Primero de Mayo con mucha luz

Este no va a ser un 1 de Mayo como siempre, aunque todos los primeros de Mayo poseen un profundo significado social y político. Sí, político. Porque político es el ataque desaforado de las élites económicas y mediáticas globales frente a los derechos de las personas trabajadoras. Porque político es el intento, nada disimulado, de minusvalorar la importancia de las luchas sindicales que en el último siglo y medio han transformado de raíz los fundamentos de las relaciones entre el capital y el trabajo. Y porque político, y muy político, es justamente, el ideario ultraconservador que pretende que nos olvidemos que, hoy también como siempre, existe el capital, existe el trabajo y existe entre ambos una profunda relación. Relación que unos quieren que se regule lo menos posible, o no se regule nada. Y otros y otras queremos que se regule lo más posible, como única forma de garantizar y preservar derechos, y como freno a la ofensiva neoconservadora que no es que esté llegando, sino que ya está aquí. Basta hojear las últimas declaraciones, por no llamarlas sandeces y exabruptos, de líderes ultras para constatarlo.
De modo que este 1 de mayo, de nuevo, está en juego el futuro. El futuro amenazado de forma global, donde están en juego nuestros derechos y los derechos de quienes vienen detrás. Y no es retórica
De modo que este 1 de mayo, de nuevo, está en juego el futuro. El futuro amenazado de forma global, donde están en juego nuestros derechos y los derechos de quienes vienen detrás. Y no es retórica. Como he mencionado, el ideario ultraconservador se abre camino, entre la indiferencia momentánea de buena parte de una sociedad adormecida y estupefacta, que, no obstante, si aparenta movilizarse y enfadarse por nimiedades hábilmente utilizadas y propagadas por los expertos del bulo y el odio. El bulo que se comparte casi sin filtro por doquier. Y el odio a todo lo que defendemos y representamos. El odio a la igualdad entre hombres y mujeres. El odio al reconocimiento y plenos derechos de todos y cada uno de los colectivos minoritarios y diferentes. El odio a quienes vienen de fuera, aunque participan plenamente de nuestra vida diaria. El odio a la libertad y a la solidaridad. En definitiva, el odio a querer vivir en un mundo mejor y más justo.
Frente a ese odio y ese ya desenmascarado ideario, más acción que nunca. Más reivindicación que nunca. Más movilización que nunca. Y también más educación y más didáctica que nunca
Frente a ese odio y ese ya desenmascarado ideario, más acción que nunca. Más reivindicación que nunca. Más movilización que nunca. Y también más educación y más didáctica que nunca. De ninguna manera hablamos de otra cosa que de derechos para la gran mayoría cuando se habla de reducción de la jornada laboral, de la subida de salarios, de seguridad en el trabajo, o del derecho a la vivienda. Para nada se pone en peligro o se atenta contra ningún pilar fundamental de nada cuando se reclama una mayor intervención de lo público en el mercado. En el laboral, en el de la vivienda y en el de los servicios básicos. Nunca jamás la humanidad (y no toda ella) ha gozado de mayor bienestar, de mayor calidad de vida y de mayor equidad, que cuando lo público ha intervenido, mediante regulaciones pactadas y negociadas, en los mercados. Reorientando y corrigiendo sus inclinaciones. Matizando sus objetivos. Haciendo partícipe de sus beneficios a la inmensa mayoría. Mostrándose como la mejor forma de trabajar para un mundo más justo. Este 1 de Mayo también debemos clamar por la vuelta de esas políticas.
Es más que posible que haya existido cierta relajación y acomodamiento, en los últimos tiempos, ante lo que se venía encima. Puede que se haya hecho poco caso a las señales de alarma que anunciaban que se podía estar fraguando esa vuelta del ideario conservador y sectario. En cualquier caso, avisadas y avisados estamos. Ya no quedan excusas.
No podemos permanecer impasibles cuando nos están intentando robar la cartera delante de nuestras narices, y aún hay quien se preocupa del trinar del pájaro del vecino
Cuando vemos a gentes trabajadoras presuntamente enfadadas y alarmadas por la última fake estúpida o el último chisme (incluso por algún retorcido párrafo escondido en algún fundamento de alguna sentencia de alguna señoría de algún lugar de las Españas) que, sin embargo, permanecen indolentes y pasivas ante el enésimo ataque a su dignidad, a sus derechos o a los derechos de sus hijos o hijas, creo que ha llegado el momento de la reacción, de la explicación detallada, del debate público de las diferentes posiciones, y de la movilización ciudadana. No podemos permanecer impasibles cuando nos están intentando robar la cartera delante de nuestras narices, y aún hay quien se preocupa del trinar del pájaro del vecino.
Así que este Primero de mayo, que además parece que viene con luz añadida, toca movilización y reivindicación orgullosa, consciente y responsable. Por nosotros y nosotras no debería quedar.