'¡Ay, Felipe de mi vida!'

Blog - Sacando punta - Ignacio Henares - Lunes, 7 de Julio de 2025
Felipe González, en un acto en marzo pasado.
Rocío Ruz/EP archivo
Felipe González, en un acto en marzo pasado.

No tenía pensado entrar al trapo de las continuas declaraciones que el expresidente del Gobierno y ex secretario general del PSOE realiza de un tiempo a esta parte cuestionando a la dirección de su partido (todavía) y del gobierno actual de España. Siempre he pensado que el ‘jarrón chino’ no se resistía a salir del ‘candelabro’ encontrando mayor facilidad para que lo enfocaran las cámaras cuando sus comentarios podían ser utilizados contra sus compañeros de partido.

Felipe González, desde su salida de la primera plana, siempre se las había ingeniado para colarse o colocarse, siempre desde un plano superior, a la hora de analizar la situación política y para marcar lo que él entendía que eran los ‘verdaderos retos’ de nuestra sociedad

Felipe González, desde su salida de la primera plana, siempre se las había ingeniado para colarse o colocarse, siempre desde un plano superior, a la hora de analizar la situación política y para marcar lo que él entendía que eran los ‘verdaderos retos’ de nuestra sociedad. Entonces me parecía que incluso se divertía en ese papel y que se consideraba útil como conciencia crítica, de reserva de las esencias o de ‘adelantado’ visionario de lo que estaba pasando en el mundo.

Este deseo de seguir en la pomada tomó un giro con la llegada de Pedro Sánchez a la dirección socialista en las primarias de 2014, (él había preferido a Eduardo Madina), y sobre todo con su vuelta en 2017, tras ganar de nuevo unas primarias en 2017, (él había apostado fuerte, muy fuerte, por Susana Díaz). Entonces inició una búsqueda del protagonismo público cuestionando primero y arremetiendo después, en algunos casos de manera frontal, contra las propuestas políticas y alianzas del PSOE y contra la figura de Pedro Sánchez en particular.

Felipe Sánchez no debe ignorar que consigue portadas y titulares, muy especialmente en aquellos medios y pseudomedios que tienen como objetivo, desde hace 7 años, desde el minuto cero, derribar al gobierno progresista. Aquellos que titulaban día sí, día también, “Váyase Señor González”, los que conspiraban contra su gobierno, e intentaban destruir al Partido Socialista o al menos conducirlo hacia la irrelevancia como ha ocurrido con los partidos socialistas en otros países europeos, ahora lo utilizan (y él se deja), para lanzar los mismos ataques que él, al frente del Partido y del gobierno, sufrió.

No hay que acudir solo a lo que opinaban y dijeron de él (de nosotros) entonces, sino lo que verdaderamente siguen pensando de él (de nosotros) esos que aprovechan sus ‘oportunas’ comparecencias en algunos foros. Lamento advertirle que cuando no sea útil a esa causa volverán a la carga contra él, y contra otros que siguen su estela, más o menos agazapados o resguardados por su escudo protector.

Pero mi decisión de comentar sus comentarios solo en ámbitos privados e internos ha cambiado por varios motivos. El primero ha sido el salto cualitativo que ha dado Felipe González en los últimos días cuando ha manifestado que no votará a su partido, una invitación a que se le siga si se quiere ser ‘buen socialista’ y gozar de un prestigio y una buena consideración en determinados medios de comunicación. Esta provocación intencionada a la subversión y a la rebelión interna se ha comprobado que no tiene mucho tirón. En todo caso entre la militancia según he comprobado de manera repetida “tira p’atrás”, cada vez más. 

Sus meditados y medidos mensajes, como el colocado ahora, que le sitúan en el centro de atención, (cosa que parece que a él le sigue encantando), persiguen un efecto secundarlo, y él lo sabe, que es la confusión y desmovilización del electorado progresista

Pero sus meditados y medidos mensajes, como el colocado ahora, que le sitúan en el centro de atención, (cosa que parece que a él le sigue encantando), persiguen un efecto secundarlo, y él lo sabe, que es la confusión y desmovilización del electorado progresista. Con ello se convierte, y no creo que no sea consciente, en uno de los principales aliados de la derecha en esa estrategia para que el PP alcance una “mayoría de banda ancha”, como ha propugnado Núñez Feijóo, en las próximas elecciones, (que convertirían en manga ancha posteriormente contra los servicios públicos).

La segunda razón que me ha hecho cambiar mi decisión de no opinar públicamente sobre Felipe González ha sido que he recibido en los últimos días varias preguntas directas de gente más o menos cercana al respecto e incluso alguna interpelación sobre si mi opinión “de lo de Felipe contra Pedro”. En muchos casos recordándome mi pasado felipista (en algún momento se utilizó este calificativo como una acusación), y mi defensa, aún hoy, del trascendental papel que tuvo en la modernización de nuestro país, la consolidación de la democracia  y en sentar las bases del Estado del Bienestar. Me siento de alguna forma obligado a dar mi testimonio ante personas que pueden estar desconcertadas y que tienen el derecho a saber qué opinamos socialistas que entonces les pedimos el voto para Felipe González y que hoy no estamos de acuerdo con sus posiciones políticas a los que no basta con decir simplemente que “este no es mi Felipe que me lo han cambiado” y merecen un análisis más amplio.

Es innegable el impacto inicial provocado por una ‘bomba’ informativa de tal calibre y las dudas que genera en parte del electorado socialista; de la misma forma los comentarios del expresidente son acogidos por los ‘conservaduros’ ahora como grandes certezas y todas las afirmaciones del que fue su bestia odiada, ahora son aclamadas e incluso su gestión santificada olvidando todas aquellas ocasiones en las que rechazaban e incluso recurrían las medidas que ahora aplauden con fervor y ardor guerrero.

Lo que sí tengo claro es que Felipe González no lleva bien que las bases no lo sigan, no haber conectado con el sentir mayoritario de los militantes en ninguna de las ocasiones en las que se ha abierto a su participación directa

Lo más fácil es despachar el asunto diciendo que Felipe está chocheando, (algo de eso es innegable, los 83 años no perdonan), y señalando que sufre un profundo ataque de celos políticos, del protagonismo del presidente del gobierno, sobre todo en el ámbito internacional, (no hay que ser experto en psicología para reconocer esta evidencia); pero ambos aspectos no son suficientes para entender de manera correcta y completa el por qué de su cruzada antisanchista. Lo que sí tengo claro es que Felipe González no lleva bien que las bases no lo sigan, no haber conectado con el sentir mayoritario de los militantes en ninguna de las ocasiones en las que se ha abierto a su participación directa. Sus biógrafos lo analizarán con mayor detenimiento en el futuro pero mi olfato me dice que su egolatría le hace soportar mal esta desafección de la militancia que en otra época estuvo literalmente a sus pies.

Yo albergo mis dudas aún sobre si Felipe, por las razones apuntadas u otras, va buscando hoy las cámaras y los ‘poderosos enemigos’ del gobierno aprovechan la cuestión o si hay alguna especie de acuerdo más o menos tácito o expreso en la estrategia

Yo albergo mis dudas aún sobre si Felipe, por las razones apuntadas u otras, va buscando hoy las cámaras y los ‘poderosos enemigos’ del gobierno aprovechan la cuestión o si hay alguna especie de acuerdo más o menos tácito o expreso en la estrategia. Pero me cuesta creer que Felipe no haya encontrado hueco en los últimos meses para, además de arrearle a Pedro Sánchez, legitimando la campaña de acoso y derribo y dándole munición al PP, utilizar su facilidad y accesibilidad a los medios y sus todavía indudables dotes pedagógicas y capacidad de influencia social para defender las ideas y valores socialistas. Podría, por ejemplo, aprovechar para soltar algunas frases, un poner,  sobre la invasión rusa de Ucrania, el avance del fascismo, la locura de las medidas de Donald Trump o, para condenar el genocidio en Gaza; o en definitiva para decirle a los jóvenes que “la democracia es el peor sistema de gobierno a excepción de todos los demás que se han inventado”. En todo caso, con lo listo que es, Felipe González debe saber que el impacto mediático de cuando llama “matón de colegio” al del pelo naranja o cuando se refiere a “los juegos entre Mazón y Feijóo”, es inversamente proporcional al que alcanza cuando cuestiona la amnistía, la quita de la deuda o cualquier posición del Gobierno.

Felipe debe saber, y si no se lo hacéis llegar de mi parte, que en la posición que ha adoptado, muchos socialistas ya no lo van a seguir ni cuando tenga razón porque ya se ha ganado el título de estar “bailando siempre con el enemigo” (y no me refiero al significado de la canción del mismo título de Bunbury).  A ver si eso le puede hacer cambiar su posición, o matizar al menos, que tanto daña a su partido y a sus militantes de toda la vida, por los que él hizo tanto y por lo que nosotros hicimos por él, a las duras y a las maduras.

En todo caso anuncio que, menos uno, de los  de mi ‘bando’ que me han preguntado o interpelado por mi opinión sobre Felipe González, estaban de acuerdo con mis reflexiones y planteamientos y todos los de la otra ‘banda’ se manifestaron muy contentos y entusiasmados con sus ‘salidas’ reconociéndolo como un gran estadista. ¡Qué pena no tener guardado lo que decían hace unos años! Aunque bien es cierto que mi memoria todavía es fuerte y la hemeroteca está repleta de testimonios para recobrar...



 

 

Imagen de Ignacio Henares

Ignacio Henares Civantos es biólogo de bata, de bota, y de gabinete. Máster (de los de verdad) en Gestión del Medio Ambiente y del Agua por la Universidad de Granada. Desde 1989 es funcionario, técnico del cuerpo superior facultativo de la Junta de Andalucía donde ha desempeñado varias tareas en las Consejerías de Agricultura y Pesca y de Medio Ambiente. Durante quince años ha sido el conservador del parque nacional y natural de Sierra Nevada. En la actualidad trabaja como asesor técnico en el departamento de Sanidad Vegetal a la vez que es profesor externo de la Universidad de Granada en el Master de Conservación y Restauración de la Biodiversidad.

Escritor de numerosos artículos sobre medio ambiente y cambio climático en los últimos años ha concentrado su tarea de divulgador en Sierra Nevada, siendo coautor de varios libros sobre biodiversidad así como más de 150 artículos en el periódico Granada Hoy dedicados agrupados en diferentes series: “Sierra Nevada, Paraíso de Biodiversidad”, “La Huella del Cambio Global” , “Sierra Nevada, Montaña de Oportunidades” y la última que estuvo dedicada a “Sierra Nevada, Paisaje y Paisanaje”, una aproximación al parque nacional y natural de Sierra Nevada a través de ‘nombres propios’. Desde hace un año escribe en este mismo periódico su escribe una serie de divulgación de temas marinos bajo el título de “La mar de biodiversidad”.

En el último congreso regional fue elegido miembro de la ejecutiva del PSOE de Andalucía como secretario de Transición Energética y Acción Climática en el Área de Transición Ecológica Justa.