Calcetín

Blog - De repente - Alejandro V. García - Lunes, 15 de Junio de 2015

Sí, elementales amigos, el viernes a la hora de la siesta, de repente, descubrimos que el asesino era el mayordomo, es decir, que el autor de la muerte de la transparencia política en los incontables días transcurridos desde las elecciones municipales a la investidura del alcalde fue el previsible Luis Salvador, líder de Ciudadanos y mayordomo de la trama policíaca que dio el sillón a Torres Hurtado.

El cadáver de la transparencia presentaba signos de mentiras en sus ojos inocentes, huellas de pellizcos de monja en las pantorrillas, bocados en un glúteo, cercos de whisky y montoncitos de esa cochambre que los frutos secos dejan amontonan en los manteles durante las sobremesas. Al inspector le bastó un vistazo para descubrir toda la superchería empleada durante las negociaciones, todos los trucos que urdió el mayordomo para llevar a efecto sus engaños y la manera, ciertamente astuta, con que engañó a partidos tan veteranos como el PP y el PSOE. Porque, por más que los socialistas traten de salvar el ridículo diciendo que Salvador engañó a los granadinos y no a ellos (y el PP celebre con una sonrisa crispada el premio menor de una alcaldía envenenada) los acontecimientos sostienen otra cosa. 

A los granadinos nos pudieron engañar durante la campaña electoral pero la traca que ha venido después sólo es imputable a los negociadores.

Da un poco de miedo pensar qué métodos emplearán para gobernar esta ciudad que cada día que pasa se parece más a un triste calcetín desparejado y sucio.