Sierra Nevada, Ahora y siempre.

Se pintan casas a domicilio

Blog - Andres Cárdenas - Andrés Cárdenas - Sábado, 7 de Enero de 2017

Soy coleccionista de pintadas y carteles. Cuando salgo a pasar por Granada me fijo mucho en las pintadas que alguien utiliza para dar un mensaje. Aún hay restos de una pintada que hay cerca del río Genil, en Puente Verde, donde alguien ha escrito: “Si el río suena, es que un músico se está ahogando”. Seguramente una persona relacionada con la música que está viviendo el mal momento que pasa el sector, se le ha ocurrido llamar la atención con esta pintada. También una vez, cerca del conservatorio de Granada que hay en la calle Mercedes Gabrois, un vecino cabreado por los ruidos que hacían los alumnos con sus instrumentos, escribió en la fachada del edificio: “Estoy hasta la polla de la música”.

Pero no todas las pintadas son reivindicativas o expresan la protesta por algo. Hace años vi en una tapia de Buenos Aires la siguiente: “Si te he visto no me acuerdo; si te desvisto, no me olvido”. Sin duda sería un poeta rememorando el cuerpo de su amada. En México, recientemente, en la plaza Grande de Mérida encontré otra pintada que decía: “Se pintan casas a domicilio”. Y debajo ponía el teléfono. Supuse que era de un pintor con mucho sentido del humor que necesitaba trabajo. Otra con humor es la que hay en una tapia cerca de mi casa: “Yo tampoco sé vivir. Estoy improvisando”. Y otra en las inmediaciones de la catedral dice: “Pienso, luego estorbo”. Por cierto, los hay que eligen tapias o muros inservibles para dar a conocer su ingenio y los hay vándalos que no les importa realizar sus pintadas en las paredes de bienes patrimoniales, como esas que aparecieron el Día Internacional contra la Violencia de Género en la catedral granadina que ni vale la pena reproducir, porque además de obscenas no tenían gracia  alguna.

Los lemas pintados en las paredes tuvieron mucho éxito en aquel famoso mayo del 68, donde los jóvenes inconformistas exigían lo imposible a la vez que escribían en los vagones de metro: “Quinientas mil millones de moscas no pueden equivocarse: comamos mierda”. Aunque de todas mi preferida es aquella que vi en una máquina de preservativos. Decía. “estos chicles son una mierda”. Y se quedó tan pancho.