Crecimiento versus Desarrollo
“En nuestro país se está produciendo un ligero crecimiento macroeconómico pero un gran retroceso social en derechos, en servicios públicos y en libertades o incluso me atrevería a decir a costa de estos últimos”
Hace unos días, en la inauguración del último tramo de la autovía del Mediterráneo, oí decir a que “Esshpaña es el país que más está creciendo este año del mundo, (Mariano que te has colado) … bueno, de la OCDE, (Mariano no exageres) … bien, de la Unión Europea por lo menos, y el año que viene también seremos campeones en crecimiento económico” y me he parado a pensar que se utiliza este parámetro como si fuera un éxito absoluto, un logro en sí mismo porque se confunde crecimiento con desarrollo económico. Se ignora que puede haber crecimiento que no conlleve desarrollo, incluso que suponga un retroceso y al revés, puede haber un desarrollo que no implique crecimiento en términos clásicos.
Si nos fuéramos a otros campos entenderíamos fácilmente que no es lo mismo crecimiento que desarrollo. Una ciudad puede crecer pero eso no significa que se haya desarrollado incluso puede conllevar lo contrario. Pongamos un ejemplo extremo para simplificar: todos entendemos que un cerebro puede crecer pero no desarrollarse. En estos casos es evidente que lo cuantitativo es diferente a lo cualitativo, una de las dimensiones más apreciables de la diferencia entre los términos en cuestión.
Pues en temas económicos, el desarrollo y el crecimiento tienen un contraste todavía más evidente. El desarrollo económico aborda los grandes cambios de la economía, mientras que el crecimiento se basa en los cambios de menor importancia. El desarrollo trata sobre cambios en la inversión, ingresos, ahorro y estatus económico, mientras que el crecimiento se refiere al aumento de la producción real.
La gran confusión deriva de la manera en la que se produce la medición del crecimiento económico como la variación porcentual del Producto Bruto Interno (PBI) de un periodo al siguiente. Lo normal es además que la información del PBI se presente en términos per cápita (dividido por la totalidad de habitantes). Y aquí empieza la primera trampa porque la medición del PBI pasa por alto la distribución de los ingresos de una sociedad. Si el crecimiento se da en una desigualdad extrema, sólo los habitantes con mayores ingresos se ven beneficiados por este. De ahí que haya economías con altas tasas de crecimiento pero con bajos niveles de desarrollo. Ya hemos aprendido que si una persona come dos pollos y otra ninguno, la estadística dice que han comido un pollo per cápita.
Pero es que además el PIB tiene unas deficiencias en cuanto a medidor del desarrollo ya que no es representativa del bienestar de la población cuando se da en presencia de externalidades, que no son tenidas en cuenta por este indicador. El caso más flagrante, arrimando el ascua a mi sardina, a mi ambiente, es cuando el crecimiento, el incremento de la producción lleva asociada un deterioro del medio natural o un consumo de recursos no renovables y/o se producen unos déficits ambientales cuyo saneamiento hay que socializar pero que no se reflejan en la contabilidad. En este caso se da un incremento del PIB, un crecimiento mal entendido, y una pérdida de la calidad de vida y del bienestar de la población.
En definitiva, que el crecimiento económico se refiere a la capacidad de una economía de producir bienes y servicios en mayor escala, de una manera más eficiente y el desarrollo económico incorpora variables que muestran la calidad de vida de los individuos. Un crecimiento del PBI sin un aumento considerable en la calidad de vida de los individuos es indeseable, dado que genera una mayor desigualdad en la sociedad en que sucede, o un desarrollo no sostenible, hemos dado de nuevo en la palabra clave, en el tiempo.
Volviendo al leitmotiv de este artículo que eran las declaraciones de Rajoy sobre el crecimiento económico, (que serán machaconamente repetidas hasta la saciedad durante la larga campaña electoral que nos espera), podíamos lanzar la siguiente pregunta al presidente semi-silente y cuasi-saliente del gobierno. ¿Ha oído Señor Rajoy usted hablar de la definición de desarrollo de Amartya Sen, del Índice de Desarrollo Humano, del Producto Bienestar Neto o del Desarrollo a Escala Humana?
Hace unos días hemos sabido que D. Mariano está avanzando mucho en estas cuestiones económicas y ya ha llegado a la conclusión de que "Exportar es positivo porque vendes lo que produces" (sin comentarios, a archivar en la larga lista de parrafadas gloriosas), pero me temo que le queda mucho camino para aprender la diferencia entre crecimiento y desarrollo porque lo que se está ocurriendo en los últimos meses, aparte de depender bastante de factores externos o exógenos y de coyunturas internacionales que nos vienen dadas, es que en nuestro país se está produciendo un ligero crecimiento macroeconómico pero un gran retroceso social en derechos, en servicios públicos y en libertades o incluso me atrevería a decir a costa de estos últimos.
El caso más palpable está en el empleo en el que se presume de que se aumenta el número de contratos pero se oculta su carácter precario, temporales y a tiempo parcial (en teoría porque luego en la práctica corresponden a una jornada completa), que está llevando a que haya cada vez más personas pobres con un “puesto de trabajo”, por llamarlo de alguna manera.
¿Se atreverán a volver a utilizar el eslogan de “España va bien”?