Falta de comunicación
Si mi abuelo aterrizara por un día en este Universo tecnológico, de ordenadores, móviles, Internet y Smart TV pensaría que había llegado a otro mundo. Y pese a lo mucho que en apariencia hemos avanzado en la sociedad para conseguir una comunicación global planetaria, lo cierto es que incluso podemos haber retrocedido con respecto a décadas anteriores.
Basta el ejemplo del whatsapp para ilustrarlo. No sé ustedes pero en los últimos meses o años creo que me he enfadado más con la gente a través del móvil que en persona: si escribo un mensaje de felicitación a alguien que ha logrado algo o cuando es su cumpleaños y no me contesta, me siento ninguneado; si estoy en un grupo siempre pienso que responden a los demás y nunca a mí; si mando algo jocoso y mi interlocutor se muestra serio, creo que se lo ha tomado a mal. En definitiva, el whatsapp, que se ha convertido en una comunicación tal habitual que es fácil ver a un conjunto de amigos sentados en la terraza de un bar tecleando el móvil para chatear con otra gente o incluso con algunos de los presentes a través de un grupo pero sin hablar entre ellos, ha llegado a ser una enorme confluencia de malentendidos, porque las letras escritas, a veces, son difíciles de interpretar.
Claro que si nos desplazamos a las consecuencias de utilizar el ordenador para las relaciones personales la cosa puede ser incluso más grave. Cada vez es más habitual que los jóvenes utilicen su paso por las discotecas o pubs sólo para ojear. Después, si alguien les interesa más a fondo se esmeran en conseguir su nombre completo para copiarlo en la búsqueda de perfil de Facebook y una vez hallado allí entablar conversaciones irreales con esa persona. De esta forma, es más fácil camuflar la verdadera personalidad.
El Twitter, Instagram, WeChat, Google+, Line, Tagged, Habbo, Linkedin y el resto de plataformas han creado a personajes que consiguen miles y millones de seguidores pendientes de comentarios graciosos, descarados o rompedores, al margen de que en su vida privada sean tímidos, introvertidos o carezcan de capacidad de liderazgo.
Es la era de las tecnologías, en las cuales no hay que caer en gracia más que a través de la red; no importa cómo te comportes en la intimidad, si no lo que muestres al mundo desde tu ordenador.
Y así encontramos a nombres como elRubius, un malagueño de 26 años, originario de Mijas, que se ha convertido en el youtuber más seguido del país, el segundo de habla hispana y el 4º a nivel global de Youtube. Y no es porque hable de política, de cine, de literatura o porque incite a los jóvenes a movilizarse. Su gran mérito consiste en conectar con los chavales a través de videojuegos en los que él mismo participa y comentarlos. Su éxito ha provocado que también describa viajes que él hace o cualquier otra cosa, porque parece que sus millones de seguidores están ávidos de escucharle diga lo que diga.
Por eso, si un día mi abuelo se levantara de su tumba, teniendo en cuenta que falleció hace varias décadas, estoy seguro de que volvería a echarse tierra él mismo para volver a desaparecer. No nos entendería.
Y es que la comunicación verbal siempre fue la principal forma de relación entre los humanos, pese a que también llevó a malentendidos. De hecho, a veces no sabemos ni cómo expresar con palabras lo que sentimos; en otras ocasiones nos arrepentimos en cuanto hemos dicho en voz alta lo que pensábamos; en la era del móvil y el ordenador los filtros son mayores, las dificultades más grandes y las posibilidades de errar en nuestra interpretación de lo que hemos leído, mayores. Y es que los mensajes escritos no tienen expresión, dependen de factores como la prisa o la atención que estemos poniendo en ellos, pese a que nuestro interlocutor jamás se entere de esas condiciones.
Parece surrealista pensar en que todo lo que el ser humano ha construido para extender la comunicación a todo el planeta podría servir en el futuro para aislarnos de él.
Mientras esto ocurre, permítanme que disfrute de este día soleado y agradable, sin tocar más el ordenador, y que baje a la calle para relacionarme con la gente tal y como lo hacía mi abuelo, por medio de la palabra, los gestos, las miradas de las personas, sus sonrisas o a través de la interpretación de sus respuestas no sólo en función de lo que dice sino también por su forma de actuar. Quizá así no llegue a conocer a personalidades como elRubius, Willyrex o Vegetta777, pero seguro que estaré más abierto a sentir en vivo y en directo la aventura de la vida.