y todos los días del año, apelamos a la conciencia de toda la sociedad para la consecución de la Igualdad real, por eso, tenemos que conocer todas estas situaciones: analizar el impacto económico, social y emocional que ha producido esta crisis en las mujeres para poder aplicar acciones concretas desde todos los ámbitos institucionales.
Las políticas públicas deben procurar planes de acción contra la crisis en tiempos de pandemia, y deben ser transversales. Citaré algunos de los ejes fundamentales:
1.- Violencias contra las mujeres: prevención, protección social y garantía de derechos fundamentales.
Desde la aparición del coronavirus, la pandemia nos ha golpeado con extraordinaria dureza. En los dos primeros meses de confinamiento, las llamadas al 016 -teléfono de atención para las víctimas de violencia machista- aumentaron un 60%, evidencia del terror de quienes se vieron obligadas a encerrarse con sus maltratadores.
Ante el previsible aumento de las violencias hacia las mujeres, reivindicamos:
- Que se consideren las violencias hacia las mujeres como una cuestión que atañe a toda la sociedad, que se tengan en cuenta sus distintas causas y dimensiones, acabando con aquellas que sufrimos cotidianamente en todos los ámbitos y espacios vitales (hogar, trabajo, espacios públicos, pareja, familia, entorno laboral, sociedad e instituciones del Estado).
- Que haya cambios culturales en las ideas, actitudes, relaciones, imaginario colectivo…que incluya una ciudad amable que contemple los espacios y tiempos públicos con perspectiva de género.
- Que la justicia haga su trabajo desde el compromiso ético-constitucional de la igualdad y deje de aplicar la lógica patriarcal para que las leyes contra las violencias machistas se apliquen de forma justa y sean efectivas para la protección, reparación y justicia hacia las víctimas de estas violencias
Para ello, es necesario el acompañamiento y protección a las mujeres víctimas de violencia machista, formación para todos los agentes implicados, creación de juzgados especializados y unidades de valoración forense integrales.
2.- Coeducación: Educar en Igualdad es una tarea que compete a toda la sociedad.
El sexismo es la discriminación de personas de un sexo por considerarlo inferior al otro. Alude a un conjunto de nociones, expresiones y prácticas sociales que, con base en la diferencia sexual, legitima y afianza la desigualdad social entre las personas.
Lo contrario al sexismo es la coeducación, que supone desterrar los roles impuestos socialmente. Para ello, hay que identificar nuestros propios sesgos, cuestionar y reflexionar sobre los modelos sociales que tenemos alrededor y los valores que transmitimos para conducirnos a la acción promotora de la igualdad. Todas las personas que participamos en la vida de nuestra infancia, tenemos la responsabilidad y el compromiso de educarlos en igualdad para lograr que participen de una ciudadanía plena en derechos y libertades.
La coeducación, por tanto, es labor de todos los agentes sociales: familias, escuelas, medios de comunicación… para conseguir una sociedad libre de roles sexistas y para la prevención de la violencia contra las mujeres y las niñas. El objetivo es la despatriarcalización social, incluyendo como agente socializador fundamental a todo el Sistema Educativo.
Rechazamos tajantemente todo intento de invisibilizar el sexo como eje de opresión, así como los intentos de pulverizar el significado de la palabra “mujer”
La educación afectivo-sexual está contemplada en el currículo escolar; debe ser integral, libre de estereotipos sexistas y sin catalogar a la infancia en categorías ni orientaciones sexuales preestablecidas y propias de personas adultas.
Por todo lo dicho, rechazamos tajantemente todo intento de invisibilizar el sexo como eje de opresión, así como los intentos de pulverizar el significado de la palabra “mujer”.
La prevención de la violencia machista pasa por promover, en las diferentes etapas educativas, espacios de formación y reflexión con el objetivo de concienciar al alumnado de la aceptación propia y del otro, así como aprender a reconocer las actitudes violentas y erradicarlas. Debemos garantizar que nuestra infancia y juventud sean formadas en un sistema de valores, comportamientos, normas y expectativas que no estén jerarquizados en función del sexo, valorando y respetando las diferencias individuales y cualidades personales.
Para ello, demandamos una formación y compromiso de toda la sociedad para que todos los espacios educativos estén libres de sexismo, así como un Pacto no Sexista de los Medios de Comunicación para eliminar el sexismo en la publicidad, en las series infantiles y resto de producciones audiovisuales que vayan dirigidas a nuestra infancia y juventud.
Vindicamos el valor de nuestra aportación al acervo común en la creación y el conocimiento. Es una gran misión de rescate colocar a las viejas maestras en las páginas de la historia, abrir los cánones de la academia y verlas como referentes. El reconocimiento del talento de las mujeres también es hacer justicia y reparación. Es preciso, además, hacer cumplir la Ley de Igualdad, con la presencia equitativa de ambos sexos en los espacios de poder públicos y privados.
3.- Feminización de la pobreza durante el confinamiento
Con el aumento del paro, las redes familiares tienen menos capacidad de respuesta económica; es necesario atender a las personas más necesitadas de protección, y las mujeres somos mayoría en todas las categorías excluidas de dicha protección.
Las mujeres padecemos más paro, precariedad y discriminación laboral -como la brecha salarial- que se ha agravado durante la Pandemia. Es imprescindible, por tanto, romper la división sexual del trabajo incorporando la realización de los trabajos no remunerados invisibles e ilegales, mayoritariamente desarrollados por mujeres. Toda esta realidad, produce un impacto mucho mayor en las mujeres con discapacidad y mujeres migrantes.
Las mujeres ganamos al año casi 6.000 euros menos que los hombres. Tenemos la mayor parte de contratos a tiempo parcial y una tasa de paro casi diez puntos más alta que los varones. Somos el máximo exponente de la precariedad en nuestro país, porque el patriarcado y el capitalismo se aseguran de mantenernos con las peores condiciones laborales y con la carga casi en exclusiva de los cuidados y las tareas del hogar
Las mujeres ganamos al año casi 6.000 euros menos que los hombres. Tenemos la mayor parte de contratos a tiempo parcial y una tasa de paro casi diez puntos más alta que los varones. Somos el máximo exponente de la precariedad en nuestro país, porque el patriarcado y el capitalismo se aseguran de mantenernos con las peores condiciones laborales y con la carga casi en exclusiva de los cuidados y las tareas del hogar.
Además, las pensiones de los hombres serán superiores a las de las mujeres (más del 50%). Con esta crudeza, muestran las estadísticas cómo se acumulan en nuestra vejez las desigualdades por el hecho de nacer mujeres. Curiosamente, se nos otorga un menor derecho a ser cuidadas por una sociedad que, paradójicamente, nos reserva para ser cuidadoras.
En otro terreno, es muy relevante saber de primera mano la vergüenza que se experimenta cuando se acude a Cáritas, Cruz Roja o en el momento de formar colas para acceder al Banco de Alimentos. ¿Habríamos imaginado lo que significa pedir ayuda y arrastrar un sentimiento de humillación? Reconocer esa pobreza, lleva consigo la culpabilidad, como si esta situación fuera una prueba del fracaso personal y no un fallo estructural de nuestras economías y los déficits en la protección social. Por eso:
- La administración debe tener un censo de personas vulnerables y un fondo de ayudas para la situación de emergencia alimentaria y habitacional ante la pobreza agravada por la pandemia.
- Exigimos que se visibilice y reconozca el valor y dignidad del trabajo de los hogares y de cuidados que realizamos las mujeres, los derechos de quienes los realizamos y que se asuma la corresponsabilidad por parte de los hombres, la sociedad y el Estado.
- Para que podamos tener vidas dignas, las Administraciones Públicas deben garantizar de forma irrenunciable y prioritaria los servicios públicos y de protección social: sanidad, educación, servicios sociales, ayuda a la dependencia y acceso a la vivienda social.
4.- Mercantilización de nuestros cuerpos
En la realidad actual, comprobamos que los cuerpos de las mujeres se están fragmentando para los fines de explotación en un patriarcado global: el transhumanismo secciona nuestros cuerpos para el mercado y nos deshumaniza.
Existen los “cuerpos objeto” para la publicidad sexista que constituyen una proyección magnificada de “lo otro” sexual, cultural, étnico, etc. que mueve a nivel transnacional redes de prostitución, tráfico de personas y pornografía, con beneficios extraordinarios para los responsables directos de esos negocios.
Los éxodos migratorios son consecuencia de la extrema pobreza de las mujeres en los países de origen. La prostitución se nutre mayoritariamente de la trata de mujeres, niñas y niños. Es uno de los delitos más comunes, que mueve mayor cantidad de dinero en todo el mundo tras el del tráfico de drogas y de armas.
La pandemia pone aún más en evidencia que las mujeres en situación de prostitución somos las esclavas del siglo XXI. Varias organizaciones feministas han detectado que, durante el confinamiento, el 80% de los pisos donde se las explota, han seguido en activo. Las medidas anunciadas por el Gobierno apenas fueron parches y no han llegado a las víctimas. La mayoría de esas mujeres, en situación irregular, no conocen sus derechos ni tienen acceso a la salud, ahora bajo mayores riesgos personales y de contagio.
Estas son ofensivas del machismo sin fronteras, pero hay mucho más. Los vientres de alquiler se producen por la utilización de los cuerpos de mujeres pobres en los países de origen para el mercado de venta de bebés destinados a personas que pueden pagar a las empresas que se lucran con estos negocios.
Proponemos abolir la pornografía, los vientres de alquiler y la prostitución porque son violaciones de los derechos humanos que atacan no sólo la libertad y dignidad de mujeres y niñas, sino también su integridad física y emocional.
En cuanto a las políticas de igualdad del ámbito municipal, se deberían ejecutar las siguientes medidas:
- Combatir la hipersexualización de las niñas para no encasillarlas en identidades sexuales propias de personas adultas y que la pornografía no sea escuela de violencia sexual.
- Sensibilización social para modificar la percepción que tenemos ante la prostitución y obtener una repulsa social del comercio sexual y de los proxenetas.
- Formación para la prevención y atención a las personas profesionales que atienden a mujeres que ejercen la prostitución.
- Que se persigan estos delitos poniendo el foco en los demandantes de prostitución y a los proxenetas responsables ante la justicia.
- Programa de Atención Integral a la Mujer prostituida: una alternativa encaminada a promover el abandono de dicho ejercicio. Estos programas, deben incluir sanación psíquica y física, acompañamiento, medidas de formación, inserción laboral, acceso a subsidios, acceso a vivienda y acciones de información y asesoramiento sobre los recursos existentes.
Las mujeres somos necesarias, hoy más que nunca, como trabajadoras y como ciudadanas. A diferencia de otras crisis, en las que también se nos presionó a las mujeres para que nos retiráramos del mercado de trabajo, hoy estamos preparadas para resistir. Hemos adquirido derechos civiles y un alto grado de formación. Hemos demostrado nuestra competencia para desempeñar todo tipo de profesiones, para dirigir bancos y países, para participar en todos los deportes y actividades, para producir conocimientos con excelencia. Muchas familias dependen de los salarios femeninos y, además, las mujeres desempleadas tienen mayor nivel educativo que los hombres desempleados. Por otro lado, los hombres son necesarios, más que nunca, para arrimar el hombro en las tareas de cuidados y convencer a los demás hombres para que abandonen sus privilegios como hombres y hagan de la Igualdad su práctica cotidiana: esa es la tarea principal que tienen quienes se acercan al Feminismo y se comprometen con él.
Hoy, a diferencia de otras épocas, sabemos que ninguna diferencia biológica justifica la exclusión de las mujeres del empleo, de la política, del ocio…ni la de los hombres en los trabajos de cuidados. Equilibremos la balanza y que nadie nos desvíe de nuestra agenda feminista.
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