'Deseos'

Blog - Punto de fuga - Cristina Prieto - Jueves, 26 de Diciembre de 2024
Concentración feminista en Madrid el pasado 19 de diciembre en apoyo a Gisèle Pelicot.
Contraborrado
Concentración feminista en Madrid el pasado 19 de diciembre en apoyo a Gisèle Pelicot.

Termina ya el año 2024 y el balance para las mujeres no ha sido positivo. Cuarenta y seis no escucharán las campanadas que anuncian la llegada de 2025 y 4.666 lo harán sin perder de vista el dispositivo que alerta de la proximidad de su maltratador.  Treinta y cinco niñas y niños menores iniciarán el nuevo año sin sus madres de las que no volverán a recibir un beso y cuya huella el tiempo irá borrando poco a poco de esas mentes infantiles a las que sólo les quedarán las imágenes de las fotografías para recordarlas. Y aún nos tendremos que felicitar porque, en este ejercicio, se han perdido doce menos que en 2023.

De nada sirven las palabras, las campañas institucionales, los teléfonos para denunciar, si no se toma verdadera conciencia de lo que supone alrededor del medio centenar de mujeres asesinadas cada año a manos de sus parejas o expareja

Sin duda, es el mayor reto que nuestra sociedad tiene que enfrentar si, de verdad, queremos hablar de igualdad. De nada sirven las palabras, las campañas institucionales, los teléfonos para denunciar, si no se toma verdadera conciencia de lo que supone alrededor del medio centenar de mujeres asesinadas cada año a manos de sus parejas o exparejas. La violencia que soporta la mitad de la población debe mover a la reflexión al conjunto de la sociedad para terminar con esta situación de profunda desigualdad en la que se están educando los más jóvenes. De nada sirven las leyes ni las declaraciones institucionales si se permanece impasible ante las cifras que cada año arroja la violencia machista. Los minutos de silencio empiezan ya a tener poco sentido.

Es necesario no olvidar, además, que los asesinatos son la punta del iceberg de un sistema que maltrata sistemáticamente a las mujeres con un catálogo de violencias cada vez más sofisticado y al que se van sumando variantes acordes con el desarrollo de las sociedades modernas. Las nuevas tecnologías también se han unido al festín y contribuyen con el acoso en línea, la sextorsión o la proliferación de webs dedicadas a la prostitución que han sustituido la esquina y el burdel por un simple click. Sin embargo, nada es tan perverso como la mente humana.

En el mismo juicio, celebrado en la localidad francesa de Avignon, se ha condenado a cincuenta de los violadores que estuvieron de acuerdo en agredir sexualmente a una mujer inconsciente mientras su marido disfrutaba del espectáculo. Sus penas oscilan entre los tres y los quince años de reclusión

El final del año nos ha dejado la esperada sentencia del caso Pelicot. Veinte años de prisión para Dominique, el hombre que drogaba a su esposa para que fuera violada por otros en su propio domicilio. En el mismo juicio, celebrado en la localidad francesa de Avignon, se ha condenado a cincuenta de los violadores que estuvieron de acuerdo en agredir sexualmente a una mujer inconsciente mientras su marido disfrutaba del espectáculo. Sus penas oscilan entre los tres y los quince años de reclusión.

La víctima, Gisèle, una afable mujer de 72 años que en la última década había sido violada más de un centenar de veces por desconocidos con los que su marido contactaba por internet, se ha convertido en un icono del feminismo. Decidió que el juicio, en el que iban a exponerse detalles muy escabrosos de los delitos cometidos por su marido contra ella, fuera abierto con la intención de exponer ante la opinión pública a sus victimarios. “Que la vergüenza cambie de lado”, señaló Gisèle. ¡Qué mujer!

Sin buscarlo, su nombre se ha convertido en un símbolo de valentía. Ha logrado situarse por encima del horror vivido y erigirse en la protagonista absoluta

Sin buscarlo, su nombre se ha convertido en un símbolo de valentía. Ha logrado situarse por encima del horror vivido y erigirse en la protagonista absoluta. Además de víctima, Gisèle ha dado una enorme lección a sus verdugos, la de una dignidad inquebrantable al sentarse en la misma sala donde sus agresores optaron por cubrir sus rostros para no ser reconocidos. Los que durante las sesiones de un juicio que ha durado cuatro meses no han dejado de ver la integridad de su víctima que, solamente con la decisión de que el juicio fuera público, ha sabido colocarles en el lado que les corresponde, el del repudio más absoluto.

Sin embargo, y aunque la condena social ha sido unánime, no deja de sorprender la conducta de algunos hombres que, lejos de repudiar las agresiones sufridas por Gisèle se han apresurado a abrir canales en algunas plataformas de mensajería para compartir maneras de drogar a las mujeres.

Es evidente que los años van sucediéndose uno tras otro, que estamos a punto de despedir 2024 para dar comienzo al 2025 pero algunas actitudes no cambian. El Feminismo seguirá combatiendo y las feministas seguirán acompañando a las víctimas como lo han hecho algunas españolas que se desplazaron hasta Avignon para arropar a Gisèle el día en el que se leía la sentencia. Las mujeres necesitamos una sociedad libre de violencia y, otra vez, será este el primer deseo al término de las campanadas.  

 

 

 

Imagen de Cristina Prieto

Madrileña afincada en Andalucía desde 1987, primero en Almería y posteriormente en Granada donde he desarrollado mi carrera profesional como periodista. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, cursé mi suficiencia investigadora en la Universidad de Granada dentro del programa Estudios de la Mujer y leí mi tesis doctoral en la Universidad de Málaga.